Industrialización en Europa y EE. UU.: Un Recorrido Histórico por el Desarrollo Económico del Siglo XIX

La Industrialización en Europa y EE. UU.

Este documento explora el proceso de industrialización en Europa y Estados Unidos, destacando las particularidades de cada región y los factores que impulsaron o retrasaron su desarrollo económico durante el siglo XIX.

Causas del Retraso Industrial en Europa

Europa, en su camino hacia la industrialización, tuvo que solventar diversas problemáticas:

  • Unidad de mercados: La política legislativa estaba dividida y los mercados dispersos.
  • Obsesión por la calidad frente a la cantidad: Una mentalidad que priorizaba la producción artesanal sobre la masiva.
  • Desequilibrios de riqueza: Marcadas disparidades en la distribución de la riqueza.
  • Menos variedad de materias primas y deficiencias en el transporte: Limitaciones en los recursos naturales y en la infraestructura logística.

Los protagonistas de la industrialización fueron los países que se asemejaban a Gran Bretaña, especialmente aquellos que transitaron del absolutismo a una monarquía constitucional o una república.

Primeros Impulsos y Reformas

El Estado garantizó la propiedad y los derechos de los propietarios, llevando a cabo desamortizaciones de bienes de la Iglesia, la nobleza, entre otros. Esos bienes se pusieron en el mercado y fueron los más adinerados quienes los adquirieron en subasta pública. El mercado se controló mediante algunos códigos. Frente a la moneda feudal, un Estado recién salido de la revolución tuvo que controlar el papel moneda y establecer un patrón monetario (oro y plata) para cada tipo de moneda. En contraste con el mercantilismo, se estableció la libertad de exportación e importación. Cada país terminó teniendo su Banco Nacional, que proveyó de billetes, los cuales se hicieron cada vez más comunes. La doctrina para evitar el déficit fue que los impuestos se hicieron cada vez más directos, buscando una mayor equidad fiscal.

Bélgica: Pionera en la Industrialización Continental

Bélgica contaba con varias ventajas para su industrialización: un desarrollado sector textil, sólidas finanzas (la Bolsa de Amberes fue la primera del mundo), abundancia de carbón, un pasado preindustrial favorable, disponibilidad de capital y una buena red de transportes. Sin embargo, la tecnología no estaba tan controlada y las técnicas de espionaje a Gran Bretaña eran bien conocidas. Para los años 60 del siglo XIX, Bélgica ya era un país industrial. La población experimentó un crecimiento demográfico sostenido.

Francia: Desafíos y Avances Industriales

Francia poseía condiciones excelentes en el norte para la siderometalurgia y el sector textil. Era un país muy poblado, lo que aseguraba mano de obra, y de gran cultura. El principal problema de Francia fue que, tras la Revolución Francesa, aunque logró cierta estabilidad interna, los países vecinos le declararon la guerra. Esta situación se estabilizó a partir de 1820, cuando el crecimiento volvió a ser continuo. La buena época que comenzó en 1847 fue aprovechada por Napoleón III para instalar una dictadura que duró hasta 1870.

Alemania: Unificación y Desarrollo Industrial

Alemania estaba muy dividida institucionalmente y necesitaba unificar y homogeneizar sus territorios. Fue Prusia la que se encargó de unificar las fuerzas hacia un objetivo común: la industrialización. Para impulsar el progreso, la doctrina a seguir fue la libertad y la abolición de la servidumbre. Sin embargo, esto resultó contraproducente porque también se les dejó sin tierras a los campesinos, lo que provocó conflictos. La financiación fue contraria a la británica: a medio-largo plazo y con participación en otras empresas. La fortaleza se consiguió cuando se reconoció al rey de Prusia, lográndose en 1871 en Versalles con la proclamación del II Reich.

Estados Unidos: Expansión y Consolidación Industrial

Estados Unidos tenía una cultura similar a Gran Bretaña. Inicialmente, EE. UU. era un Estado Federal que tuvo que luchar contra el dominio español. Las trece colonias se expandieron hacia el Oeste. Demográficamente, Europa proveyó de población, especialmente británica, a las nuevas zonas. Económicamente, se podía encontrar una zona tradicional en el Este; el Oeste era principalmente agrícola y con dominio del cereal. El Sur estaba vinculado al textil y a los cultivos de arroz y tabaco. Estas tres economías no se comunicaban bien. Pese a que poseían industria, todavía EE. UU. no se podía considerar plenamente industrial. Se basaron en las patentes y en la estandarización de la producción. Se convirtió en una gran potencia naval gracias al barco de vapor en los grandes ríos. El ferrocarril fue importado de Inglaterra. Las diferencias entre Norte y Sur desembocaron en la Guerra Civil. El Sur tenía plantaciones y esclavos, mientras que el Norte no aceptaba esta última práctica. El Sur, que tenía el monopolio del algodón, creyó que Europa le apoyaría, pero esto no ocurrió. Fue al ganar la guerra el Norte cuando EE. UU. se consolidó como un país industrializado.

España: Un Caso de Industrialización Periférica

Con la Revolución Francesa, en España comenzaron guerras internas y externas (como la independencia de las colonias, de las cuales solo quedaron Cuba, Puerto Rico y Filipinas). Por su localización, España perteneció a un modelo de industrialización periférico. Con la Primera Revolución Industrial, fue una de las potencias de la periferia (en hierro y carbón), pero en la Segunda Revolución Industrial, países vecinos la superaron y el atraso se hizo más evidente. De 1812 a 1852, fue Cataluña la única que inició la industrialización. De 1853 a 1893, surgieron nuevos focos de industrialización (País Vasco, Málaga, Asturias…). A partir de 1896, surgieron problemas de tipo colonial que empeoraron este período (pérdida de colonias a favor de EE. UU.).

Factores de Retraso Industrial en España:

  • Atraso de la agricultura.
  • Geografía que dificultaba las comunicaciones entre mercados.
  • Transportes poco desarrollados.
  • Mano de obra escasa y poco educada.
  • Economía de guerra.
  • Falta de comercio exterior libre hasta su liberalización por la burguesía.

Evolución Demográfica y Sectores Económicos

La población creció enormemente; aunque la mortalidad era alta, la natalidad también lo era.

El Sector Primario: Resistencia al Cambio

Fue el sector más importante, ya que la industrialización aún no había llegado. Se cultivaba de manera tradicional y sin expectativas de cambio. La esclavitud en los campos se abolió en 1837 y en 1845 se implantó un régimen más liberal en lugar del feudalismo reinante hasta la época. En 1833, se llevaron a cabo desamortizaciones tras la muerte de Fernando VII y la desaparición del mayorazgo. En 1836, con Juan Álvarez Mendizábal, se dio la privatización de esos bienes. En 1855, con la idea de privatizar para optimizar, las leyes de Madoz transformaron los bienes comunales en propiedades privadas. Pese a todos estos cambios en la propiedad, la técnica no mejoró.

El Sector Secundario: Avances y Desafíos

Destacó el sector algodonero. Una vez muerto Fernando VII, el mercado se liberalizó más y el algodón se benefició porque se invirtió en él (especialmente en Cataluña). Fue Cataluña la que salió perjudicada cuando sus principales proveedores fueron bloqueados por los yankees en los años 60. El metal hasta entonces estaba en ferrerías, especialmente en Gipuzkoa y Bizkaia, que no quisieron cambiar la técnica, lo que las mantuvo en un estado similar al de la Edad Media. Las aduanas en el País Vasco estaban en el interior, pero cuando se comerciaba hierro por carbón con Asturias, se trasladaron a la costa. En 1850 se inventó el sistema Bessemer. Fue una oportunidad para contactar con Gran Bretaña, ya que el hierro de aquí se amoldaba genial con las máquinas de allí. La competencia exterior era muy fuerte, y en ocasiones, dado que aquí no se innovaba, era más barato importar que producir.

El Sector Terciario: Transporte y Finanzas

Ni los canales ni las carreteras fueron destacables. Únicamente el tren y el ferrocarril tuvieron relevancia. Para controlar el segundo, en 1855 se promulgó la «Ley General de Ferrocarriles». Eran en su mayoría compañías privadas, ayudadas por el Estado. En el ámbito bancario y financiero, en 1782 se fundó el Banco de Carlos (predecesor de instituciones como el Banco de Isabel II o el de Fernando VII). Fue en 1856 cuando se le denominó Banco de España. Se concedió la emisión de billetes siempre que estuvieran basados en oro/plata desde cualquier banco local (como los de Barcelona en 1851 o Bilbao en 1890). En 1874 se decretó que los únicos billetes válidos serían los emitidos por el Banco de España. La banca privada invirtió y fomentó el ferrocarril, el algodón, etc., sobreviviendo bien con excepción de la crisis de las colonias de 1898. Posteriormente, surgieron la banca mixta y las cajas de ahorros.

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