La Gran Guerra y sus Repercusiones: De los Conflictos Mundiales a la Crisis Económica

Causas de la Primera Guerra Mundial

Los Enfrentamientos Coloniales

La Conferencia de Berlín intentó establecer medidas de acuerdo y arbitraje entre los imperios, pero el ascenso de potencias como Alemania, que llegó con retraso a la carrera colonial, reabrió los conflictos entre los países europeos. A principios del siglo XX, Marruecos fue el escenario principal de enfrentamientos, aunque la tensión podía estallar en cualquier lugar y momento.

Las Rivalidades entre las Potencias y el Nacionalismo

Las potencias europeas adoptaron posiciones nacionalistas, impulsadas por la defensa de sus intereses en Europa y en los imperios coloniales. Así se creó un clima de desconfianza mutua entre cada nación. A este ascenso contribuyeron las aspiraciones de independencia de pueblos europeos que querían librarse del control de los viejos imperios tradicionales. Como consecuencia, los Balcanes, dominados por el Imperio turco, se convirtieron en un foco de tensiones internacionales. Franceses y alemanes se enfrentaban por la ocupación alemana de las regiones de Alsacia y Lorena, a raíz de la Guerra Franco-Prusiana. Existía también una rivalidad entre Reino Unido y Alemania por el control comercial y económico de Europa y las rutas comerciales.

Los Conflictos Balcánicos

En los Balcanes, con la decadencia del Imperio turco, Austria-Hungría se expandía en la zona. Se enfrentaba a las ambiciones de Serbia y del Imperio ruso, que querían aumentar su influencia y ocupar los estrechos del Bósforo y los Dardanelos, que abrían sus dominios al mar Mediterráneo. La anexión de Bosnia-Herzegovina al Imperio austrohúngaro empeoró las tensiones en los Balcanes y originó en pocos años dos guerras (1912-1913) que agravaron la situación. Las guerras consolidaron a Serbia, con el apoyo de Rusia. Esto alarmó a Austria-Hungría, por el temor a un levantamiento general de los pueblos eslavos bajo su dominio, y buscó el apoyo de Alemania frente a Rusia.

Alianzas Militares y Carrera de Armamentos

Las potencias establecieron un sistema de alianzas militares ante un posible enfrentamiento. En 1882, Alemania, Austria-Hungría e Italia firmaron la Triple Alianza. Francia, temerosa del poderío militar y del expansionismo alemán, se alió con Rusia y mejoró sus relaciones con el Reino Unido. Las tres potencias acabaron firmando la Triple Entente (1907). El malestar existente entre ellas originó una carrera de armamentos. Los Estados invirtieron mucho dinero en fabricar armas, barcos y tropas. El asesinato de Francisco Fernando fue el detonante que incendió Europa.

El Estallido y Desarrollo de la Gran Guerra

El Estallido de la Guerra

El 28 de junio de 1914 fue asesinado el heredero del Imperio austrohúngaro, Francisco Fernando, en Bosnia. El atentado lo realizó un estudiante bosnio en relación con las organizaciones nacionalistas serbias. Austria, apoyada por Alemania, acusó a Serbia de haber provocado el magnicidio y le declaró la guerra el 28 de julio. Rusia protegió a Serbia y declaró la guerra a Austria. Alemania, aliada de Austria, declaró la guerra a Rusia y a Francia. Reino Unido declaró la guerra a Alemania y a Austria cuando los ejércitos alemanes invadieron Bélgica, país aliado de Francia. Solo Italia se mantuvo neutral. El enfrentamiento austro-serbio se convirtió en una guerra europea.

La Guerra de Movimientos

Las operaciones bélicas comenzaron en el frente occidental, cuando en una rápida operación (Plan Schlieffen) los ejércitos alemanes atacaron a Francia, entrando por Bélgica y Luxemburgo. A comienzos de septiembre de 1914, los alemanes se encontraban a 40 kilómetros de París. Los ejércitos francés e inglés se reorganizaron y detuvieron el avance del ejército alemán en la Batalla del Marne. En el frente oriental, los alemanes derrotaron a los rusos en la Batalla de Tannenberg, pero estos reaccionaron y llegaron a las fronteras del Imperio austrohúngaro. En los Balcanes, se detuvo la ofensiva de Austria a Serbia.

La Guerra de Trincheras

Tras la Batalla del Marne, los frentes se inmovilizaron. En el frente occidental se abrieron trincheras desde Suiza hasta el mar del Norte; ahora, ganar un pequeño territorio al enemigo significaba miles de muertos. Se hizo necesaria la búsqueda de nuevos aliados que aportaran más soldados al frente. A finales de 1914, Turquía entró en la guerra y al año siguiente lo hicieron Italia y Bulgaria y, en 1916, Rumanía. Ese mismo año, los alemanes lanzaron una nueva ofensiva en el frente occidental, pero en la Batalla de Verdún los franceses resistieron durante meses. En julio, británicos y franceses atacaron las líneas alemanas (Batalla del Somme), sin éxito.

1917: La Entrada de EE. UU. y el Fin de la Guerra

El año 1917 fue decisivo para la guerra. Los duros combates de la guerra de trincheras provocaron el abandono de soldados y produjeron alborotos. En Rusia triunfó la Revolución bolchevique y los revolucionarios, que querían consolidar su gobierno, firmaron la paz con Alemania y se retiraron de la guerra (Paz de Brest-Litovsk). El abandono de Rusia fue compensado con la intervención de Estados Unidos, que entró en el conflicto tras el hundimiento de un transatlántico. La guerra ya estaba extendida, pero la entrada de EE. UU. supuso la mundialización del conflicto. En 1918, en el frente oriental, británicos, franceses e italianos derrotaron a los austriacos y a sus aliados. Los imperios austrohúngaro y turco pidieron el armisticio, y los combates cesaron. En el frente occidental, los alemanes fueron derrotados en la Segunda Batalla del Marne y en el ejército y la marina se produjeron revueltas. También hubo manifestaciones obreras contra el gobierno alemán. El alto mando alemán se desmoralizó y sugirió a Guillermo II que pidiera la paz. El 11 de noviembre de 1918, Alemania firmó el armisticio. La Primera Guerra Mundial había terminado.

La Revolución Rusa: Un Imperio en Crisis

Un Imperio Autocrático

A principios del siglo XX, el Imperio de los zares era un gran territorio donde había absolutismo monárquico. Políticamente, el zar tenía un poder absoluto: gobernaba por decreto, no estaba sujeto a ninguna constitución ni respondía ante un Parlamento. Una burocracia y un ejército aseguraban el control del Imperio, y la Iglesia ortodoxa constituía uno de los grandes pilares ideológicos del régimen.

Una Agricultura Feudal y una Industria Dependiente

La economía y las estructuras sociales del imperio eran las más atrasadas de Europa. La agricultura constituía la principal actividad económica; la tierra pertenecía a una aristocracia privilegiada, poderosa y rica. Los campesinos, la mayoría de la población, sometidos a un régimen casi feudal, vivían en miserables condiciones ya no existentes en Europa. La servidumbre personal se abolió, pero la nobleza seguía manteniendo su poder. En zonas del Imperio se inició un proceso industrial impulsado por capital extranjero. Allí surgió un numeroso proletariado industrial; la mitad de los obreros trabajaban en fábricas con más de 500 empleados, percibiendo salarios pésimos.

La Oposición al Zarismo

Las primeras corrientes de oposición, populistas y anarquistas, se desarrollaron entre los campesinos. Entre los obreros industriales se difundieron las ideas marxistas. En 1898 se fundó el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso, que tenía como líder más destacado a Vladímir Ilich. El partido se escindió en dos alas, la menchevique y la bolchevique, partidaria del camino revolucionario, que consideraba inviables las reformas del zarismo. A principios del siglo XX apareció un partido liberal-burgués, el Partido Democrático Constitucionalista, y en la izquierda, el Partido Socialista Revolucionario, con influencia en los campesinos.

La Coyuntura de la Primera Guerra Mundial

En 1914, cuando Rusia entró en la Primera Guerra Mundial, no estaba preparada para una guerra tan larga, dura y cara: ni el ejército ruso, ni los sistemas de transporte ni la industria de armamento estaban capacitados. Los medios económicos eran destinados a la guerra, apareció entonces el hambre y el malestar se extendió entre obreros, soldados y campesinos. Esto llevó a la abdicación del zar Nicolás II y la caída de su gobierno. En la guerra, los que se oponían al zarismo sabían que era la oportunidad de acabar con el régimen y hacerse con el poder.

Consecuencias de la Primera Guerra Mundial y la Posguerra

El Desastre Demográfico y Económico

La guerra causó diez millones de soldados muertos en combate. Añadiendo las víctimas civiles, afectadas por la falta de alimentos y las enfermedades, y la falta de nacimientos, provocó un retroceso demográfico generalizado. Económicamente, la Primera Guerra Mundial significó la pérdida definitiva de la hegemonía europea. El conflicto empobreció a los países beligerantes. El potencial industrial se redujo un 40%, y el agrícola, un 30%. Todos los países europeos estaban endeudados interna y externamente. Estados Unidos fue uno de los grandes beneficiarios de la guerra; su economía se convirtió en líder de las finanzas mundiales. Su producto nacional bruto se dobló en los años de la guerra y el dólar sustituyó a la libra.

La Organización de la Paz

En enero de 1919 se inauguró en París una conferencia para establecer las condiciones de paz. El Tratado de Versalles fue el más importante e impuso las condiciones de paz a Alemania. Otra serie de tratados fueron firmados con Austria, Bulgaria, Hungría y el Imperio turco. En conjunto, se impuso la desmembración de los imperios y la remodelación de las fronteras europeas. El presidente estadounidense, Thomas W. Wilson, había aportado su visión de una paz fundada en la concordia y la ausencia de revancha (14 Puntos de Wilson). Bajo su propuesta se creó la Sociedad de Naciones (SDN), una organización internacional que debía garantizar la paz y la cooperación entre los Estados. Pero las condiciones impuestas por los vencedores llevaron a que los vencidos no se integraran en la SDN. Tampoco lo hizo la URSS ni, al final, EE. UU., y la SDN acabó sin ninguna influencia en la política internacional.

Nuevos Problemas, Nuevos Conflictos

Las conferencias de paz no cerraron las heridas de la guerra; al contrario, abrieron nuevas rencillas. Los alemanes consideraron las condiciones impuestas por el Tratado de Versalles como una humillación que acabaría exacerbando su nacionalismo y el deseo de revancha en el futuro. Italia también planteó su frustración por no recibir las reivindicaciones territoriales que había demandado, lo que impulsó un movimiento nacionalista. Por otro lado, la Revolución rusa de 1917 había planteado en Europa una nueva situación de tensión. La revolución bolchevique animaba a las fuerzas revolucionarias de toda Europa. Se produjeron levantamientos en Alemania y Hungría que, aunque fueron sofocados, evidenciaban la existencia de un nuevo conflicto entre el capitalismo y el comunismo.

La Prosperidad y Crisis de los Años Veinte

Los «Felices Años Veinte»

El crecimiento económico norteamericano se prolongó durante los diez años que siguieron al fin de la guerra (1918-1929). Fue una década de prosperidad, los llamados «Felices Años Veinte», donde el modelo de vida americano (american way of life) y los valores que lo sustentaban (la iniciativa, el esfuerzo individual y el éxito), que prometían enriquecimiento y bienestar a sus ciudadanos, se convirtieron en modelo para todo el mundo. La expansión de Estados Unidos se basó en una profunda transformación en el proceso de producción de bienes, dominado por la innovación técnica. Por un lado, el taylorismo y el fordismo contribuyeron a incrementar la productividad y a reducir costes. Por otro, el aumento de los salarios obreros, las campañas publicitarias, la compra a plazos y los préstamos bancarios abrieron el camino a la era del consumo de masas. La prosperidad se reflejó en un gran auge de la bolsa. Los buenos resultados empresariales hicieron aumentar la demanda de acciones, cuyo valor subía constantemente.

Las Contradicciones de la Prosperidad

La prosperidad no benefició a todos por igual y, a partir de 1926-1927, una serie de elementos anunciaron la crisis que se avecinaba. La agricultura conoció graves dificultades. Los precios agrícolas no aumentaban tan rápido como los industriales. Muchos campesinos se habían endeudado para adquirir nuevas tierras y maquinaria con el fin de aumentar la producción. Sin embargo, el mercado no pudo absorber toda esa producción. Las existencias (stocks) se acumularon, los precios bajaron y muchos campesinos no pudieron devolver sus préstamos y perdieron sus tierras, sus máquinas y sus casas. En las industrias, el aumento de los salarios fue mucho menor que el de los beneficios o el de la cantidad de los productos fabricados. Una parte de los norteamericanos cada vez tenía menos capacidad adquisitiva y la sobreproducción (exceso de productos para la capacidad de compra) empezó a ser un problema.

La Lucha contra la Crisis: El New Deal

Ante la extensión de la crisis, tanto Estados Unidos como la mayoría de los países europeos adoptaron medidas para paliar sus efectos y propiciar la recuperación de la economía. El presidente Franklin D. Roosevelt, elegido en 1932, propuso el New Deal (Nuevo Acuerdo), un programa basado en las ideas del economista J. M. Keynes, que defendía la intervención del Estado en la economía. Sus principales ámbitos de actuación fueron:

  • Económico. Se propuso ayudar a las empresas privadas en dificultades, a través de subvenciones, crear empresas públicas en sectores sin incentivos para la inversión privada y destruir los stocks agrícolas acumulados. Además, el Estado estableció un control sobre los bancos, vigilando sus depósitos y obligándolos a facilitar préstamos con bajos intereses.
  • Social. Para luchar contra el paro, el Estado promovió un gran plan de obras públicas (carreteras, embalses…), incentivó el aumento salarial y redujo la jornada laboral a 40 horas semanales.

La Posguerra en Italia y Alemania

Italia en la Posguerra

Los acuerdos de paz supusieron una gran decepción, ya que los aliados acordaron la entrega a Italia del Trentino, Trieste e Istria, pero no de Dalmacia y Fiume, territorios vecinos que Italia reivindicaba como propios y se había acordado su entrega en el Tratado de Londres (1915). A esta situación se sumó la inestabilidad política: los gobiernos de la monarquía de Víctor Manuel III no conseguían una mayoría suficiente, y entre 1919 y 1922 se sucedieron cinco gobiernos diferentes. Por otro lado, la guerra dejó en Italia graves secuelas humanas y económicas: murieron 700.000 hombres, muchas industrias quedaron inutilizadas y la elevada deuda exterior había aumentado la inflación. Para muchos italianos, el coste de la vida se incrementó, mientras los salarios reales disminuyeron y el número de parados no dejaba de crecer. La crisis económica generó una fuerte tensión social. En el norte de Italia se desarrolló un movimiento huelguístico que, animado por el ejemplo soviético, pretendía objetivos revolucionarios. Algunos campesinos ocuparon las tierras de los grandes propietarios y los obreros se incautaron de numerosas fábricas. Todos estos movimientos fueron reprimidos, pero el miedo al estallido de una revolución social como la ocurrida en Rusia empezó a preocupar a las clases más conservadoras.

La Alemania de la Posguerra

En 1918, tras la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial, el káiser Guillermo II abdicó y se proclamó la república, que estableció su capital en la ciudad de Weimar y se asentó sobre una constitución democrática. La República de Weimar, dirigida por democratacristianos y socialistas, tuvo que hacer frente al descontento de amplios sectores de la población. En sus primeros años, la nueva república se vio amenazada por movimientos revolucionarios de izquierda (levantamiento de la Liga Espartaquista o comunista) y por varios intentos de golpes de Estado de la extrema derecha (Putsch de Múnich de las milicias nazis). Parte del malestar provenía de que Alemania tuvo que asumir la derrota militar y aceptar las duras condiciones de paz impuestas por los vencedores. El Tratado de Versalles acusaba a Alemania de ser la causante de la guerra, le arrebataba territorios, reducía su ejército y le imponía fuertes reparaciones económicas. Además, los años de posguerra fueron para Alemania de crisis económica, miseria y paro. Las deudas de guerra y las reparaciones provocaron una elevada inflación, que vino acompañada de una gran depreciación del marco. Al descontento de los sectores nacionalistas se unió el de las clases populares, en una grave situación de pobreza.

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