El Imperialismo: Un Nuevo Modelo de Dominación Global
A comienzos del siglo XIX, los rasgos del colonialismo europeo de la Edad Moderna, desarrollado entre los siglos XVI y XVIII y basado en el modelo mercantilista de explotación de metales preciosos, sedas, especias y el comercio de esclavos, comenzaron a desaparecer. En el siglo XIX, sin embargo, se desarrolló un nuevo modelo de imperialismo. Sus protagonistas fueron, en un primer momento, Francia y Reino Unido, y más tarde, el resto de países industrializados.
El imperialismo se sustentó en un nuevo escenario económico: la expansión de la industrialización y un proceso de rápida ocupación de los continentes africano y asiático. Durante el siglo XIX, las grandes potencias industriales europeas, Estados Unidos y Japón, rivalizaron por el dominio del mundo. Simultáneamente a su desarrollo industrial, extendieron su dominio político y territorial sobre la casi totalidad de África, Asia, Próximo Oriente y las islas del Pacífico.
Causas del Imperialismo
Causas Económicas
Hasta la década de 1870, la expansión territorial de los países europeos fue reducida. El auge del librecambio permitió que las potencias vendieran su producción industrial en otros países. Pero, a raíz de la depresión comercial de 1873 y la aparición de nuevas potencias económicas (Estados Unidos, Alemania, Japón), aumentó la competencia económica.
En esencia, los móviles económicos del imperialismo fueron de muy distinta naturaleza: la búsqueda de nuevos mercados para dar salida a los excedentes de la producción industrial, la inversión de capitales en las colonias a un interés más elevado que en la metrópoli, y el abastecimiento de materias primas más baratas que escaseaban en Europa. Se pensaba que este intercambio entre las metrópolis y las colonias permitiría a las primeras un crecimiento ininterrumpido.
Causas Políticas y Estratégicas
Las potencias coloniales mostraron un interés permanente por el control y el dominio de rutas cuya importancia estratégica era esencial tanto desde el punto de vista comercial como militar, como los canales de Suez (1869) y de Panamá (1914). A esto se añadió el deseo de prestigio o de poder, o simplemente la conveniencia de evitar el fortalecimiento de países rivales.
Por tanto, la expansión imperialista se explicó como una defensa de los intereses nacionales y se tradujo en la extensión del dominio político sobre otros territorios. Para el Reino Unido, por ejemplo, el interés nacional se concretó en la defensa de su posición hegemónica ante naciones rivales, en especial Alemania. De ahí que, en buena medida, la carrera imperialista fuese un factor más en las rivalidades entre las grandes potencias.
Causas Ideológicas
Con el auge del nacionalismo, se expandió una mística imperialista, mezcla de exaltación de los valores que representa cada nación, de voluntad de poder y de sueños de grandeza. Para ello, las potencias apelaron a la historia (por ejemplo, Italia reanimó el recuerdo de la grandeza de la Roma antigua). A este patriotismo exaltado y cargado de sentimientos nacionalistas, a menudo agresivos, se añadieron unas connotaciones racistas.
En toda Europa proliferaron postulados racistas que afirmaban la superioridad de la raza blanca y su misión “civilizadora” frente a las “razas inferiores” de los países colonizados. Era una ideología derivada de la aceptación del darwinismo social.
Causas Religiosas
El imperialismo también se justificó a través de la necesidad de llevar el cristianismo a pueblos que mantenían prácticas religiosas ancestrales. Las misiones católicas y protestantes protagonizaron una intensa labor evangelizadora y humanitaria (por ejemplo, promovieron el rechazo de la esclavitud). Pero también fueron un medio de legitimación de la expansión imperialista y de imposición de la cultura occidental en los países colonizados por los europeos. A partir de 1880-1890, la expansión colonial y la acción misionera aparecieron estrechamente ligadas.
Causas Científicas
Los viajes de exploración y el descubrimiento de zonas inexploradas del interior de África, mediante el reconocimiento de sus grandes ríos como vías de penetración, prepararon el camino para la colonización. Las Sociedades Geográficas, que con frecuencia apoyaron estas expediciones, fueron uno de los focos de propaganda colonial. A ello se unió la popularidad de la literatura de viajes, que también difundió esta ideología.
Formas de Dominación Colonial
La presencia de los europeos en los territorios colonizados supuso el control político, social y cultural, y el sometimiento de los pueblos colonizados a los intereses económicos de las metrópolis. La administración local de los territorios coloniales comenzó siendo realizada por las compañías privilegiadas de comercio, que recibieron amplios poderes. Sin embargo, pronto el Estado asumió estas funciones. Los sistemas de control colonial más frecuentes fueron:
Colonias
Eran aquellos territorios en los que la población indígena estaba totalmente sometida a la potencia colonial, que implantó un gobierno y una administración totalmente europeos. El poder de la metrópoli se ejercía por medio de un gobernador. Este sistema predominó en África y en parte de Asia.
Dominios
Eran específicos del Imperio británico. Los poderes del gobernador estaban limitados por un gobierno designado por una asamblea elegida por los colonos. Gozaban de completa autonomía en la política interna, pero la política exterior se decidía en la metrópoli. Fue el caso de Canadá, Nueva Zelanda, Australia y la Unión Sudafricana.
Protectorados
Eran territorios coloniales donde ya existía un Estado soberano con su propia estructura política y cultural. La potencia colonial respetaba, teóricamente, el gobierno y la administración indígena, pero ejercía el control militar, la dirección de la política exterior y la explotación económica.
Concesiones
En las concesiones, un Estado cedía temporalmente territorios a una potencia colonial, que los controlaba económicamente, pero sin desplazar a ellos ni funcionarios ni militares. El caso más destacado fue China.
El Reparto de África
La expansión imperialista comenzó en África. Hasta 1870, la presencia europea en África se limitaba a una serie de factorías costeras o pequeños enclaves coloniales en las zonas próximas al mar. Pero en el último tercio del siglo, se produjo una total ocupación del territorio. Esta rápida ocupación produjo frecuentes enfrentamientos entre los países colonizadores.
Los Primeros Pasos
Francia y Reino Unido fueron las dos potencias que iniciaron el proceso colonizador en África. Francia comenzó en 1830 la ocupación de Argelia y en 1881, los franceses establecieron un protectorado sobre Túnez. En Egipto, los intereses franceses e ingleses entraron en colisión por el dominio de la ruta del Canal de Suez. Reino Unido, interesado en el control de Egipto para asegurar su ruta hacia la India, aprovechó una rebelión nacionalista para convertir Egipto en un protectorado inglés. Misioneros, exploradores y aventureros abrieron el resto de África a Europa.
La Conferencia de Berlín (1884-1885)
Las rivalidades en África impulsaron al canciller alemán Bismarck a celebrar una Conferencia Internacional en Berlín entre 1884 y 1885. En ella se adoptaron una serie de acuerdos que debían regir la ocupación del territorio africano:
- Libertad de comercio y navegación en los ríos Níger y Congo.
- Prohibición de la esclavitud.
- Reconocimiento del “Estado Libre del Congo” como colonia personal del rey Leopoldo II de Bélgica.
- Principio de ocupación efectiva: era necesario ocupar realmente un territorio para considerarlo propio, lo que aceleró el “reparto de África”, pues las potencias se lanzaron a conquistar aquellas tierras que aún no pertenecían a ningún otro país.
A finales del siglo XIX, nuevas potencias se incorporaron al reparto de África. Italia se apoderó de Somalia y Eritrea, pero fracasó en su intento de conquistar el reino de Abisinia (Etiopía). Alemania, que fue la última en participar en la carrera colonial, estableció colonias en el África Oriental (Tanganika), en Togo y Camerún, y en el área desértica del sudoeste de África, la que luego se llamó África Suroccidental Alemana.
Conflictos Internacionales y el Imperialismo
Pero ni la Conferencia de Berlín ni otros acuerdos internacionales posteriores evitaron los conflictos. Uno de ellos derivó del intento de formar imperios continuos. El Reino Unido pretendía formar un imperio africano que uniese el norte con el sur del continente. Este proyecto entró en colisión con el propósito francés de crear un eje colonial de oeste a este. Esto dio lugar a un grave incidente entre los ejércitos de ambas potencias en Fachoda en 1898.
Las tensiones entre los ingleses y los colonos holandeses se agravaron desde el descubrimiento de oro y diamantes en las repúblicas bóers independientes. El conflicto desembocó en la llamada Guerra Anglo-Bóer entre 1899 y 1902. Como consecuencia de la derrota de los bóers, las repúblicas de Transvaal y Orange fueron anexionadas por Reino Unido. A principios del siglo XX, resurgieron los enfrentamientos imperialistas en el norte de África. Su escenario fue Marruecos. La cuestión marroquí terminó constituyendo una de las causas de la Primera Guerra Mundial.
El Imperialismo en Asia y Otros Territorios
El Imperio Ruso
Los avances rusos en el centro de Asia profundizaron la hostilidad con Reino Unido. Ambos países mantenían disputas sobre Persia y las tierras fronterizas de la India (Afganistán, Tíbet). Por otro lado, la penetración rusa en Manchuria originó el choque con Japón, que desembocó en la Guerra Ruso-Japonesa de 1904-1905, en la que Rusia fue derrotada.
El Imperio Británico
La India constituyó el objeto preferente del colonialismo británico en Asia. Desde la rebelión de los cipayos o soldados indios a las órdenes británicas (1857-1858), la Compañía de las Indias Orientales fue suprimida y la India pasó a depender directamente de la corona, gobernada a través de un virrey. El recelo británico ante la expansión colonial francesa en Indochina impulsó la ocupación de Birmania y Malasia. Reino Unido también había establecido desde hacía tiempo colonias en Australia y Nueva Zelanda, que se constituyeron en dominios.
El Imperio Francés
La conquista francesa en Indochina se inició en 1858-1860 con la ocupación del delta del Mekong para hallar una vía de penetración en el mercado chino. En 1887 se constituyó la Unión General de Indochina. En 1893 se acordó la neutralidad de Siam, actual Tailandia, como Estado independiente, aunque con algunos recortes en su soberanía.
Otros Imperios Coloniales
Por último, Países Bajos afirmó desde 1882 su administración sobre las Indias Holandesas, actual Indonesia y parte oriental de Nueva Guinea, y Alemania se anexionó Nueva Guinea oriental y las islas Marshall, Salomón, Carolinas y Marianas.
El Caso de China
China fue el gran objetivo comercial de las potencias europeas y Estados Unidos, primero, y de Japón, después. La rivalidad entre las potencias era tan grande que China pudo conservar su independencia, al menos en teoría. Las derrotas ante europeos y japoneses llevaron a China a:
- Ceder Hong Kong a Reino Unido.
- Otorgar ciertos derechos a los comerciantes extranjeros, permitiéndoles establecer concesiones en varias ciudades y controlar aduanas. China se convirtió así en un mercado abierto para los productores europeos, lo que causó la ruina de los comerciantes autóctonos.
Esta penetración a la fuerza de las potencias occidentales alteró el orden social y político del imperio y motivó el estallido de varias insurrecciones populares, como la de los bóxers en 1900-1901. La situación siguió siendo inestable, y en 1911 una revolución desembocó en la proclamación de la república, que puso fin a la dinastía manchú.
Consecuencias del Imperialismo
La colonización provocó necesariamente cambios profundos en la economía, la cultura y los modos de vida de los pueblos indígenas.
Explotación Económica
Los europeos practicaron lo que se ha denominado “la economía del pillaje”, es decir, el objetivo esencial era explotar al menor coste posible unos inmensos territorios que tenían abundantes recursos naturales. Los colonos europeos se apropiaron de las tierras, desplazando por la fuerza a los indígenas a las zonas áridas. En otros casos, se encerró a los indígenas en reservas, como sucedió en África del Sur, o se les masacró sistemáticamente, como en Nueva Zelanda o en Australia.
Las metrópolis permitieron a las compañías establecer un sistema de plantaciones dedicadas al monocultivo (caucho, café, té, tabaco, cacao). Obligaron a los indígenas al trabajo forzoso e incluso les infligieron malos tratos, causando, en algunos lugares, gran mortandad. Esta explotación, el trabajo forzado y la ruina de las actividades artesanales de las poblaciones indígenas por la competencia industrial europea, aumentaron la miseria de la mayoría de la población sometida a la colonización.
La explotación de los recursos (materias primas, minerales), el control de los mercados coloniales para los productos industriales y las preocupaciones estratégicas impulsaron a las metrópolis a equipar a las colonias con ferrocarriles, carreteras, puertos y cables telegráficos. Pero se trazaban según los intereses de la metrópoli, por ejemplo, uniendo los puertos con las minas o las plantaciones, mientras que el resto del territorio quedaba incomunicado. Generalmente, las metrópolis europeas impusieron sus monedas, sus sistemas de impuestos y elevaron las tarifas aduaneras sobre las mercancías para limitar los gastos de la ocupación y de la administración de los territorios coloniales.
Impacto Social y Cultural
La introducción de la medicina europea permitió reducir la mortalidad, mientras la natalidad tendió a mantenerse elevada. El crecimiento de la población y el rápido proceso de urbanización, producto no de la industrialización, sino de la miseria rural, provocó el hambre crónica e incrementó las tensiones sociales.
Las estructuras sociales fueron alteradas por la creación de fronteras artificiales que supusieron la unión o división forzada de grupos tribales y étnicos diferentes. Ello provocó innumerables conflictos políticos, sociales y étnicos, que persisten hoy en día. La acción imperialista impactó profundamente en las mentalidades indígenas, imponiendo la preeminencia de la lengua metropolitana y amenazando la cultura autóctona (aculturación). Al mismo tiempo, se forjó una élite indígena, en la que se difundieron ideas liberales o socialistas que generaron un creciente nacionalismo que aspiraba a la independencia.
El Imperialismo como Origen de la Primera Guerra Mundial
El término “guerra mundial” ha sido empleado para definir los dos mayores conflictos bélicos del siglo XX. Tanto en la guerra de 1914 a 1918 como en la de 1939 a 1945, estuvieron involucrados los principales estados del mundo. La Primera Guerra Mundial, conocida hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial como la Gran Guerra, hizo honor a la denominación que le dieron sus contemporáneos. La humanidad no había presenciado hasta entonces un enfrentamiento de tal envergadura: los países y territorios coloniales afectados se contaban por decenas, los ejércitos por millones de combatientes; los gastos fueron incalculables y las consecuencias, devastadoras. Tras la guerra, Europa perdió su hegemonía en el mundo y nuevas potencias, como Estados Unidos y Japón, se convirtieron en poderosos estados.
La Paz Armada (1890-1914)
Tras su unificación, Alemania se convirtió en la potencia rectora de la política internacional, gracias a la política del canciller Bismarck. Bismarck ideó un sistema de alianzas (conocidos como sistemas bismarckianos) entre Alemania, Austria-Hungría y Rusia, al que también se asoció Italia, que pretendía alcanzar dos objetivos:
- El aislamiento de Francia, dado que la pérdida de Alsacia y Lorena tras la guerra de 1870 había alimentado su revanchismo y la convertía en un adversario potencial.
- El mantenimiento del equilibrio en los Balcanes, pues Bismarck sabía que Austria y Rusia tenían intereses enfrentados en la región y que estas tensiones podrían ser el origen de un conflicto europeo.
La muerte del emperador alemán Guillermo I llevó al trono a Guillermo II, partidario de una política más agresiva en Europa y de expansión imperialista, lo que provocó la destitución de Bismarck (1890). Se inició así un nuevo período en las relaciones internacionales, al que llamamos Paz Armada (1890-1914). Esta época tiene dos características:
- Las potencias europeas se agruparon en dos bloques militares enfrentados: Alemania, Austria-Hungría e Italia firmaron la Triple Alianza; por otro lado, la agresiva política exterior de Guillermo II llevó a Francia, Rusia y Gran Bretaña a formar la Triple Entente. Rusia abandonó la alianza con Alemania a causa de los problemas en los Balcanes.
- El temor mutuo llevó a una intensa carrera de armamentos. En este ambiente de desconfianza y tensión, cualquier enfrentamiento podía dar origen a un conflicto a gran escala.