Fechas de la guerra de la independencia

TEMA 5

LA CRISIS DE LA MONARQUÍA BORBÓNICA. LA GUERRA DE INDEPENDENCIA Y LOS COMIENZOS DE LA REVOLUCIÓN LIBERAL.- LA CONSTITUCIÓN DE 1812.- 


PROGRAMACIÓN


I.-CarácterÍSTICAS DEL PERÍODO:

1.- CRISIS DE LA MONARQUÍA ILUSTRADA

                       2.- GUERRA DE INDEPENDENCIA (1808-1814)

3.- REVOLUCIÓN POLÍTICA: CORTES DE CÁDIZ Y 

CONSTITUCIÓN DE 1812

4.- LA VUELTA DE Fernando VII: SEXENIO ABSOLUTISTA (1814-20)

5.- LA VUELTA DE LOS LIBERALES: TRIENIO LIBERAL (1820-23)

6.- EL ABSOLUTISMO REACCIONARIO (1823-33)

II.-INVESTIGACIÓN INDIVIDUAL:

1.- CAÍDA DE LA M. BORBÓNICA Y G. DE INDEPENDENCIA

2.- REVOLUCIÓN POLÍTICA EN ESPAÑA

3.- EL REGRESO A ESPAÑA DE Fernando VII: ETAPAS

4.- LA CONSTITUCIÓN DE 18123: ARTÍCULOS

5.-COMPOSICIÓN DE LAS CORTES DE CÁDIZ








I.- Desarrollaré los siguientes aspectos del tema:

1- Fin de la monarquía ilustrada (1788-1808)
2- Guerra de Independencia (1808-1814): causas, dimensiones, etapas y consecuencias.
3- Revolución liberal:
Cortes de Cádiz y Constitución de 1812
4- Destrucción de la obra de las Cortes de Cádiz: Sexenio absolutista (1814-20), trienio liberal (1820-23) y absolutismo reaccionario o (1823-33).


Veamos, a continuación, los aspectos mencionados

1.-
El período que vamos a estudiar,  extendido entre finales del s. XVIII y la década de los 30 del XIX, resultó revolucionario, muy conflictivo y políticamente inestable, ya que, tras la destrucción de la monarquía ilustrada de Carlos IV y del A. Régimen con las Cortes de Cádiz, y con ellas la paralización definitiva del reformismo borbónico,  su obra revolucionaria quedó anulada por la monarquía absoluta de Fernando VII, mientras nuestra economía se resintió por la independencia de las colonias americanas. Al final, pues, de este período, nuestro país retrocedíó de nuevo hasta el A. Régimen, ya como potencia de segundo orden.
Con Carlos IV (1788-1808) y su valido Godoy, la monarquía ilustrada llegó a su definitivo final tanto por su profunda crisis económica (crisis agrarias y sobremortalidad catastrófica por fiebre amarilla y cólera entre 1800-1804, unidas a la ruptura de nuestro comercio colonial por el bloqueo marítimo británico en 1796 y la destrucción de la flota Franco-española en Trafalgar, 1805), que provocaría la bancarrota del Estado, como, sobre todo,  por el Golpe de Estado de los conservadores liderados por Fernando VII y la intervención de Napoleón en España.   El heredero Fernando, apoyado en los estamentos privilegiados y en los ilustrados marginados del poder, organizó el Motín de Aranjuez (17-19 de Marzo 1808), consistente en una conspiración palaciega con apoyo popular iniciada en Aranjuez y secundada en otras ciudades para, una vez presos el monarca y el valido, obligar al rey a abdicar en favor de su hijo Fernando, coronado como Fernando VII. Rápidamente, Napoleón, que ya había distribuido su ejército por España con el engaño de concentrarlo en Portugal, aliado del R. Unido, atrajo a los reyes y valido hasta Bayona, donde ambos, vergonzosamente, renunciaron a la Corona en favor de su hermano José Bonaparte, instalado ya en Madrid como José I en Mayo del 1808. En este contexto de vacío de poder e inicio de la guerra de independencia, se desarrollará nuestra revolución liberal y la destrucción gradual del A. Régimen.

2.-
En este contexto de vacío de poder derivado de las abdicaciones reales, surgirá la guerra de la independencia (1808-1814): favorecida por la paulatina conciencia en el pueblo de la traición del ejército francés (se le dejó atravesar nuestro país para tomar Portugal, pero vino a dominarnos  en realidad) y del  insoportable colaboracionismo de la Administración y Ejército españoles con los invasores, será el pueblo madrileño primero (levantamiento espontáneo en la Puerta del Sol, 2  de Mayo, ayudado por oficiales de Artillería del cuartel de Monteleón, la mayoría cruelmente fusilada) y el pueblo español después (5 y 6 de Mayo) en todo el país, quien,  auto-organizado revolucionariamente en Juntas para asumir la soberanía, se levante contra los franceses iniciándose así la guerra de independencia. 
Nuestra guerra de independencia tuvo una doble dimensión: un conflicto internacional, ya que representó un episodio de un conflicto europeo mucho más amplio, el imperialismo napoleónico, que enfrentó a España y Francia contra Portugal y el R. Unido, que, dirigido por el duque de Wellington, ayudaría a los españoles, y también una  Guerra Civil entre afrancesados (partidarios de la modernidad representada por Napoleón: ilustrados como Goya, Fernández de Moratín y Meléndez Valdés, tuvieron que abandonar su país con la derrota francesa) y nacionalistas (ilustrados como Jovellanos, clero y nobleza que se sentían amenazados por las reformas de Napoleón y,  sobre todo, el Tercer Estado).
Militarmente, la guerra atravesó varias etapas: La primera, Mayo-Octubre 1808, el ejército francés, integrado por fuerzas de reciente reclutamiento y escasamente cohesionadas, fue incapaz de dominar la península ni de sofocar los levantamientos urbanos,  replegándose al País Vasco, después de sitiar varias ciudades y de ser derrotado en Bailén, (Julio 1808, general Castaños) y Sintra (Lisboa); Napoleón vino personalmente a España con un ejército de élite, conquistando rápidamente buena parte del país (Madrid se rindió el 4 de Diciembre). La segunda, Octubre 1808-Julio 1812, se trata de una guerra de desgaste mantenida por la actividad de las guerrillas, reducidas cuadrillas muy rápidas, integradas de oficiales y soldados heridos, aventureros, clérigos y bandoleros que, apoyadas en la población civil, diezman las retaguardias francesas, boicotean las comunicaciones y destruyen los abastecimientos con sus emboscadas, como Juan Martín (El Empecinado) y El Cura Merino en Castilla, o Espoz y Mina en Navarra. Y la tercera, Julio 1812-1814: al retirar Napoleón gran parte de su ejército de España para atacar Rusia, favorecíó la gran ofensiva aliada (ejército de portugueses, británicos y españoles dirigidos por Wellington), que expulsa y derrota a los franceses en Arapiles (Salamanca, Julio 1812), Vitoria y S. Marcial (Guipúzcoa, 1813), obligando a Napoleón a reconocer a Fernando VII rey de España (Tratado de Valençay,  Diciembre 1813). La guerra provocó consecuencias muy negativas para nuestro país: cuantiosas pérdidas humanas (mínimo de medio millón de un total de unos 11 millones, además de los afrancesados exiliados), materiales (ciudades arrasadas como Zaragoza o Gerona, expolio artístico, campos destruidos) y la crisis económica derivada de la independencia de las colonias americanas (1)

 (1).-La independencia de las colonias españolas fue total (España perdíó todo su antiguo Imperio colonial, salvo Cuba y Puerto Rico, en América, y Filipinas, en Asía),  protagonizada por las minorías criollas y blancas (actuaron como caudillos autoritarios) apoyadas en el ejército y al margen de las reivindicaciones populares, y se trató de  un proceso de larga duración (1808-25) que aprovechó las crisis políticas de España (1808, 1814, 1820) y que, además de una guerra de independencia frente a los españoles, tuvo una dimensión de Guerra Civil y de enfrentamientos entre virreinatos:  los indígenas y categorías populares combatieron  indistintamente en el bando criollo y en el español y, en ocasiones, los indígenas constituían la fuerza principal de las tropas españolas. 
No hubo una única revolución panamericana, sino distintas revoluciones desconectadas entre sí, siendo la vanguardia de la revolución los virreinatos más jóvenes y de menor entidad económica para España , como Nueva Granada, con Simón Bolívar, y Río de la Plata, con José de S. Martín; mientras los virreinatos más antiguos y decisivos para la economía colonial, como Nueva España o México y Perú, se mantuvieron fieles a la metrópoli  siendo los últimos en independizarse.




3.-
La guerra de independencia sirvió también para iniciar nuestra primera revolución liberal en la parte del territorio controlada por los españoles. Mientras en la parte dominada por los franceses, José Bonaparte intentaba consolidar su monarquía absoluta apoyándose en el grupo de afrancesados (reducido colectivo de clérigos, nobles, militares e ilustrados con quienes, reunidos en Bayona, Julio 1808, había firmado el Estatuto de Bayona)  y diseñando medidas modernizadoras (abolición de la jurisdicción señorial, de la Inquisición, órdenes militares y religiosas, consejos) que apenas se aplicaron por la guerra, en la parte controlada por los españoles, por el contrario, se gestó una revolución política basada en la soberanía nacional representada en las Juntas (organismos locales y provinciales integrados de ilustrados, militares, clérigos y otros nombrados por el pueblo), coordinadas en las Juntas Supremas Provinciales y, más tarde, en la Junta Suprema Central (sede en Aranjuez, después en Cádiz, Septiembre 1808, representó el gobierno de la resistencia, dirigiendo tanto la guerra como la modernización del país, exigida por los liberales), presidida por Floridablanca (aunque Jovellanos era su figura emblemática) e integrada de 35 miembros (la mayoría nobles reformistas), que acordó convocar Cortes en Cádiz para Septiembre 1808. 
Se trataban de unas Cortes modernas y revolucionarias: unicamerales, de número variable a lo largo de su actuación (los 100 diputados iniciales se convertirían en 223), las integraban diputados pertenecientes a las burguésías y clases medias urbanas, sin ningún artesano, campesino ni trabajadores de la industria; la mayoría eran clérigos, abogados, funcionarios y militares, más algunos nobles, comerciantes y propietarios. Estos diputados, además, se hallaban divididos en tres grupos ideológicos: Izquierda o liberales,  partidarios de cambios radicales y de dotar a las Cortes de toda la soberanía; con Agustín de Argüelles como principal representante, fueron los triunfadores; el Centro o jovellanistas,  partidarios de Cortes estamentales que establecieran un compromiso entre rey/nacíón, y  la Derecha o absolutistas, defensora de la  vuelta al A. Régimen, apoyada  por monárquicos, partidarios de Fernando VII y carlistas.

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En el virreinato de la Plata, con capital en B. Aires y actividades de S. Martín, se proclamó rápidamente la independencia de Paraguay (1811), Argentina (1816), Chile (1817) y Uruguay (1828).
En el virreinato de Nueva Granada, con centro en Caracas y acción de S. Bolívar, logró brevemente mantenerlos unidos en el conglomerado de la República de la Gran Colombia, que se terminaría disgregando en países independientes: Colombia (1819), Venezuela (1821) y Ecuador (1822).
En el virreinato de Perú, convertido en centro contrarrevolucionario de América del Sur, ya que sus tropas reprimen toda rebelión en la zona, la independencia tuvo que ser impuesta desde el
exterior por el general S. Martín desde el sur (independencia de Perú en 1821) y Bolívar y Sucre desde el norte (independencia de Bolivia, 1825)
Finalmente, en el virreinato de Nueva España surgíó un movimiento radical de masas rurales formadas por indígenas y mestizos dirigidos por sacerdotes (Miguel Hidalgo, José Mª Morelos) que reivindicaba el reparto de tierras y la igualdad de derechos entre etnias, reprimido por los propios criollos y terratenientes, uno de los cuales, Agustín de Iturbide, proclamó la independencia de México (1821) y él su emperador (Agustín I), derrocado posteriormente e instaurada la república federal (1824). Los actuales estados de América Central (Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y C. Rica) se independizan de México formando la Confederación de las Provincias Unidas de América Central (1823), mientras la población de Haití (francesa) se anexiona Sto. Domingo (española) formando la República de Haití, separadas en 1844.


La labor de las Cortes, de 5 años de duración (Septiembre 1808-Septiembre 1813), destruyó todo el Antiguo Régimen a través de sus dos aportaciones capitales: Constitución de 1812 y medidas socio-económicas.
La Constitución de 1812 (aprobada el 19 de Marzo) creaba un nuevo régimen político, la monarquía parlamentaria, basada en la Constitución como ley suprema que obliga a todos los poderes, que reconocía los principios de la soberanía nacional (el poder reside en la nacíón, formada por todos los españoles, incluidos los de las colonias), la división de poderes (el rey seguiría controlando el ejecutivo, pero responsable ante la Constitución y el Parlamento; pierde el legislativo o Parlamento, ahora en manos de los diputados elegidos mediante sufragio, y el judicial, por jueces y tribunales independientes; el poder real, pues, se hallaba muy limitado por el Parlamento, el poder más decisivo), sufragio electoral censitario (sólo masculino e indirecto,  incluía únicamente a los más ricos), derechos individuales (libertad, propiedad, igualdad jurídica y fiscal, inviolabilidad del domicilio, libertad de imprenta), democratización de la vida municipal (sus autoridades también elegidas por el mismo sufragio censitario e indirecto), creación de Milicia Nacional (cuerpo armado civil encargado de defender la Constitución), aunque también se mostraba intolerante al  defender el catolicismo como la única religión oficial del Estado (todas las demás deberían prohibirse y perseguirse). Esta Constitución sólo estuvo en vigor durante tres períodos: Marzo 1812 a Marzo 1814, Enero 1820 hasta Noviembre 1823, y de Agosto 1836 hasta Junio de 1837.
Las medidas socio-económicas,  aunque apenas se aplicaron por la vuelta de Fernando VII, fueron muy importantes porque constituyeron el programa de los liberales españoles durante gran parte del XIX, muy especialmente la supresión del régimen señorial (1811: aunque la propiedad de la tierra se mantuvo igual, se abolieron las obligaciones personales del campesinado respecto de su señor: administración de justicia, trabajos gratuitos, soldados), del mayorazgo, el inicio de la desamortización (1813: venta de propiedades de afrancesados, de órdenes militares disueltas, monasterios destruidos por la guerra y la mitad de los tierras municipales) y la supresión de la Inquisición, de los gremios y de las aduanas interiores.

4.-
Finalmente, la revolución liberal española quedó anulada por el regreso de Fernando VII (Sexenio absolutista, 1814-20), quien,  apoyándose en la derecha parlamentaria, parte del Ejército, de la nobleza, del clero reaccionario y del pueblo (el Manifiesto de los Persas, Abril 1814, documento entregado al rey a su llegada a Valencia, en el que  defendían la vuelta al Antiguo Régimen),  dio un  Golpe de Estado (4 de Mayo 1814: decreto de disolución de las Cortes y anulación de toda su obra), que supuso la primera persecución de los liberales (primer exilio español) y la vuelta al A. Régimen, como sucedía también en el resto europeo. Se trató de un período muy negativo, caracterizado por una gran inestabilidad política, tanto de conspiraciones de sociedades secretas (como la masonería) como de pronunciamientos militares, como el exitoso de Rafael del Riego (Enero 1820) en Cabezas de S. Juan, quien obligó al rey a restablecer la Constitución de 1812 (Marzo 1820), iniciándose así el Trienio liberal (marzo1820-Octubre 23),  durante el cual  los liberales, además de dividirse en moderados o doceañistas (Agustín de Argüelles: partidarios de fuertes ejecutivos, limitados derechos, sufragio censitario, defensa de la propiedad y orden; apoyados por las burguésías urbanas, sus diputados procedían del exilio; minoritarios en las Cortes) y radicales (Riego, Álvarez Mendizábal, Antonio Alcalá Galiano: partidarios de fuertes legislativos, amplios derechos y libertades, apoyados por categorías urbanas populares, intelectuales, abogados y militares exaltados; mayoritarios en las Cortes ),  se afanaron por recuperar la obra anulada de las Cortes de Cádiz (abolición del régimen señorial, de la Inquisición, desamortización) y, merced a las libertades recuperadas de expresión, reuníón e imprenta,  potenciaron el debate nacional y el desarrollo de la opinión pública a través de las sociedades patrióticas, clubes de discusión política, prensa libre o cafés (como el famoso de la Fontana de Oro, en Madrid). Aunque efímeros, sus principales logros consistieron en la aprobación del Reglamento General de Instrucción Pública (1ª ley sobre la enseñanza en España,), el Primer Código Penal, la reforma fiscal (Ley de Supresión de Monacales, por la que se disolvían los conventos y se desamortizaban sus bienes para venderlos y amortizar la deuda) y, muy especialmente, la creación de la Milicia Nacional ( cuerpo armado de categorías populares urbanas en cada localidad, en parte sufragados por los ayuntamientos, defensores del régimen constitucional, convertida en aliada del liberalismo radical y en difusora del liberalismo entre los trabajadores urbanos). Persiste, sin embargo,  la inestabilidad política del país, debido a la violencia de la oposición absolutista (realistas, apostólicos o serviles), bien vía pronunciamiento (todos fracasados en 1822 pero con la complicidad involucionista del rey, apoyado en el clero y el campesinado), bien vía guerrillas rurales ( localizadas en las montañas vascas, navarras, castellanas y catalanas, donde incluso formaron un gobierno paralelo al liberal, denominado la Regencia de Urgel, 1822, suprimido por el ejército), aunque fue la intervención europea (Cien mil hijos de S. Luis, franceses, que avanzaron hasta Madrid sin apenas oposición), la que acabaría con el gobierno liberal. Se abre así la última fase de este período, el absolutismo reaccionario (Década ominosa, 1823-33) , caracterizado por la brutalidad de la represión contra los liberales (2º exilio y ejecuciones de Riego, El Empecinado o José Mª de Torrijos) junto a la violencia conspirativa de los  absolutistas fanáticos, apostólicos o realistas, quienes terminan convirtiéndose en carlistas o defensores  de las aspiraciones al trono del hermano del rey, Carlos Mª Isidro, excluido por la Pragmática Sanción (Marzo 1830, las mujeres podían gobernar, contrariamente a la Ley Sálica, que las excluía), pretexto de la primera guerra carlista. Fernando VII moría en Septiembre de 1833, iniciándose la Regencia de su mujer Mª Cristina

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