Transformaciones agrarias y expansion industrial en el siglo xix

1.

TRANSF ECONÓMICAS


DESAMORTIZACIÓN CAMBIOS AGRARIOS. ESPAÑA A LA REV INDUSTRIAL. EL IMPACTO DEL FERROCARRIL

        

Proceso de desamortización y cambios agrarios


En España cambios agrarios siglo XIX insuficientes favorecer desarrollo industrial, a diferencia de Europa. La reforma agraria liberal, comenzda pr liberales progresistas n pretendía implantar el marco legal necesario para desarrollo economía liberal capitalista en España. Sus medids ppales son abolición señoríos, liberar propiedd agraria d mayorazgs y desamortización y venta pública de tierras de la Iglesia y de ayuntamientos. La abolición de los señoríos no implicó para antiguos señores (nobleza) la pérdida de la propiedad agraria, sino el cambio a propiedad, a la vez que los campesinos, la mano de obra, sin mejorar sus condiciones de vida, se liberan de servidumbre para convertirse en arrendatarios o asalariados. Las desamortizaciones sacaron la tierra al mercado, sin modificar estructura de la propiedad agraria porque los compradores fueron alta burguesía y nobleza que perpetúan la propiedad de latifundios y no hicieron grandes inversiones en producción por miedo al riesgo y escaso interés en cultivos eficientes. Al contrario que la nobleza terrateniente inglesa, los españoles eran mayoritariamente absentistas y en Francia, una gran masa de propietarios medios querían mejorar el rendimiento de explotación. Los latifundios de mitad sur España implican un problema económico de explotación insuficiente y provocan una creciente conflicto social por miserables condiciones de vida de la mayoría de campesinos sin tierra. Los minifundios de la mitad norte sólo sirven para autoconsumo y provocan emigración. No trató de resolverse hasta la Segunda República. Se le suma el problema de unas tecnologías  atrasada (barbecho, pocas máquinas y pocos abonos químicos). La producción creció, y ello permitió un crecimiento moderado de población, pero no fue por la mejora de las técnicas, sino a las roturaciones, a la extensión de los cultivos. Los cultivos se reducen al cereal (80 % del suelo cultivado) destinado al mercado nacional, muy caro por las protecciones, y a la vid, olivo y cítricos como cultivos de exportación. La consecuencia del poco desarrollo de la agricultura fue la dificultad del desarrollo industrial, sobre todo por el escaso poder adquisitivo de gran mayoría de la población rural y porque no había capital disponible para inversión industrial. La agricultura española superó la crisis cerealista debido a la competencia de los nuevos países y la crisis del vino debido a la filoxera. Creció la producción gracias a los avances técnicos (abonos, mecanización, riego) que permitieron  disminuir del barbecho, y especializar los cultivos. Los cultivos más dinámicos, dirigidos a la exportación seguían siendo la vid, el olivo, los cítricos, hortalizas y frutales. 

Las peculiaridades de la incorporación de España a la revolución industrial

En el s.XIX, en España, se dio una industrialización tardía en comparación a otras zonas de Europa e incompleta, porque al comiezo del siglo XX la mayor parte de la Península seguía siendo predominantemente rural, sólo Cataluña y el País Vasco habían empezado a industrializarse. España no se industrializó plenamente en el siglo XIX por varias razones: por el atraso agrario y la escasa capacidad de compra de la mayoría de la población española, por la scasez de energía y de materias primas, por la gran cantidad de capital  absorbidos en forma de Deuda pública, por la posición periférica de España en Europa que encarecía los costes del transporte y  también contribuyó la inestabilidad política del siglo. La industrialización comienza en Cataluña con una desarrollada  textil algodonera que incorporó las primeras máquinas de hilar.

 Las medidas liberales de los gobiernos progresistas, como la supresión de los gremios, y la abundancia de capitales repatriados tras la independencia de las colonias, favorecen el auge de la textil catalana que instaló las primeras máquinas de vapor. La producción abastecía al mercado interior, aunque era una producción pequeña comparada con el resto de Europa. Varios factores, mencionados arriba, limitaron su desarrollo e impidieron que se convirtiera en el motor de la industrialización española. La siderurgia acompañó al textil como sector industrial punta. El desarrollo siderúrgico requiere carbón y hierro. Se da una fuerte expansión de la producción minera, especialmente del carbón de Asturias y del hierro vasco. El carbón era de mala calidad y por ello siempre protegido por aduanas. El hierro permitió establecer una importante industria siderúrgica en el País Vasco. El centro era Vizcaya que poseía minas de hierro y larga tradición de ferrerías. La siderurgia vizcaína despegó sobre todo a partir de la importación de carbón de Gales, más barato y mas calorífico que el de Asturias. Al principio del siglo XX los cambios de la segunda revolución industrial (electricidad, petróleo, nuevos sectores industriales, telégrafo…) habían llegado a España. Cataluña y el País Vasco se establecieron como grandes centros industriales y diversificaron su producción con los nuevos sectores industriales . La gran acumulación de capital permitió el surgimiento de un importante sector bancario en Vizcaya, que mantuvo su primacía pese a que se difundió la industrialización por el resto del territorio español. Madrid se convirtió en la tercera región industrial por su posición capital y por su gran crecimiento demográfico. Otras zonas fueron la cornisa cantábrica (siderurgia y derivados) y Valencia (calzado, madera, química). El desarrollo industrial produjo fuertes desequilibrios regionales entre regiones industrializadas y no industrializadas, lo que dificultó la articulación de un mercado nacional integrado. Para favorecer el desarrollo industrial, el Estado produjo un fuerte proteccionismo arancelario (cereal castellano, textil catalán, carbón asturiano, hierro vizcaíno), lo que unido a los monopolios, se tradujo en empresas poco competitivas. La economía española se vio afectada por la coyuntura internacional: -La pérdida de las últimas colonias en 1898 no resultó tan desastrosa ya que, aunque perdió un mercado, permitió la repatriación de capitales que se invirtieron en la industria y en la banca. -La Primera Guerra Mundial favoreció el aumento de las exportaciones e impulsó la industrialización del país y los cambios económicos y sociales que hasta entonces se habían producido lentamente.  

Modernización de las infraestructuras. El impacto del ferrocarriles

El ferrocarril trae la revolución del transporte por velocidad, capacidad de carga y reducción de los costes. La primera línea fue Barcelona-Mataró, pero la construcción de la red nacional se produjo en impulsos posteriores, con la Ley de ferrocarriles del Bienio y con la Restauración. El Estado subvencionó su construcción pero el capital fue francés. Las características de la línea no fueron las adecuadas porque se planteó una red radial con centro en Madrid que hacía más dificil las comunicaciones entre principales centros industriales y porque el ancho de vía era mayor que el de Europa, dificultando las comunicaciones con Europa. Se suponía que era para evitar una invasión de Francia, pero era para maximizar la capacidad de carga de los vagones. La construcción del ferrocarril n impulsó la industrialización española como pasó en Alemania, porque se importó el material necesario de Francia. Limitó el potencial del ferrocarril en España, aunque facilitó el intercambio de mercancías, de personas y ayudó a la articulación de un mercado interior todavía muy disperso

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