Reyes Católicos, Imperio Austrias y Crisis Monarquía Hispánica

Los Reyes Católicos: unión dinástica e instituciones de gobierno

El matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón (1469) dio origen a la unión dinástica de ambas coronas. Aunque los dos decidieron gobernar conjuntamente (Concordia de Segovia, 1475) esto no supuso la integración de los territorios, pues cada uno conservó sus propias leyes, moneda, instituciones, impuestos y fronteras. En teoría era una unión entre iguales, pero en la práctica Castilla ejerció un papel predominante debido a su mayor tamaño, población y riqueza. El reinado de los Reyes Católicos se inició en 1479, con la victoria de Isabel en la guerra de sucesión castellana (Tratado de Alcaçovas) y el ascenso al trono de Fernando en Aragón. Ambos pusieron las bases de un Estado moderno, mediante el reforzamiento de la autoridad real (monarquía autoritaria). Para ello crearon un eficaz aparato burocrático organizado en Consejos e instituciones para el control del orden público e ideológico (Santa Hermandad, 1476; Inquisición, 1478). Además limitaron el poder de la nobleza, la Iglesia (Patronato Regio, 1486) y los municipios (corregidores). El sistema judicial se reforzó con nuevas Chancillerías y Audiencias. Con todo, la autoridad real era mayor en Castilla que en Aragón, que tenía unas Cortes fuertes y mantuvo la figura del virrey.


El significado de 1492. La guerra de Granada y el descubrimiento de América

El año 1492 tiene un gran significado en la historia de España por dos acontecimientos: la conquista de Granada y el descubrimiento de América. La guerra de Granada (1482-1492) se enmarca dentro de la política de los Reyes Católicos de lograr la unidad peninsular, que más tarde seguiría en Navarra y se intentó con Portugal. Fue un conflicto largo, que aprovechó la crisis interna del reino nazarí y culminó con la rendición de la capital según las Capitulaciones de Granada (2 de enero 1492). Poco después, el 31 de marzo de 1492, los reyes firmaron el decreto de expulsión de los judíos. El descubrimiento de América fue fruto de la rivalidad entre Portugal y Castilla por la expansión en el Atlántico, la búsqueda de nuevas rutas de comercio a la India y las mejoras técnicas en navegación. El proyecto de Colón de llegar a las Indias por el Oeste fue aprobado por los Reyes Católicos en las Capitulaciones de Santa Fe (17 de abril 1492). La expedición partió en agosto y llegó a las Antillas el 12 de octubre. Colón realizaría otros tres viajes más. Para evitar disputas territoriales, Castilla y Portugal firmaron el Tratado de Tordesillas (1494), que dividió las respectivas zonas de influencia en el mundo a partir de una línea divisoria a 370 millas de Cabo Verde.


El Imperio de los Austrias: España bajo Carlos I

El poder de los Austrias descansó en la inmensa herencia recibida por Carlos I (1516-1556). Esta incluía posesiones en Europa y América, así como el derecho al título imperial. Su reinado se inició con una crisis interna. Su condición de extranjero (no hablaba castellano), la impopularidad de sus consejeros y las demandas de dinero para financiar la elección a emperador originaron dos revueltas: las Comunidades en Castilla (1520-1521) y las Germanías en Aragón (1520-1522). Ambas alarmaron a la nobleza, que se puso del lado del rey y fueron derrotadas. Carlos I inauguró una política exterior muy agresiva, basada en la defensa de los intereses de la casa de Austria y el catolicismo. Esta sería costeada por Castilla. Los principales rivales del emperador en Europa fueron Francia (guerras contra Francisco I por el control de Italia y la hegemonía en Europa), el Imperio otomano (sitio de Viena y conquista de Túnez) y los príncipes protestantes del Sacro Imperio (victoria en Mühlberg, 1547; edicto de tolerancia en la Paz de Augsburgo, 1555).


La Monarquía Hispánica de Felipe II

Carlos I abdicó en 1556, dejando Austria y el título imperial a su hermano y el resto de territorios a su hijo Felipe II (1556-1598). La dificultad de gobernar sobre tantos territorios le obligó a perfeccionar y centralizar la administración del Estado. El sistema polisinodial creado por los Reyes Católicos se volvió más complejo con la creación de nuevos Consejos. Para mejorar la comunicación entre ellos y el rey surgió la figura del secretario. En 1561 se fijó la capital en Madrid. Además se buscó la unidad religiosa de la Monarquía, aumentando el papel de la Inquisición. En el interior, la resistencia a las decisiones reales fue el origen de dos sublevaciones. La rebelión de las Alpujarras (1568-1571), cuando se prohibió a la minoría morisca el uso de su lengua, vestidos y costumbres. Y la rebelión de Aragón (1591) en defensa de sus fueros por el Caso de Antonio Pérez. En el exterior, la política de Felipe II consistió en la defensa del catolicismo y la hegemonía española en Europa. Esto hizo que su reinado se viese envuelto en guerras continuas. En ellas hubo victorias contra Francia (San Quintín, 1557) y los otomanos (Lepanto, 1571); pero también fracasos como el caso de Inglaterra (derrota de la Armada Invencible, 1588) o los Países Bajos (que se rebelaron en 1566). Pero sin duda, su mayor éxito fue la anexión de Portugal en 1580.


Exploración y colonización de América

La exploración y colonización de América fue un proceso rápido (unos 50 años), monopolizado por Castilla y distingue tres etapas. En la primera (1492-1515) se ocuparon las Antillas y se descubrió el Pacífico (Núñez de Balboa). En la segunda (1515-1535) tuvo lugar las grandes conquistas del Imperio azteca (Hernán Cortés) e inca (Francisco Pizarro), y se completó la vuelta al mundo (Magallanes y Elcano). En la tercera (1535-1550), se produjo la exploración del Amazonas (Francisco de Orellana), la conquista de Chile (Diego de Almagro) y Río de la Plata (Pedro de Mendoza). El territorio fue organizado en virreinatos, que a su vez se dividían en gobernaciones (provincias). La justicia quedó en manos de las audiencias. Pero los verdaderos órganos de gobierno económico y político estaban en la Península: la Casa de Contratación (1503) y el Consejo de Indias (1524). Las consecuencias de los descubrimientos para los indígenas fueron muy negativas: una catástrofe demográfica, la desaparición de sus estructuras políticas, cultura y sometimiento a los conquistadores. Para España, la adquisición de extensos territorios, una vía de escape de su población y su conversión en primera potencia con la llegada masiva de metales preciosos. Esto a su vez provocó una inflación sin precedentes («revolución de los precios»). Para Europa supuso el impulso de empresas coloniales por Inglaterra, Países Bajos y Francia, y la creación de una economía mundo.


Los Austrias del siglo XVII: el gobierno de validos. La crisis de 1640

A diferencia de Carlos I y Felipe II, los reyes del siglo XVII delegaron sus funciones en los validos, personas de su confianza que controlaban el poder al margen de los Consejos. Para ello creaban redes clientelares formadas por leales suyos, lo que fomentó la corrupción, el favoritismo y el nepotismo. Con Felipe III destacaron el duque de Lerma (que impuso una política exterior pacifista y decretó la expulsión de los moriscos en 1609) y el duque de Uceda. Con Felipe IV estuvo el conde-duque de Olivares (que afrontó la guerra de los Treinta Años y la crisis de 1640) y don Luís de Haro. Y con Carlos II, el padre Nithard, Fernando Valenzuela, Juan José de Austria, el duque de Medinaceli y el conde de Oropesa, que tuvieron que encarar la crisis económica y el expansionismo de Francia. La crisis de 1640 se produjo en el marco de la guerra de los Treinta Años. Para aliviar la presión de Castilla, en 1626 el conde-duque de Olivares propuso la Unión de Armas, por el que cada reino debía contribuir en dinero y soldados a la defensa del imperio. Esto fue el origen de una rebelión en numerosos territorios, como Cataluña (Corpus de Sangre) y Portugal (que declaró su independencia, reconocida por España en 1668). También se produjeron revueltas en Nápoles, Andalucía y Aragón. La crisis provocó la dimisión de Olivares y la cancelación del proyecto


La guerra de los Treinta Años y la pérdida de la hegemonía española en Europa

Durante el siglo XVII se produjo el fin de la hegemonía española en Europa. Felipe III adoptó una política pacifista, firmando la paz con Inglaterra (1604) y la Tregua de los Doce Años (1609) con las Provincias Unidas. Pero esto cambió con la guerra de los Treinta Años (1618-1648), un conflicto entre el emperador católico Fernando II y los príncipes protestantes del Imperio. España se alió con el emperador, dando a la guerra una dimensión europea. Tras los éxitos iniciales de la casa de Austria, la guerra dio un giro con la entrada de Francia del lado protestante. La crisis interna de 1640 (rebelión de Cataluña, independencia de Portugal) y la victoria francesa en Rocroi (1643) debilitó las fuerzas españolas. El conflicto finalizó con la Paz de Westfalia (1648), tratado por el que España tuvo que reconocer la independencia de las Provincias Unidas. Esto no supuso el fin de la guerra con Francia, que se prolongó hasta su victoria definitiva en la batalla de las Dunas (1658). Por la Paz de los Pirineos (1659), España le tuvo que ceder el Rosellón y Cerdaña, poniendo fin a su hegemonía en Europa. El acoso francés continuó con Carlos II, que por la Paz de Nimega (1678) perdió el Franco-Condado y diversas plazas en Flandes.


Principales factores de la crisis demográfica y económica del siglo XVII

En el siglo XVII España padeció una gran crisis económica y social. A nivel demográfico, se produjo una caída de la población debido a una serie de epidemias, hambrunas y factores como la expulsión de los moriscos. Como resultado, se cree que España perdió alrededor de un millón de habitantes a lo largo de este siglo. A nivel económico, la reducción de las remesas americanas provocó un descenso de los ingresos de la Corona. Para poder financiar las guerras del exterior, se tomaron tres medidas que a la larga hundieron la economía: subir los impuestos; devaluar la moneda (se acuñó el vellón, de baja calidad, provocando una hiperinflación); y aumentar la deuda del Estado pidiendo préstamos a banqueros extranjeros (juros). Otro factor clave fue la debilidad del tejido productivo hispano, incapaz de abastecer su propio mercado colonial y que obligó a recurrir a costosas importaciones. Como consecuencia de la crisis se produjo un proceso de refeudalización. Los grupos privilegiados (nobleza y clero), aumentaron en número e incrementaron sus rentas a los campesinos para mantener su nivel de vida. La escasa burguesía prácticamente se extinguió y los campesinos se empobrecieron de forma considerable, aumentando la mendicidad.


Crisis y decadencia de la Monarquía Hispánica: el reinado de Carlos II y el problema sucesorio

Carlos II (1665-1700) fue el último rey de la casa de Austria. Tradicionalmente, su reinado ha sido considerado el momento de mayor decadencia de la Monarquía, una imagen que hoy está en revisión. Este distingue dos etapas: la regencia de Mariana de Austria y la del gobierno personal. Durante este tiempo se sucedieron en el poder numerosos validos: el padre Nithard, Fernando Valenzuela, Juan José de Austria, el duque de Medinaceli y el conde de Oropesa. En el interior, se iniciaron reformas que anunciaban la recuperación económica y demográfica del siglo XVIII (saneamiento de la Hacienda real, eliminación del vellón). En el exterior, la Monarquía se tuvo que enfrentar al expansionismo de Luís XIV de Francia, al que por la Paz de Nimega de 1678 se le cedió el Franco-Condado y diversas plazas en Flandes. El problema sucesorio fue el asunto más importante de su reinado. Ante la falta de descendencia y la inminente muerte del rey se barajaron dos posibles sucesores: Felipe de Borbón, duque de Anjou, y el archiduque Carlos de Austria. En su testamento Carlos II se decantó por el primero, dejándolo como heredero al trono. El rey murió poco después, pero el temor de algunas potencias europeas a la formación de un bloque hispano-francés daría origen a la guerra de sucesión española (1701-1713).


Sociedad y economía en el Paleolítico y Neolítico

Los primeros pobladores de la Península Ibérica llegaron en el Paleolítico, hace 1,2 millones de años. En el yacimiento de Atapuerca se ha documentado el Homo antecessor, considerado el homínido más antiguo de Europa. Tanto esta especie como las posteriores hasta el Homo sapiens presentaron rasgos similares. Formaban pequeños grupos de cazadores-recolectores, nómadas y sin diferencias sociales. Usaban útiles de piedra (bifaces) y del carroñeo pasaron a la caza especializada. El Neolítico peninsular se inició hacia el 6.000 a.C con la práctica de la agricultura y la ganadería. Con ellas se pasó de una economía depredadora a otra productora, favoreciendo la sedentarización. También destaca la elaboración de cerámica, textiles y útiles ligados al trabajo agrícola. Las principales culturas neolíticas peninsulares fueron la «Cultura de la cerámica cardial» (Valencia) y la «Cultura de los sepulcros de fosa» (Cataluña). La pintura rupestre es la realizada sobre cuevas o abrigos rocosos, con un fin mágico o religioso y es obra exclusiva del Homo sapiens. En el Paleolítico Superior destacó la pintura franco-cantábrica, que se caracterizó por la representación de animales aislados, con naturalismo y fuerte policromía (Altamira). En el Neolítico, la pintura levantina, sin relación con la anterior y con marcado sentido narrativo, figuras esquemáticas (incluido humanas) y monocromas (Valltorta-Castellón).


1.2. Los pueblos prerromanos. Las colonizaciones. Los pueblos prerromanos fueron las comunidades nativas que había en la Península Ibérica en la fase final de la Edad de Hierro y que recibieron una gran influencia de otros procedentes del exterior. Entre ellos destacan los Tartessos (siglos IX-VI a.C.), una monarquía del valle del Guadalquivir, con una próspera economía de tipo minera. Los íberos (siglo VI a.C.) un conjunto de reinos (turdetanos, ilicitanos, edetanos) independientes con una lengua, cultura y arte comunes (la Dama de Elche) que se situabn en el área levantina. Y los celtas (siglo VI a.C.), pueblos indoeuropeos que se asentaron en la Meseta y la costa atlántica (arévacos, vetones, galaicos). Vivían en pequeños núcleos fortificados y sus estructuras económicas, sociales y culturales más primitivas que la anterior (Toros de Guisando). Las colonizaciones históricas tuvieron lugar a partir del siglo X a.C. y fueron protagonizadas por diversos pueblos del Mediterráneo oriental en busca de metales preciosos y nuevos mercados. Los fenicios (VIII-VI a.C.) se establecieron en la costa andaluza, donde crearon factorías como Gadir. Introdujeron la escritura alfabética y el torno alfarero. Los griegos (VII-VI a.C.) se asentaron en la costa levantina, aportaron la moneda y cultivos como la vid y el olivo. Su enclave más destacado fue Emporion. Por último están los cartagineses (VI a.C.) que ya iniciaron la conquista del territorio.


1.3. Conquista y romanización de la Península Ibérica.  La conquista romana de la Península se inició en el año 218 a.C., en la Segunda Guerra Púnica, y terminó en el 19 a.C., con Augusto. Fue un proceso largo y difícil en parte por la feroz resistencia de los pueblos peninsulares. Distingue tres fases. En la primera se conquistó el área mediterránea y el valle del Guadalquivir. En la segunda, la Meseta y el oeste peninsular, enfrentándose a pueblos como los lusitanos (Viriato) y celtíberos (Numancia). Y la tercera se avanzó por la cordillera cantábrica, con el objetivo de hacerse con su riqueza minera. El territorio peninsular fue llamado Hispania. La romanización consistió en la adopción de la cultura y forma de vida romanas por la población peninsular. Fue un proceso muy desigual: mayor en las ciudades y el área levantina, y menor en las zonas rurales y el Norte. Las aportaciones de los romanos fueron diversas. En lo social se implantó la organización social romana y el Derecho Romano. En lo económico, la península se integró en el circuito comercial del Imperio, se explotaron sus recursos y se fundaron nuevas ciudades (Emerita Augusta) e infraestructuras (calzadas, acueductos, puentes, murallas). Y en lo cultural destacó la difusión del latín y la religión politeísta romana (desde el siglo III d.C. el cristianismo).


1.4. El reino visigodo: origen y. Tras la caída del Imperio romano de Occidente en el 476, su lugar fue ocupado por diversos reinos dirigidos por pueblos germánicos. Uno de ellos fue el visigodo, que se extendía por Hispania y el sur de la Galia, con capital en Tolosa. Pero en el 507 fueron vencidos por los francos (batalla de Vouillé) y se vieron obligados a asentarse en la Península Ibérica, donde fijaron su nueva capital en Toledo. El reino visigodo vivió su mayor esplendor entre mediados del siglo VI y el VII. En este período se inició un triple proceso de unificación. Primero territorial, con el sometimiento de los vascones y suevos y la expulsión de los bizantinos. Segundo legislativa, con la creación del Liber Iudicorum o Fuero Juzgo (654), una misma ley para visigodos e hispanorromanos. Tercero religiosa, cuando Recaredo renunció al arrianismo y se convirtió al catolicismo en el III Concilio de Toledo (589). A nivel político, la monarquía visigoda era electiva y muy dependiente de la nobleza. Para gobernar, los reyes se apoyaban en el Oficio Palatino (personal de palacio encargado de tareas administrativas) y el Aula Regia (el consejo del rey, que asesoraba en asuntos políticos, militares y legales). A estas se añadieron los concilios. En su origen eran asambleas formadas por obispos, pero desde final del siglo VI se sumaron la nobleza y el rey, y sus decisiones tenían valor de ley.


La Ilustración fue el fenómeno cultural e intelectual de mayor trascendencia en la Europa del siglo xvIII, también conocido como Siglo de las Luces. Su origen y mayor desarrollo estuvieron en Francia, aunque sus fuentes procedían también de otros países.El pensamiento ilustrado partía de los logros de la revolución científica del siglo xvII, que llevaron a la conclusión de que la naturaleza se regía por leyes comprensibles para la razón humana y que podían ser formuladas científicamente.La Ilustración se basó, por tanto, en el culto a la razón, ya que esta no solo podía explicar las leyes de la naturaleza, sino también el funcionamiento de la sociedad y el comportamiento humano.Las dos grandes consignas de este siglo xvIII, expansivo y optimista, fueron el progreso y la felicidad popular.La Ilustración llegó a España con cierto retraso respecto a Europa, y los reinados de Felipe V y de Fernando VI no se pueden considerar más que como una etapa previa o preparatoria, en la que el espíritu de cambio se canalizaba 


esencialmente a través de dos grupos minoritarios:Los novatores,aspiraban a una cierta renovación en el panorama intelectual. Los proyectistas,pretendían ofrecer remedios a los problemas del país.Destacaron dos figuras que representan el espíritu crítico de los comienzos de la Ilustración española: el benedictino Benito Feijoo, y el erudito valenciano Gregorio Mayans.Sin embargo, el pleno desarrollo de la Ilustración en España se produjo en la segunda mitad del siglo, en el reinado de Carlos III, uno de los monarcas europeos que mejor encarnaron los ideales ilustrados. LAS VIAS DE DIFUSIÓN DEL PENSAMIENTO.Para los ilustrados, los cambios debían impulsarse desde el poder, por lo que era necesario convencer a la sociedad de la conveniencia de las reformas; de ahí la importancia que adquirieron ciertas vías de difusión de las nuevas ideas.La fundación de academias:En Francia se crearon diversas academias, para regular el conocimiento: Academia Francesa de la Lengua (1635)Felipe V, educado en esta tradición francesa, no fue el impulsor de las academias en España, pero sí fue receptivo a algunas iniciativas de renovación cultural, como tertulias o reuniones .De este modo se fundaron la Real Academia Española de la Lengua y la Real Academia Española de la Historia.No obstante, en diferentes localidades del país se fundaron academias científicas, sobre todo de medicina, como la Real Academia Médica Matritense 


Una nueva educación para impulsar el progreso.Había pocas escuelas, y la preparación de los maestros era escasa.Los centros de mayor calidad eran los que dirigian los jesuitas por los hijos de la nobleza y burguesia.Carlos III reformó la educación, su ideal era una educación diferenciada según la posición social del individuo y con una finalidad práctica: Las grupos sociales superiores tenian que aprender mates, fisica, filosía… para asi poder ejercer su papel en la sociedad y las clases populares tenían que aprender a leer y escribir.Las Sociedades Económicas de Amigos del Pais.Fue una iniciativa privada, y un joven guipuzcoano, que estudió en Francia, queria imitar a los franceses y creó una tertulia en su casa sobre mates física y historia.Años después, con otros 15 amigos vascos creó una institución oficial, la Sociedad Bascongada de Amigos del Pais.Esto le llamó la atención a Carlos III y obligó a crear Sociedades Económicas de Amigos del pais en todos los provincias, estas Sociadades hacian muchas 


actividades(daban clases de arte, de agricltra, creaban talleres…)La prensa periódica.Gracias a la prensa las nuevas ideas de la Ilustración circularon por todo el país.Era un tipo de prensa distinto al de hoy en día (cientifica, filosófica o literaria).No lo leía mucha gente,ya que costaba mucho dinero y había mucho analfabetismo.El despotismo ilustrado como ideal político.El pensamiento ilustrado fue un fenómeno minoritario y exclusivo, en España contó con el apoyo de la monarquia,que compartia progreso del país y deseo de modernización.Con el propósito de reducir el Antiguo Régimen sin destruirlo, se impuso en la Europa del s. 18 el despotismo ilustrado, como idea política basado en 2 principios:El poder absoluto de la monarquia y el ideal del rey filósofo.Carlos III, un ejemplo de despotismo ilustrado.Carlos III fue uno de los mejones representantes del despotismo ilustrado en Europa. Corlos Ill se rodeó de ministro y consejeros: conde de Floridablanca y conde de Aranda.Empezó reformando Madrid, era una de las capitales más feas, y pobres de Europa, y añadió muchas cosas para mejorarla (se le considera el mejor alcalde de Madrid).Potenció una política económica que buscaba:modernización, mejora de las estructuras y mejora del comercio. Hizó reformas en la educación, ejército, y lo que mejor reflejaba su espiritu ilustrado era su busca de extender el deseo de modernización


Humanismo es una corriente de pensamiento que situaba al hombre como principal centro de interés y confiaba es sus capacidades intelectuales. Este pensamiento ayudó a la invención de la imprenta de tipos móviles.El humanismo se desarrolló por dos focos: Italia y Los Paises Bajos. En España fue la iglesia y la nobleza quien encabezaron los nuevos valores del humanismo.Francisco Jiménez de Cisneros fue el primer humanista español. Pero la reforma protestante provocó una reacción de la Iglesia, la Contrarreforma(movimiento de reforma en el seno de la iglesia católica como reacción a la reforma protestante, esto dividió el cristianismo en dos: católicos y protestantes

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