Jefatura de los sublevados en la Guerra Civil

La Guerra Civil es sin duda el acontecimiento histórico más destacado de la Historia de España en el Siglo XX, y es fruto de los numerosos problemas acumulados por la sociedad española en momentos anteriores. Los acontecimientos se precipitaron tras los asesinatos del teniente Castillo y de José Calvo Sotelo, líder del partido conservador Renovación Española.  Así, El 17 de Julio de 1936 se inició la rebelión en Melilla y Marruecos, y el día 18 comenzaba el alzamiento en la península. Los generales al mando (Sanjurjo, Mola, Queipo de Llano y Franco, entre otros) esperaban un rápido triunfo del pronunciamiento militar, pero la resistencia de las fuerzas leales a la República y los milicianos de organizaciones políticas y sindicales de izquierda lo hicieron fracasar en gran parte del país. Como consecuencia, el día 20 de Julio España amanecíó dividida en dos partes radicalmente enfrentadas: la Guerra Civil había comenzado. En cuanto a la composición social de ambos bandos, los sublevados contaron en el apoyo de conservadores, propietarios agrarios, monárquicos, católicos y tradicionalistas, aunque todos ellos se subordinaron muy pronto al poder militar. También contaron con el apoyo indiscutible de la Iglesia, que consideró el conflicto como una auténtica cruzada para salvar al país del comunismo. Entre los leales a la República se contaron las clases populares y las clases medias, aunque estas últimas siempre temerosas de una posible revolución social, el gran lastre del bando republicano a lo largo de toda la guerra.


Internacionalmente, la “Guerra de España” muy pronto se identificó como un enfrentamiento entre fascismo y democracia, al igual que ocurría en el resto de Europa, suscitando numerosos temores a que el conflicto pudiese extenderse por todo el viejo continente. Además, tenemos que destacar la participación de los regulares, o tropas moras, que constituyeron el contingente militar más amplio de todos cuantos desembarcaron en la península durante el conflicto. El bando republicano, sin embargo, contó con el único apoyo de la URSS y los voluntarios de las Brigadas Internacionales. En Septiembre, los nacionales continuaban su camino hacia Madrid pero, Franco decidíó desviarse hacia Toledo para liberar a los sitiados del Alcázar, hecho que lo consolidaría definitivamente como líder supremo del bando sublevado.
Los fracasos en torno a Madrid llevaron a los sublevados a desviar la guerra hacia otros frentes. En Febrero de 1937 caía Málaga, producíéndose los nefastos sucesos de la carretera de Almería, en la que los civiles fueron bombardeados por mar y aire mientras huían, falleciendo entre 4.500 y 6.500 personas.En el norte, por otra parte, la ofensiva se iniciaba a finales de Marzo, teniendo lugar el infame bombardeo de Guernica (1937), uno de los primeros bombardeos de saturación de la historia, y cuyo objetivo fue la destrucción total de la ciudad. El mando sublevado siempre negó su responsabilidad en el ataque, e incluso acusó a los republicanos de haber destruido ellos mismos la ciudad, lo que no impidió a Guernica convertirse en un símbolo de la guerra, inmortalizado por Picasso en una de sus mejores obras. A nivel militar, la caída del norte, fue un golpe del que la República nunca llegó a recuperarse. Tomado el norte, Franco se concentró en la conquista de Aragón desde finales de 1937, consiguiendo romper el frente en Teruel en Febrero de 1938. C El avance hacia el Mediterráneo fue imparable, alcanzando finalmente la costa en Vinaroz el día 15 de Abril, y dividiendo en dos el territorio enemigo. La única estrategia posible de los generales republicanos era intentar unir nuevamente las dos zonas, para lo cual se lanzó una gran ofensiva sobre el Ebro entre Julio y Noviembre de 1938, dando lugar a la batalla más larga y sangrienta de toda la guerra. Las bajas se estiman aproximadamente en 33.000 en el bando sublevado y más de 70.000 en el republicano. 


La victoria en el Ebro permitíó a Franco penetrar en Cataluña, entrando triunfante en Barcelona el 26 de Enero de 1939, e iniciando el largo camino al exilio de muchos republicanos. El presidente de la república Juan Negrín abogaba por resistir a toda costa, esperanzado en enlazar con el inminente conflicto europeo, pero la guerra estaba ya perdida. En Febrero Francia y Gran Bretaña reconocían al gobierno de Franco, y Azaña dimitía de su cargo desde su exilio parisino. En esta situación, el 5 de Marzo se produjo un Golpe de Estado contra el gobierno de Negrín, encabezado por el general
Casado, que ordenó la entrega de Madrid, donde los sublevados entraron el 28 de Marzo de 1939. El 1 de Abril, Franco firmaba el último parte de guerra, concluyendo con ello el conflicto. Al estallar la sublevación se produce de forma inmediata la dimisión de Casares Quiroga como presidente del gobierno. Su sucesor será Diego Martínez Barrio, que intentó negociar con los militares una solución pactada al conflicto, y cuyo fracaso le llevo a dimitir tan solo dos días después. El día 20 de Julio, el gobierno quedaba en manos de José Giral. Sin embargo, la tibieza de sus medidas en Septiembre de 1936, provocarán el acceso a la presidencia del socialista Francisco Largo Caballero, siendo el primer obrero en desempeñar dicho cargo en nuestro país, y contando con el apoyo de todas las fuerzas republicanas. El gobierno se trasladó a Valencia y consiguió defender Madrid con éxito. Por otra parte, las colectivizaciones agrarias iniciadas en gran número de municipios le hicieron perder el apoyo de muchos pequeños propietarios, mientras que la resistencia de las milicias a integrarse en el Ejército Popular de la República dio lugar a numerosos conflictos internos que acabaron en una guerra abierta entre comunistas y anarquistas en Mayo de 1937. Los “Fets de Maig” y las derrotas militares terminaron de debilitar la posición de Largo Caballero y provocaron su dimisión, de manera que Azaña encargó la formación de gobierno al también socialista Juan Negrín, en Mayo de 1937. La política militar de Negrín fue un absoluto fracaso, producíéndose durante su gobierno la pérdida del norte y la división en dos del bando republicano, trasladándose el gobierno a Barcelona. Acusado de mantener el poder mediante la censura y las detenciones, Negrín fue perdiendo cada vez más apoyos hasta que finalmente sea apartado del poder por el Golpe de Estado de Casado.   


Además, la paz no fue definitiva hasta el abandono de los últimos guerrilleros del maquis en 1848. A nivel ideológico y social, el triunfo de los sublevados supuso una auténtica involución. Se establecieron la censura y el control ideológico de la población a través de políticas de miedo y la religión, mientras que la mujer quedaba relegada a un segundo plano. En la educación se impusieron el adoctrinamiento y la manipulación histórica para justificar y consolidar las actuaciones del régimen, quedando los españoles privados de muchas libertades hasta la muerte del dictador en 1975. Por otro lado, el bando sublevado y la formación del Estado totalitario se conformaban con un diverso conglomerado ideológico sin un plan de acción claro una vez triunfase el alzamiento. Ante la situación de guerra, se aceptó la supremacía de los militares, que se convertirán en la columna vertebral del nuevo régimen. Tras la muerte en accidente aéreo del general Sanjurjo el 24 de Julio de 1936 se constituyó en Burgos la Junta de Defensa Nacional, presidida por el general Cabanellas el general más antiguo, además de suspenderse la Constitución y prohibirse los partidos políticos y sindicatos. Los éxitos militares de Franco en el sur le permitieron hacerse con el mando único del ejército en Septiembre, tras lo que retrasó el avance hacia Madrid para liberar el Alcázar de Toledo.  Franco era nombrado Caudillo de España y Generalísimo de todos los Ejércitos. El fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera en Noviembre de 1936 fue la excusa perfecta para iniciar la organización política e ideológica del alzamiento. El 17 de Abril de 1937 se promulgaba el llamado Decreto de Unificación, que unía en un único partido a Falange y los carlistas. Con ello, Franco seguía el modelo fascista italiano de partido único y establecía una jerarquía que mezclaba a civiles y militares, siendo Franco la cabeza del partido. La primera consecuencia de la guerra fue el elevado número de fallecido , tanto en el frente como a causa de la represión. En el bando republicano se produjo debido al descontrol de las milicias, pero pronto el Estado intentó hacerse con las riendas de la justicia y legislar en contra de estas atrocidades. En el bando nacional, sin embargo, la violencia se fomentó desde el propio Estado, y además se extendíó más allá del final de la guerra a través de la Ley de Responsabilidades Políticas. 


Además de los fallecidos, no debemos olvidarnos de los miles de refugiados que emigraron a América, la URSS y Europa, muchos de los cuáles acabaron luchando en la II Guerra Mundial y sufriendo los horrores de los campos de exterminio nazis, en los que se estima que murieron más de 16.000 españoles. Económicamente, España quedó sumida en la miseria y el aislamiento internacional, no recuperándose los niveles productivos de 1936 hasta comienzos de los años cincuenta. El hambre y el racionamiento son sin duda dos de los símbolos más carácterísticos de la posguera. Además, la paz no fue definitiva hasta el abandono de los últimos guerrilleros del maquis en 1848. A nivel ideológico y social, el triunfo de los sublevados supuso una auténtica involución. Se establecieron la censura y el control ideológico de la población a través de políticas de miedo y la religión, mientras que la mujer quedaba relegada a un segundo plano. En la educación se impusieron el adoctrinamiento y la manipulación histórica para justificar y consolidar las actuaciones del régimen, quedando los españoles privados de muchas libertades hasta la muerte del dictador en 1975. 

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