Estado liberal en España 1833-1939

La España del Siglo XIX: la construcción del régimen liberal

2.-

Guerra y Revolución liberal (1808-1814)

2.1.- La crisis de la monarquía de Carlos IV

Al estallar la Revolución Francesa, España le declaró la guerra junto a otras potencias europeas, pero fue vencida. El rey Carlos IV volvíó a la tradicional alianza con Francia. En 1808 se autorizó al ejército francés de Napoleón a cruzar España para invadir Portugal.

El Príncipe de Asturias, Fernando, aprovechó el descontento popular suscitado por las derrotas militares y la presencia de los franceses para dar un Golpe de Estado y destronar a su padre, Carlos IV. Fernando se proclamó rey (Fernando VII).

Napoleón reuníó entonces a la familia real española en Bayona, y allí consiguió que tanto Fernando como Carlos renunciaran a la Corona de España a favor suyo. Napoleón, seguidamente, nombró rey de España a su hermano, José Bonaparte.

2.3.- La Guerra de la Independencia (1808-1814)

El pueblo español se rebeló contra la monarquía de José Bonaparte y se negó a acatar las abdicaciones de Bayona. Se crearon Juntas en las regiones para dirigir la lucha contra los franceses. Como apenas había dinero, buena parte de la guerra se sostuvo con guerrillas y sitios, desgastando a los invasores. Los británicos enviaron un Ejército (general Wellington) para luchar contra los franceses en España. En 1812 Napoleón invadíó Rusia, y el desastre allí sufrido le obligó a evacuar sus tropas de España. En 1814, Fernando VII regresó a España como rey.

2.4.- Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

Entre 1808 y 1814, hubo un vacío de poder en España, porque los reyes Borbón no estaban, y no se reconocía a José Bonaparte como monarca. Esta situación fue aprovechada por personalidades ilustradas que ocuparon el poder para hacer una reforma de la Monarquía y del Estado,  modernizándolos. Para ello se convocaron Cortes en la ciudad de Cádiz, no ocupada por los franceses.

Los representantes de las Cortes de Cádiz eran en su mayoría ilustrados y de ideología liberal, admiradores de las reformas de la Revolución Francesa. Se proclamaron representantes de la Nacíón Española y elaboraron una Constitución, aprobada en 1812 (19 de Marzo, “la Pepa”).

La Constitución de 1812 establecía los principios del Liberalismo político:

– Soberanía Nacional
– División de poderes (ejecutivo, legislativo, judicial)
– Sufragio universal masculino
– Declaración de derechos.
– Igualdad civil
– Abolición de derechos feudales

Pero la guerra contra los franceses impidió que se implantara.

4.-

Fernando VII: el regreso al Absolutismo (1814-1833)

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4.1.- El Sexenio Absolutista (1814-1820)

Fernando VII regresó a España en 1814 y reimplantó el Absolutismo, derogando toda la legislación y la Constitución de las Cortes de Cádiz. Se reimplantó el régimen señorial. Se persiguió a los liberales. Los liberales comprendieron que sólo podrían recuperar el poder a través de un Golpe de Estado con el apoyo de los liberales del Ejército, un “Pronunciamiento”.

4.2.- El Trienio Liberal (1820-1823)

En 1820, el coronel Rafael Riego, liberal, dio un Golpe de Estado y consiguió que Fernando VII renunciara al Absolutismo y reimplantara la Constitución de 1812 con toda su legislación: “Marchemos todos juntos, y yo el primero, por la senda Constitucional”. 

Pero la Santa Alianza europea, decidida a evitar la consolidación de cualquier régimen liberal en Europa, envió un ejército francés, los Cien Mil hijos de San Luis, que sin oposición apenas consiguió restaurar a Fernando VII como rey Absoluto (1823).

4.3.- La Década Ominosa (1823-1833)

Fernando VII persiguió a los liberales duramente.

España atravesaba una dura crisis económica y no pudo evitar la independencia de las colonias en Hispanoamérica.

En 1833, Fernando VII sólo tenía dos hijas. La tradición borbónica –que no española- establecía que las mujeres no podían reinar, lo que supónía que el heredero de la Corona sería el hermano del Rey, Carlos, de ideología absolutista. Pero Fernando VII decidíó que le sucediera su hija mayor, Isabel, nacida en 1830. Fernando VII murió en 1833, dejando como Regente a su viuda, María Cristina de Borbón.


Fueron tres.

5.4.1.-

La primera Guerra Carlista (1833-1839)

La guerra duró siete años, y se desarrolló sobre todo en el País Vasco, Cataluña y Valencia. Los Carlistas no consiguieron controlar ninguna ciudad importante. En 1840 se llegó a la paz (Convenio de Vergara), pero el Carlismo no desaparecíó.

5.4.2.-

La segunda y tercera Guerras Carlistas

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La segunda Guerra Carlista correspondíó a levantamientos en Cataluña, pronto sofocados. La tercera estalló durante el Sexenio Revolucionario (1872-1876) aprovechando que no había rey en  España tras el exilio de Isabel II. Acabó con la derrota militar del pretendiente Carlos (VII).

6.- Isabel II y la construcción del Estado liberal (1833-1868)

6.1.- La regencia de María Cristina de Borbón (1833-1840)

Los liberales estaban divididos entre Moderados, partidarios de reformar el antiguo Régimen, y los progresistas, partidarios de eliminar radicalmente toda su estructura. La Reina regente María Cristina de Borbón dio el poder a los moderados. Cuando los progresistas se dieron cuenta que nunca iban a llegar al poder, decidieron dar un Golpe de Estado (“pronunciamiento”) en 1835.

Los progresistas gobernaron durante dos años (1835-1837), disolviendo el régimen señorial y desamortizando los bienes de la Iglesia (Desamortización de Mendizábal), y elaboraron una Constitución (1837) que no se aplicó.

6.2.- La Regencia de Espartero (1840-1843)

Los moderados recuperaron el poder en 1837, pero en 1840 el progresista general Espartero asumíó la Regencia tras una sublevación contra la reina María Cristina. Pero fue depuesto en 1843 por un pronunciamiento, Isabel II (con 13 años) fue declarada mayor de edad y comenzó a reinar.

6.3.- La década Moderada (1843-1854)

La reina Isabel II tenía la potestad de nombrar al Presidente del Gobierno, y por sistema apoyó siempre al partido Moderado. Esto dio a su reinado un carácter liberal conservador, favorecido porque el sufragio era censitario. 

El sistema estatal era centralizado y uniformista. La Hacienda del Estado centralizó los impuestos. Se elaboró el Código Penal. Se creó la Guardia Civil para vigilar los caminos, perseguir a los bandoleros y mantener el orden.

En este período la nobleza se fusiónó con la alta burguésía. El sistema de poder favorecía que estas clases altas mantuvieran el poder, alejando del mismo a los progresistas. La única vía que les quedaba a los progresistas para acceder al poder era la insurrección, el pronunciamiento.

6.4.-El Bienio Progresista (1854-1856)

En 1854 los progresistas dieron un Golpe de Estado (Vicalvarada), y llegaron al poder (Desamortización de Madoz, Ley de Ferrocarriles). 

6.5.- La descomposición del sistema (1856-1868)

En 1856 volvieron los moderados al poder. El nuevo Gobierno (general O’Donnell) realizó una importante política exterior (Guerra de África 1859-1860; intervención en México (1861-1862); Guerra del Pafíco (1864-1866); intervención en Cochinchina (1858-1862)).

Pero el Gobierno fue derechizándose, aumentaron los incidentes, y la oposición (progresistas, demócratas, republicanos) se uníó para derribar a la reina que impedía a progresistas y moderados radicales llegar al poder.

7.-

El Sexenio Democrático (1868-1874)

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7.1.- La revolución y el gobierno provisional (1868-1869)

Una crisis económica hizo crecer el malestar en la población. Los descontentos con el régimen Isabelino (moderados radicales, progresistas, demócratas, republicanos) se unieron para dar un Golpe de Estado.

El pronunciamiento estalló en Septiembre de 1868, extendíéndose a diversas ciudades y guarniciones. Isabel II tuvo que marchar al exilio tras la derrota de sus tropas (Puente de Alcolea).

Un Gobierno Provisional tomó el poder (generales Prim y Serrano), e implantó un programa progresista: reconocimiento de derechos fundamentales, establecimiento del sufragio universal masculino, reforma de la Enseñanza, democratización de los Ayuntamientos… Se elaboró una nueva Constitución (1869).

7.2.- La Monarquía de Amadeo I (1870-1873)

Se eligió como nuevo rey a Amadeo de Saboyá. Pero el monarca se encontró con la oposición de los Moderados (partidarios de Alfonso de Borbón, hijo de Isabel II), de los carlistas (partidarios de su candidato al trono, Carlos de Borbón), la Iglesia (enemistada con los Saboyá por la ocupación de los territorios del Papado en la unificación italiana), y los republicanos (partidarios de implantar una República). Estallaron insurrecciones en Cuba (Guerra Grande, 1868-1878), y se levantaron los carlistas ( Tercera Guerra Carlista, 1872-1876).

Amadeo de Saboyá abdicó (1873).

7.3.- La Primera República (1873-1874)

Las Cortes votaron entonces la implantación de la República. Pero los republicanos no consiguieron ponerse de acuerdo en establecer un sistema unitario o federal. Los monárquicos plantearon una dura oposición. Estallaron las revueltas cantonales (Alcoi, Cartagena, Valencia, Sevilla, Málaga, Granada, Murcia…). Emilio Castelar fue nombrado Presidente del Poder Ejecutivo de la República, pero al reabrir las Cortes fue derrotado y dimitíó. Entonces, el general Pavía dio un Golpe de Estado, y disolvíó las Cortes. Ante la negativa de Castelar a seguir en el poder,  asumíó el Gobierno el general Serrano.

8.- La Restauración borbónica (1874-1902)

8.1.- El Sistema Canovista

En 1874 el general Martínez Campos proclamó rey de España a Alfonso XII, hijo de Isabel II, en un pronunciamiento.

El político conservador Cánovas del Castillo elaboró el nuevo sistema político, basado en el bipartidismo de los partidos Conservador y Liberal. No era un sistema plenamente democrático, pero alcanzó la paz y la estabilidad política.

8.2- Bipartidismo y turno pacífico. El caciquismo y el falseamiento electoral

Los partidos Conservador y Liberal coincidían en que el régimen debía de ser una monarquía, con un Estado centralizado y unitario, y elecciones periódicas. Tras la muerte de Alfonso XII (1885) y para evitar problemas políticos durante la Regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena, establecieron un acuerdo para repartirse el poder, independientemente de quien ganara las elecciones. Para ello, se negociaba de antemano cuál de los dos partidos iba a ganar las elecciones, y se informaba de ello a los potentados de cada distrito (“caciques”), que obligaban a los vecinos a votar lo establecido. Este sistema, llamado “Caciquismo”, permitía a los dos partidos principales alternarse en el poder, y dar una apariencia de democracia. Los partidos menores –republicanos, carlistas, socialistas…) quedaron marginados.


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