La venta de los bienes del clero 1836

1.- Introducción


La desamortización fue un largo proceso de transformación de las formas de propiedad del Antiguo Régimen iniciado en España a finales del Siglo XVIII por Godoy (1798) y que tendrá sus dos principales instrumentos en la desamortización eclesiástica de Mendizábal y la general de Madoz.
Consistíó en expropiar por parte del Estado las tierras y bienes en poder de las llamadas «manos muertas», casi siempre la Iglesia Católica y los municipios, para ponerlas en el mercado, mediante una subasta pública. Su finalidad fue acrecentar la riqueza nacional (liberalizar el mercado de la tierra y aumentar la producción) y crear una clase de propietarios que apoyaran el liberalismo. Además, se obténían unos ingresos extraordinarios con los que amortizar los títulos de deuda pública. La desamortización se convirtió en la principal arma política con que los liberales modificaron el régimen de la propiedad del Antiguo Régimen para implantar el nuevo Estado burgués. No afectó a los bienes de la nobleza, que conservó su bienes o los acrecentó a través de medidas como la supresión de los mayorazgos de 1836  y la abolición del régimen señorial de 1837 .

Precedentes

En 1798 el gobierno declaró en venta los bienes de una serie de institutos eclesiásticos, y destínó los fondos obtenidos a amortizar la deuda. Durante la Guerra de la Independencia tanto el gobierno bona­partista como las Cortes de Cádiz realizaron una legislación paralela de supresión de conventos y órdenes religiosas y de puesta en venta de sus propiedades, destinando el producto a amortizar la deuda del Estado. La restauración del absolutismo en 1814 significó la anulación de estas medidas y la devolución de los bienes vendidos a los frailes. En el Trienio Liberal volvieron a entrar en vigor las decisiones de las Cortes de Cádiz: se aprobó el Decreto de supresión de monacales en 1820 y se emprendíó la desamortización de bienes de pro­píos y baldíos de los municipios. Pero en 1823 retornó el régimen absolutista, y Fernando VII obligó a restituir los bienes ven­didos, lo que provocó la indignación de los compradores, que desde entonces pasaron a apoyar al liberalismo y a enfrentarse al Rey.

2. LA DESAMORTIZACIÓN DE MENDIZÁBAL. 1836

A partir de 1833 el proceso de desamorti­zación se precipitó por varias causas. En primer lugar, la guerra carlista obli­gaba al Estado a obtener recursos para financiarla. En segundo lugar, se difundíó en el país un clima anticlerical, a causa del apoyo del clero al bando carlista. En tercer lugar, los antiguos compradores de bienes desamortizados en el Trienio, presiona­ban al gobierno para que les devolviera sus bienes. Por eso no es extraño que los gobiernos liberales fueran poco a poco avanzando hacia la desamor­tización: reintegro de sus bienes a los com­pradores del Trienio y disolución de órdenes religiosas que no se dedicaran a la enseñanza o cuidado de enfermos y declaración de sus fincas como bienes nacionales.
En esta situación y con un Gobierno Progresista se publicó la primera de las dos grandes leyes desamortizadoras, la de Mendizábal, la desamortización de bienes del clero:
en Febrero de 1837 se declaraban en venta todos los bienes pertenecientes al clero regular. Sus objetivos eran sanear la Hacienda mediante la amortización de la deuda pública, financiar la guerra carlista y convertir a lso nuevos porpietarios en defensores del trono deI Isabel II y el liberalismo. Los pequeños labradores no pudieron entrar en las pujas y las tierras fueron compradas por nobles y burgueses adinerados, de forma que no pudo crearse una verdadera burguésía o clase media en España que sacase al país de su atraso.Desde Agosto de 1841, bajo la regencia de Espartero, se desamortizaron también los bienes del clero secular. Fue finalmente con la vuelta de los moderados, en 1844, cuando se suspendieron las subastas.En total, entre 1836 y 1844 se habían vendido propiedades por valor de 3.274 millones de reales. Se había desamortizado el 62% de las propiedades de la Iglesia. Dado el distinto tamaño de los lotes, eran en teoría asequibles para grupos sociales de bajos ingresos, pero en la práctica los propietarios y los inversores burgueses acapararon las compras, puesto que eran los únicos que tenían liquidez. Además, comprar era un excelente negocio: sólo se abonaba el 20% al contado, el resto se pagaba aplazado, y se admi­tían para el pago los títulos de deuda por su valor nominal.Es cierto que podría haberse llevado adelante la desamortizaclon con más rendimiento para el Estado, e incluso que podría haberse aprovechado para repartir la tierra entre los campesinos, iniciando así un proceso de reforma agraria. Lo que ocurre es que el ministro no buscaba ni un reparto de las tierras ni una reforma agraria, sino beneficiar a quienes per­tenecían ala elite financiera y comercial. Y buscaban consolidar su prosperidad económica con la compra de bienes inmuebles. El resultado es que el Estado recau­dó unos 4.500 millones de reales, de los que sólo 500 lo fueron en dine­ro, cuando la deuda ascendía ya por entonces a unos 14.000 millones.

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