Transformaciones sociales. Crecimiento demográfico. De la sociedad estamental a la sociedad de clases. Génesis y desarrollo del movimiento obrero en España

La evolución demográfica durante el Siglo XIX se caracterizó por un lento crecimiento de población española que pasó de tener 11 millones de habitantes a principios de de siglo a 18 millones a finales, además pervivíó el modelo demográfico antiguo con una alta tasa de mortalidad, sobre todo infantil, y existieron movimientos migratorios, agudizados por la crisis agraria, creando un ligero crecimiento urbano, o éxodo rural por la gente del campo que en ocasiones se situaba en los denominados ensanches de las ciudades, que eran zonas alrededor de las grandes ciudades como Barcelona, Madrid, Bilbao y Valencia. La sociedad se dividía en nobleza, que estaba formada por la alta aristocracia de cuna, perdíó su posición relevante en la sociedad aunque supo adaptarse a las circunstancias y consiguió una gran influencia debido al pacto con las nuevas élites que se incorporaron a la cúspide de la pirámide social.
Cuando las familias se endeudaban recurrían a los matrimonios concertados con la burguésía para sanear su patrimonio. Por otro lado estaba la burguésía que consiguió un fuerte ascenso durante el Siglo XIX, favorecido por la aparición de una nueva burguésía de negocios constituida por banqueros, grandes comerciantes e industriales, que eran propietarios de tierras rústicas y de inmuebles urbanos, dueños de titulas de deuda pública y especuladores en bolsa. A ellos se unieron los profesionales más prestigiosos y los altos cargos del Estado y el ejército. Estos burgueses habitaban en grandes ciudades de provincia y los más ricos en Madrid. En cambio, las burguésías regionales y locales de la periferia eran más modestas y se vincularon a actividades industriales y comerciales. A estos grupos se añadieron los indianos. Un peldaño por debajo se encontraba la clase media, que eran propietarios de negocios, tierras, casas y rentas modestas; además, ejercían una actividad profesional y compónían clases medias acomodadas. La burguésía española fue muy débil comparada con la de otros países europeos, su aspiración era ascender en la pirámide social mediante la obtención de inmuebles, vivían en una familia nuclear, con una especial relevancia de lo privado y lo doméstico. Además, las élites establecían diferencias con las clases populares con espacios sociales y espectáculos propios. Por último estaba el grupo de los campesinos que trabajaba la tierra y eran la gran mayoría, con un modo de vida muy tradicional, sin organizarse políticamente, y disminuyendo su seguridad con el liberalismo. Se dividían en propietarios, que aunque eran numerosos, lo eran de pequeños minifundios, muy abundantes en el norte de España, también estaban los arrendatarios y aparceros, que pagaban un alquiler por cultivar tierras ajenas. A cambio, percibían el total o una parte de la producción obtenida mediante contratos de corta duración, con una renta libre fijada por el propietario, excepto en Cataluña y en Galicia que existían los foros, y por último los jornaleros vendían su trabajo a cambio de un salario y dependían de la periodicidad estacional de las labores del campo. Eran el grupo más numeroso en el campo español, especialmente en la mitad meridional de la península donde constituían más del 75% en los grandes latifundios. En la ciudad también había trabajadores que se dedicaban a la industria y las minas básicamente, como consecuencia de la industrialización surgieron obreros fabriles, muy numerosos en Cataluña, ferroviarios, los inmigrantes procedentes del campo y los que se incorporaban a sectores en expansión como la minería en Jaén, Huelva, País Vasco y Asturias, la construcción en las grandes ciudades, el comercio y la Administración. Los trabajadores tuvieron una arraigada cultura gremial y se dedicaban a los oficios tradicionales, el servicio doméstico y como dependientes de comercio y los transportistas. Estos tuvieron diferente problemas como la inseguridad, ya que los trabajadores cuando perdían un puesto de trabajo caían en la marginación y en la pobreza.


Cualquier contratiempo implicaba acabar en la mendicidad, en la delincuencia o en la miseria ya que no existía ningún tipo de previsión social; los jornales reducidos, debido a que los ingresos eran muy escasos y obligaban a las clases populares a buscar otros medios para afrontar sus gastos. Era frecuente que en estas familias las mujeres y los niños trabajasen en el campo, en las minas y en las ciudades de diferentes oficios que cobraban un salario menos que los varones adultos; las deficientes condiciones laborales, debido a que los horarios laborales superaban las diez oras diarias y en algunos trabajos el horario no estaba ni determinado; los cambios en la producción, como la introducción de nuevas tecnologías a oficios tradicionales a la producción de artesanos. La supresión de los gremios dejó desprotegidos a los trabajadores ante los cambios laborales; y por último un hábitat inadecuado en barrios sin infraestructuras, residiendo en casas de alquiler, pequeñas, mal ventiladas y favoreciendo la propagación de enfermedades como tuberculosis. Además era frecuente que varias familias compartieran una misma vivienda por lo que no existía vida privada ni intimidad. Los trabajadores de campo y de las ciudades se manifestaron en protestas por su malestar recurriendo a procedimientos de tradición centenaria. Estos motines tradicionales se fueron politizando a lo largo del siglo contra el mal gobierno, sin embargo, a medida que algunas zonas se industrializaba y el sistema político liberal, después democrático, provocó que los trabajadores comenzaran a utilizar nuevas formas de lucha y organización constituyendo el movimiento obrero de doble faceta, sindical y política. El desarrollo de este movimiento comenzó antes de la revolución de 1868, ya que aparecieron en España las primeras protestas espontáneas de obreros industriales canalizadas a través del ludismo. Producíéndose motines luditas en Galicia y en Alcoy. Además se creó una agrupación para proteger a los obreros, como fue la Asociación de Protección Mutua de Tejedores de Algodón, un sindicato apolítico. Y fueron autorizadas las sociedades de socorro mutuo en Cataluña que organizaron huelgas. Durante el Sexenio Democrático, los trabajadores desconfiaron de la democracia y la República, y emplearon dos vías para reivindicar sus derechos, la acción directa, contra los empresarios mediante le creación de sindicatos y la convocatoria de huelgas, y la acción política, mediante elecciones, actos multitudinarios y partidos de masas. Los anarquistas eligieron la primera vía, mientras que los socialistas, inclinados hacia el marxismo eligieron ambas, aunque prefirieron la acción política. Ambos se agruparon en la Asociación Internacional de Trabajadores, con la llegada a España a través de Fanelli, y de allí nacíó el anarquismo en España con Anselmo Lorenzo, que creó la Federación Regional Española (FRE). Mientras que los obreros liderados por Pablo Iglesias en Madrid crearon la célula de inspiración socialista marxista y la Asociación general del arte de imprimir. Después del Sexenio Democrático, la FRE fue prohibida, pero el anarquismo resurgíó con el nombre de Federación de Trabajadores de la Regíón Española (FRTE). En este contexto surgieron en Andalucía occidental sociedades secretas que cometieron atentados y acciones criminales, como fue la Mano Negra, que organizó atentados y fue objeto de una durísima represión gubernamental. La persecución contra esta sociedad secreta y la división entre las organizaciones anarquistas condujeron a la extinción en 1888 de la FRTE. En Madrid, el núcleo marxista de trabajadores formó el PSOE en 1879 y un sindicato afín, UGT en 1888. El PSOE fundó su propio periódico, el socialista, y participó en la creación de la Segunda Internacional, rechazando toda colaboración con los partidos políticos burgeses y organizaron manifestaciones pacíficas cada primero de Mayo. La UGT formaba parte de las sociedades de oficio, establecíó su sede en Madrid y constituían federaciones nacionalistas dotadas de una dirección más centralizada que el anarquista. Los miembros de UGT empleaban técnicas mucho más moderadas. Y Aparecieron a partir de 1883 los primeros círculos de obreros católicos promovidos por el jesuita Antonio Vicent.

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