Hitos Esenciales de la Historia de España: De la Prehistoria al Reinado de Isabel II

La Prehistoria en la Península Ibérica

La Prehistoria comprende desde hace 2,5 millones de años hasta el 3000 a.C. y se divide en dos etapas principales: el Paleolítico y el Neolítico.

El Paleolítico (Economía Depredadora y Nomadismo)

Las comunidades paleolíticas tenían una economía depredadora (caza, pesca y recolección de frutos). Eran nómadas y vivían en cuevas, sin jerarquización social aparente.

Yacimientos Clave

  • Depresión de Guadix-Baza.
  • Sierra de Atapuerca:
    • Sima del Elefante (mandíbula de 1.2 millones de años).
    • Gran Dolina (Homo Antecessor, primer caníbal).
    • Sima de los Huesos (lugar de enterramientos).

Hace 230.000 años aparecen los neandertales (destaca el yacimiento de la Sima del Sidrón, con ADN fósil) y hace 200.000 años el Homo Sapiens coloniza todos los continentes.

Manifestaciones Artísticas Paleolíticas

La pintura se desarrolla dentro de las cuevas (ejemplo: Altamira), con animales como protagonistas. Utilizan los salientes de las cuevas para dar volumen y son policromas (rojo y negro).

El Neolítico (Economía Productiva y Sedentarismo)

Hacia el 5000 a.C. aparecen las comunidades neolíticas, propiciando el sedentarismo, la economía productiva (agricultura y ganadería) y la jerarquización social.

Manifestaciones Artísticas Neolíticas

En el Neolítico se pinta en los abrigos al aire libre (ejemplo: Cogull), representando la vida cotidiana del ser humano. Eran monocromáticas y tendían a la esquematización.

Al-Ándalus: Evolución Política, Economía y Sociedad

La Conquista y el Emirato

Al-Ándalus se formó tras la rápida conquista musulmana iniciada en 711 por Tariq, que derrotó al rey visigodo Rodrigo en Guadalete, completada por Musa con la toma de Toledo. La conquista se realizó mediante un sistema de capitulaciones que respetó a cristianos y judíos a cambio de impuestos, aunque el avance fue frenado en Covadonga (722) y Poitiers (732).

Primero fue un emirato dependiente de los omeyas de Damasco (714-756), con capital en Córdoba, marcado por tensiones entre árabes, bereberes y la conversión de la población en muladíes, además de la convivencia con mozárabes y judíos. En 756, Abderramán I proclamó el Emirato Independiente de Córdoba, organizando marcas fronterizas en Badajoz, Toledo y Zaragoza, aunque surgieron revueltas internas.

El Califato y los Reinos de Taifas

En 929, Abderramán III instauró el Califato de Córdoba, época de máximo esplendor político y cultural, continuada por Al-Hakam II y debilitada bajo Hisham II por el poder del hachib Almanzor, que realizó aceifas contra León, Barcelona y Santiago de Compostela. Tras su muerte en 1002, el califato se desintegró y en 1031 surgieron los Reinos de Taifas, débiles políticamente pero brillantes culturalmente, que pagaron parias a los reinos cristianos, hasta la conquista de Toledo por Alfonso VI en 1085.

La llegada de los almorávides (victoria de Sagrajas, 1086) y luego de los almohades (capital en Sevilla, destacando la Giralda, victoria en Alarcos, 1195) unificó brevemente Al-Ándalus, pero la derrota en Las Navas de Tolosa (1212) abrió la conquista cristiana del siglo XIII. Finalmente, solo sobrevivió el Reino nazarí de Granada, vasallo de Castilla pero próspero, hasta su toma por los Reyes Católicos en 1492, destacando la Alhambra como símbolo de su esplendor.

Economía y Sociedad Andalusí

Economía

La economía andalusí destacó por su carácter urbano y comercial, con ciudades como Córdoba, Sevilla o Zaragoza concentrando artesanos y zocos donde se trabajaban la seda, el lino, el vidrio o las armas. Aunque existían grandes latifundios en los valles del Ebro, Tajo y Guadalquivir, la agricultura alcanzó gran prosperidad gracias al regadío (norias y acequias) y a nuevos cultivos como arroz, cítricos o caña de azúcar.

Sociedad

La sociedad fue muy heterogénea:

  • Árabes: Propietarios y dirigentes.
  • Bereberes: Dedicados a tareas agropecuarias.
  • Muladíes: Conversos al islam.
  • Eslavos: Vinculados al ejército.
  • Población negra: En servicios domésticos.
  • Mozárabes y Judíos: Población no musulmana que pagaba impuestos especiales.

Cultura y Legado

Córdoba, que llegó a 100.000 habitantes, fue el gran centro cultural del Califato, con la biblioteca de Al-Hakam II y el impulso de la filosofía y las ciencias. Destacaron figuras como Averroes y el judío Maimónides, médicos y pensadores de enorme influencia, así como el geógrafo al-Idrisi o el poeta Ibn Hazm, autor de El collar de la paloma. La literatura cultivó la poesía clásica y popular con moaxajas y jarchas. En arquitectura sobresalen la Mezquita de Córdoba, Medina Azahara o la Aljafería de Zaragoza. La comunidad judía sefardí, instalada en juderías como las de Toledo o Girona, brilló en ámbitos científicos y diplomáticos, contribuyendo decisivamente a la transmisión del saber al Occidente cristiano.

La Construcción de la Monarquía Hispánica (Siglos XV-XVIII)

Los Reyes Católicos: Unión Dinástica y Estado Moderno

El reinado de los Reyes Católicos comenzó con su matrimonio en 1469, origen de la unión dinástica entre Castilla y la Corona de Aragón, que se hizo efectiva en 1479 tras la Guerra de Sucesión castellana, resuelta con la Paz de Alcaçovas y la llegada de Fernando al trono aragonés. La Concordia de Segovia dejó claro que cada reino conservaría sus propias leyes, instituciones, monedas y costumbres, aunque ambos monarcas gobernarían conjuntamente bajo el lema “Tanto monta”.

Política Interior y Centralización

Su política interior se orientó a reforzar la autoridad real y a poner fin al poder nobiliario propio de la etapa feudal. Para ello crearon instituciones modernas:

  • La Santa Hermandad.
  • Reforma de la Hacienda.
  • Sistema polisinodial de Consejos (Real de Castilla, Aragón, Hacienda, Indias, Órdenes Militares e Inquisición).
  • Reorganización de la justicia mediante las Chancillerías de Valladolid y Granada.
  • Extensión de la figura del corregidor como representante del rey.

Unidad Territorial y Religiosa

La unidad religiosa se convirtió en un objetivo prioritario: en 1480 se instauró la Inquisición, y en 1492 se decretó la expulsión o conversión forzosa de los judíos, seguida por la presión sobre los mudéjares desde 1499, proceso impulsado por el cardenal Cisneros.

La culminación de la Reconquista llegó con la Guerra de Granada (1482-1492), favorecida por las luchas internas entre los nazaríes Muley Hacén, Boabdil y El Zagal. Granada capituló el 2 de enero de 1492. Con la posterior anexión del Reino de Navarra en 1512, los Reyes Católicos sentaron las bases de la Monarquía Hispánica y de un Estado moderno centralizado y autoritario.

La Guerra de Sucesión y el Tratado de Utrecht

El reinado de Carlos II (1665-1700) estuvo marcado por la crisis y la pérdida de peso internacional. La falta de descendencia de Carlos II abrió un grave problema sucesorio entre el archiduque Carlos de Austria y Felipe de Anjou, finalmente designado heredero, lo que provocó la Guerra de Sucesión Española (1701-1714).

El Conflicto

Fue un conflicto europeo entre el bloque franco-español y la Gran Alianza (Inglaterra, Austria, Holanda, Portugal y Saboya), y también una guerra civil, pues la Corona de Castilla apoyó a Felipe V, mientras que la Corona de Aragón respaldó al candidato austríaco para conservar sus fueros.

Consecuencias de Utrecht (1713) y Rastadt (1714)

La guerra concluyó con los Tratados de Utrecht y Rastadt:

  • Felipe V fue reconocido rey de España, pero renunció al trono francés.
  • España perdió sus territorios europeos en favor de Austria y Saboya.
  • España cedió Gibraltar y Menorca a Inglaterra, que obtuvo ventajas comerciales (el Asiento de Negros y el Navío de Permiso).
  • Internamente, se impusieron los Decretos de Nueva Planta, suprimiendo los fueros de la Corona de Aragón y reforzando el centralismo.

Política Exterior Borbónica en el Siglo XVIII

La política exterior borbónica se articuló a través de los Pactos de Familia con Francia para revisar Utrecht. Carlos III firmó el tercer Pacto de Familia, participó en la Guerra de los Siete Años y apoyó la independencia de las Trece Colonias, recuperando Florida y Menorca. Con Carlos IV, la crisis se agravó por la Revolución Francesa, la derrota de Trafalgar (1805) y el Tratado de Fontainebleau (1807), que permitió la entrada de tropas napoleónicas en España.

El Liberalismo y el Absolutismo en el Siglo XIX

Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

Las Cortes de Cádiz (1810-1813), reunidas durante la Guerra de la Independencia, representaron el primer gran intento de implantar el liberalismo en España y de romper con el Antiguo Régimen, apoyándose en los principios de soberanía nacional, división de poderes e igualdad jurídica.

La Constitución de “La Pepa”

El 19 de marzo de 1812 se promulgó la Constitución de Cádiz, “La Pepa”, que estableció:

  • Una monarquía constitucional con Cortes unicamerales.
  • Soberanía nacional y separación de poderes.
  • Sufragio masculino indirecto.
  • Reconocimiento de derechos como la libertad de imprenta y la igualdad ante la ley.
  • Mantuvo la confesionalidad católica del Estado.

Obra Legislativa de las Cortes

Junto a la Constitución, las Cortes aprobaron una amplia obra legislativa: abolición de los señoríos jurisdiccionales, supresión de la Inquisición, reparto de tierras comunales y reformas económicas de corte liberal (supresión de la Mesta, libertad de industria y comercio). Aunque muchas de estas reformas apenas pudieron aplicarse por la guerra, la Constitución de 1812 se convirtió en el símbolo del liberalismo español, pero fue anulada en 1814 por Fernando VII.

El Reinado de Fernando VII (1814-1833)

El reinado de Fernando VII estuvo marcado por el enfrentamiento constante entre absolutistas y liberales tras su regreso a España por el Tratado de Valençay.

1. El Sexenio Absolutista (1814-1820)

Fernando VII rechazó la Constitución de Cádiz mediante el Manifiesto de los Persas y el Decreto de Valencia (1814), restaurando el Antiguo Régimen, la Inquisición y los privilegios de la nobleza y el clero, y reprimiendo duramente a los liberales.

2. El Trienio Liberal (1820-1823)

En 1820, el pronunciamiento de Rafael del Riego en Las Cabezas de San Juan obligó al rey a jurar la Constitución. Se restablecieron las reformas de Cádiz, la Milicia Nacional y las desamortizaciones, aunque el periodo estuvo marcado por la división entre moderados y exaltados.

3. La Década Ominosa (1823-1833)

En 1823, la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis, enviados por la Santa Alianza, restauró el absolutismo. Esta etapa se caracterizó por una fuerte represión y un tímido reformismo económico. En los últimos años, Fernando VII promulgó la Pragmática Sanción (1830), derogando la Ley Sálica para permitir reinar a su hija Isabel II, lo que provocó la oposición de los partidarios de su hermano Carlos María Isidro y el estallido de la Primera Guerra Carlista tras la muerte del rey en 1833.

El Reinado de Isabel II: La Consolidación del Estado Liberal

El reinado de Isabel II comenzó tras la muerte de Fernando VII en 1833 con la Primera Guerra Carlista (1833-1840) entre los carlistas (absolutistas) y los isabelinos o liberales. La guerra terminó con el Convenio de Vergara (1839) entre Maroto y Espartero.

Las Regencias (1833-1843)

Durante la minoría de edad de la reina se establecieron dos regencias:

  • María Cristina (1833-1840): Inició la transición al liberalismo mediante el Estatuto Real de 1834 (una carta otorgada). La presión progresista llevó a la promulgación de la Constitución de 1837, que estableció una monarquía constitucional con soberanía compartida y sufragio censitario masculino.
  • Espartero (1840-1843): De carácter autoritario y militarista.

En este periodo se consolidaron los grandes grupos políticos: los moderados (orden, sufragio censitario, soberanía compartida) y los progresistas (mayores libertades, limitación del poder real).

El Reinado Efectivo (1843-1868)

Esta etapa supuso la consolidación del Estado liberal, aunque dominado por la inestabilidad, los pronunciamientos militares y el caciquismo.

1. La Década Moderada (1844-1854)

Dirigida por Ramón María Narváez. Se aprobó la Constitución de 1845 (soberanía compartida, sufragio censitario muy restringido, confesionalidad católica). Se crearon la Guardia Civil (1844) y se reformó la Hacienda (impuestos directos e indirectos como los “consumos”). Se firmó el Concordato de 1851 con la Santa Sede.

2. El Bienio Progresista (1854-1856)

Comenzó con la Vicalvarada de Leopoldo O’Donnell y el Manifiesto de Manzanares. Llevó al poder a Baldomero Espartero, impulsó la desamortización de Pascual Madoz y la Ley General de Ferrocarriles (1855), y redactó la Constitución “non nata” de 1856.

3. Última Etapa (1856-1868)

Dominada por la Unión Liberal y los moderados de O’Donnell y Narváez. Supuso el retorno a la Constitución de 1845 y la aprobación de la Ley Moyano de 1857 (enseñanza primaria obligatoria). La crisis económica y la corrupción desembocaron en la Revolución de 1868, iniciada en Cádiz por Prim, Serrano y Topete, que provocó el exilio de Isabel II.

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