La Colonización de Estados Unidos y el Origen de las Trece Colonias
Desde el siglo XVII, los pioneros británicos colonizaron la costa oriental de América del Norte, enfrentándose a los lugareños y estableciendo las llamadas Trece Colonias. El proceso de colonización fue complejo. El territorio del norte, conocido como Nueva Inglaterra, estaba habitado por grupos dedicados al comercio y a ciertas actividades industriales primitivas; en el sur, por el contrario, dominaban las grandes plantaciones basadas en el trabajo esclavo.
El Aumento del Control Británico y la Resistencia Colonial
Tras la Guerra de los Siete Años, los franceses fueron expulsados de la colonia de Quebec, lo que resultó en un aumento del control británico sobre los territorios de América del Norte. A pesar de la victoria, el conflicto fue muy costoso para el tesoro británico. Por ello, el gobierno de Jorge III decidió presionar a los colonos estadounidenses mediante nuevos impuestos. Los colonos no podían oponerse eficazmente porque carecían de representación en el Parlamento de Londres.
Además, Gran Bretaña les prohibió ocupar territorios más allá de los Apalaches y fortaleció su monopolio comercial para evitar que establecieran nuevas industrias. Todas estas medidas provocaron una fuerte conmoción entre los colonos, cuyo lema era: «No hay impuestos sin representación», exigiendo la retirada de los gravámenes y un escaño en el Parlamento. La negativa del gobierno británico se resolvió mediante una serie de protestas, que finalmente desembocaron en acciones icónicas como el Boston Tea Party.
Las Corrientes del Nacionalismo en el Siglo XIX
Nacionalismo Progresista (Liberal)
De raíces liberales, insistía en la liberación de los pueblos de las tiranías imperiales. Tenía una concepción subjetiva y voluntaria de la nación: los ciudadanos manifestaban su voluntad de convertirse en nación y ejercer el derecho de autodeterminación. Tuvo especial predicamento en Francia e Italia, con Mazzini como figura representativa.
Nacionalismo Conservador (Orgánico)
Para esta corriente, las naciones no se constituían por la voluntad de los ciudadanos, sino que existían previamente de forma objetiva y se manifestaban a través de ciertos rasgos culturales, lingüísticos o raciales. Esta concepción orgánica de la nación fue propugnada por filósofos alemanes como Herder y Fichte.
Causas de la Revolución Francesa
La Revolución Francesa fue el resultado de una compleja interacción de factores ideológicos, sociales y económicos:
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Ideológicas:
Influencia de las ideas de los ilustrados (división de poderes, soberanía nacional, crítica a las instituciones, libertad e igualdad frente al absolutismo monárquico y los privilegios de la nobleza y el clero). También influyó el triunfo de la independencia de Estados Unidos.
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Sociales:
Ascenso de la burguesía, pervivencia del régimen feudal y demandas de cambio por parte de campesinos, burgueses y habitantes de las ciudades.
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Económicas:
Crisis económica (debido a la participación francesa en la Guerra de Independencia de Estados Unidos), excesivos gastos de los monarcas, malas cosechas, la exención de impuestos de los estamentos privilegiados y el aumento de la presión fiscal sobre los campesinos.
El Congreso de Viena y la Restauración (1814-1815)
Tras la derrota de Napoleón, las monarquías europeas trataron de volver a la situación anterior al proceso revolucionario francés. La Restauración pretendió retornar a los principios tradicionales y a la situación del Antiguo Régimen, rechazando las ideas surgidas en la Revolución Francesa y difundidas por el imperialismo napoleónico.
Para articular la paz, el canciller austriaco Metternich reunió a las grandes potencias, incluida la derrotada Francia, en el Congreso de Viena. Allí se cimentaron las bases políticas del nuevo orden internacional y se reorganizó el mapa europeo.
La Unificación Alemana (El Segundo Reich)
Tras la sustitución en época napoleónica del Sacro Imperio por la Federación Germánica, el Congreso de Viena reconoció 39 estados en el espacio alemán, presididos por el emperador austriaco. Pronto, la primacía austriaca se vio contestada por el auge de Prusia.
El estado prusiano era el más dinámico de la confederación y, desde la década de 1830, había experimentado un fuerte crecimiento económico, especialmente debido a la creación del Zollverein (Unión Aduanera). Pese a todo, Prusia seguía siendo un estado conservador, donde los junkers (nobles terratenientes) dominaban la política y donde el peso del militarismo seguía siendo decisivo.
El Liderazgo de Otto von Bismarck
Tras el fracaso del intento unificador de 1848, en 1862 se produjo un hecho decisivo: la designación como canciller de Otto von Bismarck por el rey Guillermo I. El que más tarde fuera conocido como el Canciller de Hierro, se propuso la unificación de Alemania bajo la hegemonía prusiana y sin la participación de Austria. Fue la victoria de los partidarios de la Pequeña Alemania, frente a los que abogaban por la Gran Alemania. Para ello, no dudó en impulsar la modernización del ejército prusiano. Su objetivo se logró en varias fases:
- La Guerra de los Ducados (1864): Una coalición de prusianos y austriacos arrebató a Dinamarca los ducados de Holstein y Schleswig.
- La Guerra contra Austria (1866): Las disensiones en el reparto de los ducados sirvieron de pretexto a Bismarck, apoyado por la mayoría de estados alemanes, para enfrentarse a Austria. La decisiva victoria de Sadowa sentenció la hegemonía prusiana en el norte del país, constituyéndose la Confederación de Alemania del Norte.
- La Guerra contra Francia (1870-1871): Para atraer a los estados del sur (católicos y vinculados a Austria), Bismarck buscó una causa común: el enfrentamiento contra la Francia de Napoleón III por una disputa sobre el trono español. La guerra fue corta y, tras la batalla de Sedán, los franceses se derrumbaron. En medio de la euforia, quedó proclamado el II Reich con Guillermo I como Káiser.
La Estructura Social del Siglo XIX
El Auge de la Burguesía
El siglo XIX fue el del triunfo de la burguesía, que simbolizó el progreso económico y de los negocios. No constituía una clase homogénea, ya que existía una alta burguesía (formada por las grandes fortunas y muy ligada al poder político) y también una baja burguesía (de pequeños negociantes y comerciantes, así como de profesionales liberales).
Estos últimos, junto con un creciente número de funcionarios del Estado, llegaron a formar una clase media, situada entre la élite burguesa y las clases bajas. Las clases burguesas basaron su posición en la propiedad, la herencia, el trabajo y el ahorro, y consiguieron transmitir sus valores y cultura a la sociedad de su tiempo.
La Pervivencia de la Aristocracia
La vieja aristocracia seguía formando parte de la élite de la sociedad, pues aunque había perdido sus privilegios, conservaba grandes recursos económicos, como tierras y propiedades inmobiliarias, así como el prestigio de sus cargos nobiliarios. Además, conservó un gran poder político, especialmente en las zonas rurales y en los países de Europa del Este. Por otro lado, la aristocracia se emparentó, en muchas ocasiones, con la alta burguesía para reforzar, de este modo, su ventajosa situación.
Conceptos Clave del Desarrollo Industrial y Político
- Cartel
- Conjunto de empresas que se dedican a la misma actividad económica y que establecen acuerdos sobre precios y cuotas de producción para asegurarse el mercado y eliminar la competencia.
- Trust
- Fusión de empresas del mismo sector económico que forman una nueva empresa mayor para dominar el mercado.
- Taylorismo
- Sistema desarrollado por Frederick Taylor para alcanzar una mayor productividad al eliminar los movimientos inútiles del obrero y, de este modo, optimizar el tiempo y reducir los costes.
- Fordismo
- Debe su nombre a Henry Ford, que lo aplicó en el sector automovilístico. Se basaba en la especialización del trabajador y en el empleo de la producción en cadena. Como resultado, se fabricaron automóviles en menos tiempo y más baratos.
- Tories
- Partidarios de reforzar el poder monárquico que contaban con el apoyo de los grandes terratenientes y del clero anglicano (Reino Unido).
- Whigs
- Representaban a la burguesía y a las clases urbanas. Defendían el poder del Parlamento frente al rey y la tolerancia religiosa para las minorías protestantes no anglicanas (Reino Unido).
La Unificación Italiana (El Risorgimento)
Al principio del siglo XIX, Italia estaba formada por numerosos estados, con gran parte del territorio bajo el dominio del Imperio Austriaco. Tras el Congreso de Viena, aparecieron numerosos grupos que propugnaban tanto el liberalismo como la unificación de Italia en un único estado. Entre ellos destacaron las sociedades secretas, especialmente los Carbonarios de Mazzini.
Por otro lado, surgió un movimiento cultural, el Risorgimento, que abogaba por la unificación y apoyaba las políticas que condujeran a ese objetivo, pero las sucesivas oleadas revolucionarias fueron aplastadas por Austria.
Fases de la Unificación
El nuevo rey del Piamonte, Víctor Manuel II, junto a su primer ministro Cavour, abrieron el camino hacia la unificación al convertir este reino en un estado liberal, dotarlo de una economía próspera, de alianzas internacionales y de un ejército capaz de derrotar a Austria. Las fases principales fueron:
- La Guerra contra Austria (1859): Gracias a la alianza con Napoleón III de Francia (al que cedieron los territorios de Niza y Saboya), los piamonteses derrotaron a los austriacos en Magenta y Solferino y obtuvieron Lombardía. Los ducados del norte y centro de Italia, así como parte de los Estados Pontificios, se unieron mediante un referéndum a la monarquía de Víctor Manuel II para formar el Estado Italiano.
- La Conquista del Reino de las Dos Sicilias (1860): El revolucionario Garibaldi, al frente de los Mil Camisas Rojas, partió para apoyar a los campesinos sicilianos frente a los Borbones napolitanos. En una rápida campaña conquistó el reino y lo cedió al nuevo Estado Italiano.
- La Alianza con Prusia y la Toma de Roma: Los italianos consiguieron el Véneto gracias a la victoria prusiana frente a Austria (1866). Roma (protegida por las tropas de Napoleón III) fue ocupada tras la derrota francesa de 1870. En 1870 se constituyó formalmente el Estado Italiano.
Asuntos Pendientes
La unificación quedó incompleta: los territorios denominados irredentos de Trento y Trieste seguían en manos austriacas; además, el Papa no aceptó el nuevo estado y se consideró prisionero en el Vaticano.
