Contexto Global y Crisis del Modelo Agroexportador
La economía y sociedad uruguayas caminaban de espaldas al precipicio. La Primera Guerra Mundial marcó el fin de la hegemonía británica en el mundo. La economía de Estados Unidos no ofrecía las mismas posibilidades de complementariedad con las economías latinoamericanas, en particular, con la uruguaya, ya que Estados Unidos también era productor de productos primarios como la carne.
El modelo de inserción externa procesada por Uruguay desde el último cuarto del siglo XX, basado en la exportación de productos del agro, se vio socavado por estos cambios en la economía mundial, así como por factores internos, como el estancamiento del sector agropecuario, incapaz de lograr transformaciones tecnológicas que permitieran una inserción diferente. Que el país caminara de espaldas al precipicio quiere decir que lo hacía sin la debida conciencia.
Posteriormente, los países europeos se recuperaron, pero dependían de Inglaterra y EE. UU., que exportaban los mismos productos.
Efectos de la Crisis de Posguerra
Los efectos inmediatos de la crisis de posguerra fueron severos:
- Los precios internacionales de nuestras exportaciones, en especial la lana, cayeron.
- Hubo un descenso de la faena frigorífica con su secuela de desocupación y descenso de salarios.
A pesar de estos desafíos iniciales, la economía uruguaya creció a una tasa del 6,6% acumulativo anual entre 1922 y 1930.
Transformaciones Estructurales y Financieras (1922-1930)
Características de la Economía Uruguaya (1922-1930)
Entre 1922 y 1930, la economía uruguaya tuvo características diferentes. Los precios de productos exportables, que habían sufrido un sustancial incremento durante el conflicto mundial, experimentaron en la posguerra un marcado descenso. Además, creció la demanda de bienes que no podía ser abastecida por la producción nacional (derivados de petróleo, al compás del desarrollo del parque automotor), incrementando sustancialmente el volumen y el monto de las importaciones.
La Balanza de Pagos y el Endeudamiento
La balanza de pagos (el intercambio de bienes y servicios con el exterior) fue desfavorable para nuestro país, al igual que la balanza comercial. Para compensar dicha balanza se podían hacer dos cosas: recurrir al concurso del capital extranjero o, cuando esto no era posible, utilizar las reservas existentes.
De hecho, el endeudamiento público creció notablemente. Entre 1920 y 1932, la emisión total de deuda pública uruguaya alcanzó 122.5 millones de pesos. No todo fue deuda externa: el 57% fue deuda interna.
Interpretaciones del Endeudamiento
En este sentido, las interpretaciones para explicar el endeudamiento externo se centran en la hipótesis de la resistencia del capital local a financiar el proyecto reformista. Sin embargo, el capital local, más que adoptar una constante negativa a concurrir al financiamiento del Estado, adoptó una actitud racional ante las necesidades financieras del mismo: invirtió en deuda pública en función de las expectativas de rentabilidad que ofrecía con relación a otras alternativas de inversión. El endeudamiento estaba marcando las debilidades del modelo de inserción internacional de Uruguay.
Cambios en la Estructura Económica
En la década del veinte ocurren cambios en la economía de Uruguay, signados por:
- La participación decreciente del sector agropecuario en el producto.
- El mantenimiento en similares niveles de la industria y la agricultura.
- El incremento del resto de las actividades económicas (construcción, servicios), cuya contribución al PBI trepó del 24% al 37%.
También constituye un periodo de transición entre la crisis del modelo agroexportador y la configuración de otro modelo basado en el desarrollo industrial.
El Segundo Impulso Reformista Batllista
La Reacción Política y la Intervención Estatal
Este nuevo impulso reformista se vio favorecido por la toma de conciencia en determinados sectores políticos en torno a las consecuencias negativas que se derivaban de la presencia de intereses económicos extranjeros en sectores estratégicos de la economía del país, así como la preocupación por el desempeño económico.
A esta toma de conciencia se le agrega la llegada de un grupo de jóvenes batllistas en el plano político, que encabezaban una reflexión crítica sobre el proyecto batllista, haciendo hincapié en lo que aún faltaba mejorar. Ya desde 1925, el Batllismo había dado indicios de un renacer del inquietismo, pero en 1929 tuvo en sus manos puestos claves para impulsar algunas de sus propuestas reformistas: el Ministerio de Hacienda, el de Industrias, Trabajo y Comunicaciones.
Propuestas de Intervención
El Batllismo arremeterá contra los estancieros, proponiendo que el Estado intervenga como comprador y arrendador de tierra, y contra el capital extranjero, impulsando:
- Proyecto de refinería con participación estatal.
- Proyecto de propiedad nacional de yacimientos de hidrocarburos.
De todas las iniciativas, la de mayor repercusión fue el proyecto de construcción de una refinería estatal de petróleo, presentado al Consejo Nacional de Administración. El Batllismo no obtuvo los votos para levantar el veto, y el fracaso de la iniciativa no fue sinónimo de su abandono. Por el contrario, el Batllismo introduciría en el parlamento una iniciativa más radical: la construcción de una refinería totalmente estatal.
La Oposición Conservadora: El Comité de Vintén
El éxito obtenido en movilizaciones conjuntas hizo necesaria la institucionalización del frente conservador. Después del impulso de la Federación Rural, se crea un comité de vigilancia económica que adoptaría el nombre de Comité de Vintén, en oposición al reformismo batllista.
Este comité se creó como herramienta de presión político-gremial, representativa de los grupos dominantes y liderado por la Federación Rural. Su programa era oponerse a los «aprendices de brujo», expresión utilizada en la época por los sectores conservadores para referirse al reformismo batllista y sus propuestas.
