Cronología Histórica de España (Siglos XVI-XX)
Siglo XVI
- 1502. Conversión forzosa de los mudéjares.
- 1512. Conquista del reino de Navarra.
- 1520. Revuelta de los Comuneros de Castilla.
- 1556. Inicio del Reinado de Felipe II.
- 1561. Establecimiento de la Corte en Madrid.
- 1568. Rebelión morisca de las Alpujarras.
- 1571. Batalla de Lepanto.
- 1580. Unión de Portugal.
- 1588. Desastre de la Armada Invencible.
Siglo XVII
- 1609. Expulsión de los moriscos.
- 1621. Inicio del reinado de Felipe IV.
- 1640. Rebelión de Cataluña.
- 1640. Independencia de Portugal.
- 1643. Batalla de Rocroi.
- 1648. Paz de Westfalia.
- 1659. Paz de los Pirineos.
- 1665. Inicio del reinado de Carlos II.
- 1700. Fin del reinado de Carlos II.
Siglo XVIII
- 1701. Inicio de la Guerra de Sucesión.
- 1704. Conquista británica de Gibraltar.
- 1713. Tratado de Utrecht.
- 1716. Decreto de Nueva Planta en Cataluña.
Siglo XVIII (Repetición)
- 1701. Inicio de la Guerra de Sucesión.
- 1704. Conquista británica de Gibraltar.
- 1713. Tratado de Utrecht.
- 1716. Decreto de Nueva Planta en Cataluña.
Siglo XIX
- 1805. Batalla de Trafalgar.
- 1808. Motín de Aranjuez.
- 1820. Pronunciamiento de Riego.
- 1849. Fundación del Partido Demócrata.
- 1855. Primera Huelga general en Barcelona.
- 1857. Ley de Instrucción Pública de Claudio Moyano.
- 1873. Proclamación de la I República.
- 1879. Fundación del PSOE.
Siglo XX
- 1909. Semana Trágica.
- 1932. Ley de Bases de la Reforma Agraria.
- 1936. Comité de No Intervención.
- 1959. Plan de Estabilización.
- 1976. Referéndum para la Ley de Reforma Política.
- 1981. 23F. Golpe de Estado de Antonio Tejero.
- 1986. Entrada de España en la CEE.
El Siglo XVI: La España de Carlos I y Felipe II
A lo largo del siglo XVI, partiendo de las bases del Estado moderno creadas por los Reyes Católicos, la Monarquía Hispánica amplió sus fronteras hasta convertirse en una potencia hegemónica mundial.
Carlos I (1500-1558) y la herencia imperial
Carlos I (1500-1558) era hijo de Juana la Loca, hija a su vez de los Reyes Católicos, y de Felipe el Hermoso, hijo del emperador Maximiliano y la duquesa María de Borgoña. Su herencia configuró un gran imperio formado por los territorios en los que fueron soberanos sus cuatro abuelos, tras la temprana muerte de su padre (1506) y la incapacidad de su madre. De los Reyes Católicos heredó Castilla, Aragón, Navarra, las posesiones italianas (Cerdeña, Sicilia y Nápoles), las ciudades norteafricanas y las posesiones americanas. De su padre heredó los territorios de la casa de Borgoña (Países Bajos y el Franco Condado). Por último, de su abuelo Maximiliano I heredó las posesiones de la casa de Austria (Austria, Tirol…) y los derechos al trono imperial alemán, del que se convirtió en emperador en 1519 con el nombre de Carlos V.
Nacido en Gante y criado en Flandes, cuando Carlos llegó a Castilla en 1517 era un extranjero: apenas conocía la lengua, se vestía a la moda flamenca y venía rodeado de sus amigos y consejeros de los Países Bajos. Esto provocó recelos entre la nobleza castellana. Tras ser jurado rey, conoció la muerte de su abuelo, por lo que decidió emprender viaje a Alemania para ser proclamado emperador. El malestar en sus nuevos reinos derivó en la Revuelta de las Comunidades en Castilla y las Germanías en Valencia y Mallorca. La autoridad del rey salió muy reforzada de estas dos revueltas.
Las Revueltas Internas
- La Revuelta de las Comunidades (1520-22): Fue protagonizada por varias ciudades castellanas encabezadas por Toledo, Segovia y Salamanca. Los comuneros se opusieron a las autoridades impuestas por Carlos I. Propusieron varias condiciones al monarca: prescindir de sus consejeros extranjeros, reducir impuestos, evitar la salida de oro y plata de Castilla, etc. Los nobles se pusieron del lado del rey. En la Batalla de Villalar (1521) los comuneros fueron derrotados y sus líderes (Padilla, Bravo y Maldonado) ejecutados. Con ello se puso fin a la insurrección y se aseguró el autoritarismo real.
- La Revuelta de las Germanías (1519-1523): Destaca por su carácter antiseñorial. Los habitantes de las ciudades del reino de Valencia, descontentos por los abusos señoriales, se sublevaron contra la nobleza, que huyó de la ciudad de Valencia. La rebelión fue dominada por las tropas reales. En 1521 se extendió a Mallorca, que durante un año fue controlada por los agermanados hasta que fueron sofocados.
Durante su reinado avanzó la conquista de América. Al acceder al trono Carlos I, los españoles solo controlaban las Antillas. Desde estas islas desarrollaron las expediciones a la costa continental y su posterior conquista. Entre 1519 y 1521 Hernán Cortés conquistó el imperio azteca (México) y lo incorporó a la Corona. Francisco Pizarro y Diego de Almagro fueron los encargados de la conquista del imperio inca (Perú) en 1532. El territorio americano se dividió en virreinatos, audiencias y capitanías generales, mientras que la administración colonial se controlaba desde Sevilla a través de la Casa de Contratación y el Consejo de Indias.
Política Exterior de Carlos V
La política exterior de Carlos V se basó en la defensa de su herencia y el dominio en Europa. Principalmente tuvo tres objetivos: aislar a Francia, vencer al Imperio otomano y pacificar Alemania.
- Enemistad con Francia: La enemistad con Francisco I de Francia, que también había optado al trono imperial, se manifestó con una guerra por dominar el norte de Italia. Tras la derrota francesa en la Batalla de Pavía (1525), Carlos se convirtió en duque de Milán. Mientras, Carlos decidió castigar al papa Clemente VII por haber apoyado a Francia (Saco de Roma, 1527).
- Guerra contra los Turcos: Tuvo dos escenarios. En Europa central, el momento más peligroso fue el sitio de Viena (1529) por Solimán el Magnífico. En el Mediterráneo occidental, los corsarios berberiscos dirigidos por Barbarroja ocuparon Trípoli y Bujía y saqueaban las costas italianas y españolas.
- El Problema Alemán y la Reforma: Se concretó con la aparición de la Reforma protestante liderada por Lutero. Carlos V intentó llegar a un compromiso entre católicos y protestantes (Dieta de Worms), pero ante la imposibilidad de acuerdo reclamó del papa la convocatoria de un concilio (Concilio de Trento, 1545). A pesar de las victorias iniciales (Batalla de Mühlberg), Carlos tuvo que reconocer (Paz de Augsburgo, 1555) el derecho de los príncipes alemanes a elegir la religión de sus súbditos: cuius regio, eius religio.
Cansado de las luchas en Alemania, Carlos abdicó en 1556, dejando a su hijo Felipe como heredero de sus dominios, salvo Austria y los derechos al trono imperial, que pasaron a su hermano Fernando. Se retiró al monasterio de Yuste (Cáceres), donde murió en 1558.
Felipe II (1556-1598): El Rey Prudente
Felipe II reinó durante la segunda mitad del siglo XVI (1556-1598). Estableció la corte en Madrid de forma permanente, desde donde gobernó su inmenso imperio, al que se sumó el reino de Portugal y sus colonias en 1580. En este reinado se terminó de perfilar el modelo político de los Austrias. La centralización administrativa generó una gran burocracia, a cuya cabeza estaban los secretarios del rey, que servían de enlace entre el rey y los Consejos; estos eran organismos encargados de asesorar al monarca, y eran de dos tipos: territoriales (Castilla, Aragón, Indias, etc.) o de temas que afectaban a toda la monarquía (Hacienda). Las Audiencias ejercían las funciones judiciales. A la cabeza de cada reino se puso a un virrey (Navarra, Aragón, Cataluña, Nápoles, Nueva España, Perú…) mientras que en Milán y los Países Bajos había gobernadores.
Política Interior y Conflictos
En política interior, Felipe acentuó la defensa del catolicismo, el centralismo y el autoritarismo, lo que desencadenó dos graves conflictos:
- Rebelión de las Alpujarras (1568-1571): Sublevación de los moriscos de Granada a los que se les había prohibido la práctica de su lengua y sus costumbres; los moriscos fueron derrotados y repartidos por toda Castilla, y sus tierras confiscadas.
- Revueltas de Aragón (1591): Aragón defendía el respeto a sus fueros y se oponía al nombramiento de un virrey extranjero. El conflicto empeoró cuando Antonio Pérez, secretario personal del rey, acusado de asesinato, se refugió en Zaragoza amparándose en los fueros aragoneses, y el Justicia Mayor de Aragón se negó a entregarlo. La respuesta de Felipe fue ocupar militarmente Zaragoza y ejecutar al Justicia.
Apelando a la defensa de la unidad católica, Felipe se valió de la Inquisición como instrumento para perseguir y reprimir cualquier indicio de herejía. Los problemas económicos se agravaron; el oro y la plata americanas se empleaban en gastos militares y en pagar los créditos de banqueros extranjeros. Hasta cuatro veces se declaró la monarquía en bancarrota.
Política Exterior y la Lucha por la Hegemonía
La política exterior viene marcada por la lucha por mantener la hegemonía en Europa. Felipe heredó los enemigos de su padre (franceses, turcos, protestantes) a los que se sumó Inglaterra.
- Francia: Venció a Francia en San Quintín (1557) dando paso a un largo periodo de paz entre ambos estados.
- Imperio Otomano: Consiguió frenar a los turcos en el Mediterráneo tras la Batalla de Lepanto (1571).
- Rebelión de los Países Bajos: El problema más grave fue la rebelión de los Países Bajos, donde se había extendido el calvinismo; pedían autonomía política y tolerancia religiosa. El conflicto se resolvió cuando Alejandro Farnesio consiguió retener bajo dominio español las provincias con mayoría católica (Unión de Arrás, 1578), mientras que las provincias protestantes del norte se organizaron (Unión de Utrecht) y declararon su independencia.
- Inglaterra: Isabel I de Inglaterra, que también se había pasado al protestantismo, ayudaba a los rebeldes holandeses; además, los corsarios ingleses atacaban los convoyes españoles. Felipe decidió invadir Inglaterra enviando la Armada Invencible (1588), pero la superior artillería inglesa, unido a un enorme temporal, supuso la derrota naval española.
El Siglo XVII: La Crisis de la Monarquía de los Austrias
Durante el siglo XVII los reinos de la monarquía española experimentaron una decadencia en todos los ámbitos: crisis demográfica, decadencia económica, militar y política, y pérdidas territoriales de sus posesiones. No fue un proceso brusco ni uniforme. Esta decadencia española en todos los campos contrasta sin embargo con el florecimiento de las artes y de la literatura (el Siglo de Oro).
El Gobierno de los Validos
Los reyes Felipe III, Felipe IV y Carlos II se desentendieron en gran medida de las tareas de gobierno, que dejaron en manos de ministros con plenos poderes, los llamados validos.
- Felipe III (1598-1621): Su valido, el Duque de Lerma, intentó gobernar prescindiendo de los Consejos y aprovechó para enriquecerse. Durante su gobierno se produjo la Expulsión de los moriscos (1609), y se tuvo un largo periodo de paz (Tregua de los Doce Años), aunque finalmente España se vio involucrada en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648).
- Felipe IV (1621-1665): El Conde-Duque de Olivares se convirtió en valido. Para rehacer la monarquía y mantener la hegemonía en Europa, desarrolló un amplio programa de reformas. Intentó implantar un centralismo repartiendo las cargas militares y fiscales entre todos los reinos de la monarquía (Unión de Armas), pero estos intentos toparon con la oposición de los reinos periféricos.
Las Revueltas de 1640
En la década de 1640 se produjeron una serie de revueltas interiores que mostraron la falta de solidez de la monarquía española.
- Rebelión de Cataluña (1640-1653): Iniciada como protesta contra el alojamiento de los tercios y los desmanes de los soldados. Francia apoyó a los catalanes. El proceso terminó con la toma de Barcelona y el reconocimiento por Felipe IV de las instituciones y privilegios de Cataluña, y la destitución de Olivares.
- Independencia de Portugal (1640): La rebelión se inició también en 1640 como protesta por el proyecto de Olivares y la escasa defensa de los intereses coloniales portugueses. El resultado fue la independencia de Portugal (1668).
El Declive Militar y Territorial
España seguía inmersa en la Guerra de los Treinta Años, en la que los tercios españoles fueron derrotados en la Batalla de Rocroi (1643). La Paz de Westfalia (1648) puso fin a esta larga guerra, confirmando la independencia de Holanda. La guerra entre España y Francia continuó hasta 1659 (Paz de los Pirineos) en la que se perdieron el Rosellón y la Cerdaña. Al final, Francia quedaba como potencia hegemónica.
El Reinado de Carlos II y el Fin de los Austrias
Durante el reinado de Carlos II (1665-1700), la debilidad física y mental del rey se tradujo en la recuperación del poder por parte de la aristocracia. Se llevaron a cabo reformas económicas que aliviaron la situación de décadas anteriores. Carlos II no tendría descendencia, por lo que Luis XIV se posicionó para llevar a su nieto Felipe de Anjou al trono español, como así ocurrió en 1700. Esto supuso el fin de la casa de los Austrias en España y la llegada de los Borbones.
La Crisis General del Siglo XVII
La población se estancó e incluso se redujo en lugares como la Meseta, debido a las malas cosechas, las epidemias y las guerras. A esto hay que sumar la expulsión de los moriscos, que supuso la pérdida de unos 250.000 habitantes.
- Problemas Económicos: La agricultura y ganadería eran poco productivas, con enormes cargas fiscales. La decadencia de la minería americana provocó un notable descenso en la importación de oro y plata. La Corona procedía a devaluar la moneda (emisión de moneda de baja calidad, como el vellón) provocando la inflación. Las bancarrotas del Estado siguieron siendo frecuentes.
- Comercio: El comercio interior era débil. El comercio con América decayó entre 1630 y 1660, aunque se recuperó a finales de siglo, debido a la entrada en España de productos extranjeros de mejor calidad, reenviados luego a América.
- Sociedad Estamental: La sociedad seguía manteniendo la estructura estamental (nobleza, clero, estado llano) apegada a los valores aristocráticos y religiosos. La escasa burguesía española se apresuraba en ennoblecerse en cuanto tenía ocasión, abandonando sus negocios. En las grandes ciudades, como Sevilla y Madrid, vivía gran cantidad de mendigos, delincuentes y pedigüeños, reflejada en la novela picaresca de la época.
La Crisis de 1808 y la Guerra de la Independencia
El reinado de Carlos IV (1788-1808) supone el inicio de la crisis del Antiguo Régimen. La Revolución francesa llevó al monarca a congelar las reformas ilustradas. Manuel Godoy fue nombrado primer ministro, sufriendo un fuerte rechazo por parte de la alta nobleza y del príncipe de Asturias, el futuro Fernando VII.
El Contexto de la Guerra
La ejecución de Luis XVI llevó a España a declarar la guerra a Francia (1793-1795). Godoy pactó una paz unilateral y firmó el Tratado de San Ildefonso, vinculando a España a Francia. Esto acarreó la enemistad con Gran Bretaña. La Batalla de Trafalgar (1805) implicó la derrota de la flota hispano-francesa, suponiendo el fin del poderío naval español.
Napoleón planeó invadir Portugal, aliada inglesa, atravesando España. El Tratado de Fontainebleau (1807) autorizaba la entrada de tropas francesas. La situación del país se caracterizaba por una grave crisis económica, hambre, epidemias y la bancarrota del Estado. La oposición a Godoy se concretó en torno al príncipe Fernando.
El Motín y las Abdicaciones
En marzo de 1808 estalló el Motín de Aranjuez, dirigido por la nobleza palaciega y el clero, buscando la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV en su hijo. El motín tuvo éxito. Napoleón atrajo a la familia real a la ciudad francesa de Bayona, donde consiguió la abdicación de Carlos y Fernando en su persona. Con las Abdicaciones de Bayona (mayo de 1808), Napoleón nombró rey a su hermano José I Bonaparte.
Mientras tanto, la desconfianza entre la población española ante la entrada del ejército francés produjo el Levantamiento del pueblo madrileño contra los franceses (2 de mayo de 1808). Ante la falta de autoridad política, se organizaron Juntas de Defensa en el ámbito local y provincial.
El Estatuto de Bayona y las Posturas Ideológicas
José I Bonaparte convocó unas Cortes con el fin de otorgar una constitución al país (Estatuto de Bayona). Es una carta otorgada que recogía principios reformistas ilustrados: pretendía acabar con el Antiguo Régimen, desamortizar tierras al clero, la desvinculación del mayorazgo, la igualdad de los españoles ante la ley y la supresión de la Inquisición. No llegó a entrar en vigor.
La población se dividió:
- Los Afrancesados: Pequeño grupo de intelectuales, altos funcionarios y alta nobleza que apoyaron a José Bonaparte y se identificaron con su programa reformista.
- Los Patriotas: La mayoría de la población, opuesta a la invasión. Incluía a la nobleza y el clero (defensores del absolutismo), ilustrados (buscando reformas) y liberales (pretendiendo acabar con el Antiguo Régimen).
La Guerra de la Independencia española (1808-1814) fue a la vez un levantamiento popular, un conflicto internacional (España como escenario bélico entre Gran Bretaña y Francia) y un proceso de reorganización política según los principios del liberalismo.
Fases de la Guerra
- Primera Fase (1808): Las tropas francesas no lograron conquistar el país con rapidez. La resistencia de ciudades como Gerona o Zaragoza impidió el avance francés. El ejército napoleónico fue derrotado en la Batalla de Bailén (julio de 1808), obligando al repliegue francés más allá del Ebro.
- Segunda Fase (finales de 1808-1811): Napoleón dirigió las operaciones en persona, ocupando Burgos y Madrid. Solo Cádiz resistió. Sin embargo, no consiguieron controlar el territorio de forma efectiva, acosados continuamente por guerrillas, unidades de paisanos armados con el objetivo de mantener en constante tensión a los franceses.
- Tercera Fase (1812-1814): Los franceses se vieron obligados a abandonar Portugal ante la presión británica (Wellington). Napoleón retiró un gran número de soldados para atacar Rusia. La victoria de Wellington en la Batalla de Arapiles, y la definitiva Batalla de Vitoria (1813) consumaron la derrota francesa. Napoleón reconoció a Fernando VII como rey de España (Tratado de Valençay, 1813).
Las consecuencias de la guerra fueron el colapso demográfico, daños materiales y económicos, y la activación del proceso de independencia de la América española.
La Revolución Liberal, las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812
Durante la Guerra de la Independencia se enfrentaron dos modelos políticos: el reformista francés (José I) y el liberal español, que se desarrolló a través de las Juntas y alcanzó su máxima expresión con las Cortes de Cádiz.
El Origen de la Soberanía Nacional
Desde 1808, la ausencia de autoridad por las abdicaciones de Bayona hizo que el pueblo asumiera el poder. Este acto revolucionario supuso el paso de la soberanía monárquica de derecho divino a un sistema nuevo basado en la participación de los ciudadanos. Después de la aparición de juntas locales y provinciales, se creó la Junta Suprema Central, que reconoció a Fernando VII como rey legítimo y asumió la autoridad hasta su regreso. La Junta se disolvió y traspasó el poder a un Consejo de Regencia (1810), que convocó Cortes.
Las Cortes de Cádiz
Las Cortes de Cádiz se reunieron a finales de 1810. Los liberales consiguieron que a cada diputado le correspondiese un voto. Entre los diputados existían tres tendencias ideológicas:
- Liberales: Dominaron los debates, partidarios de reformas revolucionarias y de conceder la soberanía solo a las Cortes.
- Jovellanistas: Pedían reformas, como limitar el poder del rey, pero se oponían a la revolución y al principio de soberanía popular.
- Absolutistas: Defendían una monarquía absoluta de carácter divino.
En su primera sesión, las Cortes aprobaron el principio de soberanía nacional y proclamaron a Fernando VII como rey de España, rechazando el absolutismo.
La Constitución de 1812
La Constitución de 1812 fue promulgada el 19 de marzo, denominándose popularmente La Pepa. Es una constitución de carácter liberal, la más larga de la historia española (384 artículos) y plasma el compromiso entre la burguesía liberal y los absolutistas al reconocer la confesionalidad católica.
Principales Rasgos de la Constitución
- Soberanía Nacional: El poder pertenece a la nación, entendida como el “conjunto de ciudadanos libres, residentes tanto en la península como en las colonias de América, iguales ante la ley”.
- División de Poderes: El legislativo recae en el rey con las Cortes (unicamerales), el ejecutivo en el rey, y el judicial en los jueces.
- Sistema Político Parlamentario y Representativo: Se recortan las atribuciones del rey al limitar su poder por parte de las Cortes (aunque el monarca tenía derecho a veto).
- Participación Ciudadana: Sistema de sufragio universal masculino indirecto para mayores de 25 años.
- Igualdad ante la Ley: Supone el fin de las diferencias estamentales y de los privilegios fiscales y militares.
- Derechos y Libertades Individuales: Afirmación de la igualdad ante la ley, libertad civil, libertad de imprenta, derecho a la educación y derecho a la propiedad privada.
- Confesionalidad Católica: Afirmación del catolicismo como única religión.
- Reorganización: Establecimiento de la Milicia Nacional para defender el régimen liberal y reorganización de la administración provincial y local.
En las leyes y decretos aprobados por las Cortes de Cádiz se pretendía desmontar el Antiguo Régimen: se abolieron los privilegios estamentales, se legalizó la sociedad de clases, se abolieron los feudos y derechos señoriales, se eliminaron los mayorazgos y se abolió la Inquisición. La obra de Cádiz tuvo poca incidencia práctica debido a la guerra y, al final del conflicto, la vuelta de Fernando VII frustró la experiencia liberal y condujo al retorno del absolutismo. No obstante, la Constitución de 1812 constituye el inicio en España de una verdadera revolución liberal.
El Reinado de Fernando VII: Sus Etapas
Tras la derrota de Napoleón, Europa entró en la etapa de la Restauración, donde el absolutismo monárquico volvió a ser implantado y se persiguió erradicar las ideas liberales.
El Sexenio Absolutista (1814-1820)
Acabada la guerra, Fernando VII regresó a España con la intención de reinstaurar el absolutismo. Contaba con el apoyo de los partidarios del absolutismo, quienes redactaron el Manifiesto de los Persas. Fernando VII anuló mediante un decreto todas las leyes aprobadas por las Cortes, incluida la Constitución de 1812. Esto significó la restauración de las antiguas instituciones, el restablecimiento del régimen señorial, de la Inquisición, de los gremios y la devolución al clero de los bienes desamortizados. La represión a los liberales fue muy dura. Pese a todo, la oposición se manifestó mediante pronunciamientos militares liberales y amotinamientos campesinos que, aunque fracasaron, indicaron el descontento.
El Trienio Liberal (1820-1823)
En 1820, el Coronel Riego se sublevó en Las Cabezas de San Juan (Sevilla) y proclamó la vuelta a la Constitución de 1812. El rey se vio obligado a restablecer la Constitución de 1812. Las Cortes, con mayoría liberal, llevaron a cabo una importante obra legislativa: restauración de parte de las reformas de las Cortes de Cádiz (abolición de los gremios, supresión de señoríos jurisdiccionales y de los mayorazgos), supresión de la Inquisición y creación de la Milicia Nacional.
Estas reformas suscitaron la oposición del monarca, que utilizó el derecho de veto, y de algunos campesinos, cuyas aspiraciones (reparto de tierras) no fueron reconocidas. La nobleza y el clero animaron la revuelta contra el Trienio. Las dificultades también dieron lugar a enfrentamientos entre los liberales: los moderados (partidarios de reformas prudentes) y los exaltados (partidarios de acelerar las reformas y enfrentarse al monarca).
El Trienio Liberal finalizó debido a la intervención de las potencias absolutistas europeas. La Santa Alianza encargó a Francia la intervención en España. 100.000 soldados franceses (los Cien Mil Hijos de San Luis) entraron en España y repusieron a Fernando VII como monarca absoluto.
La Década Absolutista u Ominosa (1823-1833)
Llamada también Década Ominosa, se caracterizó por la vuelta a la monarquía absoluta, aunque se respetó parte de la legislación liberal y no se reinstauró la Inquisición. El rey creó un cuerpo militar encargado de la defensa del absolutismo, los voluntarios realistas. Se reanudó la represión de los liberales.
Uno de los principales problemas fue la falta de recursos financieros. Se intentó mejorar el estado de las finanzas: se elaboraron unos presupuestos generales del Estado, se creó el código de comercio, la Bolsa de Madrid y el Banco de San Fernando. Sin embargo, estas reformas no eran del agrado de muchos absolutistas, que recurrieron a la insurrección, como en la Revuelta de los Malcontents (1827).
En 1830, el nacimiento de la princesa Isabel dio lugar a un conflicto por la sucesión al trono. Fernando VII promulgó la Pragmática Sanción, que derogaba la ley sálica, permitiendo reinar a las mujeres. Los partidarios del infante don Carlos (carlistas) se negaron a aceptar esta situación. El enfrentamiento entre los sucesores reflejó la disputa por imponer un modelo u otro de sociedad (tradición vs. liberalismo).
En 1833 murió Fernando VII; en su testamento dejó a su hija Isabel como sucesora y a su mujer, María Cristina, como regente. Don Carlos se proclamó rey e inició un levantamiento absolutista en el norte de España. Es el inicio de la I Guerra Carlista.
