España en la Encrucijada: De la Crisis del Antiguo Régimen a la Constitución de 1812

1. Crisis del Antiguo Régimen

2. La Alianza con la Francia Napoleónica

La debilidad de Carlos IV espoleó el intervencionismo francés, que obligó a Godoy a dirigir la invasión de Portugal (Guerra de las Naranjas) con objeto de cerrar sus puertas al comercio británico. Francia e Inglaterra firmaron la paz, pero enseguida reanudaron sus hostilidades, y España se vio envuelta en otra guerra no deseada, de trágicas consecuencias para su flota, que fue destrozada en la Batalla de Trafalgar (1805) ante la escuadra del almirante Nelson. Las posesiones americanas quedaron incomunicadas, y el hundimiento económico de España se hacía imparable.

2.1. División social y lucha por el poder

Los desastres bélicos, el arrinconamiento político de la alta nobleza y el disgusto del clero a causa de las medidas desamortizadoras unieron a la oposición en torno al Príncipe de Asturias, el futuro Fernando VII, quien no congeniaba con Godoy.

Un impulso decisivo al complot de los conservadores fue el Tratado de Fontainebleau, por el que Godoy autorizaba la concentración de tropas francesas en España con el objetivo de una nueva campaña de conquista y reparto de Portugal. Soldados, campesinos y la servidumbre del palacio, alentados por los simpatizantes del heredero, organizaron un motín en Aranjuez cuyo resultado fue la caída de Godoy y la forzada abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando VII.

3. Las Cortes de Cádiz

La gran oportunidad llegó cuando las derrotas militares desacreditaron a la Junta Central y dieron paso, en enero de 1810, a un gobierno provisional.

Muchos burgueses liberales, funcionarios ilustrados e intelectuales procedentes de otras ciudades tomadas por el ejército del rey José, huyendo de la guerra, se habían concentrado en Cádiz, ciudad-refugio protegida por la marina británica.

3.1. Convocatoria y composición de las Cortes

La Regencia decidió convocar las Cortes cuando llegó a Cádiz la noticia de que se habían iniciado los movimientos a favor de la independencia de las colonias americanas, que podían poner en peligro el Imperio español. Las Cortes inauguraron sus reuniones en 1810 y prolongaron su actividad hasta 1814. Un conjunto de decretos y la Constitución de 1812 manifestaron su deseo de transformación del país mediante la aplicación de importantes reformas.

La representación y sus problemas

Predominaban en las Cortes las clases medias con formación intelectual: eclesiásticos, abogados, funcionarios, militares y catedráticos, así como miembros de la burguesía industrial y comercial. No había representación alguna de las masas populares: ni un solo campesino, ni tampoco mujeres. Las primeras sesiones de las Cortes congregaron un centenar de diputados, pero su número fue aumentando hasta llegar a los 300.

Carácter y tendencias en las Cortes de Cádiz

Las Cortes demostraron que en nada se parecían a las antiguas. Al asumir la soberanía nacional y autoconstituirse en asamblea constituyente, contaban ya con el precedente de Francia.

Asimismo, con la concesión de iguales derechos a todos los ciudadanos, incluidos los de América, convertían a España y sus colonias en una única nación repartida a ambos lados del océano. De inmediato surgieron dos grandes tendencias en la cámara gaditana. Los liberales —término que se empleaba por primera vez— eran partidarios de reformas revolucionarias, mientras que los absolutistas, llamados despectivamente “serviles”, pretendían mantener el viejo orden monárquico. La prensa de Cádiz estuvo del lado de los liberales y la Iglesia al servicio de la ideología absolutista.

3.2. Los decretos de abolición del Antiguo Régimen

Libertad de expresión

Con una prensa afín, y después de siglos de bloqueo informativo, los liberales aprobaron el decreto de libertad de imprenta —primera formulación del derecho a la libertad de expresión—, que suprimía la censura para los escritos políticos, pero no para los religiosos.

Anulación del régimen feudal

Se abolieron los señoríos jurisdiccionales que impedían la modernización de la administración local y provincial. Fueron derogados los gremios, que impedían el desarrollo económico de España.

Se decretó la venta en pública subasta de las tierras comunales de los municipios. El Honrado Concejo de la Mesta fue suprimido, reconociendo el derecho de los pueblos a acotar sus tierras comunales.

Legislación religiosa

Se decretó la abolición de la Inquisición, presentada como un obstáculo para la libertad de pensamiento y el desarrollo de la ciencia.

Reforma administrativa y ordenación del territorio

Las Cortes eliminaron los antiguos reinos, provincias e intendencias y decretaron una nueva división provincial.

3.3. La Constitución de 1812

El 19 de marzo de 1812, los diputados de Cádiz aprobaron la Constitución, la primera de la historia de España, que resumía su labor legisladora y establecía las ideas y el lenguaje del liberalismo español. Conocida popularmente como “La Pepa”.

Un solo Estado, los mismos derechos

Al mismo tiempo, con su afirmación de los derechos individuales y colectivos de los españoles, sentaron las bases para acabar con la sociedad estamental. Con el fin de conseguir la igualdad de los ciudadanos, se estableció una burocracia centralizada, una fiscalidad común (todos los ciudadanos tendrían que pagar los mismos impuestos), un ejército nacional y un mercado libre de aduanas interiores.

Los diputados en Cortes representaban a la nación, con lo que se diseñaba un Estado unitario que afirmaba los derechos de los españoles en su conjunto, por encima de los históricos de cada reino; de esta forma, se daba un paso más en el proceso de centralización política y administrativa.

Estado constitucional y soberanía nacional

En consonancia con la primera declaración de la asamblea gaditana, la Constitución proclamaba la Soberanía Nacional en detrimento del Rey, al que se le retiraba la función legisladora, atribuida ahora a las Cortes, que tendrían una sola cámara elegida por sufragio universal masculino. Para ser diputado se requería la condición de propietario, lo que excluía a asalariados y a campesinos sin tierra. Al atribuir la soberanía a la nación, se estaba produciendo un cambio fundamental: los ciudadanos reconocían a Fernando VII como rey de España, pero no como rey absoluto, sino constitucional. Aunque símbolo del liberalismo radical, la Constitución de 1812 reflejaba el influjo de la religión y de la nobleza a través de la definición de un Estado confesional y el reconocimiento de las propiedades de los grupos privilegiados.

A la Constitución de Cádiz ni la guerra ni Fernando VII le dieron tiempo para implantar sus reformas. No obstante, años después, otros textos inspirados en ella se encargarían de hacer avanzar la sociedad española en la conquista de derechos individuales y colectivos. Como símbolo del deseo de libertad de los españoles, la Constitución de 1812 permanecería viva en el recuerdo a lo largo del siglo, prolongándose también en el ideario de los liberales de América del Sur y de Europa.

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