El Inicio del Sexenio Revolucionario: La Revolución Gloriosa (1868)
El Sexenio Revolucionario (o Sexenio Democrático) comienza con la «Revolución Gloriosa» en 1868. Ésta tuvo su base en el Pacto de Ostende (1866), en el que diversas fuerzas políticas acordaron destronar a la reina Isabel II. La revolución contó con el apoyo de la mayoría de los grupos políticos, además del respaldo de la población, debido a la profunda crisis económica y política en la que se encontraba el país.
La «Gloriosa» fue, en esencia, un pronunciamiento militar más de la época. El 17 de septiembre de 1868, el almirante Topete se sublevó en Cádiz al grito de «¡Viva España con honra!». Este pronunciamiento fue dirigido por los generales Francisco Serrano y Juan Prim. Gracias a su triunfo inicial, consiguieron rápidamente el apoyo popular y se formaron juntas revolucionarias locales y provinciales. Los militares sublevados presionaron a la reina para que abandonara el país, lo cual hizo tras la derrota de las tropas leales en la batalla del Puente de Alcolea.
El Gobierno Provisional y la Regencia (1868-1870)
Tras la caída de la reina, los conspiradores formaron un Gobierno Provisional presidido por Serrano. Este gobierno trató de acabar con la descomposición del sistema isabelino y buscó una nueva salida política para España mediante un sistema constitucional y parlamentario. Una de sus primeras medidas fue desarticular las juntas más radicales y detener a los milicianos que buscaban cambios violentos de tipo social y político, poniendo así fin a la fase más revolucionaria en lo social.
En el nuevo gobierno, el general Prim se convirtió en Ministro de Guerra y Sagasta en Ministro de Interior. Este ejecutivo puso fin a las juntas revolucionarias y convocó Cortes Constituyentes para enero de 1869, con el objetivo de redactar una nueva constitución de carácter democrático. Las elecciones se celebraron por sufragio universal masculino (para varones mayores de 25 años) y fueron consideradas limpias. El triunfo fue para el bloque monárquico-democrático (unionistas y progresistas), partidarios de una monarquía constitucional democrática. Los demócratas se mostraron indecisos respecto a la forma de gobierno, mientras que los republicanos (incluyendo a los demócratas más radicales) abogaban por la república. El republicanismo obtuvo su principal apoyo en las ciudades.
La Constitución de 1869
Las Cortes aprobaron la Constitución de 1869, la primera constitución democrática de la historia de España. Sus puntos clave incluían:
- Soberanía Nacional.
- Sufragio universal masculino (para mayores de 25 años).
- División radical de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial).
- Amplia declaración de derechos y libertades (expresión, reunión, asociación, enseñanza, culto).
- Establecimiento de una monarquía parlamentaria como forma de gobierno.
Tras la aprobación de la Constitución, Serrano fue elegido Regente del reino (mientras se buscaba un nuevo rey) y Prim se convirtió en el Jefe del Gobierno.
Reformas y Problemas del Periodo
El gobierno de Prim, de carácter progresista, se encaminó a desarrollar la nueva Constitución mediante reformas. El ministro de Hacienda, Laureano Figuerola, impulsó una importante reforma hacendística y se instauró la peseta como nueva moneda nacional. La política económica adoptada fue de corte librecambista, lo que enfrentó al gobierno con los industriales proteccionistas, especialmente los catalanes.
Durante este periodo, el gobierno tuvo que hacer frente a graves problemas:
- La difícil búsqueda de un nuevo rey que aceptara la corona bajo una constitución democrática.
- Las agitaciones sociales de los sectores populares, que buscaban cambios más profundos de tipo social y político, vinculadas a la expansión del pensamiento socialista y anarquista.
- La continuación de la insurrección en Cuba: la Guerra de los Diez Años (1868-1878), que tuvo consecuencias nefastas para la economía y la política españolas.
- El inicio de la Tercera Guerra Carlista (1872-1876).
El Reinado de Amadeo de Saboya (1871-1873)
Finalmente, Don Amadeo de Saboya, hijo del rey de Italia Víctor Manuel II, fue elegido por las Cortes como nuevo rey de España. Sin embargo, su principal valedor, el general Prim, fue asesinado en Madrid pocos días antes de su llegada a España, lo que debilitó enormemente su posición.
El reinado de Amadeo I se caracterizó por una gran inestabilidad política. El nuevo rey se encontró con la oposición de amplios sectores: los republicanos, los carlistas (que intensificaron la guerra), los partidarios de Alfonso (hijo de Isabel II), la aristocracia y parte del ejército. Los gobiernos se sucedieron sin lograr consolidar el régimen. Además, tuvo que hacer frente a la persistente insurrección cubana y a la guerra carlista.
Los escándalos políticos y la creciente debilidad de la figura del rey minaron su autoridad. Ante la imposibilidad de reinar en un país tan dividido y conflictivo, Amadeo I abdicó el 11 de febrero de 1873.
La Primera República Española (1873-1874)
Tras la abdicación de Amadeo I, el Congreso y el Senado, reunidos en Asamblea Nacional, proclamaron la Primera República Española el 11 de febrero de 1873. Se nombró a Estanislao Figueras como primer presidente del Poder Ejecutivo de la República.
Figueras y muchos republicanos eran conscientes de que la República nacía con escaso apoyo social y político real, lo que aumentaba el peligro de una revolución social o un colapso del Estado. Los propios republicanos estaban divididos sobre cómo organizar el nuevo régimen, enfrentándose principalmente los partidarios de una república unitaria (unionistas) y los defensores de una república federal (federalistas).
Casi inmediatamente después de proclamarse la República, se produjeron levantamientos de campesinos en Andalucía, exigiendo un reparto de tierras. Ante la caótica situación y las profundas divisiones internas, Figueras dimitió en junio de 1873, abriendo un periodo aún más convulso dentro de la breve experiencia republicana.