Introducción: El Contexto del Desastre de 1898
El Desastre de 98 se debió a la confluencia de tres componentes principales: una larga guerra colonial, la intervención de Estados Unidos (interesado en el control del Caribe) y la inhibición de las potencias europeas ante los acontecimientos.
Tras la pérdida de la América continental, los restos del imperio colonial español consistían en:
- Dos grandes islas en el Caribe: Cuba y Puerto Rico.
- Las islas Filipinas.
- Un conjunto de islotes y pequeños archipiélagos en el Pacífico.
La Importancia Estratégica y Económica de Cuba
Cuba y Puerto Rico, situadas cerca de EE. UU., basaban su vida económica en la agricultura de exportación, siendo el azúcar de caña y el tabaco sus principales productos. Desde el siglo XVIII, Cuba experimentó una profunda transformación económica: casi la mitad de sus exportaciones se dirigían a EE. UU., llegando posteriormente cerca del 90% de la exportación total a orientarse hacia el mercado estadounidense.
España conseguía equilibrar su balanza de pagos gracias a Cuba, de la que recibía azúcar y tabaco, y a la que enviaba algodón.
La dependencia de España se mantuvo únicamente por el papel que cumplía como metrópolis, asegurando el control con sus tropas y su administración. No obstante, la abolición de la esclavitud fue tardía y nunca se llevó a cabo el proyecto de dotar de autonomía a la isla. Se intentó convertir a Cuba en una provincia más de España mediante el envío de en torno a 700.000 emigrantes, principalmente gallegos.
La presión diplomática de EE. UU. sobre la isla se fue incrementando; en 1892 obtuvo un arancel favorable para sus productos y, posteriormente, financió a los independentistas con la intención de provocar un conflicto entre España y Cuba.
El Caso de Filipinas
En cuanto a las Filipinas, la población española era escasa. La única forma en que esta soberanía pudo durar tres siglos fue gracias a la fuerza militar y a la presencia de varias órdenes religiosas en las islas.
El Auge de la Insurrección y el Movimiento Independentista
Los Primeros Levantamientos en Cuba y Puerto Rico
En 1868 comenzaron en Cuba los movimientos autonomistas con el «Grito de Yara», una sublevación dirigida por Manuel de Céspedes. La Guerra de los Diez Años duró hasta que se concedieron a Cuba ciertas formas de autogobierno.
Surgió entonces el Partido Liberal Cubano, que aspiraba a lograr la autonomía. Frente a él, otro sector se opuso a todo tipo de reformas. En Puerto Rico se produjo un proceso similar, incluyendo la llamada Guerra Chiquita (1879) e insurrecciones en 1883 y 1885.
Durante la década de los años 90, las aspiraciones autonomistas se frustraron debido a la reacción de la oligarquía azucarera y los Círculos Ultramarinos. El proceso de autonomía impulsado por Antonio Maura llegó demasiado tarde; su Plan de Reformas Coloniales de 1893 chocó con la oposición de su propio partido en las Cortes, ya que para la mayoría de los políticos, la autonomía era sinónimo de independencia. Esta situación provocó un aumento en el número de independentistas.
Líderes y Partidos Independentistas
En 1892, José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano, abiertamente partidario de la independencia. En Filipinas, José Rizal fundó la Liga Filipina.
La guerra estalló de nuevo en Cuba en febrero de 1895 con el «Grito de Baire». A continuación, se proclamó el Manifiesto de Montecristi, redactado por José Martí y Máximo Gómez, líderes del Partido Revolucionario Cubano, el cual contó con el apoyo norteamericano.
La Respuesta Militar Española
El éxito de la insurrección cubana durante 1895 provocó el relevo de Sagasta por Cánovas del Castillo, quien envió a la isla al general Martínez Campos cuando la sublevación amenazaba la capital.
En 1896, Martínez Campos fue sustituido por el general Valeriano Weyler, experto conocedor de la isla y de la lucha antiguerrillera.
A partir de ese momento, EE. UU., que inicialmente había estimulado a España a devolver la tranquilidad a la isla mediante la concesión de autonomía política y económica, cambió su actitud mediadora. España buscó garantías en la Triple Alianza y Gran Bretaña. La primera fracasó, y Gran Bretaña solo estaba dispuesta a prestar servicio si se juzgaba que la autonomía podía contribuir a la pacificación de la isla.
En 1897, EE. UU. comenzó a ayudar abiertamente a los insurgentes. El asesinato de Cánovas en agosto de 1897 significó un cambio crucial en la política referente a Cuba:
- Weyler fue sustituido por el general Ramón Blanco.
- En noviembre, se concedió una amplia amnistía y un régimen de autonomía política.
Sin embargo, las reformas llegaban tarde. Las sublevaciones no solo se desarrollaron en Cuba; en Filipinas ocurría exactamente lo mismo. En 1896, la insurrección filipina comenzó con el programa de Rizal. El general Camilo Polavieja capturó y ejecutó a Rizal, pero Emilio Aguinaldo mantuvo la insurrección.
En ambos casos, se trataba de movimientos nacionalistas frente a una metrópolis que, lejos de optar por conceder administraciones autónomas, se decantó por la represión.
El Desastre de 1898 y la Intervención Estadounidense
La verdadera pretensión de los Estados Unidos era anexionarse Cuba, y la guerra fue la alternativa que eligieron después de los frustrados intentos de compra a España. Los intereses económicos y geoestratégicos de EE. UU. en el Caribe fueron el motor final del conflicto que culminó con la pérdida de las últimas colonias españolas.
