El Sistema Político de la Restauración Borbónica: Turnismo, Caciquismo y Fraude Electoral
El sistema político de la Restauración se basaba en la existencia de dos grandes partidos, el Conservador y el Liberal, que coincidían ideológicamente en lo fundamental. Ambos partidos defendían la monarquía, la Constitución, la propiedad privada y la consolidación del Estado liberal unitario y centralista. Para el ejercicio del gobierno se contemplaba el turno pacífico o alternancia regular en el poder entre dos grandes opciones dinásticas, cuyo objeto era asegurar la estabilidad institucional mediante la participación en el poder de las dos familias del liberalismo.
El turno en el poder quedaba garantizado. Cuando el partido en el gobierno sufría un proceso de desgaste político y perdía la confianza de las Cortes, el monarca llamaba al jefe del partido de la oposición a formar gobierno. Entonces, el nuevo jefe de gabinete convocaba elecciones con el objetivo de construirse una mayoría parlamentaria suficiente para ejercer el poder de manera estable.
El Fraude Electoral y el Caciquismo: Pilares del Sistema
El fraude en los resultados aseguraba que las elecciones fuesen siempre favorables al gobierno que las convocaba. El funcionamiento real del sistema político se fundamentaba en el caciquismo y el fraude electoral. La alternancia en el gobierno fue posible gracias a un sistema electoral corrupto y manipulador que no dudaba en comprar votos, falsificar actas y utilizar prácticas coercitivas sobre el electorado, valiéndose de la influencia y del poder económico de determinados individuos sobre la sociedad.
La adulteración del voto se logró mediante el restablecimiento del sufragio censitario. El control del proceso electoral se ejercía a partir de varias instituciones: el Ministro de la Gobernación, los alcaldes y los caciques locales. Este ministro era quien elaboraba la lista de los candidatos que deberían ser elegidos (el «encasillado»). Los gobernadores civiles transmitían la lista de los candidatos «ministeriales» a los alcaldes y caciques. Todo un conjunto de trampas electorales ayudaba a conseguir este objetivo: es lo que se conoce como el pucherazo, es decir, la sistemática adulteración de los resultados electorales. Pero en todo el proceso era fundamental la figura del cacique. Los caciques permitieron ejercer actividades discriminatorias y, con sus favores, agradecían la fidelidad electoral y el respeto a sus intereses. La participación electoral no superó el 20% en casi todo el período de la Restauración. Se trató de la inversión de la finalidad de la democracia.
La Crisis de 1898 y el Regeneracionismo: Un Punto de Inflexión
La derrota frente a los Estados Unidos en 1898 no produjo un cambio de gobierno ni hizo peligrar la monarquía, pero surgió el «regeneracionismo»: un replanteamiento general llevado a cabo por intelectuales y políticos que buscaban la dignificación de la política, la modernización social y la superación del atraso cultural. El llamado “Desastre del 98” vino a ser más un estado de ánimo, una crisis moral e ideológica que una realidad política o económica. El sistema político siguió funcionando de la misma forma.
Las repercusiones económicas resultaron bastante menores de lo temido: el Estado ya no debía costear ni ejército ni administración en las islas antillanas, que en el fondo, solo beneficiaban a las élites españolistas. Era ya poco lo que aportaban las colonias a la economía española. Incluso se notó un aumento de las inversiones por la repatriación de los capitales, conocidos como “capitales de los indianos”. En lo ideológico, la consecuencia se concretó en un estado de ánimo de derrotismo, pesimismo y victimismo, que se adueñó de las élites intelectuales españolas. Además, la prensa extranjera se empeñó en presentar a España como un país en decadencia, con una economía atrasada y un sistema político corrupto; lo cual, además, era cierto. Es evidente que España pasó de ser una potencia mundial a ser una potencia regional.
La Guerra Hispano-Estadounidense (1895-1898): Causas y Consecuencias
Los hechos más relevantes fueron:
La Guerra de Cuba (1895-1898)
En 1895 se reinició la sublevación con el Grito de Baire, siendo enviado el general Martínez Campos para sofocar el levantamiento. El militar español comprendió que la revuelta cubana no era asunto de bandolerismo, sino todo lo contrario: una sublevación más extensa que las anteriores y con características revolucionarias, que contaba además con el apoyo de la población campesina. Martínez Campos comprendió que con la sola represión militar no podría solucionarse el conflicto. No quiso afrontar esta responsabilidad y presentó su renuncia, aconsejando no obstante el nombramiento de un general duro, Valeriano Weyler, que sí se encontraba dispuesto a combatir la guerra con la guerra. Weyler dio la vuelta completamente a la situación militar, utilizando para ello una inteligente estrategia de lucha contra las guerrillas de Antonio Maceo, el verdadero caudillo de la independencia cubana, y las de Máximo Gómez. Consistía en compartimentar el territorio de la isla por medio de trochas, que impedían el paso de los insurrectos, con lo que se facilitaba su eliminación. Con la muerte de Maceo, la guerra estaba prácticamente ganada por España, pero entonces se produjo la intervención norteamericana.
La Intervención Norteamericana y el Tratado de París
La intervención de los Estados Unidos se había producido realmente antes, en forma de presiones para que España les vendiera la isla. España se negó a la venta de la isla por múltiples razones, no siendo la menor la posibilidad de que se provocara con ello un nuevo estallido de la guerra civil, tanto en Cuba como en España. En 1898, estalló en el puerto de La Habana el acorazado Maine, de la Marina de los Estados Unidos, lo que se utilizó como pretexto para declarar la guerra a España. La Armada española era similar a la americana en cuanto al número de barcos, aunque eran más ligeros que los norteamericanos y, por tanto, con un blindaje mucho más débil. El problema más grave era el armamento inadecuado de los navíos de guerra, claramente inferior al norteamericano y de menos alcance.
Consecuencias Territoriales: El Tratado de París (1898)
En cuanto a las consecuencias territoriales, el Tratado de París fue firmado en la capital francesa en 1898, sin representantes de Cuba, Filipinas ni Puerto Rico. En el texto se estableció la renuncia de España a su soberanía y propiedad sobre Cuba, pero no se hizo referencia a la independencia de Cuba, lo que provocó aspiraciones de libertad de los patriotas cubanos. España cedió Puerto Rico a los norteamericanos y les vendió Filipinas por 20 millones de dólares. El tratado fue ratificado por el Congreso de Estados Unidos el 1 de abril de 1899.
Artículos Fundamentales del Tratado:
- España renunciaba a su soberanía sobre Cuba, la cual, al ser evacuada por España, sería ocupada por Estados Unidos.
- España cedía a los Estados Unidos la isla de Puerto Rico y la isla de Guam.
- España traspasaba a Estados Unidos el archipiélago de Filipinas.