Amadeo de Saboyá

El Sexenio Democrático

LAS CAUSAS DE LA Revolución

  1. La crisis económica

Gran parte del ultimo periodo del reina de Isabel II estuvo caracterizado por una fasse de expansión económica. Pero a mediados de la década de 1860 la situación empezó a cambiar, y se hizo patente el inicio de una importante crisis económica. La recesión se manifestó a un novel financiero e industrial, y constituyo la primera gran crisis del sistema capitalista y coincidíó con la crisis de subsidencias.

La crisis financiera, provocada por la bajada del valor de las acciones en Bolsa, se origino a raíz de la crisis de los ferrocarriles. La construcción de la red ferroviaria implico una gran  inversión, pero al comenzar la explotación de las líneas, su rendimiento económico fue menor del esperado. La situación provoco la crisis de muchas entidades financieras, que cancelaron sus créditos.

La crisis financiera coincidíó con una crisis industrial, sobre todo en Cataluña. Se abastecía con algodón importado de Estados Unidos, pero la Guerra de Secesión americana encarecíó la importación. Muchas pequeñas industrias del sector algodonero no pudieron afrontar el alza de precios ni al fuerte aumento de los precios de los alimentos provocado por la crisis de subsistencias.

La crisis de subsistencias la causo una serie de malas cosechas que dieron como resultado una escasez de trigo quera un alimento básico de la población española. Los precios empezaron a subir. El coste del pan aumento y lo mismo ocurríó con otros productos básicos. La combinación de ambas crisis, la agrícola y la industrial agravo la situación. En el campo condujo a un clima de fuerte violencia social, en las ciudades se produjo una oleada de paro que provoco un descenso del nivel de vida de las clases trabajadoras.


1.2. El deterioro político

        Gran parte de la población española tenía motivos de descontento. Los grandes negociantes reclamaban un gobierno que tomase medidas para salvar sus inversiones en Bolsa, los industriales exigían proteccionismo, y los obreros y campesinos denunciaban su miseria. Después de la revuelta de sargentos del cuartel de San Gil, O’Donell fue apartado del gobierno por la reina, pero los siguientes gabinetes del Partido Moderado (Narváez) continuaron gobernando por decreto.

Ante la imposibilidad del acceder al poder por los mecanismos constitucionales, el Partido Progresista, dirigido por Prim, practico una política de retraimiento: se negó a participar en las elecciones y defendíó la conspiración como único medio para poder gobernar. En la misma posición se situaba el Partido Demócrata, de modo que ambos partidos firmaron el Pacto de Ostende en 1867 en el cual se propónía el fin de la monarquía isabelina y dejaba la decisión sobre la nueva forma de gobierno –monarquía o república- en manos de unas Cortes constituyentes.

A dicho pacto se adhirieron los unionistas, tras la muerte de O’Donell. Esta adhesión fue fundamental para el triunfo de la revolución. Por un lado, los unionistas (Serrano) aportaron una buena parte de la cúspide del ejército. Pero por otro lado, el carácter conservador y opuesto a todo cambio social de los unionistas contrarresto el peso de los demócratas.

LA Revolución DE SPTIEMBRE DE 1868

2.1. La revolución del 68 y el Gobierno provisional

Juan Bautista Topete, protagonizo un alzamiento militar contra el gobierno de Isabel II con el lema “¡Viva España con honra!”. El gobierno de la reina Isabel II se dispuso a defender el trono con las armas. Envió un ejército para enfrentarse con los sublevados, al mando del general Serrano. Se libro una batalla que dio la victoria a las fuerzas afines a la revolución. El gobierno no vio más salida que dimitir y la reina no tuvo más remedio que exiliarse.


En muchas ciudades españolas se construyeron Juntas revolucionarias, que organizaron el levantamiento y lanzaron llamamiento al pueblo. El radicalismo de algunas propuestas de las Juntas revolucionarias no era compartido por los dirigentes unionistas y progresistas. Los sublevados propusieron a la Junta revolucionaria de la capital, el nombramiento de un Gobierno provisional de carácter centrista. El general Serrano fue proclamado regente, y el general Prim, presidente de un gobierno integrado por progresistas y unionistas.

2.2 La Constitución de 1869 y la regencia

El nuevo gobernante provisional convoco elecciones a Cortes constituyentes. Los comicios celebrados fueron los primeros en España que reconocieron el sufragio universal masculino. Las Cortes se reunieron y crearon una comisión parlamentaria encargada de redactar una nueva Constitución.

La Constitución de 1869, la primera democrática de la historia de España, establecíó un amplio régimen de derechos y libertades: libertad de enseñanza y la igualdad para obtener empleo, también proclamaba la soberanía nacional, el Estado se declaraba monárquico pero la potestad de hacer leyes residía exclusivamente en las Cortes: el rey tan solo las promulgaba, no podía vetarlas. Las cortes se compónían de un Congreso y un Senado. Las provincias de ultramar, Cuba y Puerto Rico, gozaban de los mismos derechos.

Proclamada la Constitución y con el trono vacante, las Cortes establecieron una regencia que recayó sobre el general Serrano, mientras que Prim era designado jefe de gobierno.  Su tarea no era fácil, los republicanos mostraban su descontento mientras que los carlistas volvían a su actividad insurreccional, la economía era grave y además había que encontrar un monarca para la Corona española. A pesar de todo el nuevo gobierno fue aceptado con simpatía por gran parte de los países europeos. Esto ponía fin a la inestabilidad política de Isabel II.


2.3 El intento de renovación económica

Uno de los objetivos de la “Gloriosa” era reorientar la política económica. La política económica de esta etapa se caracterizo por la defensa del liberalismo y por la apertura del mercado español a la entrada del capital extranjero.

El ministerio de Hacienda suprimíó la contribución de consumos. Para compensar la pérdida de ingresos, introdujo la contribución personal, que gravaba a todos los ciudadanos de forma directa según su renta. Establecíó la peseta como unidad monetaria.

La Hacienda española estaba en un estado problemático con una deuda publica de 22.000 reales, esta grave crisis de os ferrocarriles solo parecía tener solución utilizando recursos públicos para subvencionar a las compañías ferroviarias. Todo ello se pretendíó solucionar mediante la Ley de Minas (venta o concesión de yacimientos mineros a distintas compañías, esencialmente extranjeras).

La última gran acción sobre la economía fue la liberalización de los intercambios extranjeros mediante la Ley de Bases Arancelarias.

2.4 La frustración de las aspiraciones populares

La Constitución de 1869 consolido un régimen político basado en los principios liberal-democrático. Frustró algunas de las aspiraciones de otros grupos políticos.

Durante el periodo de la regencia hubo una fuerte conflictividad social, que se mantuvo a lo largo de todo el Sexenio.

En un primer momento, los republicanos encarnaron gran parte de ese descontento, pero el fracaso de sus insurrecciones y la imposibilidad de conseguir  por la vía parlamentaria y política los objetivos populares condujeron a que la mayoría de estos sectores se inclinasen hacia posiciones más radicales y apolíticas (internacionalismo).


La apertura de fronteras y el reconocimiento del derecho de asociación y de libertad de imprenta. La expansión de las ideas vinculadas a la Primera Internacional abríó una nueva etapa y condujo a la organización del proletariado.

LAS FUERZAS POLÍTICAS: EL AUGE DEL REPUBLICANO

3.1El nuevo panorama político

El panorama político estuvo dominado por cuatro tendencias. En la derecha se situaban los carlistas que aceptarían el juego parlamentario, el catolicismo y la monarquía tradicional. También se situaban los moderados que se mantuvieron mayoritariamente fieles a Isabel II.

En el centro se hallaban la conjunción monárquico-democrática que agrupaban a diputados unionistas y a monárquicos democráticos. Defendían una forma de gobierno monárquica, estos grupos contaban con el apoyo de la burguésía financiera e industrial

A la izquierda se situaba el Partido Republicano Federal surgido de una escisión del Partido Demócrata. Defendían la forma republicana de gobierno. Pero en estos republicanos existían dos tendencias: los benévolos y los intransigentes. Los primeros (benévolos) controlaban la dirección del partido y eran partidarios del respeto a la legalidad, motivo por el cual no defendían las insurrecciones armadas. Los segundos (intransigentes) apoyaban la insurrección popular como método para proclamar la república federal.

Por último, un sector de los republicanos era conocidos como unitarios porque diferían en la forma de organización del Estado republicano.
Defendían una república unitaria.


3.2 El republicanismo federal

El republicanismo federal contaba con el apoyo de la pequeña burguésía, de las clases populares urbanas y de parte del movimiento obrero y campesino. Se convirtió entonces en la posición política que parecía preocuparse más por la mejora de las condiciones de las clases trabajadoras. De este modo, republicanismo y cambio social fueron realidades estrechamente asociadas en el Sexenio.

SE plantearon reivindicaciones de carácter social más avanzadas que en el resto de revueltas liberales anteriores. No se trataba únicamente de conseguir la participación política, sino de solucionar problemas. Los primeros levantamientos se produjeron en Cádiz.

Los republicanos federales de casi toda España establecieron una serie de pactos para provocar levantamientos, y al mes siguiente constituyeron en Madrid un Consejo Federal provisional.

Prim tuvo que recurrir al ejército para contener estos levantamientos.

EL REINADO DE AMADEO DE Saboyá (1871-1873)

4.1 Un monarca para un régimen democrático

Consiguió imponerse la candidatura de Amadeo de Saboyá, un hombre con una concepción democrática de la monarquía. Fue elegido rey de España por las Cortes, tres días antes habían asesinado a Prim. El nuevo monarca se quedo sin su valedor y consejero más fiel. Amadeo de Saboyá fue proclamado rey y tras tomarle juramento, las Cortes constituyentes se disolvieron para iniciar una nueva etapa de monarquía democrática.

4.2 Las dificultades de la nueva dinastía

Pero la nueva dinastía contaba con escasos apoyos. Satisfacía a progresistas y unionistas, contaron con la oposición de la aristocracia, el claro y las camarillas cortesanas de la época de Isabel II y redujo el boato de la Corte. Tampoco obtuvo el favor popular, por causa quizá del arraigo del republicanismo, contrario a la monarquía de cualquier signo.


Los dos años del reinado de Amadeo de Saboyá se vieron marcados por dificultades constantes. Se produjo una lucha permanente entre los grupos políticos, así como la revitalización del conflicto carlista, de la guerra en Cuba y de las insurrecciones republicanas.

4.3- Una permanente inestabilidad

Amadeo I contó desde el principio con la oposición de los moderados y continuaban fieles a los borbones. Empezaron a organizar la restauración en Alfonso, hijo de la reina. Canovas del Castillo fue captando a muchos unionistas y progresistas, y les convencíó de que la monarquía borbónica era una garantía de orden y estabilidad frente al excesivo liberalismo de la monarquía de Amadeo I. Contó con los apoyos de la Iglesia y también con los moderados de la elite del dinero.

Los carlistas, beneficiados por el clima de libertad que introdujo la “Gloriosa”, se habían reorganizado como fuerza política. La llegada de Amadeo de Saboyá dio argumentos para volver a intentar métodos de insurrección armada, se sublevaron animados por las posibles expectativas de sentar en el trono a su candidato Carlos VII.

Amadeo I tampoco contaba con el respaldo de los sectores republicanos ni de los grupos populares. Se produjeron nuevas insurrecciones en las que se combinaba la acción de los republicanos con la influencia de las ideas internacionalistas.

Se inicio un conflicto en las isla de Cuba, uno de los últimos territorios coloniales españoles. Contó con el apoyo popular al prometer el fin de la esclavitud.

La crisis final del reinado de Amadeo de Saboyá fue el resultado de la desintegración de la coalición gubernamental. Finalmente, privado de todo apoyo Amadeo presento su renuncia al trono y abandonó España dejando una impresión de país ingobernable y contrario a una monarquía democrática.

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