La Edad Media en la Península Ibérica: Al Ándalus y los Reinos Cristianos

**BLOQUE 2. LA EDAD MEDIA: TRES CULTURAS Y UN MAPA POLÍTICO EN CONSTANTE CAMBIO (711-1474)**

**2.1 Al Ándalus: la conquista musulmana de la Península Ibérica. Emirato y Califato**

En 711, los musulmanes aprovecharon la crisis de la monarquía visigoda, enzarzada en luchas internas, para cruzar el Estrecho y conquistar España. Dirigidos por Tariq, gobernador musulmán del norte de África, derrotaron en la Batalla de Guadalete al último rey visigodo, Rodrigo. Se apoderaron de Toledo y siguieron hacia el norte. En apenas tres años, Tariq y su sucesor Muza conquistaron casi toda la Península, salvo las zonas montañosas del norte (Asturias, Pirineos).

Atravesaron los Pirineos y fueron frenados por los francos (Batalla de Poitiers, 732). Llamaron a España Al Ándalus, y la convirtieron en una provincia (emirato) del imperio o califato islámico. La conquista se realizó principalmente mediante capitulaciones (rendiciones pactadas) con los nobles visigodos, que aceptaron el dominio musulmán a cambio de conservar sus tierras y riquezas.

La mayoría de la población, básicamente de origen hispanorromano, aceptó también el dominio musulmán, y aunque pudieron conservar su religión cristiana (mozárabes), muchos se islamizaron. Al mando de al-Ándalus había un emir o gobernador nombrado por el califa. Es la época del Emirato Dependiente (711-756), porque el emir dependía del califa de Damasco, máxima autoridad política y religiosa del Islam y que por entonces pertenecía a la dinastía de los Omeyas.

A mediados del s. VIII los Omeyas fueron desplazados violentamente del poder por la nueva dinastía de los Abbasíes; pero un príncipe Omeya, Abderramán I, pudo escapar y huyó a al-Andalus, se proclamó emir y rompió los vínculos políticos con el Califa, inaugurando la etapa del Emirato Independiente (756-929). Córdoba se convierte en capital del emirato, y el dominio musulmán en al-Ándalus se consolida.

En el año 929 el emir Abderramán III se proclama califa, asumiendo así el poder religioso junto con el político y rompiendo definitivamente los lazos que aún se mantenían con el califa abbasí. Se inaugura el Califato de Córdoba, época de máximo esplendor de al-Ándalus y de dominio sobre los reinos cristianos. A Abderramán III le sucedieron al-Hakam II y Hixam II (aunque la política la dirigía realmente su visir Almanzor). El califato se desintegraría en el año 1031.

**2.2 Al Ándalus: reinos de taifas. Reino nazarí**

Tras la disgregación del poder del califato por las luchas internas y el debilitamiento del poder del Califa, en 1031 Al-Ándalus se desintegra en pequeños reinos independientes, llamados taifas, gobernados por reyezuelos locales y jefes militares. Si bien algunos reinos de taifas como Toledo, Zaragoza, Valencia y Sevilla alcanzaron cierta prosperidad económica y cultural, su debilidad militar y continuas luchas entre ellos les impedían resistir los ataques de los reinos cristianos.

Para evitar estos ataques los taifas pagaban tributos anuales llamados parias. Con independencia del pago de parias, los reinos cristianos siguieron su reconquista. Cuando Alfonso VI de Castilla conquistó Toledo en 1085, los reyes de taifas vieron en peligro la supervivencia del Islam en España y llamaron en su ayuda a los almorávides, guerreros musulmanes que habían establecido un imperio en Marruecos. Los almorávides desembarcaron en España en 1090, detuvieron el avance cristiano y acabaron con los reinos de taifas, unificando de nuevo Al-Ándalus.

Tras la decadencia de los almorávides, que originó nuevos reinos de taifas (las llamadas «segundas taifas»), otro pueblo norteafricano, los almohades, invade España en 1147 y reunifica Al-Ándalus (Batalla de Alarcos, 1195). Tras su derrota por los cristianos en la Batalla de las Navas de Tolosa (1212), el imperio almohade se derrumba y los cristianos dan un paso importante en la reconquista al ocupar todo el valle del Guadalquivir.

Solo quedaba como última entidad andalusí el reino nazarí de Granada (1246-1492), dominado por la dinastía de los Banu Nasr (nazaríes), que se mantuvo gracias a la diplomacia (pactos), a la presencia escasa de minorías cristianas o judías que podrían provocar tensiones, y a un incremento de población (porque los musulmanes que huyeron de la conquista cristiana se refugiaron allí). Aprovechando problemas sucesorios internos, a partir del siglo XV Castilla fue conquistando algunas ciudades (Ronda, Almería), y finalmente los Reyes Católicos pactaron con el rey Boabdil la rendición, que tuvo lugar a comienzos de 1492.

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