El Siglo XIX: Contexto Histórico y Transformaciones Sociales
El siglo XIX fue una época de grandes cambios. Todo comenzó con la Revolución Francesa (1789), que acabó con el poder absoluto de los reyes y la nobleza. La burguesía empezó a obtener más poder, sobre todo en las ciudades, gracias a las industrias.
Estos cambios también causaron problemas sociales: la gente trabajaba mucho, en malas condiciones, lo que generó conflictos y protestas. En política, ganaron fuerza las ideas liberales, que buscaban más participación del pueblo y un gobierno no impuesto por reyes. También se empezó a hablar de la libertad de expresión y los derechos individuales. Nacieron los nacionalismos, movimientos de pueblos que deseaban mantener su lengua, cultura y tener más autonomía.
El Siglo XIX en España: Tensiones y Atraso
El siglo XIX en España fue una etapa de muchas tensiones políticas, estancamiento económico, golpes militares y atraso técnico, lo que resultó en un claro retraso respecto a Europa. Todo comenzó con la Guerra de la Independencia contra Napoleón en 1808. Durante esta guerra se redactó la primera Constitución liberal en las Cortes de Cádiz (1812); sin embargo, cuando Fernando VII volvió al trono, eliminó la Constitución y restauró el absolutismo. A su muerte en 1833, España se dividió en dos bandos enfrentados en las Guerras Carlistas: los partidarios de Isabel II y los de su tío, Carlos. Finalmente, Isabel II subió al trono en 1843.
En 1868, una revolución obligó a Isabel II a abandonar el poder. Se proclamó una nueva Constitución y, tras un breve reinado de Amadeo I, se instauró la Primera República, que fue muy conflictiva. Terminó con la llegada de Alfonso XII, dando inicio a la Restauración, donde liberales y conservadores se turnaron en el poder. En 1898, España perdió sus últimas colonias: Cuba y Filipinas.
El Romanticismo: Movimiento Cultural y sus Tendencias
El Romanticismo fue un movimiento cultural que surgió en Europa en la primera mitad del siglo XIX. Representó una revolución tanto estética como ideológica. Sus orígenes se remontan a finales del siglo XVIII en Alemania e Inglaterra, con autores como Goethe y el poeta inglés Young como precursores.
Este movimiento se caracterizó por una protesta contra las normas impuestas y los problemas políticos y sociales del momento. Los románticos valoraron mucho la libertad. Sus principales características fueron:
- Individualismo: el artista se centró en sí mismo, exagerando sus emociones y creyéndose el centro del mundo.
- Culto a la libertad: se rechazaron las normas sociales y artísticas, aunque esto generó sentimientos de vacío, soledad y pesimismo (lo que se conoció como el «mal del siglo»).
- Rebeldía y contradicciones: el romántico buscó una felicidad imposible, escapando al pasado o a lugares exóticos.
- Nacionalismo: frente a la idea universal de la Ilustración, el Romanticismo defendió las tradiciones de cada país o región.
Hacia 1850, el Romanticismo desapareció en la mayoría de los países europeos.
Mariano José de Larra: Crítico y Compromiso Romántico
Mariano José de Larra (1809-1837) fue uno de los autores más importantes del Romanticismo español. Fue una persona crítica y comprometida con los problemas de su época. Criticó el atraso, la corrupción y el inmovilismo de la España de su tiempo. Defendió la libertad de expresión, el progreso y una literatura útil para la sociedad. Sus artículos se agrupan en tres tipos:
- Artículos de costumbres: describían escenas de la vida cotidiana con ironía y humor. Criticaban las costumbres anticuadas. Ejemplos: El castellano viejo, El casarse pronto y mal, Vuelva usted mañana.
- Artículos de crítica política: expresaba sus ideas políticas usando parodias, diálogos y fantasías literarias para evitar la censura. En su última etapa, estos textos reflejaron una visión pesimista y decepcionada del mundo. Ejemplos: Nadie pase sin hablar al portero, Tres no son más que dos, La Nochebuena de 1836, El día de difuntos de 1836.
- Artículos de crítica literaria: defendía que el escritor debía estar comprometido con la sociedad. Le dio especial importancia al teatro como forma de educar al pueblo. Rechazó el uso excesivo de neologismos o de un lenguaje arcaico. Su estilo era claro, irónico, lleno de juegos de palabras y con una intención crítica evidente. Por su agudeza y actualidad, sigue siendo un modelo para escritores y periodistas.