Los Reyes Católicos y la Casa de Austria (Siglos XV-XVI)
3.1. Los Reyes Católicos: unión dinástica e instituciones de gobierno
La unión dinástica lograda por el matrimonio de Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón se conformó mediante la Concordia de Segovia (1475). Según este acuerdo, cada monarca conservaba la titularidad de su reino, actuando como consorte en los territorios del otro, y cada territorio mantuvo sus fronteras, leyes e instituciones propias, aunque frecuentemente tomaron decisiones y actuaron conjuntamente.
La Corona de Castilla
Los años de guerra civil habían favorecido el crecimiento del poder y la ambición de los nobles. Para contrarrestar esto, los Reyes restauraron la Santa Hermandad, con el objetivo de mantener el orden público, utilizándola en muchos casos para castigar la desobediencia nobiliaria. En 1480, reorganizaron el Consejo Real de Castilla, encargado de las labores administrativas y el asesoramiento regio, creando comités específicos que darían lugar a nuevos consejos independientes. También ampliaron la red de tribunales reales mediante Audiencias y Chancillerías y consolidaron la figura del corregidor en las principales ciudades. En cuanto a las Cortes, su capacidad de control sobre la monarquía era mínima.
La Corona de Aragón
Fernando combinó una doble política: autoritaria y pactista. En la Constitució de l’Observança, las Cortes de Cataluña fijaron la obligación del monarca de gobernar según las leyes del Principado, pero reconocieron el principio de autoridad real. El rey dictó la Sentencia Arbitral de Guadalupe (1486), por la que se suprimieron los «malos usos» feudales a cambio de indemnizaciones a los señores. Creó el Consejo de Aragón para toda la Corona y se consolidó la figura de los virreyes, que actuaban como representantes del rey en los distintos reinos, recaudaban impuestos en las ciudades del realengo, defendían el territorio y presidían la Real Audiencia.
Política Religiosa
La tendencia autoritaria de la monarquía también se manifestó en el ámbito religioso con medidas como:
- La expulsión de los judíos que se negaran a convertirse al cristianismo (1492).
- La conversión forzosa de los musulmanes (que pasaron a ser denominados moriscos) tras diversas revueltas.
- La creación del Tribunal de la Inquisición (1478), encargado de perseguir la disidencia religiosa, especialmente a los falsos conversos.
3.2. El significado de 1492: La guerra de Granada y el descubrimiento de América
Los Reyes Católicos tuvieron una clara voluntad de expansión, tanto interior como exterior.
La Guerra de Granada
En la península Ibérica, uno de sus objetivos fue la conquista del Reino nazarí de Granada, con lo que se completaría la Reconquista frente al islam. La guerra fue larga (1482-1492) y se centró más en el desgaste del enemigo que en batallas campales, aprovechando las luchas internas del sultanato nazarí. En 1492, el último rey musulmán de Granada, Boabdil, negoció la rendición de su capital. Las capitulaciones, inicialmente generosas, no tardaron en incumplirse y, tras las revueltas mudéjares de 1499-1502, se obligó a la población musulmana a convertirse forzosamente al cristianismo, pasando a ser denominados moriscos. Las élites nativas o bien se asimilaron a los conquistadores (como las familias Belvis o Venegas) o bien emigraron (como Boabdil y su familia).
La Expulsión de los Judíos
Dentro del mismo espíritu de unificación religiosa y de difusión del cristianismo, los Reyes Católicos firmaron en 1492 el decreto de expulsión de todos los judíos que se negaran a convertirse al cristianismo, cerrando el círculo de la intolerancia religiosa característica de muchos estados de la época.
El Descubrimiento de América
El otro gran hito de ese año, relacionado tanto con la difusión del cristianismo como con la expansión exterior, fue el descubrimiento de América, en el contexto de la pugna con Portugal por el control de las rutas oceánicas. Completada la Reconquista, las dos grandes monarquías ibéricas habían orientado sus energías a la exploración de la costa africana en busca de riquezas (oro, esclavos, marfil) y de una ruta directa hacia Asia oriental y sus valiosas especias, una vez que la expansión otomana había dificultado las rutas tradicionales. A finales del siglo XV, los portugueses llevaban una amplia ventaja, reconocida en el Tratado de Alcaçovas (1479). Por ello, mediante las Capitulaciones de Santa Fe (1492), los Reyes Católicos patrocinaron el proyecto del genovés Cristóbal Colón, que se comprometía a encontrar una ruta hacia Asia navegando hacia el oeste. Fue así como la pequeña expedición patrocinada por la Corona castellana arribó a las islas del Caribe el 12 de octubre de 1492. Colón realizó tres viajes más y murió creyendo que había llegado a «las Indias». Los reyes asumieron el control político, religioso y económico de las nuevas tierras, y consideraron a los indígenas como súbditos. Las pretensiones portuguesas sobre los nuevos territorios fueron resueltas mediante el Tratado de Tordesillas (1494), que delimitó las esferas de influencia de cada corona.
3.3. El Imperio de los Austrias: España bajo Carlos I. Política interior y conflictos europeos
La herencia dinástica de los Reyes Católicos recayó, en 1516, en su nieto Carlos de Habsburgo (Carlos I de España y V de Alemania), quien reunió las Coronas de Castilla y Aragón. Poco después heredó también los territorios de sus abuelos paternos (Países Bajos, Franco Condado, Austria y derechos al trono imperial) y acabó siendo proclamado emperador en Alemania. Sus dominios se extendían por la mayor parte de la península Ibérica (con sus posesiones americanas), los Países Bajos, partes de Borgoña, Italia y el Sacro Imperio Romano Germánico. Semejante herencia le convertía en el soberano teóricamente más poderoso de Europa, pero la enorme extensión y dispersión de su imperio acarreaba grandes dificultades para administrarlo y defenderlo.
Política Interior y Conflictos
Su reinado empezó con una doble crisis interna:
- El joven rey desconocía las costumbres hispánicas, nombró a consejeros flamencos para altos cargos en Castilla y pidió cuantiosos fondos a las Cortes para financiar su elección imperial.
- Esto provocó el levantamiento de las Comunidades en Castilla (1520-1521), una revuelta de las ciudades que defendían sus intereses económicos y el papel de las Cortes frente al creciente poder real.
- Paralelamente, tuvo lugar el levantamiento de las Germanías en Valencia y Mallorca (1519-1523), una revuelta de carácter social (burguesía y campesinado contra la nobleza).
En ambos casos, la alianza de la alta nobleza con el rey aplastó los levantamientos, reforzando el poder político de la monarquía y el predominio socioeconómico de la alta aristocracia.
Política Exterior
Carlos I mantuvo una política exterior de gran envergadura, en defensa de su herencia territorial, su visión autoritaria de la monarquía y su pretensión de ser el líder de la Cristiandad (Universitas Christiana). Esto le llevó a enfrentarse a tres grandes conflictos:
- Rivalidad con Francia: Luchó contra Francisco I de Francia por la hegemonía europea y el control del Milanesado, con un resultado generalmente favorable a Carlos.
- Lucha contra el Imperio Otomano: Frenó la expansión turca por tierra (defensa de Viena) y en el Mediterráneo (conquista de Túnez en 1535), aunque la amenaza persistió.
- Conflicto con los príncipes protestantes alemanes: Defendió la unidad católica del Imperio frente a la Reforma de Martín Lutero. Tras intentar la conciliación, se llegó al enfrentamiento militar (victoria en Mühlberg, 1547), pero finalmente tuvo que aceptar la Paz de Augsburgo (1555), que reconocía la libertad religiosa para los príncipes alemanes (cuius regio, eius religio), suponiendo un fracaso para las pretensiones imperiales.
Agotado, Carlos abdicó en 1556 y repartió sus posesiones: el Imperio Alemán y las posesiones austriacas para su hermano Fernando, y los territorios hispánicos, italianos y borgoñones para su hijo Felipe.
3.4. La Monarquía Hispánica de Felipe II. Gobierno y administración. Los problemas internos. Guerras y sublevación en Europa
Con la abdicación de Carlos I (1556), su hijo Felipe II heredó los territorios hispánicos (Castilla, Aragón, Navarra), italianos (Nápoles, Sicilia, Cerdeña, Milán) y borgoñones (Países Bajos, Franco Condado), además del vasto imperio americano. En 1580 añadió Portugal y su extenso imperio colonial tras la muerte sin descendencia del monarca luso, logrando la unidad ibérica. La Monarquía Hispánica alcanzó entonces su máxima extensión.
Gobierno y Administración
A partir de 1561, Felipe II estableció la capital permanente en Madrid, poniendo fin al carácter itinerante de la corte. Se consolidó el sistema polisinodial de gobierno, basado en múltiples Consejos:
- Consejos Territoriales: Como el de Castilla, Aragón, Italia, Indias, Portugal, Flandes.
- Consejos Temáticos: Como el de Estado (política exterior), Guerra, Hacienda, Inquisición, Órdenes Militares.
Los consejos elevaban consultas al monarca a través de los secretarios reales, y el rey tomaba la decisión final. En la administración territorial, los virreyes actuaban como delegados del rey en los distintos territorios no castellanos. Se mantuvieron las Cortes de los distintos reinos, aunque se convocaron escasamente. Las Audiencias ejercían la justicia en nombre del rey.
Problemas Internos
La política interior filipina se caracterizó por las pretensiones centralizadoras y la intolerancia religiosa. Esta última llevó a perseguir cualquier rastro de protestantismo, usando a la Inquisición como eficaz instrumento represor y procurando aislar al país de influencias ideológicas externas. La presión sobre la población morisca provocó la rebelión de las Alpujarras (1568-1570), que fue duramente reprimida y seguida de la dispersión de los moriscos por Castilla. La tendencia a acrecentar el control real sobre todos los territorios generó tensiones que culminaron en un enfrentamiento con las instituciones del Reino de Aragón (Alteraciones de Aragón, 1590-1592), a raíz del caso de su antiguo secretario Antonio Pérez.
Política Exterior y Guerras
La política exterior siguió los principios del reinado anterior (hegemonía en Europa, lucha contra los turcos y defensa del catolicismo), pero con nuevos frentes:
- Imperio Otomano: La amenaza turca en el Mediterráneo fue contenida tras la victoria naval de la Liga Santa (liderada por España) en Lepanto (1571), aunque continuaron las actividades corsarias.
- Rebelión de los Países Bajos (1568-1648): La política centralista y antiprotestante provocó una larga y costosa guerra que supuso una sangría económica y militar para la monarquía. El conflicto derivaría en la independencia de las Provincias Unidas (norte).
- Inglaterra: Las relaciones con la Inglaterra de Isabel I empeoraron debido al apoyo inglés a los rebeldes holandeses y los ataques corsarios a las flotas y colonias hispano-portuguesas. Felipe II intentó invadir Inglaterra, pero el fracaso de la Gran Armada (1588) lo impidió.
- Guerras de Religión en Francia: Felipe II intervino apoyando al bando católico, pero finalmente tuvo que reconocer al hugonote Enrique IV como rey de Francia tras su conversión al catolicismo (Paz de Vervins, 1598).
3.5. Exploración y colonización de América. Consecuencias de los descubrimientos en España, Europa y América
Exploración y Conquista
La exploración y conquista del Nuevo Mundo se desarrolló rápidamente, especialmente durante el reinado de Carlos I. Desde los primeros establecimientos en las Antillas, se organizaron expediciones (a menudo iniciativas privadas bajo supervisión real mediante capitulaciones) que resultaron en:
- La conquista del Imperio Azteca por Hernán Cortés (1519-1521).
- La conquista del Imperio Inca por Francisco Pizarro (1531-1533).
- La exploración de vastos territorios y ríos como el Amazonas, Misisipi o el Río de la Plata.
- El descubrimiento del océano Pacífico por Vasco Núñez de Balboa (1513).
- La primera vuelta al mundo (iniciada por Fernando de Magallanes y completada por Juan Sebastián Elcano, 1519-1522).
Colonización y Explotación
Los conquistadores recibían una encomienda: un lote de tierras y un grupo de indígenas asignados para trabajarlas a cambio, teóricamente, de protección y evangelización. En la práctica, esto derivó en formas de trabajo forzoso y explotación, especialmente en las minas (sistema de la mita en los Andes) y las plantaciones. Los abusos generaron protestas, destacando la del dominico Bartolomé de las Casas, que influyeron en la promulgación por la Corona de las Leyes Nuevas de Indias (1542) para proteger a los nativos. Sin embargo, su escaso cumplimiento y, sobre todo, las enfermedades traídas por los europeos (viruela, sarampión) provocaron una catástrofe demográfica indígena.
Consecuencias Económicas y Sociales
- Para América: Imposición de estructuras políticas, económicas y culturales europeas. Explotación de recursos naturales y mano de obra indígena. Introducción de nuevos cultivos (trigo, caña de azúcar) y animales (caballos, vacas). Descenso drástico de la población autóctona. Desarrollo de una sociedad mestiza y jerarquizada (mestizaje), basada en criterios raciales (sistema de castas). Introducción masiva de esclavos africanos en algunas zonas.
- Para España y Europa: Llegada masiva de metales preciosos (oro y plata), que financió la hegemonía europea de la Monarquía Hispánica pero también provocó la «revolución de los precios» (inflación) en toda Europa. Introducción de nuevos productos agrícolas americanos (maíz, patata, cacao, tomate, tabaco) que transformaron la dieta y la agricultura europeas. El monopolio comercial se gestionó a través de la Casa de Contratación de Sevilla. Desarrollo de la cartografía y las técnicas de navegación. Ampliación del mundo conocido y cambio en la concepción del planeta.