1. Democracia y Dictadura en la Europa de Entreguerras
La gran Europa de los años 20 y 30 se vio sometida a la presión de dos grandes movimientos:
- Comunismo: Representado por la Komintern.
- Ideas autoritarias de derechas: Como el fascismo.
El Triunfo de las Dictaduras
- Solo van a sobrevivir los sistemas representativos en aquellos países que tienen mayor tradición democrática (Reino Unido y Francia).
- En el resto (Europa Central y Oriental), pronto van a ir imponiéndose regímenes autoritarios de corte derechista (fascista o no).
2. La Ideología Fascista
El fascismo defendía un Estado totalitario con control sobre todas las esferas de la vida. Se trataba de un sistema político dictatorial de partido único, donde el poder recaía en un jefe con poder carismático, que buscaba una sociedad de orden y obediencia, fomentando el culto a la personalidad del líder.
Sus principios clave incluían:
- Anticapitalismo (inicialmente) y luego anticomunismo, con la creación de un «socialismo nacional».
- Nacionalismo agresivo, expansionista y militarista.
- Racismo.
- Defensa de la violencia frente a los opositores.
- Movilización de las masas y gran importancia a las milicias del partido.
- Exaltación de los principios masculinos, relegando a la mujer al papel de madre y ama de hogar.
Las Bases Sociales del Fascismo
Los seguidores del fascismo incluían:
- Oficiales y combatientes desmovilizados.
- Jóvenes activistas y románticos.
- Clases medias (afectadas por la crisis).
- Clase obrera.
Contaron con el apoyo de grandes empresarios y terratenientes, así como del ejército y la policía, que colaboraron con el régimen.
La Crisis del Régimen Liberal Italiano
Italia experimentó un aumento del desempleo y la inflación. Se produjeron huelgas obreras para exigir aumento de salario y reducción de jornada laboral, así como revueltas de campesinos pobres. Entre 1919 y 1920, el país vivió el «Bienio Rojo», con ocupaciones de fábricas y tierras.
Además, el sistema de monarquía liberal y parlamentaria, junto con los partidos tradicionales, entró en crisis. El sufragio universal de 1913 había dado lugar a partidos de masas. El Partido Socialista Italiano no logró aunar a las masas debido a fricciones entre reformistas y maximalistas, lo que llevó a la creación del Partido Comunista de Italia. La frustración por la Primera Guerra Mundial y la indignación nacionalista también contribuyeron al descontento.
La Marcha al Poder del Fascismo
El fundador del fascismo, Benito Mussolini, pasó de liderar el Partido Socialista a convertirse en un nacionalista extremo y director del periódico Il Popolo d’Italia. En 1919, fundó los Fasci Italiani di Combattimento, un grupo paramilitar ultranacionalista, conocidos como Camisas Negras. Sus reivindicaciones eran nacionalistas dentro de un programa socialista revolucionario.
Una de sus primeras acciones violentas fue la destrucción de las oficinas del diario socialista Avanti!, al que acusaba de difundir sentimientos ultranacionalistas.
La desconfianza hacia el régimen parlamentario le granjeó apoyo social (policía, terratenientes, propietarios…), quienes vieron el fascismo como una fuerza de «orden». Para consolidar este apoyo, Mussolini abandonó su tendencia revolucionaria y preparó el fascismo para la lucha parlamentaria, transformándolo en el Partido Nacional Fascista. El fascismo se convirtió en la represión de las organizaciones obreras y campesinas. En 1922, una huelga general contra la violencia fascista fue un fracaso.
En octubre de 1922, tuvo lugar la Marcha sobre Roma, exigiendo un mínimo de seis ministros fascistas. Lograron el poder con la connivencia de las fuerzas del Estado. El rey envió un telegrama a Mussolini solicitándole que formara gobierno.
La Etapa Parlamentaria (1922-1925)
Este periodo marcó la transición de un régimen liberal a la dictadura fascista. Mussolini creó un gobierno de coalición. En 1924, tras la aprobación de una nueva ley electoral, los fascistas y los partidos que apoyaban al gobierno lograron una gran mayoría de votos. Tras las elecciones, hubo una crisis más grave del fascismo a raíz del asesinato de Giacomo Matteotti (diputado socialista) por bandas fascistas. Mussolini respondió acelerando la implantación de la dictadura.
La Dictadura Fascista (1925-1943)
Entre 1925 y 1926, Mussolini promulgó las «Leyes Fascistísimas», que supusieron la creación de un tribunal de delitos políticos y una policía secreta, la eliminación de los demás partidos y la censura de prensa. El Estado se transformó en un régimen totalitario de partido único (Partido Nacional Fascista). El poder residía en Mussolini (el Duce), asistido por el Gran Consejo Fascista. En 1938, abolió la Cámara de Diputados y la sustituyó por la Cámara de los Fascios y de las Corporaciones.
Los Pactos de Letrán de 1929 consolidaron el régimen y pusieron fin al litigio entre Italia y la Iglesia, creando el Estado del Vaticano. Se reconoció el catolicismo como la única religión del Estado, y la religión volvió a las escuelas. La Santa Sede reconoció el Estado fascista y Roma como su capital.
Adoctrinamiento y Control Social
Se impulsó la educación, con maestros vestidos con camisa negra y profesores universitarios obligados a jurar fidelidad al régimen. Los niños de 4 a 18 años debían formar parte de organizaciones juveniles controladas por el partido, como la Opera Nazionale Balilla. Se reforzó el papel de la mujer en el hogar y la maternidad, penalizando su salida del ámbito doméstico. Se ejerció un control total sobre la cultura y los medios de comunicación mediante el Ministerio de Prensa y Propaganda, y el de Cultura Popular.
El Corporativismo y el Dirigismo Económico
Se usó un sistema corporativista que pretendía organizar la economía y la sociedad con la colaboración de las clases, controlando a través del Ministerio y el Consejo Nacional de Corporaciones, que impulsó leyes como la Carta del Lavoro (Carta del Trabajo).
Se implementó una política intervencionista, con propaganda de «batallas»: la Batalla del Trigo buscaba el aumento de la producción de cereales. Tras la crisis de 1929, se adoptó una política de autarquía. Hubo una concentración industrial y, en 1933, se creó el Instituto para la Reconstrucción Industrial (IRI) para canalizar inversiones del Estado hacia las industrias. A partir de 1936, la economía se orientó hacia una economía de guerra, en línea con el expansionismo fascista.