Resumen de la guerra colonial y crisis de 1898

Guerra colonial y crisis del 98


Antecedentes. La 1ª guerra de Cuba


Cuba, junto a Puerto Rico y Filipinas, eran los restos que le quedaban a España de su Imperio colonial, tras el proceso emancipador del primer cuarto del siglo XIX. Cuba era una isla productora de azúcar y tabaco, café, cacao y otros cultivos tropicales. La mecanización de los cultivos, su intensificación y la permanencia de mano de obra esclava negra habían enriquecido a la isla. La mayoría de los negocios estuvo en manos de peninsulares pero, poco a poco, se fue formando una burguesía criolla, rica y culta. Esta burguesía pronto empezó a tener inquietudes independentistas o, al menos, de lograr una mayor autonomía, ya que se veía marginada de los cargos públicos y muy perjudicada económicamente por los fuertes aranceles que la metrópolis imponía al comercio con otros países, sobre todo con USA. La revolución comenzó coincidiendo con el estallido de la Revolución de 1868 en la península. El llamado Grito de Yara fue lanzado por Céspedes con el propósito de establecer una república cubana independiente.    La guerra duró 10 años (1868-1878). Fue muy larga por: 1) Los problemas y cambios políticos en España apenas dejaron tiempo a los gobiernos de ocuparse de la guerra cubana. 2) Por la división y mala organización de los insurgentes, a pesar de la ayuda que recibieron de USA. Al final, en 1878 se firma la Paz de Zanjón.

2ª guerra de Cuba. La pérdida del imperio colonial


Tras la Paz de Zanjón, la situación en Cuba fue empeorando poco a poco: 1) La abolición de la esclavitud arruinó a los pequeños propietarios. Los antiguos esclavos quedaron en el paro o tuvieron que trabajar por sueldos muy bajos, por lo que su descontento fue a mayor.  2) Por otra parte, entre la clase criolla también creció el descontento. No se cumplió la promesa de dar autonomía a la isla. Así, poco a poco, se fue desarrollando el sentimiento independentista entre la clase criolla, cuyo máximo representante fue José Martí. En los años 90 hubo un giro en todos los países en su política económica imponiéndose un férreo proteccionismo. España también lo impuso en Cuba.  Algo parecido ocurría en Filipinas. En Cuba, el descontento de la clase criolla y de las clases bajas se une y provocan el definitivo levantamiento por la independencia en febrero de 1895 con el llamado Grito de Baire. El gobierno envió al general Martínez Campos, que creyó posible aplastar la resistencia por medio de una guerra convencional, en un terreno muy accidentado y frente a un enemigo dividido en multitud de destacamentos y partidas. Se equivocó. El ejército español cruzó la isla de oeste a este encontrando poca resistencia, pero cuando Martínez Campos creyó reducir el último foco, se dio cuenta que las bandas enemigas seguían actuando en la retaguardia. Había, pues, que actuar con mano dura y con fuertes represalias contra toda la población, no queriendo hacer esto y ante su fracaso Martínez Campos pidió su relevo. España tuvo que decidir entre abandonar la isla o ejercer una dura represión sobre la isla. Ni Cánovas, ni Sagasta eran partidarios de la dureza, pero no podían resignarse a perder Cuba. La mayoría de políticos y militares creían posible ganar la guerra, ya que los cubanos no tenían ejército regular, ni armas pesadas. Cánovas envió al general Weyler, un militar enérgico, buen conocedor de la isla y de mano dura. Su plan fue combatir a los focos rebeldes  en sus propias guaridas, aislándolos y aniquilándolos. Ordenó la concentración de la población civil en zonas especiales bien controladas de las que no podían salir. Comenzó así una ofensiva desigual porque el ejército español era muy superior en número y tenía mejores mandos, organización y armamento que el cubano. Por el contrario, los cubanos tenían a su favor el conocimiento del terreno, estaban habituados al clima y eran aprovisionados de armas y municiones por los USA.A finales de 1896, tras una dura campaña, Weyler dominaba la mitad de la isla y calculaba que en el año siguiente dominaría la otra mitad. La guerra se alargaba, lo que era contrario a los intereses españoles. En USA, el presidente Cleveland había anunciado que USA se mantendría neutral en la guerra, sin embargo, a finales de este año pierde las elecciones a favor del partido republicano, siendo nombrado presidente Mac Kinley. Con él, la actitud de USA cambió. Un cambio provocado por la labor de la prensa norteamericana que fue inclinando a la opinión pública a favor de la guerra y con ella a los republicanos. Las poderosas cadenas de prensa Pulitzer y Hearst, subvencionadas por las compañías azucareras, se afanaron en publicar noticias, muchas de ellas falsas, sobre las atrocidades que los españoles cometían en Cuba y, sobre todo, el daño que se hacía a los residentes norteamericanos. Comenzaron, así, las tensiones diplomáticas. Cánovas comprendió entonces que había que solucionar el conflicto lo más rápidamente posible para evitar la intervención directa de USA, pero se quedó sin el apoyo de los liberales de Sagasta, que se declararon contrarios a la mano dura de Weyler y a favor de dar plena autonomía a Cuba. Cánovas será asesinado por un anarquista en Madrid. Sagasta subió al poder y destituyó a Weyle. Se aprobó un estatuto de autonomía para Cuba. En abril de 1898, los USA enviaron un ultimátum a España en el que exigían la independencia de Cuba. España se niega y el 25 de Abril, USA declara la guerra a España. Fue una guerra rápida y desigual, pues el ejército y la flota de USA, mucho más modernizados, eran muy superiores al español. Los americanos atacaron primero en Filipinas. En Cuba, la flota española al mando de Cervera fue bloqueada por la de USA en la Bahía de Santiago. La paz se firmó en Paris en diciembre de 1898. Por ella, España perdía Cuba, Filipinas y Puerto Rico, es decir, los últimos restos de los que había sido su gran imperio colonial.


LA CRISIS DEL 98. LA ESPAÑA DE LOS PROBLEMAS


Con la derrota en Cuba se inicia una profunda crisis en España puesta de manifiesto por la llamada Generación del 98. A partir del 98 y durante los primeros años del Siglo XX comienza a hablarse y escribirse con gran profusión de los problemas de España: del problema político, del social, del militar, del religioso, del económico, del regionalista y, por encima de todos ellos e integrándolos a todos, del problema del ser de España. Hay, pues, una profunda crisis en la conciencia española, crisis que denuncia todos estos problemas y que conduce a revisar y a querer transformarlo todo, para mejorarlo. Entre los problemas más destacados están:

El problema del ser de España


Puesto de manifiesto por los escritores de la Generación del 98, un grupo de intelectuales entre los que se encuentran figuras como Unamuno, Valle Inclán, Baroja, Azorín, Maeztú, Ganivet o Antonio Machado.                Uno de los ejes que une a los integrantes de la generación del 98 es el tema de lo que es y lo que debe ser España, del que surge la cuestión sobre cual es el verdadero ser de España, tema que va a generar una abundante literatura y continuas polémicas a lo largo de todo el Siglo XX.

En su búsqueda del verdadero ser de España, lo primero que encontramos en los integrantes de la generación del 98 es una profunda crítica a la España en la que viven (a los gobernantes, al sistema política, al caciquismo…).De estas críticas, surgen mitos como el del Africanismo. Sin embargo, estas duras críticas no significan desamor hacia España. Los hombres del 98 sienten asco de la España que contemplan pero, a la vez, dolor porque aman a España. El deseo de cambiar a España da lugar, en un primer momento, al nacimiento del mito de Europa. Para los hombres del 98 España es el problema y Europa la solución. Sin embargo, junto a esta solución de europiezación coexiste otra totalmente distinta. Es lo que se ha llamado la “conversión del 98”, por la que se van a defender los valores y los rasgos de España, acuñados a lo largo de su historia. Surge el mito de las dos Españas: El de la España tradicional con sus valores históricos y el de la España moderna, progresista y más tolerante, a la europea.Posteriormente, se hablará de la España oficial y la España real (Costa) o España vital (Ortega).

El problema político


1) Por una parte, está la falsedad del sistema. España, en 1900, era en teoría una de los países más democráticos del mundo: disfrutaba del sufragio universal, de una Constitución flexible y abierta y se habían proclamado todos los derechos y libertades individuales. Todo era falso. Los políticos se habían fabricado un sistema para ellos mismos, a espaldas del pueblo, en el que los resultados de las elecciones respondían a lo acordado previamente por los partidos y no a la voluntad del pueblo. 2) Por otra parte, está la pérdida de contenidos, la falta de programa de los dos partidos políticos en el poder. Así, daba igual votar a un partido que a otro, pues ambos carecían de nuevas ideas, de un programa concreto.

El problema social


Responde a la existencia de una organización social atrasada y desigual. De los 19 millones que tenía España en 1900, sólo 1 millón pertenecía a la clase alta Esta clase alta, la oligarquía, tiene todo el poder político y económico del país.               Mientras tanto, la gran mayoría de la población forman parte de la clase media-baja, son los obreros y campesinos. En ambos grupos se había producido un proceso de proletarización, de manera que no son dueños de nada, sólo de su trabajo por el que cobran un sueldo muy bajo. Tanto partidos como sindicatos iniciaron la lucha por resolver los problemas del proletariado español y por hacerse con el poder para cambiar radicalmente la organización del estado burgués               En conclusión, si hasta finales del Siglo XIX puede hacerse una historia de España recurriendo casi exclusivamente a los hechos políticos, desde el 98 es imposible hacerla sin tener en cuenta las luchas sociales que van a desencadenar los partidos sindicatos obreros.

El problema económico


A comienzos del Siglo XX, España, pese a su tímida industrialización, seguía siendo un país subdesarrollado donde el sector agrícola englobaba al 60-70% de la población.

El subdesarrollo será un problema que se tratará de superar, sin conseguirlo.  En el mundo rural, el principal problema es el mal reparto de la tierra. Buena parte de los recursos de España, sobre todo los mineros, están en manos de capitales y compañías extranjeras, ayudando a la industrialización de otros países y no del nuestro. Las compañías eléctricas, los transportes, el teléfono están controladas por capitales extranjeros. La falta de capitales internos y de iniciativa de la clase burguesa española, que prefirió invertir en la compra de tierras. La falta de inversiones y de una verdadera política económica por parte del Estado.

El problema regionalista


Comienza a cobrar importancia a partir de principios del Siglo XX. Los rasgos esenciales de estos movimientos regionalistas-nacionalistas son: 1) Se desarrollan en la periferia del país, siendo los más importantes los de Cataluña y el País Vasco. 2) Su ideología es una mezcla entre tradición y modernidad. 3) Aspiran a una gran autonomía dentro de España y algunos de ellos, como el vasco, a la independencia total.

En conclusión, la crisis del 98 pone de relieve la existencia de una serie de graves problemas en España, problemas que se van mezclando y evolucionando y cuyo resultado final será la caída del régimen de la Restauración. 

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