Guerras punicas



CONQUISTA DEL RESTO PENINSULAR


Roma mantuvo sus tropas en territorio peninsular para asegurarse el control de los territorios conquistados. Las nuevas conquistas suponían el abastecimiento de mano de obra esclava, una “recompensa” en tierras a los miembros del ejército, mayor demanda de producción con la apertura de nuevos mercados, abastecimiento de materias primas, etc. etc.



Guerras celtibéricas


155 – 133 a. C. Con estas guerras quedaron sometidos los pueblos celtíberos y vacceos tras fuertes resistencias, ejemplarizadas en la de la ciudad de Numancia (20 años de asedio). Estas derrotas supusieron el sometimiento de unos pueblos hostiles, la población de celtíberos y vacceos quedó en la categoría de súbditos, obligados al pago de impuestos por la explotación de tierras que eran de su propiedad antes y ahora pasaban al Estado romano.
Con el dominio sobre estas regiones se abría la Meseta por el valle del río Duero a la conquista.



Guerras lusitanas


155 – 136 a. C. Estos enfrentamientos, contemporáneos de las guerras celtibéricas, se caracterizarán por la fuerte resistencia de los pueblos (el mejor ejemplo lo ofrece el caudillo de uno de estos pueblos, Viriato, y la guerra de guerrillas que llevó a cabo) y por una represión también fuerte por parte de Roma (Galba). Tras acabar con la resistencia la zona quedará conquistada quedando el Noroeste peninsular. Para la eliminación de la resistencia y las tensiones sociales se procederá a una rápida “romanización” del territorio mediante la fundación de ciudades y el reparto y distribución de tierras entre los soldados romanos.



Conquista de Baleares


. 123 a. C. Baleares se había convertido en un posible refugio de piratas que obstaculizaba el comercio en el Mediterráneo Occidental. Cecilio Metelo logra someter a la población indígena baleárica, y la instalación de antiguos soldados en la misma, repartiendo tierras entre veteranos de las guerras en Iberia.



Guerras civiles



. Crisis final de la República

En estas guerras internas de Roma Hispania va a ocupar un primer plano, lo que demuestra el interés por Hispania. En las guerras civiles entre facciones políticas (optimates – populares) y posteriormente entre César y Pompeyo, Hispania se convirtió en solar de batallas. César logrará el control del territorio hispano, fundará colonias de ciudadanos romanos y otorgará el estatuto de municipio romano a ciudades previamente establecidas. Hispania interesa por el potencial económico, por su posición geográfica y por el alto grado de romanización alcanzado en la zona sur y oriental de la misma.



Guerras cántabras


29 – 19 d. C. El extremo noroccidental de la provincia Citerior, al norte del Duero, permanece fuera del ordenamiento romano y sólo es objeto de actividades puntuales vinculadas a la búsqueda de botín o el reclutamiento de mercenarios. La sumisión de estos pueblos se realiza mediante diversas operaciones militares entre el 29 y el 19 a. C. por Octavio Augusto. Con la dominación se completa la integración de la Península y enormes beneficios económicos por su riqueza minera.





CONQUISTA DEL RESTO PENINSULAR


Roma mantuvo sus tropas en territorio peninsular para asegurarse el control de los territorios conquistados. Las nuevas conquistas suponían el abastecimiento de mano de obra esclava, una “recompensa” en tierras a los miembros del ejército, mayor demanda de producción con la apertura de nuevos mercados, abastecimiento de materias primas, etc. etc.



Guerras celtibéricas


155 – 133 a. C. Con estas guerras quedaron sometidos los pueblos celtíberos y vacceos tras fuertes resistencias, ejemplarizadas en la de la ciudad de Numancia (20 años de asedio). Estas derrotas supusieron el sometimiento de unos pueblos hostiles, la población de celtíberos y vacceos quedó en la categoría de súbditos, obligados al pago de impuestos por la explotación de tierras que eran de su propiedad antes y ahora pasaban al Estado romano. Con el dominio sobre estas regiones se abría la Meseta por el valle del río Duero a la conquista.



Guerras lusitanas


155 – 136 a. C. Estos enfrentamientos, contemporáneos de las guerras celtibéricas, se caracterizarán por la fuerte resistencia de los pueblos (el mejor ejemplo lo ofrece el caudillo de uno de estos pueblos, Viriato, y la guerra de guerrillas que llevó a cabo) y por una represión también fuerte por parte de Roma (Galba). Tras acabar con la resistencia la zona quedará conquistada quedando el Noroeste peninsular. Para la eliminación de la resistencia y las tensiones sociales se procederá a una rápida “romanización” del territorio mediante la fundación de ciudades y el reparto y distribución de tierras entre los soldados romanos.



Conquista de Baleares


123 a. C. Baleares se había convertido en un posible refugio de piratas que obstaculizaba el comercio en el Mediterráneo Occidental. Cecilio Metelo logra someter a la población indígena baleárica, y la instalación de antiguos soldados en la misma, repartiendo tierras entre veteranos de las guerras en Iberia.



Guerras civiles


Crisis final de la República


En estas guerras internas de Roma Hispania va a ocupar un primer plano, lo que demuestra el interés por Hispania. En las guerras civiles entre facciones políticas (optimates – populares) y posteriormente entre César y Pompeyo, Hispania se convirtió en solar de batallas. César logrará el control del territorio hispano, fundará colonias de ciudadanos romanos y otorgará el estatuto de municipio romano a ciudades previamente establecidas. Hispania interesa por el potencial económico, por su posición geográfica y por el alto grado de romanización alcanzado en la zona sur y oriental de la misma.



Guerras cántabras


29 – 19 d. C. El extremo noroccidental de la provincia Citerior, al norte del Duero, permanece fuera del ordenamiento romano y sólo es objeto de actividades puntuales vinculadas a la búsqueda de botín o el reclutamiento de mercenarios. La sumisión de estos pueblos se realiza mediante diversas operaciones militares entre el 29 y el 19 a. C. por Octavio Augusto. Con la dominación se completa la integración de la Península y enormes beneficios económicos por su riqueza minera.


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