Historia de España: Crisis, Conflictos y Transformaciones del Siglo XX

La Intervención Española en Marruecos

España administraba el Rif (región del norte de Marruecos) desde la Conferencia de Algeciras en 1906. En los primeros años de ocupación se habían producido incidentes como el ataque a Melilla y la derrota española del Barranco del Lobo en 1909. Al finalizar la Primera Guerra Mundial, España reemprendió la ocupación del Rif, chocando con la resistencia de las cabilas indígenas. En 1921, el general Silvestre llevó a cabo una intervención precipitada, adentrándose en el Rif. El jefe rifeño Abd-el-Krim atacó las posiciones españolas e infligió una gravísima derrota: el Desastre de Annual, en el que murieron 13.000 soldados españoles. La derrota aumentó la impopularidad de la presencia española en Marruecos. Se exigieron responsabilidades por esta derrota a los militares, al Gobierno e incluso a Alfonso XIII, iniciándose el Expediente Picasso. La actitud de la oposición de las Cortes, pidiendo el abandono de Marruecos, dio gran popularidad al PSOE y a los republicanos. La reacción de los militares fue inmediata y efectiva: el golpe de Estado del general Miguel Primo de Rivera en 1923.

Repercusiones de la Primera Guerra Mundial en España

La Primera Guerra Mundial marcó un compás de espera en los problemas políticos internos de España. El país se declaró neutral, manteniendo la actitud aislacionista adoptada desde 1898. La guerra estimuló la economía, ya que potenció la industria y multiplicó las exportaciones. Sin embargo, tuvo consecuencias sociales muy negativas: el aumento de la demanda exterior provocó inflación dentro de España que no fue compensada con un aumento equivalente de los salarios. Al terminar la guerra, el descenso de las ventas obligó al cierre de minas y fábricas, con el consiguiente aumento del paro y los conflictos sociales.

El Trienio Bolchevique y la Agitación Social

La crisis social desatada por las consecuencias de la Primera Guerra Mundial fueron intensas en dos regiones:

Andalucía

Aunque la movilización campesina había sido inexistente en la crisis de 1917, los conflictos aumentaron repentinamente entre 1918 y 1921, en lo que se conoce como el Trienio Bolchevique. La miseria del campesinado y la influencia de la Revolución Rusa favorecieron que los jornaleros respondieran a la llamada de los sindicatos. La rebelión campesina fue mitigada mediante la aplicación de medidas represivas como la declaración del estado de guerra, la ilegalización de las organizaciones obreras participantes y la encarcelación de sus dirigentes.

Cataluña

El anarquismo catalán logró grandes éxitos, como la Huelga de La Canadiense en 1919. Por influencia del anarquismo, las protestas obreras terminaron degenerando en un activismo violento que derivó en un auge descontrolado del terrorismo, con acciones contra autoridades, patronos y fuerzas del orden. La patronal no dudó en financiar a pistoleros para asesinar a los dirigentes obreros, llegando incluso a crear una asociación, el Sindicato Libre, que pretendía contrarrestar las fuerzas de la CNT a través del uso de la violencia.

La Crisis de 1917 en España: Un Punto de Inflexión

En el año 1917, el sistema político de la Restauración se veía aquejado de enormes dificultades, derivadas del enfrentamiento entre los partidos dinásticos, el creciente intervencionismo del Ejército en la vida pública y la agudización de la conflictividad social. El impacto de la Primera Guerra Mundial y las perspectivas revolucionarias ante el estallido de la Revolución Rusa provocaron que durante el verano de 1917 se desencadenó una profunda crisis que evidenció la desintegración del sistema.

El enfrentamiento con el Ejército comenzó con el asalto de un grupo de militares a la revista satírica ¡Cu-Cut! como respuesta a unas caricaturas que los militares consideraron ofensivas. En lugar de castigar los actos de los militares, el Gobierno promulgó la Ley de Jurisdicciones, por la que se ponía bajo jurisdicción militar la ofensa a la unidad de la patria, la bandera o el honor de los militares, lo que estimuló el intervencionismo castrense y el nacionalismo catalán. Además, produjo un enfrentamiento entre el Gobierno y el Ejército, que se quejaba de la escasez de medios y los bajos salarios.

La decisión del Gobierno de suspender las garantías constitucionales creó una crisis política y estimuló a Francesc Cambó a promover la creación de una Asamblea de Parlamentarios que permitiese formar un gobierno provisional y convocar unas Cortes Constituyentes. Para forzar su posición, la Asamblea convocó una reunión para que todos los diputados y senadores pudieran integrarse en ella, pero la reunión, que acabó siendo disuelta por las fuerzas públicas, no consiguió cumplir sus objetivos. El motivo puede explicarse por la creciente agitación social que contuvo a la burguesía por miedo a que la iniciativa acabase adquiriendo tintes revolucionarios.

La conflictividad social había aumentado notablemente durante la Primera Guerra Mundial. En consecuencia, el sindicalismo obrero adquirió un mayor protagonismo y exigió la aplicación de medidas tendentes a la disminución de la desigualdad social. Ante el peligro del estallido de la revolución, el Gobierno declaró la ley marcial que facultó al Ejército y a las fuerzas del orden público a reprimir la huelga de forma violenta. El apoyo de los militares en la represión y la disolución de la Asamblea de Parlamentarios evitaron el colapso del régimen de la Restauración al tiempo que facilitaron la solución a la crisis militar.

En enero de 1918 se promulgó la Ley del Ejército que atendió las reivindicaciones castrenses. El republicanismo fue avanzando posiciones entre los políticos tradicionales (monárquicos, liberales y conservadores), entre los nacionalistas, el movimiento obrero, los estudiantes, los intelectuales y gran parte del ejército.

Fases Clave de la Guerra Civil Española

Primera Etapa: El Avance sobre Madrid (Julio 1936 – Marzo 1937)

Las tropas dirigidas por el general Mola avanzaron desde Navarra hacia Madrid, pero fueron detenidas por los milicianos en la Sierra de Guadarrama. Los sublevados intentaron dos maniobras envolventes para tomar Madrid en febrero y marzo de 1937, pero fracasaron. Los sublevados se dieron entonces cuenta de que la guerra no se resolvería rápidamente, lo que obligaba a cambios de estrategia. No obstante, el cerco sobre Madrid continuó durante toda la guerra.

Segunda Etapa: La Campaña del Norte (Abril – Octubre 1937)

Los sublevados conquistaron los territorios del norte aprovechando tres factores: el aislamiento del resto de las regiones republicanas, la ayuda de las tropas italianas y el apoyo de la aviación alemana (bombardeo de Guernica por la Legión Cóndor). Tras la caída de Asturias, la República perdió los territorios del norte, que eran la región más rica en recursos minerales y producción industrial, y por consiguiente, sus posibilidades de éxito.

Tercera Etapa: El Frente de Aragón y la Batalla del Ebro (Octubre 1937 – Abril 1939)

Logrado este objetivo por Franco, el general Rojo emprendió la Batalla del Ebro con la intención de frenar su avance hacia Valencia. Fue la batalla más dura de la guerra y, pese a sus conquistas iniciales, el ejército republicano fue empujado a sus posiciones de inicio cuatro meses después, tras haber perdido gran cantidad de hombres y material, y con ello, sus escasas opciones de victoria.

La Proclamación de la Segunda República Española

El 13 de abril de 1931, Alfonso XIII lanzó un manifiesto en el que comunicaba que dejaba el trono, y la Segunda República fue proclamada el día siguiente, el 14 de abril. La crisis de la República estuvo marcada por la crisis económica de 1929, la crisis de la democracia y el ascenso del fascismo y el comunismo. Contaba con el apoyo de la mayoría de los intelectuales, las clases medias y una parte importante del movimiento obrero, pero tenía la desconfianza de los grupos económicos más poderosos y de los pequeños propietarios campesinos.

El Comité Revolucionario establecido en San Sebastián se convirtió en el nuevo gobierno provisional, presidido por Niceto Alcalá-Zamora. En junio de 1931 se celebraron elecciones a Cortes Constituyentes. Obtuvieron la mayoría la coalición de republicanos y socialistas, y el primer cometido de las Cortes fue elaborar un nuevo texto constitucional.

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