8.1. El Imperio de Carlos V. Conflictos internos: Comunidades y Germanías.

EL REINADO DE Carlos V. CONFLICTOS INTERNOS: COMUNIDADES Y GermánÍAS.La llegada a la Península y la elección imperial.
Al morir su abuelo Fernando el Católico, en 1516, Carlos era ya rey de los Países Bajos. Se hizo coronar rey de Castilla y Aragón y emprendíó viaje hacia la Península.El nuevo rey había sido educado en Flandes. Llegó rodeado por consejeros flamencos que ocuparon pronto los cargos más importantes de la corte y de la Iglesia. Las Cortes, convocadas para ratificar al nuevo rey y para pedirles que votaran impuestos y recordaron al monarca la obligación de respetar las leyes. Si la situación fue tensa en Castilla, no menos difícil resultó en Aragón y en Cataluña.A comienzos de 1519, Carlos I conocíó la noticia de la muerte de su abuelo, el emperador Maximiliano. Envió instrucciones a sus embajadores para que promovieran su candidatura al Imperio alemán, al que también aspiraba Francisco I de Francia. En Mayo, los príncipes alemanes eligieron al candidato Habsburgo, convertido desde entonces en el emperador Carlos V.Carlos se dispuso a emprender viaje para recibir la Corona imperial en Aquisgrán. En 1520 convocó Cortes en Santiago, una vez más para pedir dinero a las ciudades castellanas. Tras unas agrias sesiones Carlos zarpó en Mayo hacia los Países Bajos.

La rebelión de las Comunidades de Castilla

El descontento acumulado desembocó entonces en la sublevación de las Comunidades de Castilla, una rebelión contra la autoridad de la Corona que se extendíó por la mayor parte de las ciudades de la zona central de Castilla, por entonces las más pobladas y prósperas del reino.
Las causas eran complejas. Carlos había entregado la administración de Castilla a nobles flamencos que utilizaron los cargos para enriquecerse, y al marchar había dejado a Adriano de Utrecht como gobernador. El emperador había desdeñado la exigencia de permanecer en Castilla y de aprender el castellano, así como de prometer el respeto a las leyes del reino. Había dedicado el dinero pedido a las Cortes a conseguir la elección imperial, sin repercusión positiva para el reino. Por último, las ciudades del centro de Castilla temían que se volviera a la política de exportación de lana hacia Flandes, que perjudicaba los intereses de los productores textiles.La rebelión estalló en Toledo días antes de que Carlos abandonara Castilla. En otras ciudades castellanas se produjeron levantamientos parecidos contra las autoridades de la Corona y contra los procuradores que habían aprobado los servicios al rey. Las autoridades fueron depuestas y sustituidas por nuevos regidores comuneros.En Junio, y a petición de Toledo, las ciudades comenzaron a enviar a Ávila a sus representantes. El incendio de Medina del Campo por parte del ejército real, en Agosto, acabó por generalizar la rebelión. Los comuneros tomaron Tordesillas y allí se organizó la Santa Junta, un gobierno revolucionario que exigía la retirada de los impuestos votados en las Cortes de 1520, el respeto a las leyes del reino y la marcha de los consejeros flamencos.A partir de Octubre, Carlos V reacciónó. Autorizó el control de los impuestos por las Cortes y puso junto a Adriano, como virreyes, a miembros de la nobleza castellana, que comenzaron a reclutar tropas. Los levantamientos contra los señores que empezaban a producirse en algunos señoríos decidieron a los nobles a alinearse contra los comuneros. En Noviembre, Burgos se retiró de la Junta, y en Diciembre las tropas de la Corona recuperaron Tordesillas.Las rivalidades entre los jefes comuneros y la radicalización antiseñorial del movimiento, que dividíó a las ciudades fue debilitando a la Junta, y el 23 de Abril de 1521, tras un intento de huida hacia el norte, las tropas comuneras fueron derrotadas junto al pueblo de Villalar. En pocos días, todas las ciudades sublevadas abandonaron la Junta, salvo Toledo hasta comienzos de 1522.

Las Germánías

La rebelión comunera no fue la única en Valencia, el hambre y las epidemias contribuyeron a agravar una situación que opónía a los artesanos y pequeños comerciantes contra la oligarquía urbana y la nobleza. La rebelión de la Germánía, organización de los trabajadores de la ciudad, estalló en 1520. Poco a poco se fue extendido por la regíón del sur del reino.Los agermanats se enfrentaron a los moriscos. Les acusaban de favorecer los intereses de la nobleza. En muchas zonas se produjeron matanzas.A diferencia de las Comunidades, la Germánía fue un movimiento de contenido social, que no ponía en tela de juicio el poder real. Esta circunstancia, unida al hecho de que el reino no era tan importante para Carlos V como Castilla, explica la lentitud de reacción de la Corona. El rey aceptó al principio las peticiones de los gremios, el tener representación en el gobierno de la ciudad. Pero cuando comprobó cómo se extendía la rebelión, dio órdenes al virrey para acabar con el movimiento.

El retorno a la Península y el cambio de actitud de Carlos V

Carlos V ordenó la ejecución de los principales presos comuneros e impuso fuertes indemnizaciones al resto, antes de dictar un Perdón General. La nobleza recuperó su dominio señorial, las ciudades quedaron sometidas a la autoridad real, y se anularon las restricciones a la exportación de la lana. En Valencia, la represión quedó en manos de los virreyes y la nobleza, hasta que en 1528 se dictó también un Perdón real.Pero las rebeliones tuvieron efectos importantes. Carlos V permanecíó en Castilla durante los siguientes siete años. Incorporó a consejeros nativos y aprendíó a hablar castellanos. Convocó a las Cortes de los reinos en ocasiones contadas, pero mantuvo hacia ellas una actitud de escucha.La imagen pública del emperador fue mejorando. En 1526 contrajo matrimonio con Isabel de Portugal. En 1529, Carlos abandonó la Península.Desde entonces, las estancias de Carlos en la Península fueron escasas. Enfrascado en la política europea, dejó el gobierno de los reinos en manos de la emperatriz y del secretario Francisco de los Cobos, al frente de las finanzas castellanas.

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