Transformaciones Políticas y Sociales en la España de los Reyes Católicos y el Conde-Duque de Olivares

IV UNIÓN DINÁSTICA

De manera generalizada y algo laxa, se entiende que el reinado de los Reyes Católicos supone la transición entre la Edad Media y la Edad Moderna, por cuanto se cree que en sus manos estuvo la configuración del Estado Moderno. Mediante el establecimiento de una serie de instrumentos o herramientas de poder, pudieron transitar desde formas monárquicas feudales dependientes de la nobleza a formas monárquicas típicamente autoritarias en la España de entre los siglos XV y XVI.

Isabel de Castilla y Fernando II de Aragón se casaron contra los deseos del hermanastro de Isabel y rey de Castilla, Enrique IV, en 1469. Este enlace y el resultado de la Guerra de Sucesión de Castilla entre el bando castellano-aragonés de los Reyes Católicos y el bando luso-castellano de Juana la Beltraneja sellaron, en el año 1479, tal y como se observa en el mapa, la unión dinástica entre la Corona de Castilla y la de Aragón. Esta unión dinástica suponía que ambos reyes podían reinar en igualdad de condiciones en todos los territorios bajo sus coronas (tanto monta, monta tanto Isabel como Fernando). Sin embargo, tanto Aragón como Castilla mantuvieron sus peculiaridades legales, fiscales, monetarias e institucionales (cortes), no llegando a plantearse nunca Isabel y Fernando la posibilidad de crear un estado unitario.

Esta separación esencial en reinos se mantuvo, reforzó y mejoró con los reinados de los Austrias posteriores, desembocando muchos de los problemas de política interior en la voluntad de algunos reyes españoles (Felipe II o Felipe IV) de endurecer el centralismo. Analizando la política interior de los Reyes Católicos, podemos determinar que son los responsables de establecer la monarquía autoritaria en España. Como forma política que adopta el Estado Moderno, se cimenta en:

  1. La unificación territorial
  2. La creación de un ejército estatal a sueldo
  3. La centralización de la administración
  4. La formación de un cuerpo de funcionariado especializado a las órdenes de los reyes
  5. El establecimiento de fructíferas relaciones internacionales a través de los embajadores
  6. La homogeneización ideológico-religiosa de los reinos

Para ello, constituyeron nuevas instituciones y transformaron otras de tipo medieval, siendo los siguientes sus principales órganos de gobierno: los consejos, las cortes (convocadas en contadas ocasiones, sobre todo las aragonesas), las chancillerías y las audiencias, los corregidores municipales, la Santa Hermandad y los embajadores.

Uno de los principales ejes de su política interior giró en torno a la consolidación de la fe católica como uno de los esenciales instrumentos de control ideológico del nuevo estado. Esta política de proselitismo consciente les granjeó el apelativo de “Católicos” y tuvo tres hitos básicos:

  • La conquista del Reino Nazarí de Granada (1482-1492, señalado en el mapa) y la conversión forzosa de los musulmanes;
  • La conversión forzosa y expulsión de los judíos;
  • El establecimiento en Sevilla del Tribunal de la Inquisición.

Apoyados en la base de esta nueva estructura ideológico-institucional interior, los Reyes Católicos emprendieron una política exterior expansionista que contó igualmente con tres ejes:

  • El fin de la Reconquista, ya citado y señalado en el mapa;
  • La expansión atlántica que incluyó el fin de la conquista de Canarias, como se observa en el mapa en 1496, y la llegada a América;
  • La expansión hacia Europa mediante la conquista de Navarra en 1512 (como se observa en el mapa) y la anexión de Nápoles, así como mediante la política matrimonial.

Podemos concluir que la importancia de las transformaciones introducidas por los Reyes Católicos en los distintos reinos peninsulares tras la unión dinástica fue de tal magnitud que nos permite hablar, sin temor a equivocarnos, de un verdadero cambio de edad bajo su reinado, desde formas típicamente medievales a novedades propias de la Edad Moderna.

EXPANSIÓN ATLÁNTICA

De manera generalizada y algo laxa, se entiende que el reinado de los Reyes Católicos supone la transición entre la Edad Media y la Edad Moderna, por cuanto se cree que en sus manos estuvo la configuración del Estado Moderno. Uno de los primeros hitos de su reinado fue la culminación de un proceso de signo típicamente medieval, la Reconquista, que terminará con la toma de Granada en 1492, hecho clave para la unificación territorial característica de las monarquías autoritarias frente a la fragmentación territorial propia del periodo medieval.

Una vez hubieron asegurado la unidad interior, los Reyes Católicos emprendieron una política exterior intervencionista, siendo uno de sus ejes principales la expansión atlántica. Entre las principales causas de esta expansión hacia el oeste encontramos, en primer lugar, los increíbles avances que se llevaron a cabo en la navegación y la ciencia marítima, como la fabricación de carabelas de tres mástiles, la aparición y mejora de los instrumentos de navegación como los astrolabios, la brújula, el sextante y la ballestilla, o los avances cartográficos (portulanos).

Pero lo cierto es que todo esto no fue más que la consecuencia de un impulso exploratorio que hunde sus raíces en causas económicas, sociales, políticas y religiosas. Desde un punto de vista económico, la crisis de las tradicionales rutas comerciales hacia Oriente, debido a la amenaza turca en el Mediterráneo, empujó a Portugal y Castilla a iniciar la exploración atlántica en busca de metales preciosos para la acuñación de moneda y de nuevas rutas rentables de comercio.

Los motivos políticos no fueron menos importantes. La competencia luso-castellana por el dominio de estas posibles conquistas fue un elemento de peso añadido en el conflicto dinástico que empañó la Guerra Civil Castellana y que pudo cerrarse con la firma de un primer tratado, el de Alcaçovas. Además de lo anterior, no podemos olvidar la importancia de los aspectos ideológicos y religiosos. Hacía cuatro siglos que en las mentalidades peninsulares se venía alimentando la idea de que la conquista y el dominio territorial, inseparable de la evangelización, eran la mayor fuente de ennoblecimiento y ascenso social.

La guerra de conquista como negocio básico en un país en el que la tierra seguía siendo la principal fuente de riqueza parecía haber culminado con la conquista de Granada. La posibilidad de ampliar este modelo económico-social más allá del territorio peninsular fue un nada desdeñable empuje de la expansión. En estas circunstancias se insertan los viajes de Cristóbal Colón. Este marino de origen genovés consiguió, tras varios intentos infructuosos, financiación por parte de los Reyes Católicos para su proyecto de circunvalar el globo, con el objeto de dar con una ruta alternativa para llegar a la India.

Mediante las Capitulaciones de la Santa Fe, firmadas por los Reyes Católicos en 1492, Colón obtenía por adelantado los títulos de Almirante de la Mar Océana, Virrey y Gobernador de las tierras que descubriera, y el 10% de los beneficios comerciales de dichas tierras. Saliendo el 3 de agosto del puerto de Palos en Huelva, llegó el 12 de octubre a Guanahaní, que bautizó como San Salvador.

La llegada y asentamiento de los europeos en América fue un verdadero seísmo histórico tanto para las civilizaciones precolombinas como para los estados europeos. Las consecuencias para la población indígena incluyeron el descenso demográfico debido a la llegada de enfermedades de Europa y a la dureza del trabajo al que fueron sometidos, así como la destrucción de sus formas de vida, creencias y estructura social debido al intenso proceso de aculturación al que fueron sometidos.

El impacto en Europa no fue menor. La llegada de metales preciosos, nuevos productos y la interconexión comercial mundial dio origen a un nuevo sistema económico: el capitalismo comercial. Desde un punto de vista político, la lucha por la conquista de estos nuevos territorios y por el control del comercio marítimo abrió un nuevo periodo de tensiones entre las principales potencias coloniales y comerciales europeas.

Podemos concluir que el conjunto de condicionantes que hicieron posible la llegada de los europeos a América en 1492 durante el reinado de los Reyes Católicos, y las consecuencias derivadas de la conquista y colonización, constituyeron un proceso de tal relevancia e impacto para los europeos y los pueblos prehispánicos que nos permiten hablar de un verdadero cambio de edad histórica.

CONDE-DUQUE OLIVARES

El conde-duque de Olivares fue la figura central de la reforma política propuesta durante el gobierno de Felipe IV. Su ideario se apoyaba en dos principios fundamentales: la reputación que exigía recuperar el poder central de España en el mapa mundial y la “reformación”, que se plasmó en una serie de ambiciosos proyectos cuyo fin era fortalecer la monarquía y evitar su decadencia.

La población recibió tres proyectos que abarcaban todos los ámbitos:

  1. Proyecto de un banco estatal: consistía en establecer una red nacional de erarios que actuarían como bancos. Los reyes podrían pedir préstamos a estos bancos sin tener que recurrir a prestamistas extranjeros. Estos depósitos requerirían necesariamente de una investigación sobre el patrimonio de los depositarios, lo que asustaba a la nobleza, que no le gustaba que se indagara en sus cuentas. Los problemas de la hacienda pública se intentaron solucionar con tres medidas desesperadas: una fue grabando con altos impuestos los productos de primera necesidad (aceite, vino, sal); la segunda fue la práctica de vender cargos públicos al mejor postor, lo que generó funcionarios poco preparados; y la última fue la venta de tierras de realengo para su conversión en señoríos.
  2. Proyecto de unificación jurídica e institucional: que consistía en conseguir la unidad de la monarquía española con la homogeneización de las cortes, leyes, impuestos y monedas de cada uno de los reinos. Para ello, escribió el conocido como Memorial secreto de Felipe IV, en el que proponía tres vías diferentes para conseguir esta unidad. Sin embargo, este proyecto no se llevó a cabo por lo lento y costoso de la primera vía y lo arriesgado de la segunda y tercera en un contexto de guerra internacional que involucraba a Francia.
  3. Proyecto de un ejército nacional permanente: en el que pretendía crear un ejército permanente de 140,000 hombres reclutados de todos los reinos de la monarquía en proporción a su población y riqueza. Buscaba repartir el peso económico de la guerra entre todos los territorios. Sin embargo, en el reparto real no se llevó a cabo una distribución proporcional.

Los diferentes reinos y la nobleza, que se sentía desplazada por la política centralista de Olivares, y las clases populares, oprimidas por los impuestos, protagonizaron diferentes protestas, siendo las más relevantes las de Cataluña y de Portugal.

En Cataluña, los soldados de la Unión de Armas se estacionaron por largo tiempo, debido a la entrada en guerra de España, en la Guerra de los 30 años. Pronto surgieron conflictos entre el ejército real y la población local. Estos rifirrafes estallaron en 1640 con el levantamiento de varios rebeldes disfrazados de campesinos, que terminaron asesinando al virrey, el conde de Santa Coloma, en una manifestación en la fiesta del Corpus.

En Portugal, la rebelión independentista fue dirigida por Juan IV. La principal causa fue la violación de los derechos de Felipe II, que había jurado en las cortes de Thomar. El movimiento triunfó sin dificultades debido a que la debilidad castellana impidió una respuesta militar eficaz.

En conclusión, el conde-duque de Olivares estableció una serie de proyectos que no tuvieron éxito; además, se organizaron unas protestas que acabaron con la política interior de Felipe IV.

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