La crisis del Antiguo Régimen en España: La guerra de la independencia y el inicio de la Revolución Liberal

TEMA 10: LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN.

1.1. LA CRISIS DE LA MONARQUÍA ESPAÑOLA: La guerra de la independencia fue consecuencia de la crisis de la monarquía borbónica agravada en los últimos años del reinado de Carlos IV. En 1807, Godoy acordó con Napoleón el Tratado de Fontainebleau, por el que se permitía el paso de las tropas francesas por España para invadir Portugal, pero en realidad controlaron militarmente el territorio español provocando el recelo de las autoridades. En estas circunstancias estalló el motín de Aranjuez, levantamiento popular el 17 de marzo de 1808 promovido por sectores cortesanos contrarios a Godoy, lo que supuso su destitución y la abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando VII. Napoleón se ofreció como mediador y consiguió su traslado a Bayona y la renuncia de ambos a favor de Napoleón, que la cedió a su hermano José I Bonaparte. En Madrid, el descontento popular por la marcha de los reyes y por la ocupación francesa culminó con el levantamiento del 2 de mayo de 1808, dando inicio a la guerra de la independencia en la que se enfrentaron:

  • Ejército francés, numeroso y bien organizado, a disposición de José, que contó con el apoyo de los afrancesados que veían la ocupación francesa como la posibilidad de modernizar España inspirándose en las ideas de la Ilustración.
  • Ejército y pueblo español, en nombre de Fernando VII, a pesar de su inferioridad y su deficiente organización, la guerrilla y la ayuda de unidades inglesas cumplieron un papel defensivo.

1.2. GUERRA DE LA INDEPENDENCIA: 1808, 1813 Y 1814. Primera etapa: 1808, el levantamiento del pueblo de Madrid el 2 de mayo de 1808, colaboraron algunos oficiales jóvenes del ejército, fue reprimido por los franceses pero surgieron por todo el país juntas locales autónomas que se encargaron de la administración y defensa de sus respectivos territorios y declararon la guerra a Napoleón. Los franceses chocaron con una fuerte oposición por parte de españoles, como se puso de manifiesto en la resistencia de Zaragoza, el fracaso fundamental fue en la batalla de Bailén, que supuso la primera derrota napoleónica en Europa. Los franceses se vieron obligados a levantar los sitios de Zaragoza y Gerona, tuvieron que replegarse hasta la línea de Ebro y José abandonó Madrid. También hizo posible el apoyo de los ingleses. Los franceses tuvieron que cambiar de estrategia y Napoleón volvió a España con la Gran Armada con el fin de acabar con la resistencia hispano-lusa. Segunda etapa: 1808-1812, fue más larga. Las victorias francesas en la meseta permitieron a Napoleón dominar Madrid, donde instaló una monarquía. Los ejércitos franceses expulsaron a los ingleses, que se habían retirado a Galicia, lograron tomar Zaragoza y Gerona. La victoria en Ocaña permitió el dominio de toda Andalucía, excepto Cádiz. Surgieron las guerrillas como nuevo método de lucha contra la ocupación, eran partidas de hombres armados conocedores del terreno que contaron con el apoyo de la población campesina y atacaron la retaguardia, las líneas de comunicación y los convoyes de abastecimiento de las tropas francesas. Sus jefes procedían del pueblo o del ejército, sus acciones amenazaron las comunicaciones de las fuerzas francesas, perdiendo eficacia combativa. Tercera etapa: 1812-1814, con la retirada de las tropas francesas con destino a Rusia debilitó el poder militar y permitió la contraofensiva hispano-británica. Wellington derrotó a los franceses y, ante el temor de quedar aislados en el sur, los franceses se retiraron de Andalucía y se replegaron, por lo que José I abandonó Madrid. La ofensiva final aliada empujó a los franceses hacia los Pirineos. Las últimas fuerzas francesas se replegaron, mientras tanto, Napoleón había liberado a Fernando VII y lo había reconocido como rey de España por el Tratado de Valençay, e inició su viaje de regreso a España.

1.3. COMIENZOS DE LA REVOLUCIÓN LIBERAL: Mientras las instituciones y máximas autoridades del Antiguo Régimen aceptaron las abdicaciones de Bayona, el país rechazó su legitimidad formando sus propios órganos de gobierno. Se inició una revolución porque suponía asumir la soberanía nacional y romper con el absolutismo. Las juntas locales y provinciales dirigieron la resistencia y representaron para formar la Junta Central Suprema, que coordinara las acciones y dirigiera el país durante la guerra. La Junta renunció en Aranjuez, reconoció a Fernando VII como rey de España y asumió la autoridad hasta que regresase. Huyó a Sevilla y en 1810 a Cádiz. La Junta Central decidió convocar unas Cortes en las que representantes de la nación decidieran sobre su organización. En 1810 se disolvió tras la convocatoria de Cortes, manteniendo hasta que se reunieron una regencia formada por cinco miembros.

10.2. CORTES DE CÁDIZ Y LA CONSTITUCIÓN DE 1812.

2.1. LAS CORTES DE CÁDIZ. Ante la ausencia de Fernando VII y al no aceptar a José, la Junta Central Suprema asumió la autoridad y decidió convocar Cortes en las que los representantes de la nación decidieran sobre su organización. En 1810, la Junta se disolvió traspasando sus poderes a una regencia formada por 5 miembros. El proceso de elección de diputados a las Cortes fue difícil debido al dominio francés. Suplentes gaditanos sustituyeron a los representantes que no pudieron acudir desde las provincias ocupadas. La mayoría las es urbanas, eclesiásticas y nobles. Los nobles no se agruparon por partidos políticos, pero se distinguieron tres grupos: liberales, jovellanistas y absolutistas. Desde el primer momento, los liberales tomaron la iniciativa. Las Cortes establecieron el principio de soberanía nacional, reconocimiento de que el poder reside en el conjunto de ciudadanos y que se expresa a través de las Cortes. Reconocieron a Fernando VII como rey, considerando nulas las abdicaciones de Bayona. Se formó una comisión para redactar el proyecto de la Constitución.

2.2. CONSTITUCIÓN DE 1812: La primera Constitución de España, en 19 de marzo de 1812, afirmó la soberanía nacional, estableció la división de poderes y declaró al Estado como una monarquía moderna hereditaria. El poder ejecutivo lo ejercía el rey, que nombraba a sus secretarios o ministros, quienes respondían ante las Cortes. El poder legislativo residía en las Cortes, junto con el rey. Las leyes las hacían las Cortes y el rey las promulgaba y sancionaba, pero también disponía de veto. Las Cortes eran unicamerales y elegidas por varones mayores de 25 años, tenían un mandato de dos años. El poder judicial correspondía a los tribunales, cuyo máximo órgano era el Tribunal Supremo. La Constitución establecía garantías procesales y un fuero único para todos los españoles, y garantizaba derechos fundamentales como la igualdad ante la ley, la propiedad privada y el derecho al sufragio. Reconocía la confesionalidad del Estado y la exclusividad de la religión católica. Se establecía la milicia nacional con los objetivos de reforzar al ejército en caso de guerra. En cuanto a la administración del Estado, el país se dividía en provincias y se establecía la elección popular de los alcaldes. La Constitución estuvo vigente en tres períodos: 1812-1814, 1820-1823 y 1836-1837. Constituyó un ejemplo de constitución liberal, inspirada en la francesa de 1791 pero más avanzada y progresista, ya que aceptó el sufragio universal y estableció garantías de los derechos.

10.3. FERNANDO VII, ABSOLUTISMO Y LIBERALISMO.

3.1. REGRESO DEL MONARCA. Tras la derrota de los franceses, Napoleón firmó el Tratado de Valençay, por el que Fernando VII recuperó la libertad, el derecho al trono e inició su viaje de regreso a España. Recibió el apoyo del ejército y de un grupo de diputados jovellanistas que publicaron el Manifiesto de los Persas, en el que pedían la suspensión de la Constitución de 1812 y de las leyes de Cádiz. Fernando VII aprobó el decreto de 4 de mayo, volviendo al absolutismo anterior a la guerra de la independencia, ya que anuló las leyes de Cádiz y la Constitución de 1812, y disolvió las Cortes. Algunos diputados liberales fueron detenidos y encarcelados. De este modo, se inició el Sexenio Absolutista.

SEXENIO ABSOLUTISTA: Fernando VI gobernó en inestabilidad política. El auténtico gobierno lo constituyó una camarilla formada por hombres de su confianza, que impedían cualquier cambio de forma que los problemas se fueron agravando. La situación económica era desastrosa, ya que el país estaba arrasado por la guerra, con la producción industrial hundida y el comercio paralizado por la pérdida del mercado colonial. El problema más grave fue la quiebra del Estado, que gastaba más de lo que ingresaba. El envío de tropas a América para sofocar el movimiento independentista acentuó el problema e hizo imposible la reconstrucción del país tras la guerra. Se volvió a la sociedad estamental el 1 de enero de 1820, el comandante Riego se pronunció y recorrió toda Andalucía sin que las tropas gubernamentales controlaran la sublevación. Fue apoyado por guarniciones militares en Galicia, Aragón, etc., y por los levantamientos campesinos. Se formaron juntas que exigieron restablecer la Constitución de 1812. Fernando VII se vio obligado a convocarlas, iniciándose el Trienio Liberal.

TRIENIO LIBERAL: Se implantó una monarquía constitucional y se celebraron elecciones a Cortes. Hubo agitación política debido a la división de los liberales en dos grupos: los moderados o doceañistas, partidarios de la participación de la corona en el proceso legislativo, y los exaltados o radicales, que defendían que el rey solo debía tener poder ejecutivo. Fernando VII se enfrentó a las Cortes, vetó leyes, mantuvo ministros absolutistas e incluso pidió intervención extranjera. Los moderados eran partidarios de un gobierno fuerte, con libertad de prensa limitada y sufragio censitario. Representaban a la burguesía de negocios, eran minoritarios en las Cortes, procedían del exilio y se habían hecho más conservadores. Los exaltados eran partidarios de la aplicación avanzada de la Constitución de 1812, con sufragio universal y anticlericalismo. Tenían el apoyo de las clases populares urbanas y tuvieron mayoría en las Cortes. Las Cortes aprobaron una nueva legislación con medidas como la reforma agraria, que beneficiaron más a los propietarios que a los campesinos, suprimieron la Inquisición e intentaron abordar el problema de hacienda sin éxito. En 1821, atacaron en el norte partidas guerrilleras por grupos absolutistas y en 1822 tropas realistas tomaron Urgel, donde se instaló una regencia. Se produjo un intento de insurrección contrarrevolucionaria, el levantamiento de la Guardia Real, que fue sofocada y se formó un gobierno radical. El Trienio finalizó con la intervención militar extranjera, que se decidió la intervención militar para establecer el absolutismo. Fue enviado un ejército al que se sumaron realistas españoles. El ejército liberal no consiguió detenerlos, cuando llegaron a Madrid, el gobierno y los diputados liberales se retiraron con Fernando VII hacia el sur y al llegar a Cádiz se vieron obligados a entregar al rey.

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