Conceptos Clave de la España del Siglo XIX
La historia de España del siglo XIX es un periodo de profundas transformaciones políticas y sociales. Para comprenderla, es esencial familiarizarse con los siguientes conceptos y eventos:
Regencia
Regencia: Período de tiempo durante el cual una persona (regente) se hace cargo del gobierno mientras el monarca legítimo no tiene la mayoría de edad para reinar. Esto ocurrió en España entre 1833 y 1843, cuando Fernando VII murió e Isabel II tenía apenas tres años. Hubo dos regencias: la regencia de María Cristina y la regencia del general Espartero.
Carlismo
Carlismo: Movimiento político conservador que comienza cuando Don Carlos María Isidro aspiró a la sucesión del trono de España y luchó contra la princesa Isabel II. Los partidarios de Don Carlos defienden la permanencia del Antiguo Régimen y de los fueros. Los partidarios de Don Carlos defienden la permanencia del Antiguo Régimen y de los fueros. En España, en el siglo XIX, hubo tres guerras carlistas.
Moderados
Moderados: Conjunto de ciudadanos defensores del liberalismo cuyos principios se basaban en la división de poderes (siendo el rey el poseedor del poder ejecutivo; las Cortes con el rey, los responsables del poder legislativo; y los tribunales y jueces, los encargados del poder judicial), la soberanía compartida entre las Cortes y el rey, la limitación de los derechos individuales y la confesionalidad católica pero sin libertad de culto. Asimismo, su postura acerca de la figura del rey era más conservadora, motivo por el cual siempre contaron con el apoyo de la Corona, siendo el partido que más tiempo gobernó. La división entre moderados y progresistas se produjo al principio del reinado de Isabel II, durante la regencia de María Cristina. Entre los moderados, resaltó el general Narváez.
Progresistas
Progresistas: Conjunto de ciudadanos defensores del liberalismo cuyos principios se basaban en la división de poderes (siendo el rey el poseedor del poder ejecutivo; las Cortes, las responsables del poder legislativo; los tribunales y jueces, los encargados del poder judicial), la soberanía nacional, la ampliación de los derechos individuales y la confesionalidad católica con libertad de culto. Asimismo, este grupo recortaba los poderes del rey, así como sus atribuciones, y dadas sus dificultades para acceder al poder, utilizaron los pronunciamientos para lograrlo, destacando la Vicalvarada. Entre los progresistas, resaltó el general Espartero. La división entre moderados y progresistas se produjo al principio del reinado de Isabel II, durante la regencia de María Cristina.
Desamortización
Desamortización: Incautación por parte del Estado y puesta a la venta en forma de subasta pública de las tierras y otros bienes de la Iglesia. La Desamortización de Mendizábal fue una medida llevada a cabo por el ministro progresista Mendizábal durante la regencia de María Cristina, siendo el sector más beneficiado la burguesía. Asimismo, con el dinero recaudado se sufragaron los gastos de la Guerra Carlista, se aumentaron las tierras cultivables, se mejoraron los rendimientos y los conventos se transformaron en edificios públicos, se derribaron o pasaron a manos privadas. Por el contrario, desgraciadamente, la Santa Sede cortó las relaciones con España.
Constitución de 1845
Constitución de 1845: Documento redactado por el Gobierno moderado y promulgado en 1845 (Década Moderada), el cual estableció la soberanía compartida entre el rey y las Cortes, un sufragio censitario muy reducido (que permitía votar solamente al 0,8% de la población), limitaciones de derechos como la libertad de culto y la organización centralista como modelo de Estado.
La Gloriosa Revolución
La Gloriosa Revolución: Levantamiento del pueblo español (militares y civiles) contra la reina Isabel II que estalló mediante un pronunciamiento en 1868 liderado por los generales Serrano y Prim, además de la creación de juntas revolucionarias para combatir los problemas económicos, el conservadurismo de los Gobiernos que excluían a los progresistas, republicanos y demócratas, el autoritarismo del Gobierno y la creciente impopularidad de la Reina. Por ello, en 1866, los tres partidos anteriormente nombrados firmaron el Pacto de Ostende, al cual después se unió la Unión Liberal, y en el cual acordaron derrocar a la reina y democratizar la vida política española. El resultado de este revuelo fue la retirada de Isabel II a Francia tras una derrota aplastante en la batalla de Alcolea (Córdoba) y el establecimiento de un gobierno provisional que dio lugar al Sexenio Democrático.
Constitución de 1869
Constitución de 1869: Documento redactado durante el Sexenio Democrático por el Gobierno provisional de Serrano y aprobado por las Cortes Constituyentes, caracterizado por ser el primer texto democrático de la historia de España. Esta Constitución contenía una amplia declaración de derechos como el derecho de asociación, reconocía el sufragio universal masculino debido a la participación de los demócratas en la elaboración de esta, y declaraba la monarquía como forma de gobierno.
Movimiento Cantonalista
Movimiento Cantonalista: Levantamiento de los republicanos intransigentes contrarios al modelo del Estado federal de Pi i Margall, cuyo objetivo era el establecimiento de una federación constituida desde abajo, es decir, desde el pueblo. Esta insurrección estalló en Cartagena en julio de 1873 durante la Primera República y se extendió a territorios como Cataluña, Málaga, etc. El movimiento fue duramente reprimido por Salmerón y Castelar ante el temor de una revolución que alterara la unidad de España.
Constitución de 1876
Constitución de 1876: Documento promulgado por Antonio Cánovas del Castillo durante el reinado de Alfonso XII, que fue una de las bases de la Restauración Borbónica. Esta Constitución, redactada con un carácter conciliador, reconocía una amplia declaración de derechos y libertades con el fin de satisfacer a demócratas y progresistas, además de proclamar la confesionalidad del Estado y la soberanía compartida entre las Cortes y el rey, principios defendidos por los moderados.
Turnismo
Turnismo: Sistema político establecido en España durante la Restauración Borbónica con el fin de alternar en el gobierno de manera pacífica a conservadores y liberales. Sin embargo, este sistema trajo consigo la corrupción electoral. En primer lugar, el rey decidía qué partido iba a formar Gobierno, y después, las elecciones convocadas se amañaban para que los resultados fueran acordes a la decisión del rey. Esto se llevaba a cabo mediante el caciquismo, técnica empleada en el ámbito rural que consistía en que los caciques forzaban a la población a votar el partido conveniente, y el pucherazo, práctica utilizada en las ciudades con el objetivo de amañar los resultados si no eran los esperados. Aunque el Turnismo proporcionó estabilidad, este sistema dejaba fuera a tres grupos contrarios al Estado centralizado y cada vez más representativos: los anarquistas, los socialistas (liderados por Pablo Iglesias), y los nacionalistas catalanes, vascos y gallegos.
El Sexenio Democrático o Revolucionario (1868-1874)
Gobierno Provisional del General Serrano (1868-1870)
Tras el triunfo de la Gloriosa en 1868, se constituyó un Gobierno provisional liderado por el general Serrano y formado por progresistas, unionistas y demócratas principalmente. Este gobierno convocó Cortes Constituyentes con el fin de aprobar la Constitución de 1869, el primer texto democrático de la historia de España. Esta Constitución reconocía el sufragio universal masculino, la monarquía como forma de gobierno y un amplio repertorio de derechos. Asimismo, Serrano fue nombrado regente hasta la elección de un monarca que contara con la aprobación de las Cortes y del resto de Europa.
La Monarquía de Amadeo I (1871-1873)
Amadeo de Saboya fue el monarca elegido por las Cortes para reinar en España. Amadeo I fue un rey democrático; sin embargo, su reinado fue muy corto debido a su incapacidad para superar las dificultades que se le presentaron durante el mismo. En primer lugar, en diciembre de 1870, el principal defensor de Amadeo, el general Prim, fue asesinado. Este hecho le dificultó desmesuradamente, pues a su llegada a España en 1871, se encontró sin apoyos. Por ello, tuvo que hacer frente a la oposición de las monarquías, la Iglesia, los republicanos y gran parte de la población que lo rechazaba por ser extranjero. Asimismo, el desarrollo de la Guerra de Cuba y el estallido de la Tercera Guerra Carlista en 1871, conllevaron a la abdicación del monarca en 1873.
La Primera República (1873-1874)
Tras la abdicación de Amadeo I, las Cortes proclamaron la Primera República española. Esta únicamente duró nueve meses y fue presidida por Figueras, Pi i Margall, Salmerón y Castelar. Principalmente, tuvo que hacer frente a tres grandes problemas:
- En primer lugar, el estallido del Movimiento Cantonalista, el cual proponía la organización territorial de España en 17 «Estados». Esta interpretación del federalismo resultó en la creación de cantones o repúblicas independientes en varios territorios (Cataluña, Cartagena, Málaga…) en julio de 1873. Sin embargo, ante el temor de una revolución que alterara la unidad de España, el movimiento fue duramente reprimido.
- En segundo lugar, la Guerra de Cuba. Esta sublevación había comenzado en 1868 a causa del descontento de la población criolla, la cual rechazaba la presión económica de España y deseaba participar en el gobierno de la isla. Apoyados por Estados Unidos, los sublevados firmaron la Paz de Zanjón en 1878.
- Por último, la Tercera Guerra Carlista, que se inició en 1872 y finalizó en el reinado de Alfonso XII en 1876. El general Pavía dio un golpe de Estado y disolvió las Cortes. Más tarde, en diciembre de ese mismo año, el general Martínez Campos protagonizó un nuevo pronunciamiento que restauró la dinastía de los Borbones con la proclamación de Alfonso XII, hijo de Isabel II, como rey de España.
La Restauración Borbónica (1874-1931)
La Restauración Borbónica se divide en tres periodos: el reinado de Alfonso XII (1874-1884), la regencia de María Cristina (1884-1902) y el reinado de Alfonso XIII (1902-1931).
Debido al caos instaurado en España durante el Sexenio Democrático, el general Martínez Campos protagonizó en 1874 un pronunciamiento que restauró la dinastía de los Borbones con Alfonso XII como monarca de España. Este rey, partidario de la monarquía constitucional, nombró presidente de Gobierno a Antonio Cánovas del Castillo, quien vio urgente la recuperación del orden y la estabilidad. Por este motivo, puso fin a la Guerra Carlista y a la Guerra de Cuba, promulgó una Constitución y creó un nuevo sistema político denominado Turnismo.
La Restauración se basó en dos pilares: la creación de una nueva Constitución y la alternancia en el poder de los dos grandes partidos (conservadores y liberales).
Así, se promulgó la Constitución de 1876, la cual intentó ser conciliadora mediante la inclusión de una amplia declaración de derechos y libertades, y la proclamación de la confesionalidad del Estado y la soberanía compartida entre las Cortes y el rey.
Por otro lado, el ejercicio del poder se llevó a cabo por medio del Turnismo entre el Partido Conservador, liderado por Cánovas y cuyos principios se basaban en la defensa de la Iglesia y del orden social; y el Partido Liberal, liderado por Sagasta y cuyos partidarios defendían importantes reformas sociales. Cabe añadir que los liberales aprobaron en 1890 el sufragio universal masculino. Sin embargo, este sistema político conllevó a la corrupción electoral, siendo el rey el primero en decidir qué partido iba a formar Gobierno y amañando las elecciones convocadas después para que el resultado fuese acorde a la decisión del rey.
La corrupción se promovió mediante el caciquismo, en el ámbito rural, esto es, los caciques forzaban a la población para votar al partido conveniente; y el pucherazo, en las ciudades, técnica que consiste en manipular los resultados cuando estos no eran los esperados.
El Turnismo proporcionó la estabilidad esperada; no obstante, este sistema dejaba fuera a tres partidos contrarios al Estado centralizado y cada vez más representativos entre la población: los anarquistas, los socialistas (liderados por Pablo Iglesias), y los nacionalistas catalanes, vascos y gallegos.
El Reinado de Isabel II (1833-1868)
Regencia de María Cristina (1833-1840)
Cuando en 1833 murió Fernando VII, su viuda, la reina María Cristina de Borbón, se hizo cargo del gobierno, ya que Isabel II, aún menor de edad, apenas tenía tres años.
Sin embargo, Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII, se proclamó rey de España, desencadenando así la Primera Guerra Carlista (1833-1840). La guerra no fue solo un conflicto dinástico, sino también un enfrentamiento ideológico entre los liberales que apoyaban a Isabel II y los carlistas que defendían la permanencia del Antiguo Régimen a través de Don Carlos. Cabe destacar que el apoyo liberal se constituyó mayormente por la nobleza vinculada a la Corte, la burguesía y las clases populares urbanas, mientras que parte de la nobleza, el clero y el campesinado, quienes buscaban la exención del servicio militar, la exoneración del pago de impuestos y el disfrute de las tierras comunales, apoyaron al bando carlista. El enfrentamiento terminó con el Abrazo de Vergara, acuerdo entre el general Espartero (liberal) y el general Maroto (carlista) que reconoció a Isabel II como reina de España a cambio de la rendición del ejército carlista y su posterior integración en el ejército liberal, y el mantenimiento de los fueros. No obstante, liberales y carlistas volvieron a enfrentarse en otras dos ocasiones a lo largo del siglo XIX.
María Cristina, en un primer momento, quiso mantener el absolutismo, pero el comienzo de la Guerra Carlista obligó a la regente a buscar el apoyo de los liberales. Sin embargo, durante su regencia, se produjo la división de estos en dos grupos: moderados y progresistas. Los moderados defendían la división de poderes (siendo el rey el poseedor del poder ejecutivo; las Cortes con el rey, los responsables del poder legislativo; y los tribunales y jueces, los encargados del poder judicial), la soberanía compartida entre las Cortes y el rey; la limitación de los derechos individuales y la confesionalidad católica sin libertad de culto. Por otro lado, los progresistas defendían la división de poderes (siendo el rey el poseedor del poder ejecutivo; las Cortes, las responsables del poder legislativo; y los tribunales y jueces, los encargados del poder judicial), la soberanía nacional, la ampliación de los derechos individuales y la confesionalidad católica con libertad de culto. Inicialmente, debido a que los principios moderados conservaban mayormente la figura del rey, María Cristina se alió con ellos; sin embargo, el Motín de la Granja en 1836 propició la entrega del Gobierno a los progresistas.
En 1836, el ministro progresista Mendizábal proclamó una desamortización que consistió en la incautación y puesta a la venta en forma de subasta pública de las tierras y otros bienes de la Iglesia. Con el dinero recaudado, se pudieron sufragar los gastos de la Guerra Carlista, pero no la deuda del Estado. Asimismo, se produjo un aumento de las tierras cultivables y una mejora de los rendimientos; y los conventos se transformaron en edificios públicos o parroquias, se derribaron o pasaron a manos privadas. Por último, cabe destacar que la burguesía fue el sector más beneficiado por esta medida debido a la compra de bienes. Del mismo modo, cabe resaltar que esta medida conllevó el corte de las relaciones entre la Santa Sede y España.
Finalmente, en 1840, María Cristina dimitió forzada por sus enfrentamientos con los progresistas. Asimismo, cabe recalcar que su regencia estuvo marcada por la Guerra Carlista y su vida personal, la cual no era bien vista a ojos del pueblo español debido a su matrimonio con Agustín Fernando Muñoz, oficial de la Guardia Real.
Década Moderada (1844-1854)
Durante esta etapa, Isabel II encargó la formación del Gobierno a los moderados, siendo el general Narváez presidente de varios gobiernos. Entre los hechos destacables, se encuentran la promulgación de la Constitución de 1845, que estableció la soberanía compartida entre las Cortes y el rey, y la elección de estas por un sufragio censitario muy reducido (0,8% de la población).