España en 1808: Crisis, Abdicaciones y Guerra de Independencia

La Crisis de la Monarquía Española a Finales del Siglo XVIII

El periodo final de la España del siglo XVIII es una época de crisis debida a los problemas internos de malas cosechas, conflictos sociales y el fin del ciclo político reformista de la Ilustración, sumado a una complicada situación internacional.

La Paz de Basilea de 1795 retomó la tradicional alianza española con Francia, que quedó formalizada en los Tratados de San Ildefonso. Esta nueva alianza provocó la guerra contra Inglaterra y llevó aparejada primero la Guerra contra Portugal (la Guerra de las Naranjas) y culminó en la derrota de Trafalgar en 1805.

Se firma el Tratado de Fontainebleau, que suponía una nueva guerra contra Portugal, para la que se permitía la entrada en España del ejército francés. A partir de este momento, ocurrieron tres acontecimientos clave en la crisis de la monarquía española:

  1. Motín de Aranjuez

    Provocó la sublevación contra Godoy de los habitantes de Aranjuez. Supuso la caída de Godoy y la abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando VII.

  2. Abdicaciones de Bayona

    Napoleón quería incluir a España en su gran imperio. Llamó a Carlos IV y a Fernando VII a Bayona, donde se firmaron las Abdicaciones de Bayona (mayo de 1808). Por ellas, Fernando VII se vio obligado a devolver la corona a su padre, y este se la entregó a Napoleón, quien a su vez nombró a su hermano José I rey de España.

  3. Inicio de la Guerra de Independencia

    En Madrid se registraban enfrentamientos entre la población y las tropas francesas que, desde marzo, con el pretexto de que cruzaban el país hacia Portugal, habían ocupado la ciudad. Muchos consideraron que Napoleón mantenía a la familia real secuestrada en Bayona. Se produce una auténtica sublevación popular el 2 de mayo de 1808, dirigida por Daoiz y Velarde. Tras la durísima represión del día siguiente, el alcalde de Móstoles hizo público un bando, haciendo un llamamiento a levantarse en armas contra los franceses. La Guerra de la Independencia había estallado.

Procesos Paralelos: Guerra y Revolución Política

Asistimos a dos procesos paralelos: el militar, con la guerra, y el político. La ausencia del monarca legítimo para la mayor parte del país (Fernando VII) generó un vacío de poder que provocó una crisis política. Esta crisis culminó en un proceso revolucionario que llevó a la primera Constitución liberal española, la de 1812.

El Proceso Militar: Etapas de la Guerra

El proceso militar se divide en tres etapas, caracterizadas por las tácticas de guerra empleadas:

Mayo – Octubre de 1808

Tras los acontecimientos de Madrid y Móstoles, se produjo una sublevación en cadena. Las juntas provinciales asumieron la soberanía y sus declaraciones de guerra al invasor abrieron definitivamente la etapa bélica. Entre 1808 y 1809, el levantamiento generalizado desarticuló el plan francés de ocupación, que consistía en controlar los principales puertos peninsulares (Barcelona, Cádiz y Lisboa). La derrota de Dupont a manos del general Castaños en Bailén (19 de julio de 1808) y la capitulación del mariscal Junot obligaron a José I a retirarse tras la línea del Ebro.

Finales de 1808 – 1812

Napoleón entró en España al frente de un poderoso ejército (la Grande Armée, con 250.000 soldados) que derrotó al ejército regular español en Uclés, Somosierra y Ocaña, y sitió ciudades como Gerona y Zaragoza. El ejército inglés se replegó hacia Portugal. Estas derrotas provocaron la huida de la Junta Suprema hacia Cádiz y, como fenómeno militar nuevo, el surgimiento de las guerrillas: grupos irregulares armados que atacaban continuamente al ejército francés en el medio rural con tácticas nuevas y que rehúyen la batalla frontal, mediante emboscadas. Estos guerrilleros se convirtieron en una fuerza de primer orden (el Empecinado, Espoz y Mina, el cura Merino, etc.). El ejército francés, incapaz de hacer frente a la guerrilla, reaccionó con una dura represión indiscriminada contra la población española.

1812 – 1814

La situación bélica europea se complicó para Napoleón tras el desastre en Rusia, lo que propició una ofensiva de los aliados, formada por españoles, portugueses y británicos, al mando del duque de Wellington. Esta ofensiva culminó con la expulsión y derrota de las tropas francesas en Arapiles, Vitoria y San Marcial. José I huyó a Francia y Napoleón tuvo que reconocer en el Tratado de Valençay (diciembre de 1813) a Fernando VII como rey de España.

Consecuencias de la Guerra de Independencia

Fue una «guerra total», con cerca de 500 batallas e infinitas escaramuzas, en las que nadie se daba por vencido; una guerra patriótica de liberación nacionalista, una guerra liberal y reformista, por ende, revolucionaria. La derrota de Bailén causó un enorme impacto en Europa, al demostrar que los franceses no eran invencibles.

Entre las principales consecuencias se encuentran:

  • Destrucción de la economía: Los asedios dejaron ciudades completamente arrasadas (Zaragoza, Gerona o San Sebastián).
  • Daños materiales: Destrucción de edificios y monumentos artísticos por los bombardeos, enorme devastación de infraestructuras y cosechas.
  • Deterioro industrial y financiero: Un grave deterioro de la industria textil y la ruina definitiva de la Hacienda española.
  • Pérdidas humanas y exilio: Elevadas pérdidas humanas y el exilio de los afrancesados, la primera emigración política de la historia de la España contemporánea.
  • Impacto en América: Estos acontecimientos favorecieron la independencia de las colonias americanas.

Los Dos Gobiernos Paralelos

La guerra supuso la aparición de dos gobiernos paralelos: el de José I Bonaparte y el de la Junta Suprema Central (y posteriormente las Cortes de Cádiz).

El Gobierno de José I Bonaparte

La legitimidad del gobierno de José I Bonaparte estaba basada en las renuncias de Bayona.

El Estatuto de Bayona (6 de junio de 1808)

Con esta ley se creaba un régimen autoritario basado en un poder casi absoluto del rey. Proponía la elaboración de un nuevo código civil, la reforma de la hacienda y la abolición de aduanas interiores. Llegó a emprender una serie de reformas en la línea de la política del despotismo ilustrado, difíciles de aplicar en una España en guerra y con la mayoría de la población en su contra. Para su gobierno, se rodeó de personajes ilustrados, conocidos como afrancesados, a quienes la opinión pública mayoritaria siempre consideró traidores.

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