La Lucha Contra la Crisis en Estados Unidos: El New Deal
La respuesta en Estados Unidos ante la Gran Depresión vino de la mano del nuevo presidente Franklin D. Roosevelt, elegido en 1932, quien propuso el New Deal (Nuevo Acuerdo). Este programa consistía en diversas medidas:
- Ámbito económico:
- Creación de empresas públicas.
- Destrucción de los stocks (excedentes) agrícolas para regular los precios.
- Establecimiento de un mayor control sobre los bancos.
- Ámbito social:
- Lucha contra el paro mediante la implementación de ambiciosos programas de obras públicas.
- Aumento de salarios.
- Reducción de la jornada laboral.
El Fascismo Italiano: Orígenes, Ascenso y Dictadura
Italia en la Posguerra: Un Caldo de Cultivo para el Extremismo
El final de la Primera Guerra Mundial dejó en Italia importantes secuelas: la pérdida de aproximadamente 700.000 vidas, una elevada inflación, un alto índice de paro y un notable descenso de los salarios. En el plano político, los acuerdos de paz generaron una profunda insatisfacción, ya que no se reconocieron todos los territorios que Italia reivindicaba (la llamada «victoria mutilada»). A esto se sumó una marcada inestabilidad política, con numerosos gobiernos sucediéndose entre 1919 y 1922. Todos estos elementos tuvieron un reflejo directo en la sociedad: el ambiente en la Italia de la posguerra estaba cargado de tensión, marcado por huelgas frecuentes, la agitación de movimientos revolucionarios de izquierda y la reacción de fuerzas contrarrevolucionarias.
El Ascenso del Fascismo y la Figura de Benito Mussolini
En este convulso contexto de la Italia de posguerra, Benito Mussolini creó en 1919 los Fasci Italiani di Combattimento (Fasces Italianas de Combate). Estos eran grupos paramilitares de carácter ultranacionalista, antiliberal y antisocialista, que empleaban la violencia para frenar las manifestaciones y los movimientos obreros. Dos años más tarde, en 1921, Mussolini transformó este movimiento en el Partido Nacional Fascista (PNF). El nuevo partido presentaba un programa que combinaba propuestas populistas con la defensa del orden y la propiedad, logrando así atraer el apoyo de sectores de la burguesía, grandes propietarios agrícolas e industriales, la Iglesia Católica y, finalmente, la monarquía.
Pese a este programa, el PNF solo obtuvo 22 diputados en las elecciones de 1922. La llegada al poder de Mussolini no se debió tanto a un triunfo electoral arrollador, sino a la profunda inestabilidad política y social que atravesaba Italia y a su hábil uso de la fuerza. En octubre de 1922, Mussolini planificó y ejecutó la Marcha sobre Roma: una masiva concentración de miles de «camisas negras» fascistas en la capital, con el objetivo de presionar al gobierno y abortar una huelga general convocada por partidos y sindicatos de izquierda. Ante la demostración de fuerza y temiendo una guerra civil, el rey Víctor Manuel III cedió a las presiones de los fascistas y de influyentes sectores conservadores, nombrando a Mussolini jefe del gobierno el 30 de octubre de 1922.
La Implantación de la Dictadura Fascista
Una vez en el poder, Mussolini procedió a transformar gradualmente Italia, que formalmente seguía siendo una monarquía parlamentaria, en un régimen dictatorial de partido único. Para ello, se valió tanto de la violencia ejercida por los escuadristas fascistas (los antiguos Fasci di Combattimento) como del control progresivo del aparato estatal. A partir de 1924-1925, especialmente tras la crisis generada por el asesinato del diputado socialista Giacomo Matteotti, Mussolini aceleró la construcción de un nuevo sistema político y social, apoyado por las élites económicas tradicionales. Las características fundamentales de este sistema, conocido como fascismo, fueron:
- Totalitarismo y exaltación del Estado: El Estado se situaba por encima del individuo, que perdía sus derechos y libertades fundamentales en favor de la omnipotencia estatal. El lema era «Todo en el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado».
- Nacionalismo exacerbado y expansionista: Se promovía un nacionalismo agresivo que aspiraba a la creación de un imperio y a la conquista de nuevos territorios, con un componente de superioridad nacional y, con el tiempo, elementos racistas.
- Antiliberalismo, antidemocracia y anticomunismo: Se rechazaban frontalmente los principios del liberalismo político (separación de poderes, derechos individuales), la democracia parlamentaria (considerada débil e ineficaz) y el comunismo (visto como la principal amenaza revolucionaria).
- Culto al líder carismático (Duce): Se fomentaba la adoración a la figura del líder, Benito Mussolini (el Duce), al que se le atribuían cualidades excepcionales, se le debía obediencia ciega y se le consideraba predestinado a guiar a la nación.
- Corporativismo: Se intentó organizar la sociedad y la economía en corporaciones que agrupaban a patronos y obreros por sector productivo, subordinados al Estado, eliminando la lucha de clases y los sindicatos libres.
- Uso sistemático de la violencia y el militarismo: La violencia era un instrumento legítimo de acción política. Se exaltaba el militarismo, la disciplina y la resolución de conflictos mediante la fuerza, tanto interna como externamente, en lugar del diálogo o el compromiso.
El Nazismo en Alemania: De la República de Weimar al Tercer Reich
La República de Weimar: Inestabilidad y Desafíos (1919-1933)
Tras la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial (IGM) y la abdicación del káiser Guillermo II en noviembre de 1918, se proclamó la República de Weimar. Su Constitución, de carácter democrático, fue redactada en la ciudad de Weimar en 1919. Este nuevo sistema político nació en un período extremadamente difícil, marcado por las humillantes condiciones del Tratado de Versalles, la crisis económica de posguerra (incluida una hiperinflación devastadora) y la ocupación franco-belga de la cuenca industrial del Ruhr en 1923 como respuesta al impago de las reparaciones de guerra. La República de Weimar, un sistema democrático parlamentario, tuvo que enfrentarse constantemente a la hostilidad y los intentos de desestabilización por parte de grupos políticos extremistas, tanto de la izquierda revolucionaria (como los espartaquistas) como, y de forma creciente, de la extrema derecha nacionalista y antidemocrática.
Adolf Hitler y la Formación del Partido Nazi (NSDAP)
Adolf Hitler, un excombatiente austriaco de la IGM profundamente resentido por la derrota alemana y el Tratado de Versalles, se unió en 1919 al pequeño Partido Obrero Alemán (DAP), que pronto, en 1920, se redenominaría Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP o Partido Nazi). Hitler no tardó en convertirse en su líder indiscutible gracias a su oratoria y radicalismo.
El primer intento del NSDAP por tomar el poder fue el fallido Putsch de Múnich (o Golpe de la Cervecería) en noviembre de 1923. Este golpe de Estado fracasó, y Hitler junto con otros dirigentes nazis fueron encarcelados. Durante sus nueve meses en prisión, Hitler escribió Mein Kampf (Mi Lucha), donde expuso su ideología racista, antisemita y expansionista. Tras su liberación, reorganizó el Partido Nazi, dotándolo de una estructura más jerarquizada y eficaz. Se adoptaron símbolos distintivos como la bandera roja con la cruz gamada (esvástica) en un círculo blanco. Se fortalecieron sus secciones paramilitares: las Secciones de Asalto (SA), un grupo de choque violento, y las Schutzstaffel (SS), inicialmente su guardia personal y que luego se convertiría en una poderosa organización. Estratégicamente, Hitler combinó la violencia callejera con una participación en el juego electoral, moderando públicamente algunos aspectos de su programa para atraer a un electorado más amplio, mientras señalaba insistentemente a los que consideraba culpables de la crisis alemana: principalmente los judíos, los comunistas y los políticos demócratas de la República de Weimar.
La Llegada de los Nazis al Poder y el Establecimiento del Tercer Reich
Durante el período de relativa estabilidad económica y política de mediados de la década de 1920 (gracias, en parte, al Plan Dawes y a la distensión internacional derivada de los Acuerdos de Locarno), el Partido Nazi obtuvo resultados electorales modestos. Sin embargo, la Gran Depresión de 1929 golpeó con extrema dureza a Alemania, provocando un desempleo masivo, pobreza y una profunda crisis social y política. Este contexto de desesperación favoreció enormemente a los partidos extremistas, tanto comunistas como, especialmente, al Partido Nazi.
El ascenso electoral del NSDAP fue espectacular: en las elecciones parlamentarias de julio de 1932, se convirtió en la primera fuerza política de Alemania, aunque sin alcanzar la mayoría absoluta. Tras una serie de intrigas políticas y la incapacidad de otros líderes para formar un gobierno estable, el presidente de la República, Paul von Hindenburg, nombró a Adolf Hitler canciller de Alemania el 30 de enero de 1933, al frente de un gobierno de coalición en el que los nazis estaban inicialmente en minoría (controlando solo algunos ministerios clave).
Para consolidar su poder, Hitler convocó nuevas elecciones para marzo de 1933. La campaña electoral estuvo marcada por una atmósfera de violencia e intimidación nazi. Un acontecimiento crucial fue el incendio del edificio del Parlamento (Reichstag) el 27 de febrero de 1933, del cual los nazis culparon a los comunistas. Este incidente sirvió de pretexto para que Hindenburg firmara el Decreto para la Protección del Pueblo y del Estado, que suspendía las libertades civiles fundamentales. En las elecciones de marzo, en un clima de represión, el Partido Nazi obtuvo el 43,9% de los votos. Aunque todavía no era una mayoría absoluta, les permitió, con el apoyo de otros partidos de derecha, aprobar la Ley Habilitante en marzo de 1933, que otorgaba al gobierno de Hitler plenos poderes legislativos durante cuatro años, destruyendo de facto la democracia parlamentaria.
Finalmente, en agosto de 1934, tras la muerte del presidente Hindenburg, Hitler fusionó los cargos de canciller y presidente, autoproclamándose Führer y Canciller del Reich. Con este acto, se consolidó su poder absoluto y se dio inicio formalmente al Tercer Reich, un estado totalitario basado en la ideología nazi.