La Romanización de Hispania
Iberos y Celtas vivían en la península antes del proceso de romanización. La romanización fue el proceso por el que los pueblos mediterráneos bajo control romano asumieron las formas de vida y la cultura de sus conquistadores, adoptando su idioma, costumbres, formas religiosas, organización política, leyes y formas económicas.
El proceso de romanización, que se extendió desde el siglo III a.C. hasta el siglo II d.C., comprende dos aspectos fundamentales: la conquista romana y, posteriormente, la asimilación de la cultura y costumbres romanas.
La Conquista Romana
La conquista se completó en tres etapas:
- Conquista de la fachada mediterránea.
- Conquista de la meseta: destacando la guerra de Numancia y la guerra contra los lusitanos.
- Conquista de la cornisa cantábrica, con las guerras cántabras.
Asimilación Cultural y Elementos Clave de la Romanización
En cuanto a la asimilación cultural, es donde verdaderamente se aprecia la romanización. Los elementos más importantes de esta romanización son:
- La lengua: El latín se mostró como vehículo fundamental de la civilización romana. El latín fue la lengua común y también la oficial de la administración, convirtiéndose en la base de las lenguas actuales. El uso del derecho romano se extendió por toda la península, regulando las relaciones privadas y públicas.
- La sociedad: La integración de la población indígena en la sociedad romana se realizó a través del derecho de ciudadanía romana. Ser ciudadano romano suponía gozar de derechos políticos y de otros privilegios.
Organización Administrativa y Económica
Poco tiempo después, los romanos empezaron a organizar la administración. Se formaron dos provincias iniciales: Hispania Citerior e Hispania Ulterior.
A medida que se fueron incorporando territorios, la división provincial se fue adaptando. Para empezar, una provincia debía ser cualificada como senatorial. Después, cada provincia era gobernada por un pretor, y la provincia se dividía en conventos jurídicos con su respectiva capital.
En el aspecto económico, los recursos de la península se desarrollaron en función de las necesidades de la capital, Roma. Esto implicó:
- Desarrollo de las vías de comunicación: Destacan los puertos (como Cartago Nova) y las calzadas (como la Vía de la Plata), que facilitaban los intercambios comerciales y culturales, así como el desplazamiento de tropas.
- El aumento y generalización de la circulación monetaria.
- Organización de la explotación económica: Las tierras fueron concedidas a particulares o explotadas directamente por el emperador o el senado. La agricultura producía cereal, vid, olivo y otros productos de regadío. Se benefició de nuevas técnicas de regadío, de cultivo y de procesamiento. Una segunda actividad importante fue la minería. La península aportaba productos agrícolas, con especial aprecio por el aceite, minerales y otros productos especiales, como el garum.
Religión, Arte y Legado
Se impulsaron también las creencias religiosas, siendo obligado el culto al emperador y a los tres dioses que simbolizaban el poder de Roma.
Otro periodo histórico es el del arte y la cultura. La cantidad y calidad de los restos romanos en la península es excepcional: acueductos, teatros, anfiteatros, circos, tumbas, esculturas…
Una prueba más de la importancia de Hispania es que varios emperadores nacieron en la península, como Trajano y Adriano.
La romanización fue un fenómeno complejo que afectó de manera desigual a las diferentes regiones de la península. Fue mayor en las costas del Mediterráneo. Por el contrario, fue menor en las regiones del interior y muy escasa entre los pueblos que habitaban la franja cantábrica. En definitiva, la romanización fue un factor de progreso fundamental para la historia de España.
Al-Ándalus: Presencia Musulmana en la Península Ibérica
Introducción
La expansión musulmana y la crisis de la monarquía visigoda explican la presencia de los musulmanes en la Península Ibérica, así como su fácil y rápida ocupación. Entre los siglos VIII y XV la población estaba dividida en tres grupos: musulmanes, cristianos y judíos. Hasta el siglo X el control de la mayor parte de la península correspondió a los musulmanes; a partir del siglo XI, serán los reinos cristianos los que lleven la iniciativa militar hasta la conquista de Granada en 1492.
Desarrollo
El Establecimiento de los Musulmanes (711-756)
La Conquista (711-716)
La conquista musulmana se debió a dos razones principales: la crisis del Estado visigodo y el ímpetu expansivo del islam. Comenzó en 711 y se extendió hasta el año 716. El Reino Visigodo estaba en guerra por el trono entre Rodrigo y Agila, hijo de Witiza. El gobernador Musa y el general Tariq cruzaron Gibraltar con sus tropas y derrotaron al ejército de don Rodrigo en la Batalla de Guadalete (711). Entre los años de la conquista, los árabes y los bereberes dominaron un extenso territorio peninsular. Su rápida conquista se debe a que en ella predominó el pacto (como el Pacto de Teodomiro).
El Emirato Dependiente o Valiato (716-756)
En este periodo, Córdoba se convirtió en la capital de Al-Ándalus y estuvo dirigido por un valí o emir, que dependía del califa de Damasco. Este periodo estuvo marcado por las rivalidades causadas por el desigual reparto de tierras y la cuestión de la recaudación fiscal, que culminaría con la rebelión bereber en 741. Militarmente se extendieron hacia el norte hasta que la derrota en la Batalla de Covadonga (722) supuso la independencia de Asturias. Posteriormente, la derrota de Poitiers (732) frente a los francos, estableció su límite al sur de los Pirineos.
El Estado Omeya (756-1031)
El Emirato Independiente (756-929)
En el año 750, la dinastía Omeya, que había gobernado el califato desde Damasco, fue depuesta del poder y pasó a una nueva dinastía: los Abasíes. Uno de sus objetivos fue la eliminación de la familia Omeya. Solo Abderramán logró sobrevivir y refugiarse en Al-Ándalus (755). En 756, Abderramán logró el poder y se proclamó Abderramán I, lo que significó la creación de un nuevo estado independiente del califa abasí de Bagdad. El emirato independiente consolidó y reorganizó Al-Ándalus. En la política exterior conservó los territorios peninsulares sin más ambiciones expansionistas. En la política interior corrigió la administración y permitió la creación de un ejército mercenario y permanente gracias a los impuestos. Surgieron conflictos entre el poder central y los gobernantes, que reclamaban más independencia, y problemas sociales entre árabes, bereberes, muladíes, mozárabes y judíos.
El Califato de Córdoba (929-1031)
A principios del siglo X, Abderramán III subió al poder. Se proclamó califa en 929, independizándose en lo político y lo religioso de Bagdad. Pacificó el territorio y fortaleció el Estado, reformando el ejército y llevando a cabo una política exterior agresiva. Su hijo Al-Hakam II promovería un impulso intelectual y artístico que convertiría a Al-Ándalus en la región más avanzada del momento. Posteriormente, se produjo una pérdida de poder, destacando la figura de Almanzor, quien ejerció el poder en nombre de Hisham II, realizando razzias contra los reinos cristianos. Poco después, se inició un periodo de inestabilidad entre los mercenarios bereberes (apoyados por Castilla), los árabes andalusíes y los mercenarios esclavos (apoyados por los catalanes).
La Época de Disgregación y los Imperios Norteafricanos (1031-1250)
Los Reinos de Taifas (1031-1090)
En el siglo XI, algunos territorios comenzaron a independizarse. Finalmente, en el año 1031, una rebelión en Córdoba depuso al último califa y con él desapareció la unidad de Al-Ándalus. En esta etapa ocurrieron frecuentes disputas entre reinos taifas, la incorporación de los más pequeños a otros más grandes y la superioridad militar de los reinos cristianos. La supervivencia de los taifas dependía del pago de parias (protección militar para no ser atacados). A finales del siglo XI, los reinos taifas se pusieron de acuerdo y solicitaron ayuda exterior.
Los Almorávides (1090-1145)
La conquista de Toledo en 1085 por parte de Alfonso VI podía suponer el fin de los reinos musulmanes de la península. Los reyes de las taifas pidieron ayuda al sultán almorávide. Sin embargo, su intervención no impidió la pérdida de territorios como Zaragoza y la imposibilidad de recuperar otros, como Toledo. A mitad del siglo XII, apareció un nuevo movimiento político-religioso en el norte de África: los almohades. Hacia 1145, la descomposición del poder propició una nueva etapa, denominada segundos reinos de taifas.
Los Almohades (1146-1246)
Los almohades habían constituido un nuevo imperio en el norte de África y cruzaron a la península donde fueron incorporando los nuevos reinos de taifas. La completa unificación de Al-Ándalus se logró hacia 1172. En los últimos años del siglo XII, representaron su momento de máximo esplendor, pero unos años después fueron derrotados en la Batalla de las Navas de Tolosa (1212). El debilitamiento almohade permitió la aparición de nuevos terceros reinos de taifas que fueron sucesivamente conquistados por los reinos cristianos, a excepción del Reino de Granada.
El Reino Nazarí de Granada (1238-1492)
El Reino de Granada fue fundado por Muhammad I, quien se proclamó sultán en 1232 y entró en Granada en 1237. La hábil gestión diplomática hizo posible su existencia durante dos siglos y medio. Sin embargo, las luchas internas por el poder fueron constantes. Finalmente, los Reyes Católicos comenzaron una guerra de conquista en 1482 que concluiría con la incorporación del Reino de Granada a la Corona de Castilla en 1492.
Conclusión
La toma de Granada supuso el final de ocho siglos de presencia musulmana en la Península Ibérica, un periodo que se caracterizó por el desarrollo de una cultura árabe de gran originalidad. Todo ello ha conformado un destacado legado cultural en agricultura, urbanismo, filosofía, literatura, arte y patrimonio, que tuvo una gran repercusión en los reinos cristianos. La herencia andalusí todavía forma parte de las señas de identidad de la cultura española.
Castilla y Aragón en la Baja Edad Media: Consolidación y Conflictos
Introducción
La Edad Media peninsular está marcada por la conquista musulmana y por el largo y lento periodo de formación y avance de los reinos cristianos hacia el sur peninsular, conocido como Reconquista. Tras este proceso, los intereses de la nobleza se vieron afectados al estar acostumbrada a enriquecerse con la guerra contra los musulmanes. Así, mientras la Corona de Castilla y la de Aragón decidieron abrirse hacia el exterior (Atlántico y Mediterráneo), los enfrentamientos entre nobleza y monarquía, sumados a las crisis económicas (malas cosechas) y demográficas (Peste Negra), derivaron en conflictos sociales que no tuvieron un final definitivo hasta el reinado de los Reyes Católicos.
Corona de Castilla
Organización Política e Institucional
En Castilla, el monarca gozaba de amplios poderes. Durante los siglos XIV y XV, los monarcas llevaron a cabo una política centralizadora para establecer su autoridad sobre el territorio e imponerse a los poderes feudales. En el siglo XII, aparecieron algunas de las instituciones que trataron de dotar de unidad administrativa y legal a todas las tierras de la Corona. La Curia Regia, órgano consultivo formado por la nobleza y el clero que asesoraba al rey, dejó paso a las Cortes durante el reinado de Alfonso IX de León. Los reyes contrarrestaban el poder de la nobleza con representantes de las ciudades en las Cortes. Alfonso X en las Partidas y Alfonso XI en el Ordenamiento de Alcalá realizaron leyes basadas en el derecho romano que justificaban y reforzaban el poder real. Con Enrique II, se creó un órgano supremo de justicia, la Audiencia, con sede en Valladolid. Se estableció el Principado de Asturias para el heredero de la Corona, consolidando así la sucesión dinástica y evitando conflictos nobiliarios. El control de los municipios se hizo a partir de las figuras de regidores y corregidores, ambos cargos nombrados por el rey. Se reorganizó la Hacienda para cobrar los impuestos de forma más eficaz y se creó un ejército semipermanente. La Corona castellana se dividió en merindades, gobernadas por un merino, y adelantamientos, situados en zonas fronterizas para velar por su seguridad.
Conflictos Políticos
Durante la Baja Edad Media, varios conflictos tuvieron lugar como consecuencia del enfrentamiento entre monarquía y nobleza, por lo que los reyes buscaron el apoyo de las ciudades y la burguesía, permitiéndoles el privilegio de formar Hermandades. La guerra civil entre Pedro I y Enrique de Trastámara a fines del siglo XIV trajo al trono a una nueva dinastía: los Trastámara. Este hecho favoreció un fortalecimiento del poder real que desembocó en una lucha nobleza-monarquía, característica esencial de la política castellana del periodo. El conflicto se establecía entre unos monarcas que querían acumular cada vez más poder y unos nobles que no querían perder los privilegios que habían acumulado. En el siglo XV, los reinados de Juan II y Enrique IV vieron importantes conflictos internos en los que la nobleza reforzó sus posiciones. Enrique IV aceptó, en el Pacto de los Toros de Guisando (1468), que le sucediera su hermanastra Isabel de Castilla, la futura Isabel la Católica. Enrique IV desheredó a Isabel cuando esta se casó con Fernando y proclamó sucesora a su hija Juana. Una guerra civil entre los partidarios de Isabel y los de Juana se desencadenó tras la muerte de Enrique IV. La guerra concluiría con el triunfo de Isabel y el establecimiento de la monarquía autoritaria de los Reyes Católicos.
Corona de Aragón
Organización Política e Instituciones
La Corona de Aragón no fue una monarquía unitaria, sino una confederación de reinos con instituciones propias y un único rey. En Aragón, el rey se comprometía ante las Cortes de cada uno de sus reinos a cumplir las leyes aprobadas en las mismas, así como los fueros y costumbres de cada reino, conocida como monarquía de carácter pactista. Las Cortes de Aragón se reunían independientemente, pero en ocasiones de forma conjunta. Reyes como Pedro IV llevaron a cabo reformas para reforzar el poder real y centralizar el gobierno: la Audiencia, el Consejo Real y la Hacienda Real. La dificultad de gobernar territorios y la ausencia de los reyes dieron lugar al nacimiento del cargo de virrey, que actuaba en nombre del rey en cada uno de sus reinos cuando este no estaba. Se creó la Diputación para vigilar el cumplimiento de lo aprobado en las Cortes. En Cataluña se denominó Generalitat y en Aragón y Valencia Diputación del Reino. En Aragón se creó el Justicia Mayor, que era un juez encargado de vigilar el cumplimiento de los fueros del reino y de castigar su violación.
Conflictos Políticos y Expansión Mediterránea
Tras la conquista de Mallorca y Valencia por Jaime I, se inició ya en el siglo XIII la expansión catalano-aragonesa hacia el Mediterráneo para favorecer los intereses de los comerciantes catalanes. Pedro III conquistó Sicilia y Jaime II, Cerdeña, Atenas y Neopatria. Durante el reinado de Pedro IV, la nobleza se rebeló contra la política autoritaria del monarca, siendo derrotados. En 1410, fallecía sin descendencia el rey Martín I. En el Compromiso de Caspe (1412) se eligió rey de Aragón a Fernando de Antequera, miembro de la dinastía Trastámara. Alfonso V destacó por la conquista de Nápoles, siendo sucedido por su hermano Juan II, quien hizo frente a una guerra civil en Cataluña, donde se vivía una crisis institucional, social y económica. En Barcelona se vivía una fuerte tensión en el gobierno municipal. Los artesanos y pequeños mercaderes, arruinados por la crisis, agrupados en el partido llamado la Busca, se enfrentaron a la alta burguesía, la Biga, que acaparaba los cargos del municipio. Finalmente, estalló la guerra civil con enfrentamientos entre los grupos sociales y contra la propia monarquía. Juan II terminó imponiendo su autoridad, pero la mayor parte de los problemas continuaron sin solución hasta el reinado de su hijo Fernando.
Conclusión
Los últimos monarcas, Enrique IV de Castilla y Juan II de Aragón, pusieron fin a la Edad Media. Castilla y Aragón se unieron por el matrimonio de Isabel y Fernando, lo que supuso un avance hacia la formación del Estado Español, superando las divisiones territoriales medievales. Durante su reinado, los Reyes Católicos desarrollarían con éxito una política destinada a implantar una monarquía autoritaria, en la que, por fin, la nobleza se verá sometida a la autoridad real.
Los Reyes Católicos: Cimientos del Estado Moderno Español
Introducción
Isabel de Castilla y Fernando de Aragón se casaron en 1469 y con ellos se inició la Monarquía Hispánica. Esta entidad englobó dinásticamente a los dos principales reinos peninsulares, la Corona de Castilla y la de Aragón, aunque no significó la unificación política de ambos reinos. Cada Corona mantuvo sus propias instituciones de gobierno. Podemos considerar el reinado de Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón como el de la construcción del Estado Moderno Español.
Desarrollo: Política Interior y Unificación
La política interior de los Reyes Católicos tenía como objetivos básicos el fortalecimiento de la autoridad real, la unión territorial y religiosa, y la modernización del Estado. Para ello, en primer lugar, era necesario el sometimiento de los estamentos: nobleza, clero y burguesía.
- Para controlar a la nobleza, se redujo su poder político, a cambio de compensaciones económicas y nuevos privilegios (Cortes de Toledo de 1480 y las Cortes de Toro de 1505, en las que se aprobó el mayorazgo). Así, la nobleza se convirtió en un pilar fundamental de la Corona.
- En cuanto al clero, los reyes obtuvieron del papado el derecho de presentación. A cambio, el clero obtenía el control ideológico del nuevo Estado, a través del Tribunal de la Inquisición, creado para tratar problemas de herejía. El clero también perdió poder económico al obtener el rey Fernando el Católico el título de Gran Maestre de las órdenes militares.
- La relativa autonomía de las ciudades chocaba con los principios centralistas de la nueva monarquía. Para supervisar y controlar el gobierno de las ciudades se revitalizó el cargo de corregidor, nombrado por el rey.
- La unificación territorial de la península fue otro de los objetivos de los Reyes Católicos, que se inició con el matrimonio de Isabel y Fernando. Con su matrimonio se unieron dinásticamente las dos principales coronas peninsulares: Castilla y Aragón. La unificación territorial se consolidó con la conquista de Granada (1492) y de Navarra (1512).
- La unificación religiosa se llevó a cabo forzando a judíos (1492) y mudéjares (1499) a convertirse al cristianismo o marcharse. El Tribunal de la Inquisición comprobaba la veracidad de estas conversiones.
Los Reyes Católicos no unificaron las estructuras políticas de sus reinos, pero procuraron reforzar los organismos que favorecían el poder real. La política institucional que emprendieron los Reyes Católicos se orientó a crear una monarquía autoritaria y fuerte frente a los otros grandes poderes: la nobleza, la Iglesia y las ciudades.
Reformas Institucionales en Castilla y Aragón
En Castilla: en 1476 se creó la Santa Hermandad, que se convirtió en un importante órgano de gobierno. Se profesionalizó la institución y, aunque nobles y eclesiásticos formaron parte de ella, los monarcas introdujeron en su composición funcionarios con formación jurídica. La aristocracia perdió influencia política.
Los secretarios reales eran funcionarios con formación en leyes y de la confianza de los monarcas, que efectuaban tareas de conexión entre los consejos y los reyes. Los virreyes eran los representantes de los soberanos en los territorios en los que estos no se hallaban presentes. Se redujo el papel de las Cortes de Castilla; su importancia jurídica fue decayendo ya que algunas de sus funciones fueron asumidas por los consejos. Se reorganizó el sistema judicial, escalonando la importancia de los tribunales: los corregidores a nivel local, dos Chancillerías con función de tribunales de justicia superiores en Valladolid y Granada, dos Audiencias con rango inferior en Santiago y en Sevilla, y el Consejo Real de Castilla que actuaba como tribunal supremo. En cuanto a la Reforma Fiscal: en 1480 se creó en el seno del Consejo de Castilla un departamento de finanzas que permitió aumentar los ingresos de forma espectacular.
En la Corona de Aragón destacaron la introducción de la figura de virrey y el sistema de insaculación. La introducción de la Inquisición también reforzó el poder real. En ambas coronas se favoreció la creación de un ejército permanente, que permitió a la monarquía escapar de la dependencia medieval de las milicias señoriales y urbanas y contar con una fuerza de combate mejor preparada. También es importante destacar la utilización de la Diplomacia.
Política Exterior: Atlántico y Mediterráneo
En política exterior, Castilla orientó sus intereses hacia el Atlántico con la conquista de Canarias y el descubrimiento de América. Aragón, en cambio, centró sus intereses en el Mediterráneo e Italia, donde entró en conflicto con Francia. La pieza clave de la política exterior de ambos reinos fue el cerco diplomático y militar a Francia a través de alianzas matrimoniales con el Sacro Imperio Romano-Germánico, el Ducado de Borgoña e Inglaterra. Los Reyes Católicos impulsaron también una aproximación a Portugal a través de su política matrimonial.
Conclusión
En conclusión, los Reyes Católicos se caracterizaron por los grandes acontecimientos de su reinado: la creación de una monarquía autoritaria, la unificación territorial de España, su matrimonio y unión dinástica, el descubrimiento de América y la expansión ultramarina, y la unificación religiosa.
Los Austrias Mayores: Hegemonía y Desafíos del Imperio Español
Introducción
En los siglos XVI y XVII se mantuvo en el trono español la dinastía de los Habsburgo. España formó un amplio imperio y se convirtió en la primera potencia del mundo, pero también mantuvo largas guerras que arruinaron la Hacienda y precipitaron su decadencia.
Desarrollo
La Monarquía Universal de Carlos I (V de Alemania)
La política exterior de Carlos V estuvo más interesada por los intereses dinásticos de los Austrias que por los reinos de España. No estableció una capital de su monarquía, siempre mantuvo una corte itinerante.
Por otra parte, su ideal era una monarquía universal y cristiana dirigida por un doble poder: el espiritual (que concernía al papado) y el terrenal (que correspondía al emperador). Desde esa perspectiva se explican los principales problemas de su reinado:
- Las Guerras con Francia: La idea de monarquía universal se enfrentaba a la oposición de Francia. Ambos países se enfrentaron por problemas en Italia, Flandes y Borgoña. La superioridad del ejército español se mostró en la Batalla de Pavía (1525). Francia se alió con Clemente VII y esto provocó el saqueo de Roma por las tropas de Carlos V (1527) y la firma de la Paz de Cambrai (1529). La victoria sobre Francia llegó con la Paz de Cateau-Cambrésis, firmada por Felipe II.
- La Amenaza Turca: Los turcos fueron una gran amenaza para la monarquía y para la cristiandad en general. Desde el siglo XV, los turcos habían iniciado una expansión por los Balcanes, amenazando las posesiones imperiales en Austria. También amenazaban el Mediterráneo occidental y apoyaban la piratería que asaltaba las rutas comerciales y los puertos de los territorios cristianos. La conquista de Túnez (1535) por Carlos V no solucionó el problema.
- La Expansión del Protestantismo: La expansión del protestantismo, liderada por Martín Lutero, provocó un problema para Carlos V, pues representó la ruptura de la unidad de la Iglesia. Los intentos de conciliación en la Dieta Imperial de Worms fracasaron. Los príncipes protestantes alemanes formaron la Liga de Smalkalda (1531) y fueron derrotados en la Batalla de Mühlberg (1547). El acuerdo no llegó hasta la Paz de Augsburgo (1555). La unidad religiosa no llegó a consolidarse. Tras este fracaso, Carlos V decidió renunciar a la corona. Dividió sus posesiones entre su hijo Felipe, quien obtuvo la Monarquía Hispánica, el centro de Europa y los territorios borgoñones; y su hermano Fernando, quien obtuvo el título del Sacro Imperio y los territorios de la Casa de Austria en Alemania.
El Reinado de Felipe II: Consolidación y Conflictos Globales
La política exterior de Felipe II mantuvo los principios que inspiraron la política de su padre: la conservación de la herencia dinástica, el mantenimiento de la hegemonía en Europa y la defensa del catolicismo. Pero surgieron nuevos problemas que amenazaban a la monarquía:
- La Rebelión en Flandes: Fue el problema fundamental. El monarca quiso gobernar el territorio con los principios absolutistas con que gobernaba Castilla. Esto provocó la oposición política, a la que pronto se unió la religiosa. El calvinismo se había difundido con éxito y enconó a los calvinistas y nobles a rebelarse contra el monarca. Para solucionar el conflicto, Felipe II mandó un ejército dirigido por el Duque de Alba, que sometió a los sublevados. Esto significó el inicio de un conflicto armado que duró ochenta años. En la década de 1580, las victorias militares de Alejandro Farnesio parecían conseguir someter a los rebeldes. Sin embargo, no pudo impedir que dos provincias, Holanda y Zelanda, consiguieran la independencia de hecho y que se le sumasen otras provincias. Los territorios independientes se denominaron Provincias Unidas. Los costes del conflicto de Flandes repercutieron negativamente sobre la economía y la hegemonía española.
- Las Relaciones con Inglaterra: Isabel I subió al trono. En 1568, Inglaterra comenzó su expansión marítima y colonial y no admitía el monopolio comercial que España se arrogaba sobre América, por lo que empezaron a obstaculizar el comercio. En 1588, para asegurar su posición en Flandes, el monarca español envió la Armada Invencible para invadir Inglaterra. Este hecho acrecentó el poder naval inglés e impidió solucionar el problema de Flandes.
- El Enfrentamiento contra los Turcos: El ataque turco (1570) a Chipre precipitó la formación de una alianza entre España, Venecia y el Papado, que venció a la flota turca en la Batalla de Lepanto (1571). Sin embargo, fue más tarde cuando se debilitó la amenaza islámica en el Mediterráneo occidental.
El elemento más positivo de la política exterior de Felipe II fue la unión con Portugal en 1580. Felipe II reivindicó sus derechos dinásticos. De esta manera, conformó el mayor imperio colonial y marítimo que había existido hasta entonces.
Conclusión
Durante el siglo XVII, la Monarquía Hispánica de los Austrias Mayores, a pesar de su hegemonía, enfrentó una creciente crisis económica y social, marcada por malas cosechas, epidemias, crisis monetarias y el descenso de la llegada de metales preciosos, lo que sentó las bases para la decadencia posterior.
El Reformismo Borbónico en España (Siglo XVIII)
Introducción
El siglo XVIII fue una etapa de transición entre el Antiguo Régimen y la época contemporánea. Comenzó con un cambio dinástico y la entronización de los Borbones. Esto provocó la Guerra de Sucesión (1700-1714), un conflicto internacional con graves consecuencias. La llegada de los Borbones significó la implantación del absolutismo. El pensamiento ilustrado se difundió en España, y Carlos III asumió varias de las premisas de la Ilustración y el Despotismo Ilustrado.
Desarrollo: Centralización y Modernización
Durante el reinado de Felipe V, padre de Carlos III, se instauró en España el absolutismo. La mayor parte de las reformas estuvieron encaminadas a implantar la monarquía absoluta y a centralizar el poder en manos del rey.
La primera reforma trascendental consistió en la abolición de los fueros de los reinos de la antigua Corona de Aragón a través de los Decretos de Nueva Planta, durante la Guerra de Sucesión. Estos decretos abolieron los fueros y las cortes, siendo sustituidos por la legislación, el sistema de impuestos y las instituciones castellanas. Se les obligó a hablar la lengua castellana. Solo las Provincias Vascongadas y Navarra mantuvieron fueros propios. Durante el reinado de Felipe V se crearon nuevas figuras e instituciones que contribuyeron a acrecentar el sistema político absolutista y centralista: se crearon las Secretarías de Despacho. En 1714, la Secretaría de Despacho se dividió en cuatro secretarías: Guerra, Marina e Indias, Justicia y Estado. Después se añadiría la de Hacienda. Asimismo, Felipe V y sus sucesores pretendieron imponerse sobre la Iglesia católica, limitando la influencia política y social que esta ejercía.
Fernando VI fue un rey culto, cuyo objetivo fundamental fue la modernización del Estado. Se llevó a cabo la reforma de los impuestos, modernizó la armada y reformó las colonias. Reorganizó el reino y sentó las bases para el gobierno de su hermanastro Carlos III.
Carlos III fue el paradigma en España del Despotismo Ilustrado, con una hábil política económica, social y religiosa que intentó la modernización del reino basándose en las ideas de la Ilustración. Se rodeó de un grupo numeroso de políticos ilustrados, primero extranjeros y, tras el Motín de Esquilache (1766), españoles.
Las obras ilustradas se orientaron a la crítica de los factores que provocaban el atraso económico e intelectual de España. Entre las consecuencias de estas reformas destacan la expulsión de los jesuitas y la confiscación de todos sus bienes. Se estableció el servicio militar obligatorio con un sistema de quintas, se apoyó el desarrollo educativo y científico a través de las Sociedades Económicas de Amigos del País, y se limitó el poder municipal introduciendo en los gobiernos locales cargos elegidos por la población: los síndicos y los diputados del común. Las medidas para reformar la economía fueron muy amplias, aunque no todas tuvieron el resultado esperado.
Reformas Económicas
- Agricultura: Se planteó la necesidad de elaborar una reforma agraria, ya que la mayor parte de las tierras cultivables eran tierras amortizadas. Se hicieron diversas propuestas, pero la ley nunca se promulgó. El monarca se limitó a adoptar medidas como la limitación de los privilegios de la Mesta, la colonización de tierras despobladas como Sierra Morena, y el arrendamiento de tierras comunales. En definitiva, las medidas resultaron insuficientes y el problema de la tierra pasó casi intacto al siglo XIX.
- Artesanía e Industria: La producción industrial era insuficiente. Durante el reinado de Carlos III se promulgaron diversas medidas para revertir esta situación y se mantuvo una política económica proteccionista, que favoreció al textil catalán, pero a costa de precios altos. Se impulsó la creación de manufacturas reales (como la de Porcelana del Retiro o la de Tapices de Aranjuez) para fabricar artículos de lujo, y se fomentó la construcción naval.
- Comercio: En el comercio interior se eliminaron las trabas comerciales en el interior peninsular con la supresión de las aduanas entre territorios y la realización de obras públicas para mejorar caminos y puertos. En el comercio exterior, España vendía productos agrícolas y lana y compraba productos manufacturados. Con las colonias americanas, Carlos III autorizó el libre comercio de cualquier particular y desde cualquier puerto español con América. Sin embargo, el contrabando de productos extranjeros hacia la América hispana se mantuvo alto, debido a la incapacidad productiva de España.
Otras reformas fueron la creación de la Lotería Nacional y la fundación del Banco Nacional de San Carlos.
Conclusión
Los reinados de los primeros Borbones se caracterizan por un intenso reformismo a nivel político, institucional y económico. Tuvo dos importantes obstáculos: su carácter tardío y minoritario, y la Revolución Francesa de 1789. No obstante, el espíritu reformista perduró en los hechos posteriores, como la Constitución de 1812. Sus medidas fueron un ejemplo para los cambios del siglo XIX.