El Proceso de Industrialización en España
Introducción
El proceso de industrialización en España comenzó más tarde que en otros países de Europa Occidental debido al escaso espíritu empresarial de la población española y a la escasez de capitales, unido a una crisis económica y financiera, y a una compleja situación política y social. Los comienzos fueron lentos; la incipiente industria estaba circunscrita a Asturias, Cataluña y el País Vasco.
El Desarrollo Industrial: De la Segunda Mitad del Siglo XIX a 1959
El despegue de la industrialización se produjo entre 1900 y 1930, período durante el cual la población ocupada en el sector pasó del 15% al 31%. Este despegue fue posible gracias a la repatriación de capitales tras la pérdida de las últimas colonias, la neutralidad de España en la Primera Guerra Mundial, el impulso de la obra pública y una política proteccionista. La Guerra Civil Española acabó con esta etapa de crecimiento y dio inicio a una fase de descenso de la producción industrial y de autarquía.
En 1941 se fundó el Instituto Nacional de Industria (INI) con el objetivo de incrementar la producción industrial. Las industrias del INI estaban especializadas en sectores estratégicos (energético, transportes). Las principales empresas nacionales que se incorporaron al INI entre 1942 y 1950 fueron Endesa, Iberia, SEAT y ENCASUR. Esta etapa se caracterizó por la falta de competencia, de tecnología y de capitales. La industria se concentraba en Cataluña, el País Vasco, Andalucía, Asturias, Madrid y Valencia.
La Consolidación: El Desarrollismo (1959-1973)
La recuperación económica y el inicio de las negociaciones con Estados Unidos condujeron al final de la autarquía y a un replanteamiento de la política económica. En 1959 dio comienzo una etapa de gran desarrollo industrial y de consolidación del sector en nuestro país, conocida como Desarrollismo. Se liberaron las importaciones, lo que permitió la entrada de bienes de equipo. Pero el hito más importante de esta etapa fue el Plan de Estabilización, que se articuló a través de los Planes de Desarrollo y se dirigió a la promoción del sector en las zonas atrasadas y a la descongestión de las grandes aglomeraciones industriales.
Se seleccionaron ciertas áreas urbanas y se ofrecieron incentivos a las empresas que se instalaran en ellas. Por un lado, se seleccionaron áreas que ya contaban con una cierta base industrial (Sevilla, Valladolid, Vigo, La Coruña, Zaragoza), denominadas Polos de Desarrollo Industrial, subvencionadas en un 20%. Por otro lado, áreas más deprimidas, llamadas Polos de Promoción Industrial, fueron subvencionadas al 100%. Para descongestionar las grandes áreas industriales, se crearon polígonos de descongestión industrial, incentivando el traslado de las fábricas, por ejemplo, a Toledo. Sin embargo, los resultados no respondieron a las expectativas. No obstante, el Plan de Estabilización trajo un crecimiento sin precedentes en la economía española y logró que España se convirtiera en un país industrial, con un porcentaje ocupacional del 34% a comienzos de los años setenta.
La Recesión Económica y la Reconversión Industrial (1973-1985)
La crisis económica internacional de 1973 marcó el inicio de una nueva etapa denominada posindustrial, calificada como de Tercera Revolución Industrial. En España, esta crisis coincidió con el inicio de la transición política hacia un sistema democrático. El clima de incertidumbre paralizó las inversiones y se retrasó la implantación de las medidas de ajuste ante la crisis. A ello se sumaron los problemas heredados de la etapa desarrollista:
- Una especialización en sectores maduros (siderurgia, naval, textil, etc.).
- Una baja productividad y un aumento de los costes.
- Escaso esfuerzo innovador y gran dependencia tecnológica del exterior.
- Un elevado endeudamiento empresarial.
La consecuencia inmediata de la reconversión fue una desindustrialización que afectó sobre todo a la cornisa cantábrica. Paralelamente, se adoptó una política de reindustrialización. Se crearon las Zonas de Urgente Reindustrialización (ZUR), que incentivaron la instalación de empresas generadoras de empleo estable para absorber a los desempleados. Se delimitaron siete zonas, localizadas en Galicia (Ferrol y Vigo), Asturias (cuenca central), el País Vasco (área metropolitana de Bilbao), Andalucía (bahía de Cádiz), Cataluña (área metropolitana de Barcelona) y Madrid. Sin embargo, esta iniciativa no tuvo el éxito esperado.
La Integración en la CEE y sus Repercusiones
La integración de España en la Comunidad Económica Europea (CEE), en 1986, marcó una nueva etapa en el proceso de industrialización. Ofreció un mercado de más de 325 millones de consumidores, pero las condiciones de ingreso en el mercado único agravaron la presión sobre muchas empresas nacionales que no podían competir con las europeas. Esto obligó a una segunda reconversión industrial. Las directrices marcadas por la CEE fueron:
- Continuar con el proceso de reconversión y liberalizar el mercado industrial, exigiendo desmantelar los monopolios.
- Invertir en proyectos de modernización tecnológica.
- Apoyar a las PYMES (Pequeñas y Medianas Empresas).
- Impulsar la investigación y la innovación.
El INI también modificó sus funciones. Se desprendió de muchos negocios como SEAT, Iberia, Endesa, Enfersa, Aceralia, Repsol, Telefónica, Tabacalera y Argentaria. Además, grandes empresas como los Altos Hornos de Vizcaya y los del Mediterráneo (Sagunto) cerraron.