España en Crisis: De Carlos IV a Fernando VII y la Independencia Americana (1788-1833)

La Crisis de la Monarquía Borbónica y la Guerra de la Independencia (1788-1814)

El Reinado de Carlos IV y la Influencia de la Revolución Francesa

Carlos IV ascendió a la corona española en 1788. Paralelamente, en Francia se desarrollaba la Revolución Francesa, lo que llevó a Carlos IV a tomar una serie de medidas (por miedo al contagio de las ideas revolucionarias) para evitar su propagación en España. Entre estas acciones, destituyó a los ministros heredados de su padre y nombró a Manuel Godoy como Secretario de Estado. Una de sus primeras decisiones fue cerrar la frontera con Francia.

Tras la ejecución de Luis XVI, los monarcas europeos formaron una coalición para evitar que les ocurriera lo mismo, lo que derivó en la Guerra de la Convención. España sufrió una derrota y cedió territorios en los Pirineos mediante la Paz de Basilea.

Napoleón Bonaparte, quien había llegado al poder en 1799, se alió con España, recurriendo a los antiguos Pactos de Familia, para luchar contra Inglaterra y Portugal (aliada de Inglaterra) por el dominio de los mares. La Batalla de Trafalgar (1805) supuso una dura derrota para España, que perdió gran parte de su flota, dificultando la comunicación con sus colonias y, consecuentemente, impulsando las aspiraciones independentistas americanas.

La Invasión Napoleónica y las Abdicaciones de Bayona

Napoleón solicitó permiso a España para que sus tropas atravesaran el territorio español con el fin de invadir Portugal, permiso que España concedió mediante el Tratado de Fontainebleau (1807). Este tratado estipulaba la división de Portugal y la creación de un principado para Godoy.

En febrero de 1808, las primeras tropas francesas llegaron a España y comenzaron a establecerse en puntos estratégicos entre los Pirineos y Portugal. Esta situación, que el pueblo no comprendía al desconocer los términos del tratado, generó un creciente rechazo hacia las tropas francesas. Durante este tiempo, se gestaba una profunda división en las altas esferas españolas entre los partidarios de Godoy y los de Fernando, el príncipe de Asturias.

Fernando contaba con el apoyo del clero y la nobleza, quienes impulsaron al pueblo a sublevarse contra Godoy debido a sus impopulares medidas y a los graves problemas económicos del país. Así, se produjo el Motín de Aranjuez (marzo de 1808), por el cual el rey Carlos IV abdicó en su hijo Fernando VII.

Napoleón, a quien Carlos había pedido ayuda, citó al padre y al hijo en Bayona. Allí, mediante las Abdicaciones de Bayona, consiguió que Fernando VII abdicara en favor de su padre, Carlos IV, y que este, a su vez, abdicara en favor de Napoleón. De este modo, la corona pasó a Napoleón, quien la cedió a su hermano José I Bonaparte. Debido al rechazo del pueblo a José Bonaparte, Napoleón elaboró el Estatuto de Bayona, una carta otorgada.

El Levantamiento del 2 de Mayo y el Inicio de la Guerra

La situación era muy tensa. El 2 de mayo de 1808, cuando el resto de la familia real (que se había quedado en Madrid) se disponía a partir hacia Bayona, el pueblo madrileño, creyendo que su rey estaba secuestrado, se levantó contra el ejército francés que los escoltaba. Este acto desató una brutal represión por parte de los franceses y la posterior réplica del pueblo, provocando una guerra que sería conocida como la Guerra de la Independencia.

Conforme se extendió la noticia por España, se formaron las Juntas de Armamento y Defensa, rechazando a José I y reclamando a Fernando VII. Primero se constituyeron las juntas locales, después las provinciales y, finalmente, la Junta Suprema Central, localizada inicialmente en Aranjuez, liderada por Floridablanca y Jovellanos, y que posteriormente se trasladó a Cádiz (el único territorio no ocupado).

Fases y Características de la Guerra de la Independencia

A partir de la Junta Central se dirigía el ejército español, el cual, al principio, presentaba cierta desorganización. Sin embargo, pronto empezaron a resistir eficazmente los ataques y sitios franceses (como los de Zaragoza y Gerona) y consiguieron una victoria crucial en la Batalla de Bailén (1808), que obligó a José I a retirarse a Vitoria y provocó la intervención directa de Napoleón en la península. Napoleón consiguió una importantísima victoria en Ocaña (1809) que diezmó al ejército español, permitiendo la expansión francesa por gran parte de España.

Los españoles iniciaron entonces la guerra de guerrillas, una forma de resistencia popular en la que soldados, campesinos y civiles realizaban ataques sorpresa a las líneas de suministro y comunicaciones, hostigando al ejército francés y robando armamento para debilitarlo.

En 1812, cuando Napoleón inició la campaña de Rusia y retiró tropas de España, el ejército español, junto con las fuerzas británicas y portuguesas (lideradas por el Duque de Wellington), se recuperó y comenzó a encadenar victorias contra los franceses, lo que llevó a Napoleón a dar por perdida España.

Esta guerra llevó a los españoles a adoptar distintas posturas políticas:

  • Los afrancesados (una minoría), que apoyaban a los franceses por sus ideas ilustradas y reformistas.
  • El Frente Patriótico (la mayoría), que a su vez se dividía en:
    • Absolutistas (clero y nobleza), partidarios del Antiguo Régimen.
    • Ilustrados (o jovellanistas), a favor del rey pero con reformas.
    • Liberales, partidarios de la abolición del Antiguo Régimen y la implantación de un sistema constitucional.

Consecuencias de la Guerra

La Guerra de la Independencia fue larga y despiadada, con graves consecuencias para España:

  • Demográficas: Un descenso demográfico significativo debido a la alta mortalidad y la baja natalidad.
  • Económicas: Saqueos y devastación de tierras, destrucción de infraestructuras, agricultura e industria, y una grave crisis económica y fiscal.
  • Culturales: Francisco de Goya inmortalizó los horrores del conflicto en su serie Los Desastres de la Guerra.
  • Políticas: El inicio del proceso de independencia de las colonias americanas y la apertura de un periodo de inestabilidad política en la península.

Las Cortes de Cádiz y la Primera Constitución Española (1810-1814)

Convocatoria y Composición de las Cortes

Mientras la guerra se desarrollaba, en Cádiz, la Junta Central realizó una consulta al país donde se manifestó la necesidad de reformas y la convocatoria de Cortes. Sin embargo, la Junta Central, incapaz de gestionar la situación, se disolvió y formó un Consejo de Regencia que asumió el poder en ausencia del rey. Este Consejo convocó las Cortes. El proceso de elección de los diputados fue complejo, ya que la ocupación francesa dificultaba la llegada a Cádiz de los representantes de muchas provincias, y de las colonias americanas solo pudieron asistir unos pocos.

En 1810, se inauguraron las Cortes de Cádiz con unos 300 diputados, cuya composición, aunque no estamental, reflejaba una diversidad social. A diferencia de las Cortes del Antiguo Régimen, se votaba por cabeza y no por estamento.

La Constitución de 1812: Principios Fundamentales

A pesar de la presencia de un gran número de clérigos, los liberales lograron ser mayoría, lo que permitió la promulgación de la Constitución de 1812 (conocida popularmente como «La Pepa») el 19 de marzo de 1812. Sus principios fundamentales incluían:

  • La soberanía nacional, residiendo el poder en la nación.
  • El reconocimiento de derechos individuales, libertades civiles e igualdad jurídica y fiscal para todos los ciudadanos.
  • La garantía de la seguridad individual.
  • La división de poderes: legislativo (Cortes unicamerales), ejecutivo (rey y gobierno) y judicial (tribunales).
  • El sufragio universal masculino indirecto para mayores de 25 años.
  • El establecimiento de un Estado confesional católico.
  • La creación de la Milicia Nacional.
  • La implantación de la educación primaria pública y el servicio militar obligatorio.
  • Una nueva división territorial en municipios y provincias.
  • Una monarquía moderada hereditaria.
  • La liberalización del comercio y la industria.

La Obra Legislativa de las Cortes

Además de la Constitución, las Cortes aprobaron una serie de decretos destinados a desmantelar el Antiguo Régimen, como:

  • La abolición del régimen señorial.
  • La libertad de imprenta.
  • La supresión de la Inquisición.
  • La liberalización del comercio y la industria.

El Reinado de Fernando VII: Absolutismo y Liberalismo (1814-1833)

El Sexenio Absolutista (1814-1820)

Con la vuelta de Fernando VII en 1814, lo primero que hizo fue derogar la Constitución de 1812 e implantar de nuevo el absolutismo, mediante el Real Decreto del 4 de mayo de 1814, conocido como el Manifiesto de los Persas. Así se inició el Sexenio Absolutista (1814-1820). Durante este periodo, España enfrentó numerosos problemas económicos (agravados por las guerras y la pérdida de las colonias) y sociales. El descontento popular y militar crecía, lo que dio lugar a numerosos pronunciamientos militares, reprimidos con dureza por el monarca.

El Trienio Liberal (1820-1823)

En 1820, el pronunciamiento de Riego obligó a Fernando VII a jurar la Constitución de 1812, iniciando el Trienio Liberal (1820-1823). Se formó un gobierno que convocó elecciones a Cortes y adoptó diversas medidas para modernizar el país. Sin embargo, estas medidas provocaron la oposición de la propia monarquía (que utilizó su derecho de veto) y de parte del campesinado, que se vio perjudicado por algunas reformas agrarias.

La nobleza y el clero organizaron partidas realistas (o absolutistas) para restaurar el Antiguo Régimen, y los liberales se dividieron en dos facciones: los moderados (partidarios de reformas graduales) y los exaltados (que buscaban cambios más profundos y rápidos).

La Década Ominosa (1823-1833)

En Europa, la Santa Alianza, creada para mantener el Antiguo Régimen, intervino en España. Ayudó a Fernando VII a recuperar el trono mediante la intervención de un ejército francés, los Cien Mil Hijos de San Luis, instaurando así la Década Ominosa (1823-1833). Fernando VII retomó una fuerte represión contra los liberales.

A pesar de la represión, España seguía arrastrando graves problemas. El rey buscó el apoyo de sectores moderados, lo que generó el descontento de los absolutistas más intransigentes, quienes empezaron a apoyar a su hermano, Carlos María Isidro, como sucesor. Sin embargo, Fernando VII, antes de morir, promulgó la Pragmática Sanción (que derogaba la Ley Sálica), permitiendo que su hija Isabel fuera su heredera, lo que desencadenó un conflicto dinástico que daría lugar a las Guerras Carlistas.

La Emancipación de las Colonias Americanas

Paralelamente, en las colonias americanas, el descontento de los criollos por las reformas borbónicas y la falta de representación, sumado a la influencia de la independencia de las Trece Colonias, la Revolución Francesa y el interés británico, impulsó los procesos de independencia. Líderes como Simón Bolívar y José de San Martín encabezaron estos movimientos, que culminarían con la emancipación de la mayor parte de la América española.

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