La Expansión de los Grandes Imperios Coloniales: Origen, Desarrollo y Legado

Los Grandes Imperios Coloniales: Origen, Expansión y Legado

Este documento explora los once grandes imperios coloniales (Inglés, Francés, Belga, Holandés, Alemán, Italiano, Español, Portugués, Ruso, Japonés y Estadounidense) desde su formación hasta sus consecuencias, pasando por sus protagonistas y características distintivas.

El Imperio Británico: Expansión y Dominio Global

El Reino Unido fue el imperio más temprano de la Edad Contemporánea. En plena decadencia de otros (como el Imperio Español o el Imperio Francés), siguió ampliando sus territorios, llegando a disponer en 1876 de cerca de 22,5 millones de kilómetros cuadrados, es decir, más de la mitad del total de los territorios colonizados por las potencias en esa fecha (40,4 millones de kilómetros cuadrados), mientras que casi todo el resto lo poseía Rusia (17 millones de kilómetros cuadrados). Sus colonias, con funciones muy diversas, se distribuían por todos los continentes. En Europa disponía de Gibraltar, Malta, Corfú y las Islas Jónicas; en América, de Canadá, Honduras, entre otros; en África, de Sierra Leona o África del Sur, entre otras; en Asia, de la India, como principal colonia de explotación de todo el imperio, Hong Kong, entre otros; y en Oceanía, de Australia o Nueva Zelanda, entre las principales.

A partir de 1877, fecha en la que la Reina Victoria fue coronada Emperatriz de la India, la expansión de los británicos fue bastante rápida y tendría como zona principal África, donde se intentó crear un imperio continuo de norte a sur (de El Cairo a El Cabo, el sueño de Cecil Rhodes). Se buscaba, por otra parte, asegurar las rutas hacia las colonias principales o hacia los grandes centros comerciales, como la India o China, respectivamente, y afianzar la seguridad de algunas zonas importantes del imperio (la anexión de Birmania, por ejemplo).

A principios del siglo XX, Inglaterra logró el mayor imperio del momento, que ocupaba aproximadamente 33,5 millones de kilómetros cuadrados y estaba habitado por cerca de 440 millones de personas. En este punto cesó su expansionismo, pues no quedaban zonas de gran interés, y los gastos y problemas de un territorio tan vasto lo exigían. Además, los conflictos que surgían en Europa llamaron su atención, y comenzó a dedicarse también a ellos, saliendo así de su anterior aislacionismo.

Organización y Estructura del Imperio Británico

La organización del imperio adquirió formas diversas. En primer lugar, estaban los dominios, territorios con un alto grado de autogobierno, pero en los que la política exterior quedaba reservada a Londres. Estos eran Canadá, Australia, Nueva Zelanda y la Unión Sudafricana. El rey estaba representado por un gobernador general, y el sistema fue derivando hacia una confederación.

Los protectorados y las colonias de explotación, gobernados con el apoyo de jefes indígenas o no, tenían, en la práctica, un sistema muy similar. Formaban parte de esto el resto del imperio, y los ejemplos más claros son la India y África (a excepción hecha de la Unión Sudafricana). No poseían ningún tipo de autonomía de gobierno. Su función principal era suministrar materias primas a Gran Bretaña y comprarle productos industriales.

El Imperio Británico fue el mayor proveedor y consumidor de productos británicos, como demuestra la gráfica adjunta. Y dentro del Imperio, la India, con sus casi 300 millones de habitantes, fue el principal mercado, a pesar de su bajo nivel de vida y sus hambrunas cíclicas, que provocaron movimientos nacionalistas y revueltas. La India aportaba, a cambio, algodón, yute, trigo, té, entre otros.

El Imperio Francés: Resurgimiento y Consolidación

En 1870, Francia partía de un imperio muy inferior al británico. No llegaba al millón de kilómetros cuadrados, y los territorios provenían, en parte, de los restos del primer imperio colonial, ya perdido, como las posesiones en América Central y las Antillas (Guyana, Martinica, etc.), y, sobre todo, de la labor colonizadora llevada a cabo entre los años 30 y 50, completada por Napoleón III. En este periodo se había conquistado Argelia (en 1830, Carlos X había tomado Argel), así como Senegal y algunas zonas de Madagascar (África) y Tahití (Oceanía). Con Napoleón III se sentaron las bases del imperio de Extremo Oriente mediante la anexión de Nueva Caledonia y Cochinchina y el establecimiento de un protectorado en Camboya (estas acciones tenían, entre otras causas, la de proteger a los misioneros católicos de la zona).

Igualmente, se inició la conquista de ciertos territorios del África Noroccidental. 1870 marcó un hito en la política francesa, ya que la derrota frente a Prusia provocó la proclamación de la III República y el lanzamiento de la nueva fase colonizadora (provocada también por la crisis económica de posguerra). Los gobiernos de Gambetta, Ferry y Delcassé se lanzaron por el camino de la política imperialista, como medio de solucionar los problemas, especialmente los económicos, del interior.

Expansión Territorial Francesa en Asia y África

En Asia, se ocupó el resto de Indochina (Annam, Tonkín y Laos) hasta formar la Unión Indochina, de la cual extraían minerales y productos agrícolas (fundamentalmente arroz).

En África, partiendo de Argelia, se conquistaron las zonas del Mediterráneo Occidental (Túnez y Marruecos —tras la Conferencia de Algeciras—), para lanzarse después hacia el sur y unir estas posesiones con las de Senegal y el Congo, creando así un gran imperio en el África Noroccidental. Los intentos de extenderse hacia el este y, por tanto, al valle del Nilo, chocaron con los intereses ingleses (Fashoda). Además, se consiguió Yibuti y se terminó la colonización de Madagascar, dirigida por Galliéni (1883). Se conquistaron también algunos archipiélagos del Índico y el Pacífico.

Organización y Economía del Imperio Francés

De este modo, Francia llegó a 1914 con un amplio imperio pluricontinental, que ocupaba aproximadamente 10,5 millones de kilómetros cuadrados y estaba habitado por 55 millones de personas. La organización del mismo se realizó por medio de asimilación a departamentos metropolitanos y de protectorados o colonias de explotación. De todas ellas obtenían gran cantidad de materias primas minerales o agrícolas, que cubrían ampliamente sus necesidades industriales o alimenticias, en caso de escasez. El comercio francés con las colonias fue mucho más reducido que el británico y no supuso la parte fundamental del comercio exterior, aunque aumentó bastante en el siglo XX y llegó a su máximo con la crisis de 1929.

Otros Imperios Coloniales Europeos

Los restantes países de Europa occidental tuvieron imperios mucho menores:

Bélgica: El Congo y el Legado de Leopoldo II

Bélgica solo consiguió la rica región del Congo, gracias al interés de su rey Leopoldo II, quien recibió dicho país, a título personal, en la Conferencia de Berlín (1885), y, por ello, los belgas lo consideraban «el jardín tropical del rey». A su muerte, lo legó al país. Los intercambios comerciales con la metrópolis se hicieron especialmente intensos en la década de 1920.

Holanda: Presencia Colonial y Pérdidas Territoriales

Holanda ya poseía un imperio de cierta importancia a mediados del siglo XIX, pero no amplió sus territorios con nuevas conquistas. Perdió, incluso, algunas posesiones, como El Cabo o Ceilán, en beneficio de Inglaterra.

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