El Reinado de los Reyes Católicos: Unificación, Consolidación y Expansión de España

El concepto romano de Hispania como unidad territorial no se había perdido en la Edad Media, y los Reyes Católicos lo convirtieron en su objetivo principal, lográndolo a través del matrimonio de Isabel y Fernando, la conquista militar y los enlaces matrimoniales con Portugal.

La Unificación Territorial de España

La unificación territorial culminó la Reconquista con la rendición del reino nazarí de Granada en 1492. Por las Capitulaciones de Santa Fe se concedió a los granadinos libertad religiosa, el respeto a sus propiedades, lengua, costumbres y derecho, aunque en 1502 se proclamó el Edicto de Conversión o Expulsión para los mudéjares, quienes pasaron a ser moriscos.

La conquista de Canarias se debió a su importancia como escala hacia América y al apoyo económico de comerciantes castellanos y genoveses.

La conquista de Tánger y Melilla por Isabel I, y de Orán, Argel, Túnez y Trípoli durante la Regencia del Cardenal Cisneros, tuvo como causas el control del comercio y de la piratería berberisca, así como la lucha contra el peligro turco.

La recuperación de Cerdaña y Rosellón por parte de la Corona de Aragón la consiguió Fernando el Católico en 1495 con la devolución de dichas posesiones por parte de Carlos VIII de Francia, a quien también venció por el control del Reino de Nápoles.

Por último, la anexión de Navarra tuvo como causa la alianza con Francia en su disputa con Aragón. En 1512 se produjo la ocupación militar por el duque de Alba y en 1515 la anexión a Castilla por Fernando el Católico como regente, pero conservando sus instituciones y leyes.

La Unificación Política: La Unión Dinástica

La unificación política se basó en la unión dinástica, siguiendo la tradición pactista de la Corona de Aragón, por la cual se unieron las dinastías, no los reinos. Teniendo como asuntos comunes únicamente a los propios soberanos, la política exterior (aunque se respetaron las influencias de cada reino, ya que Italia era competencia de la Corona de Aragón y América lo era de Castilla) y la política militar.

Por tanto, pervivieron las instituciones propias: virreyes en la Corona de Aragón, Cortes (Castilla, Aragón, Cataluña, Valencia y Navarra), Diputación o Generalitat en los reinos de la Corona de Aragón y los organismos judiciales, así como el respeto a las leyes, lenguas, monedas y fronteras propias.

La Implantación de la Monarquía Autoritaria

La implantación de la monarquía autoritaria nacional consistió en disolver el modelo de Estado medieval feudal, caracterizado por la disgregación del poder y la fidelidad basada en el vasallaje y no en la condición de súbdito. En cuanto a las instituciones de gobierno estatales y municipales, en las Cortes de Toledo de 1480 se reforzaron las atribuciones reales en detrimento de las nobiliarias y municipales.

Reforma de las Instituciones de Gobierno

El Consejo Real (órgano consultivo) fue asumiendo las funciones legislativas de las Cortes, sustituyendo a los grandes nobles (Consilium feudal) por letrados y secretarios reales pertenecientes a la baja nobleza y burguesía, nombrados y pagados por el rey. Se reforzó también el papel de los Consejos, creándose los de Aragón, Indias, Órdenes Militares, Inquisición y Hacienda.

En la reforma municipal, se buscó la disminución del poder municipal mediante la ampliación de competencias del corregidor o funcionario real en el gobierno del municipio (política, justicia y orden público). Además, la corte era itinerante, sin capital fija, para reforzar la autoridad real. Las fuerzas antimonárquicas fueron sometidas en el plano político, pero no así en el social o económico.

Sometimiento de las Fuerzas Antimonárquicas

La pérdida de poder político por parte de la nobleza en las Cortes de Toledo de 1480 fue acompañada de compensaciones socioeconómicas como la consolidación de los privilegios jurisdiccionales en los señoríos, el mantenimiento de los privilegios de la Mesta (que garantizaba el modelo castellano de exportación de lana) y la concesión del mayorazgo (herencia íntegra de las propiedades nobiliarias por el primogénito) por Fernando el Católico en las Cortes de Toro de 1505.

Reforma Judicial y Hacienda

En la reforma judicial, destacó la creación de las Chancillerías (Valladolid y Granada), aunque no existió una legislación unificada, a pesar de la actualización legislativa de las Leyes de Toro de 1505.

La reforma de la hacienda consistió en la creación de una Hacienda Real por encima de la señorial, aprobándose en las Cortes de Toledo (1480). Además, se intentó la unificación monetaria de Castilla y Aragón con la creación del excelente de oro.

Orden Público y Ejército Permanente

En el orden público, se fundó la Santa Hermandad en las Cortes de Madrigal, una milicia urbana, costeada por los concejos municipales, cuyas funciones eran ser un cuerpo de vigilancia que garantizara la seguridad interior y de los caminos, que se encargara de la recaudación de impuestos y que actuara también de tribunal de justicia.

El ejército permanente sustituyó al medieval feudal, estando formado por levas y mercenarios (base de los tercios) y dirigido por Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán.

La Unificación Religiosa y la Política Exterior

Tras el establecimiento de la Inquisición con el fin de perseguir a los falsos conversos, los Reyes Católicos impusieron la unificación religiosa con los decretos de conversión o expulsión para los judíos en 1492 (formando la comunidad sefardí en el Mediterráneo aquellos que optaron por la expulsión) y para los mudéjares en 1502, quienes pasaron a ser moriscos.

Los objetivos de la política exterior fueron culminar la unificación peninsular (alianza con Portugal), aislar a Francia (alianzas con los Estados periféricos —Borgoña, Países Bajos, Imperio Austríaco e Inglaterra—) e impedir la expansión de esta en Nápoles y el ducado de Milán. Para ello, los Reyes Católicos diseñaron una política matrimonial con sus hijos, destacando la establecida con el Imperio Austríaco, que permitió la llegada de los Habsburgo al trono español.

En cuanto a América, en 1494 se firmó el Tratado de Tordesillas, que estableció la línea de separación entre las dos grandes zonas de influencia a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde (oeste para Castilla y este para Portugal).

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