La Expansión Económica en el Feudalismo: Crecimiento y Transformación (Siglos X-XIV)

La expansión económica en el feudalismo, que abarcó los siglos X al XIV, se caracterizó por un crecimiento de naturaleza extensiva, a menudo poco duradero y reversible. El incremento de la producción se fundamentó principalmente en la extensión de la superficie de cultivo y en la multiplicación de las unidades de producción (familias), más que en la inversión de capital o en la mejora de la eficiencia. Esta dinámica, a largo plazo, estuvo sujeta a la ley de la productividad marginal decreciente, especialmente en la agricultura. Aunque los siglos X al XIII experimentaron un crecimiento considerable, este fue seguido por un retroceso del producto y de la población a raíz de la difusión de la Peste Negra en los siglos XIV y XV.

El Crecimiento Demográfico y la Colonización Agraria

El crecimiento de la población durante este periodo fue el resultado de la acumulación de modestas ganancias a lo largo de más de tres siglos, en los que apenas se registraron graves epidemias o crisis alimentarias. Las ciudades y villas crecieron a un ritmo superior al del campo. La nupcialidad temprana, al prolongar los periodos de fecundidad, permitió alcanzar saldos naturales positivos, a pesar de una mortalidad aún muy elevada. La abundancia de tierra disponible ofreció oportunidades para el establecimiento de nuevas familias, lo que llevó a Europa a vivir una auténtica colonización agraria. Las superficies de cultivo se ampliaron mediante roturaciones, en ocasiones por iniciativa señorial, pero en su mayoría impulsadas por los propios campesinos.

Innovaciones Tecnológicas en la Agricultura Medieval

El consiguiente crecimiento de la producción agraria fue también el resultado de un significativo cambio tecnológico. Innovaciones surgidas en la época romana y la Alta Edad Media se consolidaron en el siglo XII, conformando un sistema agrario integral que comprendía el dominio de la energía, el equipo y la organización del cultivo, todos ellos elementos relacionados entre sí como innovaciones complementarias. Entre estas, destaca el control sobre la energía animal e hidráulica, logrado gracias a sistemas de arreo mejorados y a la amplia difusión del molino de agua y, más tarde, del molino de viento.

El utillaje agrícola se diversificó y mejoró notablemente gracias al uso del hierro. La organización del cultivo se basó en tres principios fundamentales:

  • Rotación de cultivos: Permitiendo la recuperación del suelo y el aumento de la productividad.
  • Parcelación: División de la tierra para una gestión más eficiente.
  • Coordinación comunitaria: Esencial para la gestión de los campos abiertos y los recursos compartidos.

Aunque las ventajas de esta organización eran evidentes, en su origen pudo responder también a intereses señoriales, como facilitar la supervisión y la recaudación de tributos. Todas estas innovaciones propiciaron un incremento sustancial de la productividad de la tierra y del trabajo. Las economías externas derivadas de estas mejoras tecnológicas aceleraron el cambio en otras actividades como el transporte, la metalurgia y la industria textil. No obstante, las innovaciones fueron más intensas en las regiones más pobladas y en los alrededores de las ciudades, donde la proximidad del mercado permitía reducir los costes de transporte y aumentar la oferta de capital.

La Transformación del Señorío Feudal

A lo largo de la Edad Media, el señorío experimentó una apertura a los intercambios exteriores y una profunda transformación interna. El deseo de consumo de los señores no podía ser satisfecho de manera sostenible mediante el saqueo, debido a sus altos costes, sino a través de ingresos estables. Para atraer nuevos colonos, los señores ofrecieron condiciones favorables a los campesinos. Además, tendieron a parcelar las reservas señoriales, entregándolas en arrendamiento, de modo que las prestaciones laborales y en especie fueron paulatinamente sustituidas por rentas en dinero y por trabajo asalariado.

Los ingresos señoriales aumentaron por tres vías principales:

  1. Mediante un canon fijo por unidad de superficie.
  2. Cuando la renta era proporcional a la cosecha, gracias al incremento de la productividad de la tierra.
  3. Cuando la renta era actualizada a medida que la tierra se convertía en un bien escaso en relación con la población.

El Papel de los Campesinos en la Economía Feudal

Por otra parte, los campesinos dispusieron de mayores incentivos económicos en forma de autonomía de gestión y disposición del excedente, es decir, una libertad de iniciativa y movimiento que era, sin duda, mayor cerca de las ciudades. En las regiones de nueva colonización, los campesinos pudieron, incluso, adquirir la propiedad de la tierra. La cooperación campesina en el seno de la comunidad rural se vio reforzada por las exigencias técnicas de los sistemas agrarios y por la necesidad de defensa frente a las demandas de los señores. Sin embargo, el campesino no constituía una clase homogénea. Aquellos mejor dotados de tierra, capital y suerte demográfica pudieron acumular cierto patrimonio, mientras que los menos afortunados debieron trabajar a tiempo parcial como asalariados para sus vecinos y señores, o emigrar a las ciudades.

El Auge de las Ciudades Medievales

La aparición de nuevas ciudades y su creciente población se explica por el aumento de la productividad agraria. La ciudad medieval surgió sobre nuevas bases respecto a la antigüedad tardía. En el contexto feudal, caracterizado por la fragmentación de la soberanía y el privilegio, la ciudad gozaba de un estatuto jurídico autónomo. La principal consecuencia de esta revolución urbana fue la aparición de un círculo virtuoso que favorecía el crecimiento económico: por una parte, la protección del mercado, y por otra, en la medida en que la población urbana disponía de libertad personal. La comunidad de mercaderes pudo afirmar el derecho de propiedad a través de las corporaciones profesionales y legitimar el ánimo de lucro que inspiraba su actividad económica, frente a la condena de la sociedad tradicional y la Iglesia.

La Revolución Comercial y Financiera

La expansión comercial puede explicarse por modestos avances en los transportes terrestres y marítimos, pero sobre todo por el crecimiento de la oferta monetaria y el cambio institucional, que constituye propiamente la llamada revolución comercial. Sus características más importantes fueron el cambio institucional, resultado de la expansión del mercado, y la emergencia de empresas comerciales de mayor escala que propiciaron la especialización de los comerciantes.

Entre las novedades institucionales y financieras, destacan:

  • La formación de sociedades mercantiles, entre las que la más novedosa fue la commenda.
  • El surgimiento de la banca entre los cambistas, que permitió realizar transferencias entre cuentas y entre bancos, inicialmente sin comisiones ni interés.
  • La aparición en Italia, en los siglos XII y XIII, de la letra de cambio. Este instrumento, concebido como un contrato de cambio o de crédito, era una prueba de endeudamiento girada en una operación comercial por el vendedor contra el comprador, permitiendo diferir el pago y compensar o cancelar deudas entre varios comerciantes.

Ante estas novedades, incluso la actitud de la Iglesia experimentó un cambio significativo. El hecho de que la condena del préstamo con interés (usura) pudiera ser eludida mediante contratos como el censo consignativo, que encubría el tipo de interés a través del pago de una renta, es un claro ejemplo de esta adaptación.

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