Prehistoria y Edad Antigua en la Península Ibérica: De Atapuerca a los Visigodos

La Prehistoria

La Prehistoria es la etapa de la humanidad que abarca aproximadamente desde hace unos 5.000.000 de años hasta el 3.000 a. C. Es la época anterior al conocimiento de la escritura. Se divide en varios períodos:

  • Edad de Piedra: Paleolítico, Mesolítico y Neolítico.
  • Edad de los Metales: Cobre, Bronce, Hierro.

Paleolítico

Se inicia en la Península hace aproximadamente unos 800.000 años y se extendió hasta los 5.000 años a. C. aproximadamente. Se caracteriza por el uso de la piedra tallada. Se divide en varias etapas:

Paleolítico Inferior

Predomina la cultura achelense, en la que destaca el uso de bifaces. En España destacan los yacimientos de Torralba y Ambrona (Soria).

Paleolítico Medio

Predomina la industria musteriense con utensilios más especializados realizados con lascas. La vida se desarrolla en cuevas debido a un clima más frío. Entre los yacimientos destacan Gibraltar, Bañolas (Gerona) y la desembocadura del Tajo.

Paleolítico Superior

La industria lítica se fue perfeccionando en varios períodos: Auriñaciense, Solutrense y Magdaleniense. Aparecen utensilios de hueso (agujas, anzuelos, etc.). Surge la pintura rupestre, como en la cueva de Tito Bustillo (Asturias).

Neolítico (5000-2500 a. C.)

La transición a la economía productiva se inicia en el Mesolítico. En este período el clima se hace más templado, por lo que el ser humano debe adaptarse a la nueva situación. Los animales propios de climas fríos desaparecen y predominan otros de climas más cálidos. Los utensilios se hacen de menor tamaño para adaptarse a la nueva fauna.

La culminación de este período fue la aparición del Neolítico. Se habla de la Revolución Neolítica debido a los cambios tan importantes que se producen, suponiendo una transformación total en la forma de vida humana de esta época. Estos cambios son:

  • Aparición de la agricultura y la ganadería. Se considera agricultura cuando el ser humano siembra, cosecha y guarda parte de la cosecha para la siembra futura. Se produce lo que se consume. La ganadería surge cuando el ser humano domestica, cuida, alimenta y favorece la reproducción de los animales. Se inicia el paso de una economía depredadora a una productora.
  • Aparición de la cerámica (cardial e incisa). Este hecho supone un avance importante, ya que permite cocinar los alimentos. La principal consecuencia es un aumento significativo de la población.
  • Aparición de la piedra pulimentada. Se inicia una mayor especialización en los utensilios.
  • Aparición de la jerarquización social y las primeras ciudades.
  • Aparición de un nuevo tipo de pintura rupestre.
  • Surgimiento de los enterramientos.

Entre los principales yacimientos destacan la Cueva de la Cocina (Valencia), Verdelpino (Cuenca), etc.

Arte en la Prehistoria

Pintura Rupestre

Existen dos zonas de pintura rupestre claramente diferenciadas:

Zona Franco-Cantábrica
  • Predominan animales de climas fríos, hoy desaparecidos (bisontes, mamuts, etc.).
  • Gran realismo en las figuras, que presentan volumen.
  • Uso de policromía (rojo, negro, ocre).
  • Ausencia de la figura humana.
  • Yacimientos: Destaca la Cueva de Altamira en la Cordillera Cantábrica.
Zona Levantina
  • Predominan animales más actuales (ciervos, caballos, etc.).
  • Figuras esquemáticas.
  • Ausencia de volumen, figuras planas.
  • Predominio de la monocromía (rojo o negro).
  • Presencia de la figura humana en escenas (danza, guerra, caza).
  • Yacimientos: Se encuentran en la zona mediterránea, destacando la Cueva de Cogull (Lérida).

Arte Mobiliar

Se desarrolla también la escultura y el grabado, predominando en el Paleolítico. Predominan las figuras conocidas como Venus. Existen yacimientos en Cantabria y Andalucía.

Edad de los Metales

Los restos más destacados se encuentran principalmente en las provincias de Granada y Almería.

Edad del Cobre (Calcolítico)

Destaca el yacimiento de Los Millares (Almería). Abundan la agricultura y la ganadería, los poblados son defensivos y los enterramientos, colectivos. Aparecen numerosos restos de megalitismo (dólmenes de Menga y El Romeral en Antequera) y el vaso campaniforme.

Edad del Bronce

Destaca la cultura de El Argar (Almería). También hay restos en Granada, Jaén y Murcia. Los poblados son defensivos y los enterramientos, individuales. Al final de la Edad del Bronce aparecen estelas funerarias.

Edad del Hierro

Se inician las colonizaciones procedentes del Mediterráneo oriental.

Pueblos Prerromanos

Tartessos

Fue un pueblo autóctono de la Península Ibérica. Se localizó en Andalucía y se caracterizó por:

  • Una sociedad jerarquizada en clases.
  • La monarquía como forma de gobierno. Destaca el rey Argantonio, sobre quien existen referencias escritas.
  • Una economía basada en la explotación de minerales de Sierra Morena, complementada con la agricultura y ganadería del valle del Guadalquivir. También destacaron el comercio y la orfebrería.

El principal yacimiento es El Carambolo (Sevilla), con importantes restos de orfebrería.

Pueblos Indoeuropeos e Íberos

Celtas

Penetraron en la Península en torno al 1100-700 a. C. Eran pueblos guerreros cuya economía se basaba en una agricultura y ganadería rudimentarias. Destacan: astures, cántabros, galaicos, etc. Se asentaron en el valle del Ebro, la Meseta y el norte peninsular. En el centro de la Península entraron en contacto con los íberos, dando lugar a la cultura celtíbera (carpetanos, vetones, etc.). Sus poblados se situaban en castros (recintos fortificados).

Íberos

Se trata de un conjunto de pueblos situados en la costa mediterránea (bastetanos, oretanos, ilergetes, etc.). Los bastetanos se consideran sucesores de Tartessos. Su economía se basaba en la agricultura, la ganadería, la minería y la metalurgia. La sociedad estaba jerarquizada, dirigida por una élite guerrera, y vivían en poblados amurallados. Desarrollaron una importante actividad artística. Destacan esculturas como las Damas de Elche, Cerro de los Santos y Baza, de carácter funerario, así como restos de leones localizados en zonas como Baena (Córdoba).

Pueblos Colonizadores

Fenicios

Procedían del actual Líbano y su presencia está confirmada a partir del siglo VIII a. C., aunque no se excluyen contactos anteriores. Algunos textos los mencionan como fundadores de la actual Cádiz (Gadir) hacia el 1100 a. C., entrando en contacto con Tartessos. Sus fundaciones se situaron en el sur y sureste peninsular. Las principales fueron: Gadir, Sexi (Almuñécar), Malaca (Málaga) y Abdera (Adra). Gracias a estos contactos, los pueblos nativos de la península conocieron la explotación de la sal, la conservación del pescado, la industria de la púrpura, etc.

Griegos

Llegaron procedentes de Massalia (Marsella), colonia fundada por los focenses. Se asentaron en la costa catalana y levantina. Sus principales fundaciones fueron Rhode (Rosas) y Emporion (Ampurias). Esta colonización tuvo importantes repercusiones para la población indígena: introducción de la moneda, nuevos cultivos, etc. Tras la batalla de Alalia, fueron desplazados por los cartagineses del comercio mediterráneo.

Cartagineses

La decadencia fenicia supuso el auge de Cartago, una antigua colonia fenicia del norte de África. Los cartagineses no penetraron, en principio, hacia el interior peninsular. Se asentaron en la costa, donde fundaron Ebusus (Ibiza) y Baria (Villaricos, Almería). Posteriormente, tras perder la Primera Guerra Púnica frente a Roma, se adentraron en la Península. Amílcar Barca desembarcó en Gadir (Cádiz) hacia el 237 a. C. y conquistó el sur y sureste peninsular hasta Akra Leuke. Su yerno Asdrúbal amplió esta conquista y fundó Carthago Nova (Cartagena).

La Conquista Romana y la Romanización

Fases de la Conquista

  1. Primera Fase (218-197 a. C.): Periodo marcado por la Segunda Guerra Púnica, en el que Roma se enfrentó al cartaginés Aníbal. Un ejército romano dirigido por Escipión el Africano conquistó los valles del Ebro y Guadalquivir, derrotó a los cartagineses en Ilipa (cerca de Alcalá del Río, Sevilla) y los expulsó de la Península. Estas zonas ofrecieron poca resistencia al dominio romano.
  2. Segunda Fase (154-133 a. C.): Los romanos, interesados por las riquezas peninsulares, decidieron ocupar el interior. Se inició la conquista de la Meseta, dando lugar a las guerras celtibéricas y lusitanas. Los lusitanos fueron finalmente sometidos, destacando la resistencia liderada por Viriato hasta su asesinato. La resistencia celtíbera culminó con la caída de Numancia en el 133 a. C. Los celtíberos resistieron en Numancia durante meses hasta que la ciudad fue conquistada tras un largo asedio y el suicidio de muchos de sus habitantes.
  3. Tercera Fase (29-19 a. C.): Se conquistó el norte peninsular. Galaicos, cántabros y astures fueron derrotados por el emperador Augusto en las Guerras Cántabras, completando así la conquista.

Romanización: Factores Clave

Varios factores facilitaron el proceso de romanización:

  • El ejército: Fue una de las vías más importantes. Se establecieron guarniciones militares que entraron en contacto con los indígenas, quienes aprendieron la lengua y costumbres romanas. Además, los legionarios veteranos recibían tierras al licenciarse, fomentando la convivencia e integración, llegando incluso a la adopción de nombres romanos por parte de los indígenas.
  • Las ciudades: Los romanos fundaron numerosas ciudades. Las más importantes eran las colonias, habitadas por ciudadanos romanos (a menudo soldados licenciados), como Itálica, Corduba (Córdoba) o Hispalis (Sevilla). Las ciudades indígenas preexistentes tenían diferentes estatus jurídicos; algunas eran estipendiarias y debían pagar un tributo por haberse resistido. Posteriormente, el Edicto de Latinidad de Vespasiano (74 d. C.) concedió el derecho latino a muchas ciudades, otorgándoles más derechos. Finalmente, el Edicto de Caracalla (212 d. C.) concedió la ciudadanía romana a prácticamente todos los habitantes libres del Imperio, eliminando muchas diferencias.
  • Otros factores: La difusión del latín como lengua común, la extensa red de calzadas que facilitaban las comunicaciones y el comercio, y el derecho romano, que unificó jurídicamente el territorio.

Sociedad Hispanorromana

La estructura social romana se implantó en las provincias hispanas. Estaba formada por varios grupos:

  • Personas libres: Se dividían en:
    • Privilegiados (honestiores): Grandes propietarios, altos cargos, etc., que controlaban el poder.
    • Plebeyos (humiliores): Grupo mayoritario formado por campesinos, artesanos y pequeños comerciantes.
  • Esclavos: Carecían de derechos y eran considerados propiedad. Su origen principal eran las guerras y el nacimiento.
  • Libertos: Antiguos esclavos que habían obtenido la libertad, aunque a menudo mantenían vínculos de dependencia con sus antiguos amos.

Organización Provincial de Hispania

Roma organizó la Península Ibérica en provincias para facilitar su administración y gobierno. Esta división cambió con el tiempo:

Época Republicana (197 a. C.)

Hispania se dividió en dos provincias: Hispania Citerior (la más cercana a Roma, al este) y Hispania Ulterior (la más lejana, al sur y oeste).

Época Imperial

  • División de Augusto (27 a. C.): Se reorganizó en tres provincias:
    • Tarraconensis: Con capital en Tarraco (Tarragona).
    • Baetica: Con capital en Corduba (Córdoba).
    • Lusitania: Con capital en Emerita Augusta (Mérida).
    La Tarraconensis y Lusitania eran provincias imperiales (bajo control directo del emperador, a menudo por no estar completamente pacificadas o por su importancia estratégica/minera). La Baetica era una provincia senatorial (administrada por el Senado, por considerarse pacificada y romanizada). El territorio minero de Cástulo (Jaén) se incluyó en la Tarraconensis para asegurar el control imperial sobre sus recursos.
  • Bajo Imperio (Reforma de Diocleciano, c. 298 d. C.): Hispania se dividió en cinco provincias (agrupadas en la Diócesis Hispaniarum): Baetica, Lusitania, Tarraconensis, Carthaginensis (con capital en Carthago Nova) y Gallaecia (con capital en Bracara Augusta – Braga). Posteriormente, se añadió la Balearica.

La Monarquía Visigoda

Los visigodos eran un pueblo de origen germánico que había penetrado en el Imperio Romano en el siglo IV. En el 409 d. C., suevos, vándalos y alanos penetraron en la Península Ibérica. Roma pactó con los visigodos (como foederati o aliados) para que los expulsaran. A cambio, los visigodos obtuvieron permiso para asentarse en el sur de la Galia, donde crearon el Reino de Tolosa (Toulouse). En la Galia, se enfrentaron a los francos, siendo derrotados en la batalla de Vouillé (507 d. C.), lo que les obligó a cruzar los Pirineos. Se asentaron definitivamente en la Península Ibérica y establecieron un reino con capital en Toledo.

La monarquía visigoda logró unificar gran parte del territorio peninsular. El rey Leovigildo (568-586) sometió al reino suevo de Galicia, fortaleció el poder real (aunque el carácter electivo de la monarquía persistió con tensiones hacia la herencia) y se apoyó en el Aula Regia (un consejo consultivo integrado por nobles, clérigos y altos funcionarios).

Progresivamente, se produjo la integración entre la población visigoda (arriana) y la hispanorromana (católica). Se derogó la prohibición de matrimonios mixtos. Con el rey Recaredo (586-601), se produjo la unidad religiosa en el III Concilio de Toledo (589), al convertirse él y la nobleza visigoda al catolicismo.

El rey Recesvinto (653-672) promulgó el Liber Iudiciorum o Fuero Juzgo (hacia 654), un código de leyes único que unificaba jurídicamente a visigodos e hispanorromanos.

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