Las Causas del Imperialismo
La Europa Dominante
El avance de la industrialización a lo largo del siglo XIX, y muy especialmente el enorme desarrollo tecnológico de Europa, propiciado por la Segunda Revolución Industrial, significó la fragmentación del mundo en dos grandes polos: los países industrializados y los no industrializados. En los inicios del siglo XX, los primeros se impusieron sobre los segundos, que quedaron bajo la dependencia directa o indirecta de Europa. Entre 1873 y 1890 se desarrolló en la Europa industrializada una crisis económica, que tuvo su origen en una crisis agrícola. Este descenso no estuvo acompañado, al principio, de una disminución de la producción. En poco tiempo se inició una crisis de sobreproducción en todos los sectores. Las reservas de productos se acumularon; los precios bajaron aún más, disminuyeron los beneficios, aumentó la competencia y muchas industrias cerraron. El mundo industrial salió de la crisis renovando sus estructuras productivas mediante la innovación técnica y la remodelación empresarial, y ampliando enormemente sus mercados.
Las Causas Económicas del Imperialismo
Las explicaciones económicas vinculan la expansión del imperialismo contemporáneo a las necesidades de la industria de los países desarrollados. Buscaron nuevos espacios económicos con los siguientes objetivos:
- Establecer mercados donde exportar su producción industrial.
- Conseguir materias primas y energéticas en abundancia y a bajo coste.
- Utilizar mano de obra no cualificada y con bajos salarios, para reducir los costes de extracción de las materias primas.
También se ha puesto énfasis en la idea de que la expansión del capitalismo necesitaba buscar nuevos territorios donde invertir el capital. Los capitalistas buscaron otros lugares donde sus inversiones fueran más rentables, encontrándolos donde había materias primas abundantes, mano de obra barata y una escasa competencia porque las leyes coloniales establecían un régimen de monopolio. Las inversiones exteriores de las economías desarrolladas se orientaron hacia otros países industrializados o en proceso de rápida industrialización, como Estados Unidos. Las investigaciones más recientes no otorgan una especial preeminencia de la expansión imperialista a las causas económicas. Se ha comprobado que los costes para mantener la administración y el ejército colonial no justificaban los beneficios obtenidos. Se destaca que el imperialismo no benefició por igual al conjunto de la población británica.
Los Factores Políticos y Demográficos del Imperialismo
La expansión de las potencias industriales estuvo también provocada por el deseo de aumentar su poder político a escala internacional mediante la hegemonía colonial. Los dirigentes políticos europeos consideraron las colonias como un factor estratégico para incrementar su poder militar en todos los rincones del mundo. El enorme crecimiento natural que conoció la población de Europa en ese período, la llamada explosión blanca, generó un importante flujo migratorio, y la posibilidad de contar con territorios coloniales donde establecer a esa población contribuyó a desarrollar las políticas de expansión imperialista. Buena parte de la opinión pública de las metrópolis era favorable a la expansión exterior como una forma de conquistar nuevos territorios como lugar de asentamiento.
Las Causas Ideológicas del Imperialismo
Se constituyeron sociedades científicas que organizaron expediciones geográficas y antropológicas para adentrarse en África y Asia, como las llevadas a cabo por periodistas, misioneros o aventureros. Las causas profundas del imperialismo son incomprensibles sin buscar su razón de ser en las concepciones racistas que defendían la superioridad de la raza blanca. Esta concepción racista vino acompañada de la exaltación nacionalista de los grandes estados coloniales, que afirmaban su superioridad y proclamaban su deber de difundir la cultura, la religión y la civilización europeas por todo el mundo. Destacó la actividad misionera de las iglesias cristianas anglicana, católica y protestante, que justificaban su intervención por la necesidad de evangelizar a los pueblos considerados como primitivos.
El Reparto del Mundo
Del Colonialismo al Imperialismo
En primer lugar, los viejos imperios estaban ubicados principalmente en el continente americano; en cambio, en la nueva etapa, la ocupación se realiza sobre todo en África, Asia y en el Pacífico. En segundo lugar, mientras las antiguas colonias habían sido fundamentalmente de asentamiento y los emigrantes habían creado sociedades similares a las europeas, las nuevas serán, sobre todo, territorios de ocupación, donde una pequeña minoría de europeos ejercerá el control político y económico. La media del expansionismo imperialista fue de 560.000 Km² al año. El imperio del siglo XIX presentó un carácter belicoso, con frecuentes guerras, ya que la expansión colonial se había convertido en un objetivo fundamental de la economía y la política de los países industrializados.
El Desmembramiento de África
A principios del siglo XIX, los europeos solo disponían en África de factorías costeras o de pequeñas colonias. En la segunda mitad del siglo, exploradores y misioneros recorrieron África y se internaron por las cuencas de los ríos Níger y Nilo, y por las tierras de África central: Sahara, Sudán y los ríos Congo y Zambeze. El proyecto británico trató de conectar el norte con el sur de África mediante el ferrocarril, con el objetivo de dominar la fachada oriental del continente y controlar el océano Índico. El proyecto francés pretendía ejercer el dominio de una franja que se extendía en sentido este-oeste. A la rivalidad entre Francia y Gran Bretaña se añadió la acción del rey de Bélgica, Leopoldo II, que encargó la exploración de la zona del Congo. Los comerciantes alemanes se instalaron en África central y esa área se convirtió en una zona de conflicto entre las potencias europeas. Ante esta situación, en 1885, el canciller alemán Bismarck convocó una Conferencia Internacional en Berlín, a la que asistieron 14 países europeos. En los años posteriores, otros estados europeos penetraron en África. A los imperios francés e inglés se añadieron los intereses alemanes establecidos en el África negra, y los portugueses, que se consolidaron en Angola, Mozambique y Guinea-Bissau. Italia y España pugnaron por conseguir pequeños territorios. El primer conflicto fue la Guerra de los Bóers que se desarrolló en dos fases. Al cabo de varios años de guerra, los territorios bóers fueron anexionados al Imperio británico. Un segundo conflicto enfrentó a Francia y Gran Bretaña y se desarrolló en 1898 en un territorio llamado Fachoda.
La Ocupación de Asia
En el siglo XIX se produjo también la penetración europea de Asia y, a diferencia de lo que ocurrió en África, intervinieron no solo las grandes potencias coloniales tradicionales, sino también otras nuevas, como Rusia, Estados Unidos y Japón. La colonización británica se concentró en la zona de la India, donde desde el siglo XVIII la Compañía Inglesa de las Indias poseía los puertos de Madrás, Calcuta y Bombay. Las reformas administrativas, económicas, sociales y militares hicieron de esa colonia la más clara muestra del esplendor del poder británico, y la reina Victoria fue proclamada emperatriz de la India. La expansión francesa tuvo su centro en Indochina, lo que dio origen a una serie de conflictos en Asia suroriental. Francia creó la Unión Indochina, a la que, en 1893, se unió el reino de Laos. Gran Bretaña estaba presente en la zona, y después de ocupar Birmania, impuso dominio sobre los Estados Malayos y Singapur. En el siglo XIX, el Imperio ruso continuó su expansión hacia Siberia, iniciada ya en el siglo XVII, y hacia el sur. Se produjo la Guerra Ruso-Japonesa, que enfrentó a las dos grandes potencias imperialistas asiáticas. Caso aparte es el control de China, que no fue ocupada por ningún país, aunque los europeos consiguieron, a principios del siglo XIX, establecer algunos enclaves comerciales. El conflicto desembocó en las Guerras del Opio gracias a las cuales el gobierno británico consiguió el enclave de Hong Kong y la apertura de 12 puertos al comercio internacional, lo que evidenció la debilidad del Imperio chino ante Occidente. Este expolio originó reacciones nacionalistas, como las de los reformadores radicales del Levantamiento de los Cien Días. En Oceanía, los británicos poseían los dos territorios más importantes, Australia y Nueva Zelanda. Los holandeses habían establecido una importante colonia en Indonesia.
La Organización de los Imperios Coloniales
La Administración Colonial
Tipos de colonias fueron:
- Las colonias de explotación tenían escasa población emigrada de la metrópoli, y se centraban en la explotación sistemática de sus recursos.
- Las colonias de poblamiento contaban con un fuerte contingente de población europea emigrada que gozaba de los mismos derechos y privilegios que los metropolitanos y se imponía a la población indígena.
El Imperio británico fue el que implantó un modelo de organización administrativa que, con modalidades y formas diversas, se generalizó al resto de los imperios coloniales. Se dividieron en:
- Las colonias propiamente dichas, que no tenían gobierno propio y dependían directamente de la administración metropolitana, que ejercía una verdadera política de ocupación. Estos territorios eran también los que estaban sometidos de una forma más absoluta a los intereses económicos de la metrópoli.
- Los protectorados, en los que teóricamente subsistía y actuaba un gobierno indígena que era respetado formalmente por la administración metropolitana. Esta fórmula se implantó en aquellas colonias que con anterioridad habían sido Estados estructurados y con relaciones internacionales, como era el caso de Egipto.
- Los dominios, territorios con escasa población indígena, en los que la minoría blanca dispuso de un gobierno y de un sistema parlamentario propio.
- Los mandatos, que nacieron después de la Primera Guerra Mundial para administrar los territorios dependientes de las potencias perdedoras en la contienda.
El Dominio de los Pueblos Colonizados
Desde el punto de vista económico, salvo para los grupos privilegiados que colaboraban con los colonizadores, la situación empeoró para la mayoría de la población. En esas tierras, se abandonaron los cultivos tradicionales, que aseguraban la subsistencia familiar, y se potenciaron las plantaciones, implantando un monocultivo extensivo, que respondía a las necesidades de las metrópolis. En el orden demográfico, la introducción de nuevas vacunas, de medidas higiénicas y la construcción de hospitales permitieron reducir la mortalidad y aumentar la población. El aumento de habitantes rompió el equilibrio población-recursos y empezaron a producirse problemas de abastecimiento de alimentos que dieron lugar a una situación de subalimentación crónica. La estructura social también cambió. Igualmente, unidades étnicas fueron divididas o unidas de manera artificial y, de esta forma, se rompieron etnias y se forzó la convivencia de grupos enfrentados. En el ámbito cultural, las costumbres autóctonas, de tradición oral y sin elaboraciones teóricas, no ofrecieron resistencia al impacto de la cultura occidental, que les hizo perder una buena parte de su identidad y perturbó sus creencias y tradiciones.
Las Causas de la Gran Guerra
La Formación de las Alianzas Internacionales
La mayoría de los países europeos formaban parte del complejo sistema de alianzas entre Estados que se venía fraguando desde finales del siglo XIX. Entre 1870 y 1890, Bismarck promovió unos sistemas de alianzas internacionales que obedecían a la búsqueda del predominio alemán en la política continental europea, la creación de un bloque de potencias con centro en el Imperio alemán y la contención de los enemigos de Alemania. Con estos objetivos, el canciller Bismarck primero negoció la Liga de los Tres Emperadores. Seguidamente, en 1879, Alemania y Austria firmaron la Doble Alianza, que comportó también la ratificación de un acuerdo alemán con Rusia, mantenido en secreto. En el año 1882, se firmó la Triple Alianza entre Alemania, Austria-Hungría e Italia, que fue uno de los ejes de la política internacional hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial, en 1914. Se llegó a un acuerdo francorruso en 1892, en el que se establecían las cláusulas de una ayuda mutua en caso de amenaza militar alemana o austriaca. Gran Bretaña y Francia superaron sus rivalidades coloniales y llegaron a un acuerdo, en abril de 1904, que se llamó Entente Cordial. Como consecuencia de estos nuevos acuerdos, la vieja idea de Bismarck de aislar a Francia quedaba desbaratada, mientras Gran Bretaña concertaba alianzas con los mayores enemigos de Alemania: Francia y Rusia. Frente a la vieja Triple Alianza entre Alemania, Italia… surgió en 1907.
Los Enfrentamientos Coloniales: Causa Inmediata de la Guerra
La Conferencia de Berlín de 1885 había intentado establecer medidas de acuerdo y arbitraje entre los imperios, pero cuando aparecieron nuevos países en la escena, al iniciarse el siglo XX, los conflictos volvieron a desencadenarse. Las hostilidades entre imperialismos rivales tuvieron entonces como escenario el norte de África. La Primera Crisis Marroquí tuvo lugar en 1905. El mismo Káiser Guillermo II llegó a desembarcar en Tánger, en medio de una multitud que le aclamaba, para mostrar su apoyo al sultán. Con el fin de resolver el conflicto, se convocó la Conferencia de Algeciras, que frustró las aspiraciones alemanas al establecer un protectorado franco-español sobre Marruecos. Alemania no se resignó a ser excluida y, en 1911, protagonizó una Segunda Crisis Marroquí. Con motivo de una insurrección en el sur de Marruecos, el gobierno de Berlín envió barcos de guerra al puerto de Agadir.
Las Crisis Balcánicas: Causa Inmediata de la Guerra
El Imperio austrohúngaro y el Imperio ruso buscaban acrecentar su influencia en la región aprovechándose de la debilidad del Imperio turco. El primero se oponía a la voluntad serbia de unificar a todos los eslavos del sur, puesto que significaba perder territorios de su imperio, mientras que el segundo aspiraba a aumentar su papel internacional convirtiéndose en protector de los eslavos, especialmente los de su aliada Serbia. El primer foco de tensión se inició en 1908, con la excusa de reducir la agitación eslava, Austria-Hungría se anexionó Bosnia-Herzegovina, un territorio que administraba desde 1878. Las Guerras Balcánicas:
- La Primera Guerra Balcánica estalló en 1912. Para no perder su papel protagonista en la zona, el Imperio ruso apoyó la creación de una Liga Balcánica, que agrupaba a Serbia, Bulgaria, Grecia, etc.
- En 1913, una Segunda Guerra Balcánica enfrentó a los serbios, que contaban con el apoyo de otros Estados de la zona, con los búlgaros. La Paz de Bucarest confirmó a Bulgaria como la gran perdedora.
La Rivalidad entre las Grandes Potencias: Causa Profunda; a Largo Plazo
La rivalidad franco-alemana se reavivó con la crisis marroquí, y la presión alemana fue vista como un amenazador presagio del expansionismo germano y atizó el nacionalismo en Francia. El recelo inglés ante la potencia económica alemana acercaba las posiciones de Londres y París, y en 1912 se reforzó la alianza franco-británica.
El Desarrollo del Conflicto
Guerra de Movimientos y Guerra de Trincheras
Pero la necesidad de mantener la guerra en dos frentes les obligaba a obtener una victoria rápida. En caso de conflicto largo, los franceses y británicos podrían utilizar el bloqueo naval para aislarlos y lograrían movilizar a las fuerzas coloniales dispersas en sus amplios imperios ultramarinos. El plan alemán preveía un ataque rápido contra Francia, entrando por Bélgica y Luxemburgo. Del 6 al 13 de septiembre, los ejércitos franceses, reorganizados por el mariscal Joffre, consiguieron parar el avance de los alemanes en la Batalla del Marne. Los franceses, con la ayuda de todos sus aliados, consiguieron estabilizar sus posiciones defensivas, y el frente quedó inmovilizado desde la frontera suiza hasta el Mar del Norte. La Guerra de Trincheras, también llamada de posiciones, fue dura y larga, y llegó a convertirse en el símbolo de la Primera Guerra Mundial. En el frente occidental el conflicto alcanzó su punto álgido en 1916, en la Batalla de Verdún, iniciada por los alemanes con el objetivo de romper el frente aliado. Los aliados intentaron una ofensiva en el Somme, pero no tuvieron éxito. Una nueva ofensiva austro-alemana reconquistó, durante el verano de 1915, los territorios de Galitzia, ocupados el año anterior por los rusos, y conquistó la Polonia rusa y Lituania.
El Estallido del Conflicto
El 28 de junio fue asesinado en Sarajevo, capital de Bosnia, el heredero de la corona austriaca, el archiduque Francisco Fernando, junto a su mujer. El atentado fue realizado por un estudiante bosnio relacionado con los grupos nacionalistas serbios. Se puso en marcha el juego de alianzas entre potencias, y en una semana toda Europa entró en guerra. Alemania, aliada de Austria, declaró la guerra a Rusia y a Francia. La invasión de los ejércitos alemanes sobre la neutral Bélgica hizo que Gran Bretaña interviniera en el conflicto al lado de sus aliados rusos y franceses, y declarara la guerra a Austria y Alemania. El estallido de la guerra fue acogido con más estupor que entusiasmo por la mayoría de la población. Pero la rapidez con que se desencadenó el conflicto y la convicción, en cada país, de que los responsables eran los adversarios alentó a la movilización de los ciudadanos para acudir a los frentes de la guerra y estimuló la unión de todas las fuerzas políticas en las denominadas Uniones Sagradas.
La Mundialización del Conflicto
En mayo de 1915, la intervención de Italia al lado de los aliados abrió un nuevo frente para Austria-Hungría, que conseguiría, después de dos años de duros combates, una importante victoria en Caporetto en noviembre de 1917. La entrada del Imperio otomano y de Bulgaria trasladó el conflicto a los Balcanes. La participación de los territorios coloniales fue tomando importancia. Tropas coloniales y de voluntarios participaron en los combates al lado de cada bando. La movilización de los imperios coloniales entrañó la extensión del conflicto a otros continentes más allá de Europa: Oriente Próximo y Extremo Oriente. En 1915, el paquebote británico Lusitania, que transportaba ciudadanos estadounidenses, fue hundido por un submarino alemán. La guerra submarina y el ataque a barcos estadounidenses fueron un hecho decisivo para el curso y el desenlace de la contienda. En abril de 1917, el presidente Wilson anunció la entrada de Estados Unidos en el conflicto junto a los aliados, declarando la guerra a los Imperios Centrales.
Un Nuevo Tipo de Guerra
En primer lugar, el avance de los ejércitos en 1914, tanto en Bélgica y en el nordeste de Francia, como en Prusia, Rusia y Serbia, provocó el éxodo de millones de civiles ante el pavor al saqueo, la destrucción o las represalias, y dio origen a uno de los primeros grandes movimientos de refugiados motivado por un conflicto bélico en el mundo contemporáneo. La utilización por primera vez de la propaganda permitió movilizar a la opinión pública de cada bando, usando la exaltación de la patria y el odio al enemigo como forma de comprometer a toda la población en el conflicto. Desde el punto de vista económico, los gobiernos instauraron verdaderas economías de guerra, con una fuerte intervención del Estado. La guerra había que pagarla, y los gobiernos aliados pidieron préstamos, especialmente a Estados Unidos, la potencia más rica en aquellos años.
De la Crisis de 1917 al Fin de la Guerra
La guerra parecía interminable; la vida en el frente, insoportable para los combatientes; el hambre y la miseria se adueñaban de la retaguardia y el entusiasmo patriótico de los primeros momentos del conflicto fue desapareciendo. El nuevo gobierno soviético pidió un armisticio, abandonó la contienda y firmó, en marzo de 1918, el Tratado de Brest-Litovsk con los Imperios Centrales. En el frente de los Balcanes, entre septiembre y octubre de 1918, británicos, franceses e italianos derrotaron, respectivamente, a turcos, búlgaros y austriacos. El 3 de noviembre, el Imperio austriaco se rindió y su emperador abdicó. En el frente oeste, los alemanes aprovecharon la retirada rusa para iniciar una serie de ofensivas. Pero los aliados reorganizaron sus ejércitos bajo un mando único y, fortalecidos por la ayuda estadounidense, obtuvieron una decisiva victoria en la zona del Marne, que forzó la retirada del ejército Alemán.
La Paz de los Vencedores
Los Tratados de Paz
El presidente estadounidense, Wilson, quería imponer una paz fundada en el derecho y el respeto a las nacionalidades, libertad de comercio y desarme, destrucción de los imperios y consolidación de la democracia. El más importante de los tratados fue el de Versalles, en el que se estipulaba la suerte de Alemania. Este acuerdo se elaboró partiendo de la base de que Alemania era responsable del conflicto y, por tanto, no fue resultado de unas negociaciones, sino de una imposición. Se impuso a Alemania el pago de fuertes reparaciones de guerra para compensar las destrucciones en los países vencedores. Se le obligó a abolir el servicio militar y a restringir los efectivos de su ejército a solo 100.000 hombres. En ese sentido, se prohibía también la unión de Alemania con Austria y los aliados pasaron a ocupar la orilla izquierda del Rin durante 15 años, en lo que después sería territorio desmilitarizado. Por el Tratado de Saint-Germain, Austria perdía todos los territorios eslavos y se convertía en república. Por el Tratado de Trianon, Hungría perdía la salida al mar y una parte de sus antiguos territorios eran cedidos a la nueva Checoslovaquia, a Yugoslavia y a Rumanía. Por el Tratado de Neuilly, Bulgaria cedía parte de sus territorios a Grecia. El Tratado de Sèvres imponía al Imperio turco la cesión de territorios a árabes y griegos.
La Sociedad de Naciones
Por el Tratado de Versalles se crearon las bases de una nueva organización, la Sociedad de Naciones, que había de garantizar la paz en el futuro y fomentar la colaboración y la cooperación internacionales. La Asamblea General, de la cual formaban parte todos los Estados miembros, y un consejo integrado por las potencias ganadoras de la guerra y por cuatro miembros más elegidos periódicamente por la Asamblea. Su ausencia, así como la de los propios vencidos o la de Rusia, aislada del resto de países tras la Revolución Bolchevique, convirtió la Sociedad de Naciones en una organización de vencedores de la guerra sin medios ni fuerza moral para imponer sus decisiones.
Una Paz Inestable
El ejemplo de la Revolución rusa había generado grandes expectativas y un clima revolucionario recorrió la Europa de la posguerra. En 1919 se produjo la insurrección de los espartaquistas alemanes, dirigidos por Rosa Luxemburgo. Ese clima de crispación, unido a la humillación, la presión y la asfixia económica a la que fueron sometidos los vencidos, contribuyó, entre otros factores, al ascenso de los fascismos. La remodelación territorial que implicaron los tratados de paz no dio solución a los innumerables problemas nacionales de gran parte de los pueblos que integraban los antiguos imperios ya desaparecidos.
Las Consecuencias de la Guerra
Los Efectos Demográficos y Económicos
Las pérdidas de vidas humanas como resultado de la guerra fueron muy elevadas: murieron casi ocho millones de personas, en especial alemanes, franceses y rusos. Hay que añadir seis millones de inválidos y un elevado número de mutilados y heridos. La elevada mortandad afectó especialmente a los hombres movilizados entre los 20 y los 40 años, lo que comportó una disminución de la natalidad a lo largo de diversas generaciones, que se han llamado generaciones vacías. Francia perdió el 30% de su riqueza y Alemania el 22%, mientras que el potencial industrial general europeo se reducía en un 40%, y el agrícola en un 30%. Fue Estados Unidos el gran beneficiario de la guerra: la economía americana se convirtió en líder de las finanzas mundiales. La flota de Estados Unidos sustituyó a la de Gran Bretaña como redistribuidora del comercio mundial, mientras el dólar sustituía a la libra esterlina como moneda base en las transacciones internacionales. La guerra benefició también a Japón, que aumentó de forma considerable su producción al hacer frente a los pedidos europeos, sobre todo de armamento. Gracias al desarrollo de su flota, Japón pudo poner en marcha una expansión comercial y marítima en el área del Pacífico, el sudeste asiático y China, rivalizando con los intereses occidentales en la zona.
Consecuencias Políticas y Territoriales
Se produjo, en primer lugar, un desmembramiento de los grandes imperios, con la aparición de Nuevos Estados: Polonia, Finlandia, Estonia, Letonia, etc. Además de los cambios territoriales, se produjeron también importantes transformaciones políticas. La democracia fue ganando terreno: Alemania y Austria, así como algunos de los nuevos estados proclamaron repúblicas constitucionales y democráticas. El sufragio universal masculino se implantó en casi toda Europa, pero lo más relevante fue el reconocimiento del voto femenino en un buen número de países.
Los Cambios Sociales: Consecuencias de la Guerra
Surgieron familias de nuevos ricos que se habían beneficiado de los negocios de la guerra, y que al acabar el conflicto hacían ostentación de su poder económico ante la población necesitada. La hegemonía colonial europea empezó a ser contestada. Las manifestaciones nacionalistas se extendieron por las colonias y abrieron el camino a nuevas relaciones entre colonizados y colonizadores. La guerra otorgó a las mujeres un nuevo papel en la sociedad. Constituían el 35% del personal industrial de Alemania y de Gran Bretaña. La emancipación femenina se convirtió en una de las grandes cuestiones del mundo entreguerras.