La Restauración Europea y las Oleadas Revolucionarias (1815-1848): Un Recorrido Histórico

La Edad de la Revolución (1780-1848)

Restauración y Revolución (1815-1848)

Las guerras contra la Francia revolucionaria y Napoleón duraron más de 25 años en Europa. No fue hasta la Primera Guerra Mundial (un siglo más tarde) que Europa experimentó otro conflicto de tal magnitud.

1. La Restauración: El Congreso de Viena (1815)

1.1. El Congreso de Viena (1815)

El Congreso de Viena fue una conferencia internacional entre los países que derrotaron a Napoleón, con el objetivo de redibujar las fronteras de Europa. Casi todos los estados de Europa estuvieron representados. Los emperadores de Austria y Rusia, los reyes de Prusia, Dinamarca, Baviera y Württemberg, y numerosos príncipes alemanes asistieron en persona. Aunque interrumpido por los Cien Días, se celebró del 1 de noviembre de 1814 al 8 de junio de 1815.

El Congreso logró un acuerdo que permaneció vigente en la mayor parte de Europa Central y del Este hasta la Primera Guerra Mundial. El Congreso de Viena ignoró el nuevo nacionalismo y liberalismo generados por la Revolución Francesa. Intentó restaurar no solo las fronteras anteriores, sino también el antiguo sistema político del Antiguo Régimen y la Monarquía Absoluta. Fue un gran error pensar que las cosas podrían volver a ser como antes de Napoleón.

Las grandes potencias vencedoras sobre Napoleón que participaron en el Congreso de Viena fueron el Reino Unido, Austria, Rusia y Prusia. Todas ellas obtuvieron grandes ventajas:

  • Gran Bretaña tomó el control de los mares.
  • Otras grandes potencias como Rusia, Austria y Prusia ampliaron sus territorios.
  • Francia fue admitida en el congreso como miembro igual y también como una gran potencia.

Se estableció un equilibrio continental de poderes en Europa para evitar que un solo país dominara el continente. Los principales resultados territoriales fueron:

  1. Rusia obtuvo importantes territorios (Finlandia y Polonia).
  2. Prusia también adquirió numerosos territorios.
  3. Austria recuperó la mayor parte del territorio que había perdido y también obtuvo tierras en Italia (Lombardía y Venecia).
  4. Gran Bretaña consiguió varios territorios coloniales estratégicos y consolidó su control de los mares.
  5. Francia perdió todo el territorio conquistado por el ejército revolucionario o por Napoleón, restauró sus fronteras anteriores y la dinastía Borbón fue restaurada al trono (Luis XVIII).
  6. España restauró su poder monárquico con Fernando VII.
  7. Se estableció una Confederación Alemana para sustituir el antiguo Sacro Imperio Romano Germánico.

1.2. La Santa Alianza

El zar Alejandro I, muy bajo la influencia de su fervor religioso, propuso que los gobernantes de Europa ‘tomasen como su guía exclusiva… los preceptos de justicia, caridad cristiana y paz.’ Su oferta dio fruto en la Santa Alianza, que fue firmada por la mayoría de los monarcas europeos. La Santa Alianza no era un tratado. Era, de hecho, una declaración solemne de los principios cristianos que debían guiar a los gobernantes en sus relaciones con sus súbditos y entre sí.

1.3. Los Pros y los Contras del Congreso de Viena

Los representantes de Viena no lograron reconocer las significativas tendencias del liberalismo y el nacionalismo. Conforme al principio de legitimidad, restauraron a muchos gobernantes despóticos e impopulares a sus tronos. Por ejemplo, el rey Fernando fue restaurado en España, y los reyes Borbones en Francia y Nápoles. Estos gobernantes suprimieron las constituciones o gobernaron de manera represiva. Por consiguiente, las revoluciones no tardaron en estallar en estos países.

En esta tentativa fracasada de ‘girar el reloj atrás’, se prestó poca atención a las opiniones de los países más pequeños; las decisiones principales fueron tomadas por las Cuatro Grandes Potencias. Sin embargo, los acuerdos de Viena tuvieron dos ventajas importantes a su favor:

  • En primer lugar, proporcionaron a Europa un largo período de paz.
  • En segundo lugar, restauraron el equilibrio europeo de poder. Francia, aunque derrotada, fue tratada justamente y fue rodeada por países vecinos más fuertes.

2. La Victoria del Liberalismo: Las Oleadas Revolucionarias de 1820, 1830 y 1848

Las revoluciones no tardaron en estallar en muchos países europeos. Hubo tres grandes oleadas revolucionarias que comenzaron en Francia y luego se extendieron a otros países (especialmente aquellos gobernados por reyes absolutos o donde existían problemas nacionalistas). Las revoluciones o las oleadas revolucionarias de 1820, 1830 y 1848 apenas modificaron los gobiernos o el mapa de Europa, y los políticos absolutistas o conservadores parecieron retomar el control una y otra vez después de cada revolución.

Pero, poco a poco, el absolutismo fue desmantelado aquí y allá, y el liberalismo y el nacionalismo se convirtieron en las tendencias políticas dominantes y cada vez más importantes. No podemos entender la historia de los siglos XIX y XX si no comprendemos estas dos ideas o conceptos políticos.

2.1. Las Revoluciones de 1820

Hubo revoluciones fracasadas en España, Italia, Francia y Rusia. En esta década tuvo lugar la Guerra de Independencia griega contra el Imperio Otomano.

2.2. Las Revoluciones y Reformas de 1830

Las Revoluciones de 1830 comenzaron en Francia, donde se estableció una nueva Monarquía Constitucional. Luis Felipe, conocido como ‘el Rey Ciudadano’ y ‘el Rey de la burguesía’, fue elegido como monarca, y la dinastía Borbón perdió el trono de Francia.

El nuevo rey prometió más libertad y leyes acordes con la voluntad del pueblo. La bandera tricolor de la Revolución Francesa sustituyó de nuevo a la bandera Borbónica. Otra consecuencia de estas revoluciones fue la Independencia de Bélgica, que se separó de los Países Bajos. (Hoy siguen siendo dos naciones). Bélgica era católica, se hablaba francés y era una nación agrícola e industrial; por el contrario, los Países Bajos eran calvinistas, su lengua no es romance y era una nación comercial.

La tercera consecuencia fue una Reforma Política Pacífica en Inglaterra: la Ley de Reforma de 1832.

3. La Primavera de las Naciones: Las Revoluciones de 1848

Las Revoluciones de 1848, conocidas como la Primavera de las Naciones, la Primavera de los Pueblos o el Año de la Revolución, comenzaron en Francia en marzo, donde la Monarquía de Luis Felipe fue derrocada y se estableció una República. La extensión de los movimientos revolucionarios abarcó toda Europa con muy pocas excepciones (España, Rusia, Inglaterra), pero fue más importante en países donde el nacionalismo era una fuerza más fuerte:

  • Los movimientos de unificación de Italia y Alemania comenzaron en este punto (ambos eran meros nombres geográficos y estaban divididos en tantos estados gobernados por diferentes poderes).
  • Polonia y otras naciones sometidas a los imperios Austriaco y Otomano comenzaron a pedir su libertad y a ser consideradas como estados-nación.

Cuando las revoluciones finalizaron, aparentemente poco había cambiado, y parecieron ser un fracaso. Pero, por otra parte, durante las próximas dos décadas (los años 1850 y 1860) ocurrieron muchos cambios:

  • Tanto Alemania como Italia alcanzaron la unificación política.
  • Austria y Prusia eliminaron el feudalismo, mejorando la vida de los campesinos.
  • Francia conservó el sufragio universal masculino.
  • Rusia liberó a los siervos.
  • El Imperio Austriaco de los Habsburgo finalmente tuvo que conceder a los húngaros mayor autodeterminación.
  • España tendría su propia ‘Revolución Gloriosa’ y se proclamaría la Primera República.

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