El Reinado de Alfonso XIII y el Revisionismo Político (1902-1912)
A finales del siglo XIX y principios del XX, tras el Desastre del 98, durante el periodo de la Restauración, que se había mantenido vigente en el país fundamentado en la alternancia de partidos, surgió el Regeneracionismo, un movimiento ideológico, político y cultural que pretendía reformar y modernizar las estructuras políticas, económicas y sociales de España.
El Revisionismo Político de Maura y Canalejas
Cuando Alfonso XIII accedió al trono en 1902, los partidos dinásticos habían optado por líderes regeneracionistas: Maura en el Partido Conservador y Canalejas en el Partido Liberal. En el llamado “gobierno largo” de Maura (1907-1909), este puso en marcha su “revolución desde arriba”. Se trataba de hacer profundas reformas del sistema liberal-parlamentario, pero sin alterar las bases del régimen; a esto se le llamó revisionismo político.
Medidas del Gobierno de Maura
Su programa más importante fue el proyecto de ley de administración local, que contemplaba una mayor autonomía para las corporaciones locales y la posibilidad de crear mancomunidades locales y provinciales. Su programa influyó en otras disposiciones, como una política de intervención estatal y de protección y fomento de la industria nacional; y medidas sociales, como:
- La creación del Instituto Nacional de Previsión.
- La Ley de Descanso Dominical.
- La legalización de la huelga.
Reformas de Canalejas
Por su parte, Canalejas emprendió el intento más importante de regeneración del sistema para lograr su progresiva democratización y ampliar sus bases sociales. Impulsó la secularización del Estado y la intervención en materia social, con medidas como:
- Reducción de la jornada laboral.
- Ley de accidentes de trabajo.
- Prohibición del trabajo femenino nocturno.
- Supresión del impuesto de consumos por otro progresivo de las rentas urbanas.
En noviembre de 1912, Canalejas fue asesinado por un anarquista, lo que supuso el fin del segundo intento regenerador (después del de Maura) y una profunda reorganización de la policía y servicios de seguridad para luchar contra el terrorismo.
Poco después, el sistema de la Restauración entró en una profunda crisis y descomposición con gobiernos muy breves e inestables y rupturas en los dos partidos del sistema.
El Golpe de Estado de Primo de Rivera y sus Apoyos (1923)
Justificación del Golpe de 1923 por Primo de Rivera
Estamos ante una fuente directa de temática política en la que el Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, se dirige “al país y al ejército” el 13 de septiembre de 1923 para anunciar y justificar su golpe de Estado.
En el primer párrafo, afirma que actúa forzado por las circunstancias y por el clamor popular para salvar a la Patria de los profesionales de la política que habían llevado a España a una situación de absoluta inmoralidad desde 1898.
En el segundo párrafo, comienza a desgranar cada uno de los males que, según él, asolaban a España y que lo habían llevado a dar un golpe de Estado. El primero de ellos, los vicios del sistema electoral (el encasillado, el pucherazo y el turnismo) que, según él, secuestraban la auténtica voluntad popular.
En el tercer párrafo, incide en la idea de que, según él, la intervención militar era un clamor popular y especifica más aún los males que, según él, estaban llevando a España a la ruina. A saber:
- Asesinatos y secuestros.
- Inseguridad ciudadana.
- Mala gestión de la economía.
- Corrupción política y económica.
- Petición de responsabilidades por el Desastre de Annual.
- Huelgas.
- Propaganda comunista y anarquista.
- Politización de la Justicia.
- Ataques a la Iglesia Católica.
- Separatismo.
En resumen, pinta un cuadro catastrófico para España, lo que lo obligaría, según él, a intervenir militarmente para salvar a la Patria de un supuesto caos, apoyado por el pueblo y el ejército.
Causas del Golpe de Estado de 1923
- Contexto internacional: Ascenso del fascismo tras la Primera Guerra Mundial y la Revolución Socialista en Rusia. Mussolini había llegado al poder en Italia en 1922 con el fin de imponer el “orden social” por la fuerza y alejar el peligro comunista.
- Crisis del sistema de la Restauración: El corrupto sistema de la Restauración entró en una fase de inestabilidad política con continuos cambios de gobierno incapaces de resolver los problemas del país.
- Petición de responsabilidades por el desastre militar en Annual (Marruecos): Tras el Desastre de Annual, había una petición de responsabilidades que afectarían a altos mandos del Ejército y al mismísimo rey Alfonso XIII. Se elaboró el Informe Picasso que jamás vería la luz.
- Conflictividad laboral y social: Las desigualdades provocadas por la neutralidad española en la Primera Guerra Mundial generaron un descontento laboral y social creciente. Todo esto, unido al ejemplo de la Revolución Rusa para las organizaciones obreras y de izquierdas, hizo que crecieran las huelgas y atentados que fueron respondidos desde la patronal con el asesinato de líderes obreros y sindicales.
- Auge de los nacionalismos periféricos y del republicanismo: La crisis del sistema hizo que crecieran, además de las organizaciones obreras, los movimientos nacionalistas en algunos territorios (Cataluña, etc.) y el republicanismo como alternativa a una monarquía muy desgastada.
Apoyos Iniciales al Golpe de Primo de Rivera
El golpe de Estado contó con los siguientes apoyos:
- El rey: Alfonso XIII, que veía con temor la descomposición del sistema del que él era árbitro y eje, así como la petición de responsabilidades por el Desastre de Annual que lo afectaba a él mismo por su apoyo al General Silvestre.
- El ejército: Que no admitía la petición de responsabilidades a altos cargos militares por el Desastre de Annual y que se creía con el derecho y el deber de “salvar a la patria” de los males descritos en el texto.
- La patronal: En especial la patronal catalana, que veía con pavor las huelgas, los atentados terroristas y el temor a una revolución.
Podríamos añadir la pasividad del Movimiento Obrero, indiferente ante la caída de un sistema político corrupto y caduco.
Evolución y Fin de la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
Tras el Desastre de Annual en 1921, entre los militares existía un gran descontento por las responsabilidades que el expediente Picasso exigía. Para frenar las reformas impulsadas por el gobierno liberal e impedir el debate del Expediente en las Cortes, el capitán general Miguel Primo de Rivera impulsó un golpe de Estado.
Primo de Rivera justificó su actuación en un manifiesto dirigido a la nación. La alta burguesía, el ejército, el rey y su entorno político aceptaron la dictadura como una solución a la crisis. El pueblo llano reaccionó con indiferencia o favorablemente al golpe, pues se esperaba que el nuevo régimen tuviera un carácter temporal y pusiera fin a un sistema que se había demostrado incapaz de resolver los problemas del país. Por ello, la dictadura apenas contó inicialmente con una oposición política y social.
El Directorio Militar (1923-1925)
Alfonso XIII nombró a Primo de Rivera presidente del directorio, un gobierno integrado exclusivamente por militares, conocido como Directorio Militar (1923-1925). Sus primeras medidas fueron:
- La declaración del estado de guerra en todo el país.
- La suspensión de la Constitución.
- La disolución del Parlamento.
- La ilegalización de los partidos políticos y organizaciones obreras.
- Liquidó la Mancomunidad de Cataluña, prohibió el uso de símbolos catalanistas y restringió el uso del catalán al ámbito privado.
Para acabar con el caciquismo, el directorio disolvió los ayuntamientos, los reemplazó por juntas de vocales y elaboró un estatuto municipal y otro provincial. También instauró una política de orden público muy represiva, que se dirigió fundamentalmente contra la CNT. Se prohibieron las manifestaciones y huelgas, y se persiguió y encarceló a los principales dirigentes obreros. La represión redujo drásticamente los conflictos laborales y puso fin a la violencia social y al pistolerismo en las calles.
Consciente de la importancia de mantener el apoyo del ejército, Primo de Rivera intentó resolver la cuestión de Marruecos y, en 1925, intervino militarmente en el Rif, poniendo fin a la guerra.
El Directorio Civil (1925-1930) y el Final de la Dictadura
Estos primeros éxitos dieron popularidad a Primo de Rivera, que a finales de 1925 decidió cambiar la composición del directorio. Se estableció un Directorio Civil, con el objetivo de abandonar la dirección militar y volver a la “normalidad”. Con el fin de perpetuar e institucionalizar el régimen, emprendió una reactivación de la economía, mediante unos elevados aranceles proteccionistas y la concesión de ayudas a las grandes empresas.
En 1926 anunció la convocatoria de una Asamblea Nacional Consultiva, cuya función era meramente consultiva y siempre bajo control gubernamental.
También creó una nueva formación política, la Unión Patriótica, un partido gubernamental sin una ideología claramente definida, cuya misión primordial era proporcionar apoyo social a la dictadura. Como órgano auxiliar del partido, creó el Somatén, una fuerza armada ciudadana con capacidad para apoyar a la policía y el ejército en momentos de conflictos internos.
La escasa conflictividad social del periodo se explica en parte por la represión y también gracias al desarrollo de una amplia política social y de una legislación laboral.
Sin embargo, la oposición fue creciendo e impulsó actuaciones para poner fin a la dictadura. Algunos de los antiguos líderes dinásticos apoyaron conspiraciones militares como la llamada “Sanjuanada” de 1926.
La Segunda República: El Frente Popular y el Camino a la Guerra Civil
Formación del Frente Popular y sus Actuaciones (1936)
Las causas de la formación del Frente Popular radican en el desprestigio del Gobierno, comprometido en sobornos y escándalos financieros atribuidos a miembros del Partido Radical, lo que provocó la convocatoria de elecciones para el 16 de febrero de 1936, en su primera vuelta.
Dejando de lado sus diferencias, la antigua conjunción republicano-socialista se preparó para la consulta con la firma de una alianza electoral, o el Frente Popular, en la que estuvieron representadas las izquierdas y gran parte de las fuerzas progresistas.
Los resultados electorales provocaron, desde la misma noche de las elecciones, los primeros conatos de violencia entre los perdedores y distintas maniobras que no predecían nada bueno para la República.
En cuanto a las actuaciones tras su triunfo electoral, la buena voluntad de Azaña no conseguía recuperar el pulso de la situación, asfixiado por el radicalismo proletario y la degradación del orden público.
Ardieron de nuevo conventos e iglesias, mientras se recrudecía el pistolerismo callejero, y los miembros de las organizaciones legales de derechas las abandonaron en masa para militar en movimientos más extremistas.
Los continuos rumores de golpe de Estado provocaron un intenso antimilitarismo en la prensa de izquierdas que contribuía al clima de violencia. La situación se complicó aún más cuando el Congreso decidió deponer a Alcalá Zamora de su cargo de presidente de la República, lo que comportó su destitución inmediata.
El 12 de julio, unos pistoleros desconocidos, falangistas según todos los indicios, asesinaron al teniente Castillo de la Guardia de Asalto; al día siguiente cayó asesinado José Calvo Sotelo, líder de la derecha parlamentaria, a manos de un grupo de agentes del orden que trataban de vengar la muerte de su compañero. España entera se alteró, temerosa o esperanzada, sospechando que la conjura militar podía estar a punto de saltar a la luz.
Fue un error de la República destinar al general Mola a Pamplona en su deseo de alejar de Madrid a los militares sospechosos. También los generales Franco y Goded, en sus destinos de Canarias y Baleares, respectivamente, habían maquinado hasta encontrar la ocasión. El 17 de julio de 1936, la guarnición de Melilla se sublevó y declaró el estado de guerra en Marruecos, disparándose el mecanismo que llevaría a España a su más cruel guerra civil.
En pocos días, ante el fracaso del levantamiento en las principales ciudades de España, el enfrentamiento entre las fuerzas sublevadas y las leales al gobierno se convirtió en una guerra civil, en la que el general Franco adquirió pronto un protagonismo decisivo.
La Guerra Civil Española: Antecedentes, Justificación y Consecuencias
Justificación de la Sublevación Militar por Franco
El antagonismo y la bipolarización de la vida política española a lo largo del bienio radical-cedista se intensificaron a partir del triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936.
El centro desapareció y pareció que la iniciativa política la tomaron los partidos de extrema izquierda y extrema derecha: comunistas, anarquistas y un sector socialista por un lado; y Falange y Renovación Española por otro. El ideal máximo de los primeros era acabar con la legalidad vigente o establecer una República de tipo soviético, mientras que, en los segundos, su objetivo era crear un gobierno fuerte de corte fascista. En ese juego, el parlamentarismo y la democracia representados por la República estaban cuestionados.
Antecedentes de la Guerra Civil y Contexto del Manifiesto
La radicalización de la vida política también se había producido en Europa, y la Guerra Civil Española no fue más que el primer episodio del enfrentamiento que llevaría a la Segunda Guerra Mundial.
El levantamiento, denominado por sus autores como “el glorioso movimiento”, se inició el 17 de julio de 1936 en la guarnición de Melilla. Dirigido por el antiguo jefe de Estado Mayor del ejército, el general Francisco Franco Bahamonde. Con el apoyo de los generales Mola (antiguo jefe de la policía) y Sanjurjo (exiliado en Lisboa), el movimiento de insurrección de los militares se extendió pronto por toda España y la guerra civil estalló.
Entre los antecedentes más próximos de la Guerra Civil Española cabe destacar:
- La crisis económica y social internacional que se produjo en la década de 1930; todas las sociedades europeas se vieron obligadas a adoptar decisiones radicales para resolver los conflictos sociales.
- La sociedad española fue incapaz de resolver los problemas: la reforma agraria, la educación universal, el Estado laico, la mejora de las condiciones de la clase obrera y también de la mujer, las autonomías políticas, etc.
- El clima de radicalización, violencia callejera y bipolarización de la vida política española desde las elecciones de febrero de 1936, al que se unieron dos asesinatos como consecuencia de lo anterior: el 12 de julio fue asesinado el teniente de la Guardia de Asalto socialista José Castillo por la extrema derecha, y el 13 de julio fue asesinado Calvo Sotelo, uno de los líderes monárquicos.
Apoyos a los Sublevados
Los sublevados contaron en España con el apoyo de los sectores más tradicionales de la sociedad, defensores de la propiedad privada y la religión católica. También contó con el apoyo de las clases medias de las pequeñas y medianas ciudades españolas y, por supuesto, de las élites económicas, la Iglesia Católica y parte del ejército.
Desde el exterior, los sublevados contaron con el apoyo del eje fascista Berlín-Roma (Hitler y Mussolini) y del Portugal salazarista (“los viriatos”). El apoyo de Alemania fue vital para el éxito de Franco. La superioridad aérea que le proporcionó la Legión Cóndor al bando nacional fue imprescindible para superar las fuerzas de la República.
Impacto de la Guerra Civil: Costes Humanos y Consecuencias
Costes Humanos y Exilio
La Guerra Civil fue el episodio más traumático que vivió la sociedad española durante el siglo XX. Durante tres años, conciudadanos e incluso miembros de una misma familia lucharon entre sí; el odio entre los españoles aumentó, resultando inevitable el deseo de aniquilación del contrario.
En los últimos meses de la guerra, militares, combatientes republicanos y familias enteras que habían defendido públicamente el gobierno legal tuvieron que abandonar España de manera precipitada, dejando atrás todas sus pertenencias y propiedades. Miles de combatientes se agolparon en el puerto de Alicante. La frontera catalana con Francia se convirtió en un río de personas que tuvieron que sufrir las penalidades del exilio; muchas jamás regresaron.
En resumen, casi medio millón de muertos. Acabada la guerra, más de 250.000 personas fueron encarceladas o ingresaron en campos de trabajo forzado. Decenas de miles de españoles exiliados se concentraron en campos de internamiento en el sur de Francia; más tarde se dispersaron por países europeos, por el norte de África y, sobre todo, en Latinoamérica. México fue la nación que acogió mayor número de personas y su capital se convirtió en la sede política de la República en el exilio.
Consecuencias Culturales, Económicas y Políticas
Las consecuencias para la cultura española fueron importantísimas. Quedó destruido todo el esfuerzo de regeneración cultural y educativa de la Edad de Plata de la cultura española (1898-1936). Prácticamente la totalidad de los intelectuales de la Generación del 27 y los más notables científicos y artistas murieron o marcharon al exilio: figuras como García Lorca, Antonio Machado, Alberti o Picasso son buen ejemplo de este desierto cultural.
Las consecuencias en el terreno económico fueron desastrosas para el país: la pérdida de reservas, la disminución de la población activa, la destrucción de infraestructuras viarias y fabriles, así como de viviendas, lo cual provocó una disminución de la producción y la caída del nivel de renta. La mayoría de la población española tuvo que sufrir a lo largo de la década de 1940 y 1950 los efectos del racionamiento y privación de bienes de consumo.
Las consecuencias políticas fueron el final de la más importante experiencia modernizadora y democratizadora que había tenido la España contemporánea, y el inicio de un larguísimo periodo de represión, de falta de libertad política y la supresión de derechos fundamentales de las personas.
En el ámbito internacional, España inició 20 años de aislamiento político, con excepción del reconocimiento que obtuvo de algunos estados, como el Vaticano y Argentina. Quedó fuera del fuerte impulso de progreso que se inició en Europa después de 1945. España llegaba a la mitad del siglo XX sin haber solucionado sus problemas de convivencia política y sin lograr la participación de todos, sin exclusión.