Oposición Política en la Restauración Española: Partidos y Movimientos

La Oposición Política al Régimen de la Restauración

El régimen de la Restauración, diseñado por Cánovas del Castillo y consagrado por la Constitución Española de 1876, distinguía entre los partidos políticos dinásticos que estaban dentro del sistema y el resto de opciones políticas (sistema canovista). Cánovas diseñó un modelo de alternancia en el poder (turnismo) con dos partidos dinásticos: el Partido Conservador, liderado por Cánovas del Castillo y posteriormente por Francisco Silvela, y el Partido Liberal, liderado por Práxedes Mateo Sagasta. Para mantenerse en el gobierno, falseaban los resultados electorales por medio del ministro de la Gobernación en Madrid, los Gobernadores Civiles en la provincia y los caciques en la comarca y el municipio. Fuera del sistema quedaban el resto de las opciones políticas: carlistas, republicanos, nacionalistas y todas las tendencias del movimiento obrero.

Carlistas

Se dividieron en dos grupos: los que se mantuvieron al margen del sistema (integristas, liderados por Ramón Nocedal) y los que formaron un partido político dentro de la legalidad. El Partido Carlista fue legalizado en 1881 por el gobierno de Sagasta.

Republicanos

La oposición republicana supuso una amenaza para la Restauración, ya que fue aumentando debido al descontento con el sistema. Se dividieron en tres opciones:

  • Posibilistas: seguidores de Emilio Castelar, partidarios de la unidad nacional y el orden social.
  • Federales: partidarios de reformas sociales, fueron perdiendo el apoyo de los obreros a favor del movimiento obrero (socialismo y anarquismo).
  • Progresistas-demócratas: seguidores de Ruiz Zorrilla, partidarios de un cambio radical de régimen empleando acciones violentas. Además, había diferencias entre ellos por el modelo de República unitaria o federal. El republicanismo federal evolucionó hacia el nacionalismo. El republicanismo se extendió entre las clases medias urbanas y los trabajadores industriales.

Movimiento Obrero

Los obreros y campesinos se habían organizado durante el Sexenio Democrático, pero las organizaciones sindicales fueron ilegalizadas por el gobierno de Cánovas hasta que la Ley de Asociaciones de 1881, durante el gobierno de Sagasta, volvió a legalizarlas. Las dos corrientes de la Internacional estuvieron representadas en España:

  • Anarquistas: Esta corriente, introducida en España por Giuseppe Fanelli (discípulo de Bakunin), fundó la Federación de Trabajadores de la Región Española (sección española de la AIT) en Barcelona y Madrid en 1870. El área geográfica del anarquismo coincide con el movimiento cantonal de la I República: Cataluña, Levante y Andalucía. Durante la Restauración, fue un movimiento dividido en dos tendencias: una pacífica, partidaria de defender al proletariado por medios legales, y otra anarcosindicalista, partidaria de la «acción directa», la «propaganda por el hecho», de atentados terroristas, huelgas e incluso asesinatos, extendida sobre todo en las zonas agrarias andaluzas («La Mano Negra», organización secreta responsable de algunos asesinatos). Los anarquistas fueron reprimidos. A pesar de ello, fueron responsables de numerosos atentados como el del Liceo de Barcelona y el de la Procesión del Corpus de 1896. Los juicios que se abrieron para resolver los atentados se conocen como los Procesos de Montjuic. En 1897, el presidente del gobierno Cánovas del Castillo fue asesinado por un anarquista italiano en venganza por las sentencias contra anarquistas. La desunión fue la norma entre las tendencias del movimiento obrero, aunque hubo acuerdos para ocasiones especiales como la celebración del Día del Trabajo el «1º de Mayo».
  • Socialistas: Siguen las ideas de Marx y parten de la necesidad de que las clases obreras participen en la política a través de un partido político propio. Pablo Iglesias fundó en 1879 el PSOE (Partido Socialista Obrero Español). El periódico El Socialista se fundó en 1886 y, en 1888, la UGT (Unión General de Trabajadores), un sindicato socialista. Fueron ganando adeptos en las grandes ciudades y los núcleos industriales de Madrid, Asturias, el País Vasco y Cataluña. Con un grado de cohesión mayor que los anarquistas, alternaban medidas huelguistas con su participación en las elecciones. Ello les llevaría a lograr reformas a corto plazo, sin renegar de sus objetivos revolucionarios. Pablo Iglesias fue el primer diputado socialista en España en 1910.

Movimientos Nacionalistas y Regionalistas

En esta etapa, surgen los movimientos regionalistas y nacionalistas, cuyo origen se encuentra en la existencia de movimientos culturales (como el Romanticismo) que rescataban la riqueza de las lenguas y costumbres propias, con una exaltación histórica a menudo imaginaria, considerada como el origen de la «nación». Es de destacar la Renaixença catalana, el Rexurdimento gallego y la recuperación del euskera. Critican el centralismo del Estado liberal, defendiendo un Estado plural y diverso fruto de su pasado histórico (fueros e instituciones de los antiguos reinos). En este sentido, el federalismo de la I República sería la base del nacionalismo. La crisis del 98 catalizó el nacionalismo al poner de manifiesto la incapacidad del Estado liberal español para hacer progresar al país y defender sus mercados. Se distinguen dos tendencias:

  • Regionalismo: que aspiraba a la creación de instituciones propias o a la consecución de cierta autonomía administrativa en el marco de una mayor descentralización, con un mayor uso de la lengua propia. Ejemplos: el caso gallego o el valenciano.
  • Nacionalismo: radicalización de las propuestas anteriores con vistas a la consecución de mayores cotas de poder político, que llegaban incluso a la independencia. Dominaron dos tendencias contrapuestas: la conservadora y liberal, partidaria de recuperar los antiguos fueros; y la progresista, federal y republicana.

Nacionalismo Catalán

Surgido durante el Sexenio con un corte federalista y republicano, evolucionaría hacia un tipo más conservador y tradicionalista. La burguesía se haría con su control a través de la «Unión Catalanista» (1890), en cuyo seno se aprobó una propuesta descentralizadora denominada las «Bases de Manresa» en 1892. Se fundó un nuevo partido que representaba a la burguesía catalana descontenta con el sistema canovista: la «Lliga Regionalista» de Francesc Cambó y Prat de la Riba en 1901. Este nacionalismo tuvo un carácter conservador y burgués. En 1917, apareció el Partit Republicà Català de Companys y la Esquerra Catalana, que se acabarían uniendo en Esquerra Republicana de Catalunya, la cual desplazaría a la Lliga en 1931.

Nacionalismo Vasco

El fuerismo fue el primer movimiento regionalista vasco. A este fenómeno se unió el rápido proceso de industrialización, unido a la emigración. Ello llevó a la creación, por Sabino Arana en 1895, del Partido Nacionalista Vasco (PNV), cuyo objetivo era recuperar la conciencia nacional y hacer posible la independencia de Euskalerria. Tuvo, pues, un perfil mucho más conservador, tradicionalista y rural, apoyándose en la reivindicación de los fueros perdidos, el rechazo del liberalismo y de la industrialización, y un carácter marcadamente católico. La impronta de Arana lo hizo moverse entre el independentismo radical, de base étnica e incluso racista, y la integración autónoma dentro de España. A su muerte, el nacionalismo vasco moderó los aspectos más radicales y ganó influencia en el País Vasco.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *