Reduccion de los comuneros

POLÍTICA INTERIOR

Existía en Castilla una lógica expectación, no exenta de temor, hacia lo que pudiera hacer el jovencísimo rey (había nacido en Gante en 1500 y por tanto tenía 17 años cuando se hace cargo de los tronos de Aragón y Castilla), que ni hablaba castellano ni tampoco se mostraba prudente, puesto que llegó rodeado de señores flamencos a quienes entregó los principales puestos políticos. Esto produjo un natural rechazo entre todos los sectores sociales, pero muy especialmente entre la aristocracia nobiliar, que había sido desplazada del poder. De hecho el rey llegaba a Castilla con la única idea de tomar posesión de unos nuevos territorios (aunque, eso sí, los más importantes) que sumar a la ingente herencia recibida de sus padres y abuelos. Sus posesiones principales eran Castilla, Navarra y los territorios del Nuevo Mundo de su abuelo Fernando II de Aragón: Aragón, Cerdeña, el reino de Nápoles, Sicilia y algunas ciudades norteafricanas; y de los abuelos paternos diversas posesiones europeas. A todos ellos habría que añadir poco después el título imperial del Sacro Imperio Romano-Germánico. Al comienzo del reinado de Carlos I se produjeron dos rebeliones internas que se relacionan con la falta de identificación de diversos sectores con la orientación política del nuevo rey, así como con diversos conflictos sociales: son las rebeliones de las Comunidades de Castilla y las Germanías de Valencia y Mallorca. · El conflicto de las Comunidades  guarda relación directa con el rechazo que sentían muchos habitantes de Castilla hacia la “invasión” de extranjeros flamencos que llegaron como consejeros y amigos personales del nuevo monarca. Las primeras decisiones que éste adoptó tras tomar posesión fueron especialmente desafortunadas, pues nombró a dos compatriotas suyos para dos de los cargos más importantes, causando una lógica indignación que quedó patente en las Cortes de Valladolid, reunidas para tomarle juramento. En aquella sesión los procuradores exigieron al rey varios compromisos: que residiera en este reino, que respetara las leyes tradicionales de Castilla, que no otorgase cargos a extranjeros y que aprendiese la lengua castellana lo antes posible. La aceptación del rey evitó de momento el estallido de la rebelión. Pero al poco tiempo muere su abuelo Maximiliano de Austria, por lo que los príncipes alemanes tenían que elegir a su sucesor como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Había dos candidatos: el rey francés Francisco I y Carlos I. La elección de Carlos en julio de 1519 le costó al rey español una suma inmensa de dinero en sobornos y en deudas con algunos banqueros. Cuando Carlos convoca en La Coruña una reunión de Cortes para financiar su viaje a Alemania para hacerse coronar emperador, la tensión era enorme. Finalmente las Cortes dieron su consentimiento, por lo que Carlos marcha hacia Aquisgrán dejando como regente a su paisano Adriano de Utrecht. Nada más salir del país estalló la revuelta en Toledo y Segovia, y poco después se extendió a otras muchas ciudades castellanas.

La de las Comunidades fue por tanto una rebelión política nacionalista, pero mezclada con aspectos sociales, puesto que, aunque iniciada por las ciudades, se sumaron a ella numerosos campesinos castellanos en contra de sus señores. Por ese motivo muchos nobles que al principio simpatizaban con la causa de los comuneros se cambiaron al bando del rey. Esto decidió el resultado de la guerra. Los rebeldes intentaron recabar sin éxito la ayuda de la reina Juana. En la batalla de Villalar  los comuneros fueron derrotados por el ejército real con la ayuda de la alta nobleza y, como consecuencia, sus líderes (Padilla, Bravo, Maldonado y ajusticiados. Un movimiento de tan diversa composición social había de tener necesariamente reivindicaciones también diversas, que contentasen a todos. Entre las reclamaciones principales cabe destacar:

a) el regreso de Carlos a España b) la exclusión de los extranjeros de los cargos políticos c) la reducción de los impuestos y de los gastos de la Corte d) la limitación y el control de la exportación de la lana, que beneficiaba a la monarquía por los impuestos que cobraba, pero privaba a la industria textil castellana de materia prima.

Por iniciativa de Toledo los representantes de las ciudades se reunieron en Ávila y constituyeron la Junta Santa que se declaró soberana en nombre del rey y la reina doña Juana; como presidente se eligió a Pedro Lasso de Vega y como capitán general se nombró a Juan Padilla, ambos toledanos. La Junta marchó a Tordesillas donde fue recibida por la reina Juana quien a pesar de sus palabras de apoyo se negó a firmar el documento por el cual se le quitaba todo poder a su hijo. La Junta depuso a los corregidores que no le eran afines y dispuso de las rentas reales como mejor le pareció. Para reforzarse pidió ayuda a Portugal que se negó a ayudar a los rebeldes y además proporcionó a los representantes de Carlos I el dinero que no podían obtener en Castilla; con ese dinero, el regente formó un nuevo ejército y pasó a la ofensiva. La radicalización del conflicto acabó incorporando a los campesinos, que convirtieron la revuelta comunera en rebelión antiseñorial contra los abusos de la nobleza, por lo que ésta, que hasta entonces había permanecido al margen del conflicto, unió sus fuerzas a las del rey para acabar con los comuneros que fueron derrotados en Villalar ; sus líderes  

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