La Guerra de la Independencia Española y el Nacimiento del Liberalismo: La Constitución de 1812

Introducción

A finales del siglo XVIII, accede al trono Carlos IV, manteniendo a España en el Antiguo Régimen. Persistían todas las instituciones denunciadas por los ilustrados, un sistema que agonizaba víctima de sus propias contradicciones.

El siglo XIX comienza con una profunda crisis dinástica entre Carlos IV y su hijo Fernando. La influencia revolucionaria de Francia y la intervención de Napoleón en España desembocaron en un conflicto: la Guerra de la Independencia.

Este conflicto fue una guerra nacional y popular, aunque no intrínsecamente revolucionaria; fue tanto una guerra española como un conflicto internacional. El levantamiento del 2 de mayo de 1808 partió de la defensa de la religión y de la monarquía. Sin embargo, una minoría liberal defendía la independencia de la nación española frente a Napoleón y deseaba acabar con el Antiguo Régimen para implantar el Liberalismo, siguiendo el modelo francés.

Las Cortes de Cádiz y toda su obra legislativa representaron ese intento de Revolución Liberal. Este esfuerzo fue frustrado en 1814 con la vuelta del rey Fernando VII. La primera medida de gobierno al regreso de su exilio francés fue la abolición y derogación de la Constitución de 1812 y de toda la obra legislativa de las Cortes, considerándolas ilegales y usurpadoras de su soberanía.

La Guerra de la Independencia

Rasgos de la Guerra: Antecedentes

España en 1808 se encontraba bajo el Antiguo Régimen.

Durante el reinado de Carlos IV, la debilidad de la monarquía le obligó a participar en las guerras del expansionismo napoleónico, conflictos ajenos a los intereses de España. Un ejemplo fue la Guerra de las Naranjas en 1801, en la que Napoleón presionó a Godoy para que invadiera Portugal con el objeto de cerrar los puertos portugueses al comercio británico.

Napoleón obligó de nuevo a Carlos IV y a Godoy a intervenir en otra guerra no deseada, de trágicas consecuencias para su flota, que cayó en Trafalgar en 1805 ante Nelson.

Los Comienzos de la Guerra

En 1807, Godoy, primer ministro de Carlos IV, firmó con Napoleón el Tratado de Fontainebleau, que suponía ceder el paso a los ejércitos franceses con el fin de ocupar Portugal, que había violado el bloqueo continental.

Este hecho era la primera fase de una estrategia para arrebatar el trono español y situar en él a uno de sus hermanos. Pero Napoleón se equivocó al confundir la debilidad de la monarquía con la del pueblo español.

Tuvieron lugar varias conspiraciones contra Godoy, provocadas por el príncipe de Asturias, Fernando. La más importante fue el llamado Motín de Aranjuez, que provocó la caída de Godoy y la abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando.

En el mes de abril, Napoleón convocó a la familia real española en Bayona para culminar su estrategia, donde exigió a Fernando y a Carlos la abdicación de la corona de España en su persona.

Unas semanas más tarde, cedería el trono a su hermano José Bonaparte, quien hizo publicar el Estatuto de Bayona, una especie de constitución.

En Madrid, el 2 de mayo de 1808, al conocerse las abdicaciones de Bayona, el pueblo de Madrid, enfurecido, se levantó en armas contra las fuerzas francesas ocupantes de la capital.

La sociedad española se dividió: el pueblo se levantó en armas contra la invasión extranjera, mientras una minoría de ilustrados, los afrancesados, entendían que solo de la mano de Napoleón llegaría a España el progreso.

Los afrancesados pagarían cara su colaboración, siendo víctimas de las venganzas.

Las Juntas

Tras las Abdicaciones de Bayona y los sucesos de Madrid, se produjo un gran vacío de poder y la ruptura del territorio español.

Para controlar la situación, en las regiones no ocupadas por el ejército francés, los ciudadanos más prestigiosos establecieron un nuevo poder: las Juntas Provinciales, que asumirían la autoridad en nombre de Fernando VII.

Con el fin de unificar todos estos poderes locales, coordinar la estrategia de la guerra y dirigir el país, delegados de las Juntas Provinciales constituyeron en Aranjuez la Junta Central Suprema. En su lucha contra los franceses, la Junta Central, a pesar del carácter conservador de sus miembros, se vio obligada a tomar medidas revolucionarias.

Fases de la Guerra

1ª Fase (Junio-Noviembre 1808): Triunfos Españoles

En la primera fase de la guerra, en junio de 1808, los franceses tenían un doble objetivo: reprimir los levantamientos populares e instaurar el régimen de José Bonaparte.

Un ejército se adentró en España para controlar los centros neurálgicos del país. Sin embargo, la inesperada resistencia de los españoles desbarató los proyectos de Napoleón.

Los franceses preveían una fácil toma de las principales ciudades, pero Zaragoza y Gerona se resistieron varios meses. Los franceses no podían recibir refuerzos desde Cataluña, pues habían sido frenados en el desfiladero del Bruch.

El ejército de Dupont fue derrotado en julio de 1808 en Bailén por el general Castaños. Esta fue la primera derrota en tierra de un ejército de Napoleón. José I tuvo que retirarse a Vitoria y las tropas francesas se replegaron hasta el Ebro.

Napoleón, deseoso de aplastar la resistencia española, se puso al mando de 250.000 hombres y José I volvió a Madrid.

La Junta Central se refugió en Sevilla y luego en Cádiz.

El Reino Unido se comprometió a colaborar con los españoles para frenar a Napoleón.

2ª Fase (1809-1812): Las Guerrillas

Dada la inferioridad de los españoles ante el ejército francés, estos adoptaron la táctica de la guerrilla, formadas por antiguos soldados del ejército español, que atacaban por sorpresa al enemigo valiéndose de su conocimiento del terreno.

En 1809, las guerrillas estaban extendidas por todo el territorio nacional. Sus objetivos solían ser pequeñas caravanas de abastecimiento o soldados rezagados. Los franceses nunca consiguieron acabar con ellas.

3ª Fase (1812-1813): La Derrota Francesa

En la primavera de 1812, la guerra dio un giro definitivo, lo que obligó a Napoleón a mantener en España un importante contingente de tropas, cada vez más necesarias en el frente ruso.

La retirada de efectivos de España podía llevar a los franceses al desastre, como así ocurrió en julio de 1812, cuando el general Wellington, al frente de tropas inglesas, portuguesas y españolas, y ayudado por las guerrillas, derrotó a los franceses en Arapiles.

Una nueva contraofensiva restableció sus posiciones, pero Wellington les había mostrado la estrategia adecuada para derrotarlos.

En la primavera de 1813, el general inglés lanzó de nuevo su ataque. Las tropas francesas llegaron a Vitoria muy diezmadas, y allí sufrieron una nueva gran derrota en la Batalla de San Marcial.

Napoleón llegó a un acuerdo con Fernando VII, el Tratado de Valençay, en el cual Napoleón devolvía la corona de España a Fernando VII. España estaba destrozada.

Convocatoria y Composición de las Cortes de Cádiz

Convocatoria

A partir de mayo de 1808, unos pocos ilustrados pretendían realizar, como en Francia, una verdadera revolución burguesa. La minoría liberal las hacía renacer como instrumento de legitimidad. Los liberales se disponían a crear una constitución redactada desde la independencia. Aislados en Cádiz, un puñado de hombres, sometidos a la presión de la burguesía, se comprometían a cambiar España.

La oportunidad de convocar Cortes llegó cuando las derrotas militares desacreditaron a la Junta Central, que se refugió en Cádiz. La Junta Central dio paso en enero de 1810 a una Regencia Colectiva.

La idea de una reunión en Cortes Generales para reorganizar la vida pública había sido debatida por la Junta Central, pero la Regencia se resistía a convocarlas hasta que, ya en Cádiz, la presión popular y la necesidad de legitimidad las hicieron inevitables. La promulgación de una serie de decretos y la Constitución de 1812 suponían el deseo de transformar España, aplicando importantes reformas que abolieran el absolutismo e implantaran un régimen de libertad.

Los Integrantes

Los integrantes de las Cortes eran eclesiásticos, burgueses liberales, funcionarios ilustrados e intelectuales de otras ciudades españolas tomadas por Napoleón. Todos ellos, huidos, se habían refugiado en Cádiz. Predominaban las clases medias.

Número de Diputados

Las primeras sesiones de Cortes congregaron a un centenar de diputados, pero su número fue aumentando hasta llegar a los trescientos.

Tendencias

Muy pronto surgieron las dos corrientes dominantes en la Cámara: los liberales, partidarios de las reformas revolucionarias, y los absolutistas, que pretendían mantener el viejo orden de la monarquía absolutista.

Opinión Pública

La prensa gaditana, en su mayoría, apoyó a los liberales. El clero se decantó por los absolutistas desde los púlpitos de la Iglesia.

Cortes Constituyentes

Estas Cortes nada tenían que ver con las de origen medieval, porque en los diputados que componían este congreso residía la soberanía nacional.

Por primera vez, la nación estaba representada en un congreso nacional, siguiendo la fórmula de Francia en 1789. Así se concedió igualdad de derechos a todos los ciudadanos, y se convertía a España y a todas sus colonias en una única nación.

Reformas Legislativas: Los Decretos de Abolición del Antiguo Régimen

Los diputados gaditanos desmantelaron el Antiguo Régimen proclamando los siguientes decretos:

  • Abolición de los señoríos jurisdiccionales: Se suprimió la dependencia de las tierras que tenían la nobleza y el clero, eliminando sus privilegios jurisdiccionales.
  • Gremios: Se abolieron los gremios, que reglamentaban la producción y eran un obstáculo para el desarrollo económico.
  • Desamortización: Se decretó la venta en pública subasta de las tierras de la Iglesia.
  • Mesta: Se abolió la Mesta, permitiendo a los pueblos cercar sus tierras comunales para favorecer el desarrollo de la agricultura.
  • Inquisición: Se abolió la Inquisición, considerada un obstáculo a la libertad de pensamiento y al desarrollo de la ciencia.
  • Abolición de la Censura: Se promulgó el decreto de libertad de imprenta, un elemento fundamental del liberalismo político.
  • Reorganización territorial de España: Se propuso una reorganización territorial de España, siguiendo el modelo departamental francés. Se optó por un sistema de Estado centralista.

La Constitución de 1812: «La Pepa»

Esta Constitución es la culminación de su labor legisladora y establece las ideas y el lenguaje del liberalismo español.

Extensión

Se regulan todas las cuestiones relacionadas con la vida política y los derechos de los ciudadanos.

Principios

La Constitución proclama como dogma fundamental del liberalismo la Soberanía Nacional: al rey se le despoja del poder legislativo, que queda ahora en manos de las Cortes, las cuales representan a la Nación.

Diputados

Para ser diputado se requería la condición de ser propietario, lo que excluía el derecho al voto a las mujeres, a los asalariados y a los campesinos. Fernando VII era rey constitucional.

La idea de nación queda como un Estado unitario que afirmaba los derechos de los españoles. De esta forma, la Constitución de 1812 dio un paso hacia la centralización política y administrativa emprendida por los primeros Borbones.

Para garantizar la igualdad de los ciudadanos, se definen los derechos individuales y colectivos.

La Constitución establecía:

  • Una burocracia centralizada.
  • Una fiscalidad común.
  • Un ejército nacional.
  • Un mercado libre de aduanas interiores.

El Estado se define como confesional y reconoce las propiedades de los grupos privilegiados.

La burguesía conformará la nación española, una realidad que se consolidará a lo largo del siglo XIX. El día de San José, el 19 de marzo, la Constitución fue aprobada.

El Papel de la Constitución Gaditana en la Historia Constitucional Española y Extranjera

La trascendencia de la Constitución gaditana ejerció una influencia decisiva en Europa e Hispanoamérica.

Solo tuvo vigencia durante el Trienio Liberal (1820-1823) y unos meses en 1836, ya que Fernando VII la abolió en 1814 y nuevamente tras el Trienio Liberal.

Sin embargo, seguiría siendo durante buena parte del siglo el motor fundamental de la historia constitucional española.

La Constitución de 1812, conocida como «La Pepa«, permanecerá viva en el recuerdo de los españoles como un símbolo del deseo de libertad.

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