El Colapso del Antiguo Régimen en España: De Carlos IV a la Pepa

La Guerra de la Independencia y los Comienzos de la Revolución Liberal

La Constitución de 1812

1. Introducción

En 1788, cuando, tras la muerte de Carlos III, accedió al trono su hijo Carlos IV, el modelo del Antiguo Régimen, aunque reformado por el despotismo ilustrado, permanecía intacto. Un año después, la Revolución Francesa (1789) trastocó el viejo orden e inició un proceso que en poco más de cuarenta años derrumbó el Antiguo Régimen en Europa occidental y abrió paso al liberalismo político, al capitalismo y a la sociedad de clases.

Las ideas revolucionarias francesas y los principios liberales que las impulsaron fueron expandidos por Europa por los ejércitos de Napoleón, que desde 1799 había tomado el poder en Francia, tras moderar los excesos revolucionarios e iniciar una expansión militar por el continente que le comportó el dominio de Europa.

En 1808, España fue invadida por los ejércitos napoleónicos. La ocupación francesa hizo irreversible la crisis del absolutismo borbónico, agravó las dificultades económicas y abocó a una guerra contra el invasor, en la que se mezcló la defensa de la monarquía tradicional con las ideas de libertad originadas por la Revolución Francesa. La Constitución de 1812 (conocida como La Pepa, ya que se firmó el 19 de marzo), fue un fiel reflejo de muchos de esos principios liberales.

La derrota de Napoleón por las potencias absolutistas europeas (1815) significó la vuelta al viejo orden, pero los vientos de libertad ya no podrían ser amordazados. En el reinado de Fernando VII (1814-1833), España (y Europa entera) se debatió entre el absolutismo y el liberalismo.


(Nota del editor: El siguiente párrafo es una repetición del texto anterior, corregido según las normas ortográficas y gramaticales.)

La Guerra de la Independencia y los Comienzos de la Revolución Liberal. La Constitución de 1812

1. Introducción

En 1788, cuando, tras la muerte de Carlos III, accedió al trono su hijo Carlos IV, el modelo del Antiguo Régimen, aunque reformado por el despotismo ilustrado, permanecía intacto. Un año después, la Revolución Francesa (1789) trastocó el viejo orden e inició un proceso que en poco más de cuarenta años derrumbó el Antiguo Régimen en Europa occidental y abrió paso al liberalismo político, al capitalismo y a la sociedad de clases.

Las ideas revolucionarias francesas y los principios liberales que las impulsaron fueron expandidos por Europa por los ejércitos de Napoleón, que desde 1799 había tomado el poder en Francia, tras moderar los excesos revolucionarios e iniciar una expansión militar por el continente que le comportó el dominio de Europa.

En 1808, España fue invadida por los ejércitos napoleónicos. La ocupación francesa hizo irreversible la crisis del absolutismo borbónico, agravó las dificultades económicas y abocó a una guerra contra el invasor, en la que se mezcló la defensa de la monarquía tradicional con las ideas de libertad originadas por la Revolución Francesa. La Constitución de 1812 (La Pepa, ya que se firmó el 19 de marzo), fue un fiel reflejo de muchos de esos principios liberales.

La derrota de Napoleón por las potencias absolutistas europeas (1815) significó la vuelta al viejo orden, pero los vientos de libertad ya no podrían ser amordazados. En el reinado de Fernando VII (1814-1833), España (y Europa entera) se debatió entre el absolutismo y el liberalismo.


2. Reinado de Carlos IV: Revolución y Reacción

La Revolución Francesa de 1789 llevó a los ministros de Carlos IV (1788-1808) a plantearse un cierre de fronteras para evitar que las ideas de la revolución se difundiesen por España. Fue el llamado “cordón sanitario” establecido por Floridablanca. España vivía pendiente de lo que ocurría en Francia, pero tras ser guillotinado en enero de 1793 Luis XVI, Madrid declaró la guerra al gobierno de la Convención. Fue llamada la Guerra del Rosellón, que duró dos años. Las tropas españolas invadieron dicho territorio, pero pronto las victorias españolas se volvieron derrotas y, con los franceses amenazando Cataluña y el País Vasco, se firmó la Paz de Basilea en 1795, que convirtió a la España absolutista de Carlos IV en aliada de la Francia revolucionaria.

A estas alturas del reinado, Manuel Godoy, con el apoyo de la reina María Luisa de Parma, se había convertido en el todopoderoso valido de la monarquía. Su controvertida figura marcará el rumbo de la política española. Desde la Paz de Basilea, España se convirtió en un satélite de Francia, sobre todo desde la llegada de Napoleón Bonaparte. Esta situación llevó a la guerra contra Gran Bretaña, cuyo episodio más importante fue la batalla naval de Trafalgar (1805), donde España perdió.

3. La Guerra de la Independencia

En 1807 se firmó el Tratado de Fontainebleau, en virtud del cual un ejército hispanofrancés invadiría Portugal, en respuesta al bloqueo continental que obligaba a los portugueses a no comerciar con Inglaterra. Todos los países europeos obedecieron a Napoleón, excepto Portugal, que era aliada de Inglaterra. Grandes contingentes de tropas francesas cruzaron los Pirineos, cuya misión, además de la conquista de Portugal, era apoderarse de España. Los franceses ocuparon puntos estratégicos de la Península, ante la pasividad de las tropas españolas que los consideraban sus aliados.

Mientras tanto, en la corte española se incrementaban las tensiones. Los partidarios del príncipe de Asturias (futuro Fernando VII) se enfrentaban a Godoy, que contaba con el apoyo de Carlos IV y su esposa. El enfrentamiento culminó en 1808 con el llamado Motín de Aranjuez, que provocó la caída del valido Godoy y la abdicación de Carlos IV de sus derechos al trono en Fernando VII.

Napoleón atrajo a Francia a Carlos IV y a Fernando VII, quien dejó al frente del gobierno una Junta de Regencia. Napoleón consiguió que ambos abdicasen en favor de su hermano José Bonaparte, que sería proclamado rey de España con el nombre de José I. Las noticias procedentes de Bayona (donde se promulgó el Estatuto de Bayona, una carta otorgada, no una constitución en sentido estricto), la creciente tensión entre españoles y franceses y el deseo de Napoleón de sacar de España a todos los miembros de la familia real condujeron el 2 de Mayo de 1808 al levantamiento del pueblo de Madrid contra los franceses, ante la pasividad del ejército español.

4. Grupos Ideológicos

La presencia de los franceses en España obligó a los españoles a posicionarse:

A. Afrancesados

  • Eran reformistas de la etapa anterior. Algunos, atraídos por los cambios políticos y sociales derivados de la revolución en Francia, optaron por apoyar a José I.
  • Integrados por las minorías ilustradas, funcionarios del Estado, miembros de la nobleza y del clero, y una parte de las clases medias urbanas.

B. Patriotas

Frente a los afrancesados, estaban los patriotas, que no reconocían a José I y consideraban a Fernando VII su soberano. No era un grupo homogéneo:

B.1. Liberales
  • Rechazaban el poder absoluto del monarca, defendían la igualdad ante la ley y eran partidarios de regirse por una Constitución.
  • Eran una minoría: burguesía, clases medias urbanas y algunos miembros del clero.
B.2. Tradicionalistas o Absolutistas
  • Constituían la inmensa mayoría de la población, anclada en los planteamientos del Antiguo Régimen y rechazaba toda novedad.

5. Desarrollo de la Guerra y sus Consecuencias

El 2 de mayo de 1808 tuvo una importante repercusión. La guerra se extendió por todas partes y se consideró a los franceses como invasores. En muchos lugares se constituyeron Juntas de Defensa, articuladas en torno a una Junta Suprema establecida en Sevilla. Una de sus primeras medidas fue aliarse con Gran Bretaña, gran enemigo de Napoleón Bonaparte.

Ante la falta de un ejército nacional, surgieron partidas de voluntarios a los que se conoció como guerrilleros. Este movimiento estuvo vinculado fundamentalmente al mundo rural. Destacan los nombres del cura Merino, del Empecinado y de Espoz y Mina.

Numerosas ciudades ofrecieron una gran resistencia a los franceses: Zaragoza, Gerona y sobre todo Cádiz.

Fases de la Guerra (1808-1813)

  1. Primera Fase (1808): Derrota francesa tras su avance sobre Andalucía en Bailén (tropas españolas al mando de Castaños; francesas al mando de Dupont). José I y los franceses abandonan entonces Madrid y se repliegan al norte del Ebro. Además, con la presencia británica al mando del duque de Wellington, la posición francesa era ya muy comprometida.

  2. Segunda Fase (1808-1812): José Bonaparte se vio obligado a venir a la Península y logró con sus tropas entrar de nuevo en Madrid. La victoria de Ocaña permitió a los franceses avanzar sobre Andalucía, que fue ocupada, salvo la ciudad de Cádiz. Pero los franceses lo tuvieron muy difícil por el hostigamiento de las partidas de guerrilleros.

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