España en 1808: Crisis, Revolución y Guerra de Independencia

La España de 1808: Crisis, Revolución y Guerra de Independencia

En España, comenzó hacia 1788, año en el que murió Carlos III y subió al trono Carlos IV. Los rasgos más destacados fueron la bancarrota, la crisis de subsistencia y la influencia de la Revolución Francesa. La vieja sociedad entró en crisis y se dio la posibilidad de una revolución liberal.

En 1799, con Napoleón en el poder, la corte española pasó a estar bajo la política expansionista de Francia. La debilidad de Carlos IV facilitó la intervención de Francia, que obligó a Godoy a dirigir la invasión de Portugal en la llamada Guerra de las Naranjas. Esta guerra terminó con la paz de Badajoz.

En 1802, Francia y Reino Unido formaron la paz de Amiens y España se vio envuelta en la guerra de Trafalgar (1805), donde perdió su flota y se reanudó el comercio inglés a través de Portugal. A finales de 1807, España era caótica. Había una bancarrota y crecía el desprestigio de las instituciones. La nobleza se unió a Fernando, quien conspiró contra sus padres para acabar con Godoy.

En 1807 se iba a originar la Guerra de Independencia, que pondría fin al Antiguo Régimen, cuando Godoy firma con Napoleón el tratado de Fontainebleau (alianza con Reino Unido para invadir Portugal). Pero Napoleón tenía otros proyectos, desalojaron a los Borbones del trono y subió a su hermano, llevando a cabo conspiraciones contra Godoy, como el Motín de Aranjuez (1808), que produjo la caída de Godoy y la abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando.

Napoleón convocó a los Borbones en Bayona, donde les obligó a Fernando y Carlos a abdicar en su presencia, otorgando el trono a José Bonaparte, quien publicó una especie de constitución que ofrecía un aire liberal renovado. El 2 de mayo en Madrid se produjo un amotinamiento contra las tropas francesas. A partir de ahí se produjeron luchas y levantamientos contra los franceses. Se produjo un gran vacío de poder tras conocerse lo que pasó en Bayona.

La guerra entre España y Francia tuvo 4 fases, conocidas como la Guerra de Independencia. La primera fase fueron los meses iniciales de la guerra, donde los primeros movimientos franceses se encaminaron a sofocar los levantamientos urbanos. Las tropas del general Dupont sufrieron una derrota en la batalla de Bailén (1808).

La segunda fase fue cuando la guerra adquirió una mayor amplitud, impulsada por Napoleón para aplastar a España, atravesando la frontera y emprendiendo la marcha hacia Madrid. Tras asegurar Madrid, Napoleón siguió su campaña hacia el frente.

Desde 1809, la guerra entró en la fase de desgaste, caracterizada por la hostilidad de la guerrilla, que tenía como objetivo mantener en jaque a los franceses.

A partir de 1812, la imposibilidad de tomar Cádiz se unió al desgaste de las tropas. En 1812, Wellington, al frente de las tropas inglesas, portuguesas y españolas, derrotó a los franceses en los Arapiles, los expulsó y entró en Madrid. La batalla de Vitoria consumó la derrota francesa. Vencido Napoleón, llegó a un acuerdo con Fernando (el tratado de Valencay) y le devolvió la corona.

Al conocerse la noticia del tratado de Bayona se produjo un gran vacío de poder. Para controlar la situación, los ciudadanos más privilegiados establecieron las juntas provisionales que asumieron la autoridad en nombre de Fernando VII. De esta forma, en Aranjuez, bajo la presidencia del conde de Floridablanca, quedó constituida la Junta Central Suprema, que tomó los poderes soberanos.

Cuando las derrotas militares desacreditaron a la Junta Central, en Cádiz se dio paso a un consejo de regencia. Este se dedicó a convocar cortes generales y se formó una comisión de cortes en la que los miembros coincidieron en que las cortes debían ser constituyentes y debían componerse de diputados elegidos por votación, optando por el sufragio universal de los varones mayores de 25 años.

Las cortes se componían de las capas medias urbanas, un centenar de eclesiásticos y 50 miembros de la nobleza. Tras la corte de Cádiz se promulgó la Constitución de 1812, tras más de un año de elaboración. Es la primera de la historia, elaborada por unas cortes constituyentes que establece las ideas y lenguaje del liberalismo español.

La constitución proclama que la soberanía reside en la nación, afirma la división de poderes (legislativo – cortes con el rey, ejecutivo – rey, judicial – tribunal). Afirma los derechos individuales y colectivos de los españoles, con el fin de conseguir la igualdad de los ciudadanos que facilitan un ejército de milicias y un mercado libre. Se establece un sufragio universal indirecto en el que votan los varones mayores de 25 años. Se eliminó el mayorazgo y los señores jurisdiccionales, y también se suprimieron los diezmos.

Tras esto, Fernando inicia un golpe de estado y vuelve a España en 1814 hasta 1833. Fernando vuelve tomando contacto con generales absolutistas, quienes le presentaron el Manifiesto de los Persas, donde se defendía la monarquía absoluta y se pedía la eliminación de las cortes de Cádiz. Los manifiestos proponen al rey eliminar la Constitución de Cádiz al defender la soberanía nacional.

Fernando, después, quería restaurar el absolutismo y esto trajo consigo la persecución de liberales. El 4 de mayo de 1814 se dictó un decreto real que suprimía las cortes y abolía la constitución. En 1818 se crea la Santa Alianza.

El reinado de Fernando VII se divide en:

1. Sexenio absolutista: Fernando VII gobernó mediante ministerios inestables. El gobierno lo constituía la camarilla (rey, clérigos, aristócratas y consejeros). Muchos militares que luchaban contra los franceses se opusieron a la restauración del Antiguo Régimen. En 1820, Riego dirigió una sublevación en las Cabezas de San Juan que forzó a Fernando VII a jurar la Constitución de Cádiz, dando paso a 3 años de gobierno liberal (1820-1823). También se reinstauró el Tribunal de la Santa Inquisición. Fue una época de bancarrota, aumentaron las tierras laborales y solo la agricultura tuvo expansión.

2. Trienio liberal: se caracteriza por la inestabilidad en el gobierno debido a la propia división entre los liberales (moderados – partidarios de un gobierno fuerte, radicales – partidarios de llevar al límite la constitución) y la actitud involucionista del rey. A esta inestabilidad se suma la presión de radicales a través de las sociedades patrióticas, que produjeron levantamientos y provocaron la resistencia guerrillera. A lo largo de estos 3 años, las cortes aprobaron una legislación reformista para acabar con el Antiguo Régimen, pero tuvo consecuencias negativas. No se reformó la situación del campesinado, se consolidó la propiedad y se asignó alineamiento respaldado por los llamados Cien Mil Hijos de San Luis, que entraron en España para restablecer a Fernando en la soberanía.

3. Década absolutista: esta fase está presidida por el retroceso absolutista, represión y temor frente a los liberales y las presiones de los ultrarrevolucionarios. Primero se afirmó una junta provisional y luego una regencia. Las medidas tenían un objetivo doble: la vuelta al Antiguo Régimen y la represión de los liberales. La vuelta al absolutismo no fue la misma que en 1814, ya que había que introducir cambios para mantener el Antiguo Régimen. En 1823 se creó el Consejo de Ministros, que era un órgano de consulta del monarca, y se mantuvo la eliminación de la Inquisición. El monarca intentó mantenerse alejado de los radicales. En 1826, tras la aparición de un manifiesto de los realistas puros, estalló la guerra de los Agraviados. En 1827, Carlos María Isidro se presentó como candidato de los sectores más reaccionarios (absolutistas). En 1830 nació la princesa Isabel y se produjo un triunfo de la revolución liberal en Francia. Después de esto, Carlos María Isidro sería excluido del trono, pero no lo acepta y se puso al frente de las diferencias del Antiguo Régimen (los carlistas), y así comenzó la guerra en 1839, la primera guerra carlista.

Antes, en junio de 1837, hubo una constitución que reconocía la soberanía nacional y realizaba una prolija declaración de derechos. El poder ejecutivo era atribuido a la corona y el legislativo a las cortes y al rey. Se establecían dos cámaras, la de los diputados y la del senado.

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