La España de la Restauración: Desafíos Políticos y Sociales (1898-1923)

La crisis de 1898 favoreció la aparición de movimientos que criticaban la Restauración, su carácter oligárquico y las prácticas caciquiles. El Regeneracionismo, un movimiento ideológico que tuvo lugar en España a fines del siglo XIX y principios del XX como consecuencia de la pérdida de las colonias en 1898, y cuyo fin era la regeneración total del país mediante la reforma de las estructuras sociales, políticas y económicas, fue impulsado por figuras como Joaquín Costa. Su lema “despensa y escuela” propugnaba la necesidad de dejar atrás los mitos del pasado glorioso, modernizar la economía y la sociedad, y alfabetizar a la población.

A estas críticas y preocupación por España se unió la llamada Generación del 98 (Unamuno, Valle-Inclán, Machado, Baroja, Azorín…). También hablaban de regenerar a España algunos políticos; cabe destacar a dos presidentes: Antonio Maura, del Partido Conservador, y José Canalejas, del Partido Liberal.

Hasta 1917 se mantuvo el bipartidismo (y el caciquismo). Los dos partidos del sistema se resintieron de la desaparición de sus líderes históricos (Cánovas y Sagasta). En el Partido Conservador, a la muerte de Cánovas (víctima de un atentado en 1897) le sucedió Silvela y, posteriormente, Antonio Maura, un regeneracionista que intentó acabar con el caciquismo. A él se le atribuye una célebre frase: “O hacemos la revolución desde arriba o nos la hacen desde abajo”.

La Cuestión Marroquí

La cuestión marroquí no era un asunto exclusivamente español: Francia pretendía expandirse por el Norte de África (ya poseía Argelia y Túnez) y controlar el estrecho de Gibraltar, algo que Inglaterra y Alemania querían evitar a toda costa. Tras largas negociaciones, al final se llegó a un acuerdo (Conferencia de Algeciras, 1906) por el que el territorio marroquí quedaba como un protectorado repartido entre Francia y España. El gobierno español pretendía, por un lado, asegurar el control de la zona cercana a las plazas de soberanía (Ceuta y Melilla) y, por otro, explotar las ricas minas de hierro existentes en la región.

A partir de 1909, se sucedieron los incidentes provocados por grupos de nacionalistas marroquíes, liderados por Abd el Krim, quienes se oponían a la colonización extranjera. De estos incidentes se pasó a una guerra abierta, cuyo momento cumbre fue la derrota del ejército español en la Batalla de Annual (1921), en la que murieron 14.000 soldados españoles. Este nuevo desastre, de enorme repercusión en la opinión pública, tuvo graves consecuencias políticas: aumentó la impopularidad de una guerra en la que solo se ventilaban los intereses de muy pocos empresarios, se desprestigió aún más al Ejército e incluso el Rey salió malparado, por ser uno de los más firmes partidarios de la expansión militar en Marruecos. La Batalla de Annual permitió a los rebeldes marroquíes tomar el control de casi todo el territorio del Protectorado español, llegando a amenazar seriamente la ciudad de Melilla.

Crisis de 1909: La Semana Trágica

La violencia e inestabilidad política fueron características de toda la etapa, destacando dos momentos particularmente graves: las crisis de 1909 y 1917.

Maura tuvo que afrontar la primera de estas crisis, la Semana Trágica (1909), una sublevación popular originada en Barcelona como protesta por el envío de soldados de la reserva a la Guerra de Marruecos. Se declaró una huelga general que degeneró en graves incidentes, seguida de una fuerte represión por parte del Ejército. La violencia extrema se adueñó de la ciudad durante varios días, provocando más de un centenar de muertos y miles de heridos y detenidos. Una vez sofocada la revolución, la tensión continuó durante la instrucción de los procesos judiciales contra los responsables. En particular, la condena a muerte y posterior fusilamiento del intelectual anarquista Ferrer i Guàrdia, considerado como “responsable moral” de los hechos, tuvo graves consecuencias y provocó una oleada de protestas. El juicio realizado contra él careció de las suficientes garantías procesales. Ello forzó a Maura a dimitir, y Eduardo Dato le relevó en la jefatura del Partido Conservador.

El Gobierno de José Canalejas (1910-1912)

José Canalejas, del Partido Liberal, fue presidente del Gobierno entre 1910 y 1912. Llevó a cabo un programa de reformas regeneracionistas. Las principales medidas que adoptó fueron:

  • La separación de la Iglesia y el Estado (la llamada “Ley del Candado”, por la cual no se podrían establecer nuevas órdenes religiosas sin la autorización del Gobierno).
  • El fomento de la educación.
  • La instauración del servicio militar obligatorio para todos los varones.
  • La creación de la Mancomunitat de Catalunya, bajo la presidencia de Prat de la Riba, en un intento de contentar a los nacionalistas catalanes.

La muerte del presidente en un atentado terrorista en 1912 frustró esta nueva tentativa de regeneración nacional.

España y la Primera Guerra Mundial (1914-1918)

Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), España se mantuvo neutral, a pesar de que hubo sectores partidarios de entrar en ella a favor de uno u otro bando. Los grandes negocios derivados de la exportación de toda clase de productos a los países contendientes enriquecieron a muchos empresarios españoles. Pero también produjo una inflación muy perjudicial para la clase obrera, cuyos salarios crecían a un ritmo muy inferior al de los precios. Ello generó un gran malestar social, lo que trajo consigo una radicalización sindical y política.

La Crisis de 1917

Se desarrolló en plena Primera Guerra Mundial y puso de relieve los problemas que España venía arrastrando desde hacía décadas, los cuales se pueden sintetizar en tres ámbitos: el militar, el político y el social.

El Problema Militar

El problema militar consistió en la creación, en los cuarteles, de las llamadas Juntas de Defensa, una especie de sindicatos de militares que se oponían a los ascensos por méritos de guerra. También solicitaban mejoras salariales. La respuesta gubernamental fue la promulgación de la Ley del Ejército de 1918, que consagraba la influencia de este en la política española.

El Problema Político

El problema político surgió en julio de 1917 como consecuencia de la creación de una “Asamblea de Parlamentarios” de toda España en Cataluña. Pretendía llevar a cabo una profunda reforma constitucional que democratizara el sistema político y que incluyera un estatuto de autonomía para esa región, a todo lo cual se oponía el Gobierno. En el fondo, se trataba de una rebelión de la burguesía catalana y de los sectores más progresistas españoles contra la oligarquía imperante en Madrid. El Gobierno acabó disolviendo la Asamblea de Parlamentarios, a la que acusó de separatismo.

El Problema Social

El problema social fue consecuencia del malestar causado por la carestía ocasionada por la Gran Guerra y, en general, por la situación que padecía la clase obrera española, muy agravada por la inflación. Ese malestar cristalizó en una huelga general convocada por los dos grandes sindicatos, UGT y CNT, junto al PSOE. Desde muy pronto, la huelga se radicalizó, provocando graves disturbios, seguidos de una enorme represión en la que intervino el Ejército.

En suma, la Crisis de 1917 expuso el descontento generalizado de amplios sectores de la sociedad española ante la ineptitud del sistema restauracionista. La respuesta a estos problemas por parte de los dos partidos oficialistas fue la creación, en los años siguientes, de “gobiernos de concentración”, que agrupaban a políticos de ambos partidos. Pero en los años siguientes (1918-1923), el malestar generalizado y la violencia fueron en aumento. Los gobiernos solo sabían responder con medidas represivas, como la “Ley de Fugas”. Los patronos también recurrieron a la violencia para hacer frente al terrorismo anarquista, contratando pistoleros a sueldo para eliminar a los dirigentes sindicales (pistolerismo). El ambiente de extrema tensión se deterioró aún más al llegar desde Marruecos la noticia de la humillante derrota sufrida por el ejército español en Annual (1921).

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