La Historia del Islam en Al-Ándalus: Desde su Origen hasta el Califato

EVOLUCIÓN POLÍTICA

ORIGEN DEL ISLAM: Mahoma nació y predicó su doctrina en Arabia. Los sucesores de Mahoma son los llamados califas vinculados a él; sin embargo, el último de ellos, Alí, yerno del profeta, desaparece. A mediados del siglo VII, los Omeyas, una familia árabe, asumen la dirección política y religiosa del Islam. Esta familia constituyó un extenso imperio, con capital en Damasco, en el que la máxima autoridad política y religiosa era el califa, que ejercía su poder sobre todos los musulmanes. En pocos siglos, la marea del Islam llegó hasta la Península y la India.

LA CONQUISTA (711-715)

Tras la muerte del rey visigodo Witiza en el año 710, los nobles proclaman rey a Rodrigo. Los hijos de Witiza llamaron al gobernador de Tánger, quien desembarcó en Gibraltar con 7,000 bereberes que derrotan en Guadalete (Cádiz) a los visigodos de Rodrigo. Tariq y el gobernador del Norte de África (Musa) efectúan incursiones entre el 711 y el 714 por el valle del Ebro sin resistencia, debido a la debilidad de la monarquía visigoda por sus luchas intestinas y a las capitulaciones de los nobles visigodos con los invasores islámicos. Los musulmanes se mostraron tolerantes con los cristianos. La minoría judía ayudó a los invasores islámicos. Las tierras expropiadas fueron a parar a la población indígena. El sistema fiscal islámico era menos duro que el visigodo. Las ciudades que se resistían podían ser arrasadas y sus habitantes convertidos en esclavos.

EL EMIRATO DEPENDIENTE (711-756)

En Al-Ándalus asume el poder un emir dependiente del califato de Damasco. La Península Ibérica se convierte en un emirato. Los invasores islámicos eran una minoría frente a los indígenas y consolidan el dominio mediante incursiones de saqueo (razias). Las tierras se reparten entre los soldados que ocuparon el territorio peninsular. La minoría dirigente árabe (yemeníes y qaysíes) se establece en Andalucía y el valle del Ebro. La mayoría bereber, pueblo originario del Norte de África, se asienta en la Submeseta Norte. Pronto surge el conflicto. Los sirios, grupo armado llamado por los emires para solucionar estos problemas, llegan a Al-Ándalus y se ubican en el sur. El emirato adopta una serie de medidas: ordenación del territorio en coras y marcas fronterizas (inferior, Mérida; media, Toledo; y superior, Zaragoza), imposición de tributos a las zonas sometidas, sustitución de los dirigentes locales por gobernadores árabes y el establecimiento de la capital de Al-Ándalus en Córdoba. Los musulmanes no prestaron atención a los pueblos del norte, donde pronto surgieron pequeños reinos cristianos. En el año 720, los musulmanes atraviesan los Pirineos; en el año 722 son sorprendidos en Covadonga (Asturias) por la resistencia cristiana, y en el año 732 los musulmanes sufren la derrota de Poitiers ante el dirigente franco Carlos Martel.

EL EMIRATO INDEPENDIENTE (756-929)

Los Omeyas, familia que controlaba el Califato en Damasco, son asesinados por la familia de los Abasíes, quienes instalan la capital en Bagdad y se hacen dueños del Califato. No obstante, un miembro de la familia Omeya, Abd al-Rahman I, escapa y se dirige a Al-Ándalus, derrota a su gobernador y a las tropas enviadas por los Abasíes y se proclama emir independiente del califato de Bagdad en el año 756 (1ª ruptura de la unidad política del Islam). Abd al-Rahman I El Justo desarrolla una intensa labor constructora en Córdoba, comienza la construcción de la mezquita mayor y levanta el palacio de Al Ruzafa en la falda de la sierra cordobesa. Logró someter Toledo, Sevilla y Zaragoza, pero no consiguió someter a los pequeños reinos cristianos del norte. Los intentos de Carlomagno de invadir sus dominios costaron a los francos la derrota de Roncesvalles en el 778. Hisham I introdujo el rito de la doctrina malikí (escuela jurídica). Durante el emirato de Al-Hakam I hubo serias revueltas y motines por parte de la minoría cristiana que vivía en Al-Ándalus, los mozárabes. La “Jornada del foso” ocurrió en Toledo (797), donde un grupo de notables se rebeló contra el emir y fueron decapitados. Los mozárabes protagonizan la “Jornada del Arrabal” en el barrio cordobés Secunda en el 818, que fue destruido. Esta feroz represión contra los mozárabes continúa con Abd al-Rahman II. Algunos mozárabes, como Eulogio, llegaron a defender el martirio de los cristianos contra los infieles islámicos. Numerosos mozárabes se dedicaron a insultar a Mahoma y provocar su ejecución. Los emires adoptaron medidas para reforzar el poder del Estado, como la mejora del sistema de recaudación de impuestos y la emisión de moneda. A partir del año 879, fue evidente la crisis del poder central del emirato de Córdoba. Se produjeron reivindicaciones de independencia; Ibn Marwan, un muladí, se subleva en Extremadura; en Zaragoza y Tudela, la familia de los Banu Qasi empieza a cobrar una notable fuerza, pero la mayor revuelta fue la protagonizada por Ibn Hafsum en el año 879, líder de los muladíes y mozárabes, que se hizo fuerte en la Serranía de Ronda y pone en peligro la existencia del emirato. La revuelta fue sofocada por Abd al-Rahman III en el 928. Los emires fortalecieron su poder militar, dotándose de un ejército. Abd al-Rahman I reclutó mercenarios de origen eslavo. Estos soldados organizaban aceifas para conseguir botín más que cumplir la yihad (guerra santa contra los infieles).

EL CALIFATO CORDOBÉS (929-1031)

Abd al-Rahman III puso fin a la progresiva descomposición de Al-Ándalus y se proclamó califa en Córdoba, pasando a ser líder supremo tanto político como religioso. Traslada la administración a Medina Azahara, un Estado con una densa red de estructuras palaciegas erigida a unos 40 km de la ciudad. Aparece el hachib (primer ministro) y los divanes (ministerios) de los que se encargaban los visires. La existencia de un ejército permanente compuesto por mercenarios bereberes, sirios y eslavos provoca el control interno y la hegemonía sobre la Península, realizando varias campañas contra los cristianos del norte, a los que obligó al pago de tributos. Los islámicos tenían la obligación del pago de la limosna, que iba al Estado, del impuesto personal y del territorial. Con su hijo Alhakam II, Córdoba fue ganando influjo cultural en el mundo. El arte califal adquiere un brillante esplendor en el mihrab de la mezquita. Consiguió reunir más de 400,000 volúmenes en su biblioteca. Un niño de corta edad, Hisham II, se verá desplazado del poder en el 978 por su valido Almanzor, que impone una dictadura militar basada en el control del ejército por los bereberes. Emprende campañas contra el norte cristiano, destruyendo Barcelona y Santiago de Compostela. Su muerte en la batalla de Calatañazor (1002) iniciará la decadencia del califato.

LA CRISIS DEL SIGLO XI

EL FINAL DEL CALIFATO: Tras el intento de uno de los hijos de Almanzor de proclamarse califa, estalló una revolución, durante la que los amiríes (familia de Almanzor) fueron asesinados. Hisham II fue obligado a abdicar y Medina Azahara fue saqueada y destruida. Esto fue el punto de partida de una guerra civil entre las tropas beréberes, los andalusíes de Córdoba y los mercenarios eslavos, mientras que las provincias volvían a sus reivindicaciones autonomistas. En el 1031, se decretó en Córdoba el final del califato. Al-Ándalus quedó fragmentada en pequeños reinos independientes llamados taifas.

LOS REINOS TAIFAS

Cuando Hisham III es depuesto, todas las coras (provincias), regidas por clanes árabes, bereberes o eslavos, se autoproclaman independientes. Son 24; destacan Toledo, Sevilla, Zaragoza, Valencia y Granada. Todas eran ricas y cultas, pero débiles militarmente y tuvieron que pagar parias a los reinos cristianos. Algunas desaparecieron ante el avance cristiano y otras fueron absorbidas por taifas más fuertes.

LOS IMPERIOS NORTEAFRICANOS

LOS ALMORÁVIDES

La disgregación del califato hizo evidente que solo un poder político unificado podía resistir el avance de los reinos cristianos. La conquista de Toledo en 1085 por parte de Alfonso VI anunciaba la amenaza cristiana de acabar con los reinos musulmanes de la península. Los reyes de las taifas pidieron ayuda al sultán almorávide del norte de África, que derrotó al rey castellanoleonés en la batalla de Sagrajas y Uclés (1086) y conquistó todas las taifas. Pero su brutal ocupación termina en fracaso al resistir los castellanoleoneses la toma de Toledo. El poder almorávide empieza a decaer en el norte de África por la presión almohade y surgen los segundos reinos de taifas.

LOS ALMOHADES

Proceden del interior de Marruecos y, al igual que los anteriores, defienden una rigurosa interpretación de la religión islámica. Consiguen imponer su dominio a los almorávides y a las segundas taifas y establecen su capital en Sevilla. Lograron la victoria de Alarcos (1195) sobre Alfonso VIII de Castilla, pero fueron derrotados en 1212 por este mismo en la batalla de Las Navas de Tolosa, que supondrá el fin del califato almohade y abrirá las puertas de Andalucía al avance cristiano. Su presencia dejará importantes muestras del arte musulmán, como la Giralda y la Torre del Oro. Los Benimerines intentaron volver a invadir la Península, pero fueron derrotados en la batalla de El Salado (1340).

EL REINO NAZARÍ DE GRANADA

Se fundó hacia 1237 por Muhammed I. Es el creador de la dinastía Nazarí, que, al principio, confraternizó con los reyes castellanos, pero luego tuvo que convertirse en tributario de los mismos. Su territorio comprendía las actuales provincias de Málaga, Granada y Almería, y logró sobrevivir hasta 1492 pagando parias o colaborando con Castilla. Fue un reino muy cohesionado, estable, rico, con una elevada densidad de población y alcanzará una gran cota cultural e intelectual, dejando una de las obras cumbres de todo el arte islámico: La Alhambra. La llegada de los Reyes Católicos y su idea de la unidad territorial provocó la guerra de Granada en 1482. Finalmente, el rey Boabdil entregó la ciudad en enero de 1492.

EL MUNDO ISLÁMICO EN AL-ANDALUS

ORGANIZACIÓN POLÍTICA

La sociedad musulmana tenía un carácter teocrático; no había la menor separación entre el plano religioso y el político. El califa era jefe espiritual. Presidia la oración del viernes, juzgaba, acuñaba moneda en su nombre y dirigía el ejército. Tenía una autoridad absoluta y nombraba o destituía de sus cargos a los funcionarios según su voluntad. Tenía su residencia en Córdoba y, más adelante, en el palacio de Medina-Azahara. Los visires ocupaban una posición inferior que en otros lugares islámicos. En la época de Abd al-Rahman III llegó a haber hasta 16. La Cancillería y Hacienda eran los organismos fundamentales de la Administración Central, controlados por el Hachib (primer ministro). La Cancillería se encargaba de expedir documentos oficiales y la Hacienda de cobrar los impuestos. Los cadíes eran las personas encargadas de la justicia, tenían un gran conocimiento religioso y jurídico y una moral intachable. El más importante era el de Córdoba. El ejército estaba compuesto por mercenarios voluntarios. Los jinetes predominaban sobre la infantería. El jefe militar supremo era el amir; por debajo de él se encontraba el caíd. Las expediciones se realizaban generalmente en verano (aceifa). La marina tuvo gran importancia, al igual que las atarazanas de Almería, donde se fabricaban navíos de guerra. Las coras eran las provincias, al frente de las cuales había un valí (gobernador), elegido por el califa entre las familias más notables del lugar. Las fronteras eran las marcas. El nuevo califa era elegido entre los hijos del difunto. La corte tenía un protocolo muy complicado, existiendo gran cantidad de personas a su servicio. Los príncipes vivían en palacios alejados de la corte (Medina-Azahara).

LA SOCIEDAD

Destacaron la importancia de los núcleos urbanos, la tolerancia y la variedad de grupos étnicos.

La población era muy heterogénea, mayoritariamente musulmana. Existía una gran diversidad étnica y religiosa. El grupo musulmán, que empezó siendo minoritario, creció hasta llegar a la mayoría de la población durante el califato, debido a las conversiones al Islam y a la huida de los mozárabes a los reinos cristianos. Los esclavos no fueron abundantes; procedían de África y de los mercados mediterráneos. La tolerancia fue uno de los rasgos más llamativos de la sociedad andalusí.

Desde el punto socioeconómico, la población andalusí se estructuró en: Jassa o clase alta (aristocracia árabe), Al-ayyan o clase media, integrada por comerciantes y alfaquíes (personas versadas en la ley coránica), y Amma o clase popular dedicada a labores agrícolas, ganaderas y artesanales. Los grupos sociales se estructuraron en torno a la religión:

  • La minoría árabe eran las élites dirigentes del Estado y de la sociedad, ocupaban los cargos más relevantes, se agruparon en torno a su origen yemeni o qaysí.
  • Los sirios se integraron en el ejército.
  • Los bereberes, aunque sometidos políticamente a los árabes, componían el grueso del ejército. Árabes y bereberes estuvieron organizados en clanes que se enfrentaron hasta el siglo XI.
  • Los musulmanes autóctonos o muladíes (cristianos convertidos al Islam): a medida que se convirtieron en un grupo mayoritario, fueron reivindicando una mayor participación en el poder político y social frente a los conquistadores.
  • Los cristianos (mozárabes) y los judíos eran cultos y tolerados, pero subordinados y considerados inferiores. En muchas ocasiones fueron perseguidos, lo que provocó su huida masiva hacia los reinos cristianos. Debían pagar impuestos de los que estaban libres los musulmanes, no podían acceder a cargos políticos ni poseer esclavos musulmanes. Los judíos lograron ocupar cargos públicos de relevancia y tuvieron más libertad que en la época visigoda; se integraron en actividades comerciales y participaron en la actividad cultural. Los mozárabes, vivían en sus propios barrios dirigidos por una autoridad civil (comes) y otra religiosa (obispo), pasaron de ser el grupo mayoritario de la población a convertirse en una minoría.

ECONOMÍA

  • Agricultura: En las zonas secas surgió el cultivo de cereales. Se introdujeron nuevos cultivos como el cultivo de arroz, cítricos, frutales, la palmera, albaricoques, dátiles, zanahorias, azúcar, azafrán y algodón. También destacaba la producción de miel y vino, aunque su consumo estaba prohibido por el Islam. Los musulmanes incorporaron innovaciones que convirtieron a Al-Ándalus en la sociedad agrícola más avanzada de Europa; entre las técnicas destaca la intensificación y expansión del regadío: mejoran el aprovechamiento del agua, amplían el uso de acequias y el empleo de norias para sacar agua y regar, lo que permite ampliar los cultivos en las zonas del Guadalquivir, Ebro, Valencia y Murcia. Estas novedades aumentaron la productividad y la densidad de población. La sal ayudó a la salazón de pescados.
  • Ganadería: También fue muy notable su mejora, en especial la ganadería lanar, tanto para carne como para la producción de lana. Los conejos y las gallinas eran muy apreciados en la alimentación.
  • Minería: La minería no contó con un nivel técnico demasiado elevado. Al-Ándalus necesitaba importar materiales de construcción. Destacan: el oro del Segre y del Guadalquivir, la plata de Murcia, el hierro de Huelva, el cinabrio de Almadén, el cobre de Toledo y Granada, y el mármol de Sierra Morena.
  • Comercio: Se exportaba tanto a Europa como a Oriente Próximo, lo que producía una gran actividad en las ciudades y gran riqueza. El sistema monetario estaba basado en monedas de oro (dinar), plata (dírham) y cobre (fall). El comercio también se realizaba con esclavos. En los zocos, lugares de mercado, se surtía al mercado interior de todos los productos necesarios. Las alcaicerías eran mercados de objetos suntuarios, y las alhóndigas, mercados donde se depositaban los productos.
  • Artesanía: La artesanía prosperó en las ciudades y permitió la existencia de un rico comercio interior y exterior. Destaca el sector textil (algodón, seda, lana), cuero (cordobanes), metalúrgico (armas, acero), cerámica y orfebrería.
  • URBANISMO: La sociedad de Al-Ándalus era muy urbana; las ciudades eran mayores que las de los reinos cristianos. Hacia el siglo XI, Córdoba y Sevilla pasan de los 50,000 habitantes y muchas de 20,000 (Murcia, Granada, Toledo…). Las ciudades eran centros políticos, centros comerciales y económicos y centros sociales. La parte principal de las ciudades era la medina (zona central y amurallada, donde se encontraba la mezquita mayor, el zoco y otros edificios y palacios); la zona residencial, formada por calles estrechas, estaba fuera de la medina; el ensanche dio lugar a los arrabales (lugares de tumultos y revueltas). También había barrios segregados como las juderías. En las zonas rurales y urbanas existían baños públicos con una estructura heredada de los baños romanos, con varias salas con piscinas.
  • Córdoba era la gran capital, con una población estimada de 300,000 habitantes. Compuesta de dos partes: la Medina, donde se sitúan la Mezquita y la alcazaba con el palacio califal, y La Axarquía (parte oriental). Numerosas puertas se abren en la muralla, conexionando con arrabales y almunias, que eran residencias de campo situadas junto a los ríos; sus propietarios eran miembros de la nobleza. Las calles de la ciudad eran laberínticas, con patios interiores, baños públicos, escuelas coránicas y una extensa red de alcantarillado y suministro de agua.

EL LEGADO CULTURAL

Las aportaciones de Al-Ándalus a la cultura europea medieval fueron enormes. Europa recibió a través del Islam: el papel, la numeración arábiga, la brújula, el astrolabio, el cuadrante y la pólvora. En medicina, Abucasis, médico cordobés, escribe un tratado sobre instrumentos y operaciones quirúrgicas. En filosofía, destaca el cordobés Averroes, que vivió en el siglo XII y difundió el pensamiento de Aristóteles en el occidente cristiano. Su obra “La destrucción de la destrucción” indaga sobre la felicidad humana y su identificación con la sabiduría y defiende los derechos de la mujer. El filósofo judío Maimónides, coetáneo del anterior, rabino de los judíos cordobeses, es conocido por su compromiso ético y la búsqueda de la verdad. Destacó en todos los campos científicos, intentando armonizar el aristotelismo con las creencias judías. En literatura, la lírica amorosa tuvo gran influencia en Europa; aparece el autor Ibn Hazam con su obra “El collar de la paloma”.

EL ARTE

El edificio religioso más importante era la mezquita. La Mezquita cordobesa fue la obra cumbre del arte califal, destacando el mihrab ubicado en la bóveda estrellada de forma octogonal. También sobresale: el palacio de Medina Azahara, La Giralda (antiguo alminar de la mezquita sevillana) y la Alhambra de Granada (residencia de los monarcas nazaríes). Las construcciones se caracterizan por su austeridad exterior, que contrasta con la riqueza decorativa interior. Los elementos decorativos más importantes son los arcos de herradura y lobulados y las formas abstractas, geométricas, vegetales y escritas. El Islam prohíbe la representación de figuras humanas y de animales.

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