Política Exterior de los Austrias: De Carlos I a Felipe II
El Ideal Imperial de Carlos I
Bajo el reinado de Carlos I, la política exterior estuvo guiada por su concepción de la monarquía como un imperio universal cristiano, heredero del ideal medieval del Sacro Imperio Romano Germánico. Como emperador, Carlos I se consideraba responsable de mantener la unidad política y religiosa de la cristiandad. En este contexto, las principales líneas de actuación estuvieron dirigidas contra:
- Francia.
- El Imperio otomano.
- Los príncipes protestantes alemanes.
Este conjunto de conflictos absorbió gran parte de sus recursos y energías en una época marcada por profundas tensiones políticas y religiosas.
Conflictos Internacionales Clave
Con Francia se sucedieron numerosas guerras, especialmente en Italia, un territorio clave para el equilibrio político europeo. En este escenario destacó:
- La batalla de Pavía en 1525, donde el rey francés Francisco I fue capturado.
- El saqueo de Roma en 1527.
- La posterior Paz de Cambrai, que consolidó la influencia de Carlos I en Italia.
Paralelamente, el avance del Imperio otomano bajo el sultán Solimán el Magnífico representó una amenaza constante tanto en el Mediterráneo como en Centroeuropa. Carlos I intentó frenar esta expansión mediante diversas campañas militares, logrando éxitos como la toma de Túnez en 1535, aunque también sufrió fracasos importantes, como el intento fallido de conquistar Argel en 1541.
La Ruptura Religiosa y el Fracaso Universalista
A todo ello se sumó el estallido de la Reforma protestante, iniciada por Martín Lutero en 1517, que rompió la unidad religiosa del Sacro Imperio. Carlos I trató inicialmente de resolver el conflicto por la vía del diálogo, pero ante la expansión del protestantismo acabó recurriendo a la fuerza. El enfrentamiento con los príncipes protestantes alemanes, organizados en la Liga de Esmalcalda, dio lugar a una guerra abierta en el interior del Imperio. Aunque el emperador obtuvo algunas victorias militares, no logró restaurar la unidad religiosa, lo que supuso un fracaso de su ideal de imperio universal cristiano.
Expansión Ultramarina
Durante su reinado también se produjo la consolidación de la presencia castellana en América. Se llevaron a cabo las conquistas de México y del Imperio inca, dirigidas por Hernán Cortés y Francisco Pizarro, respectivamente, y se descubrieron importantes minas de plata en Potosí, Zacatecas y Guanajuato. La llegada masiva de metales preciosos transformó la economía castellana y reforzó la posición internacional de la monarquía.
El Reinado de Felipe II: Defensa del Catolicismo y Territorialidad
Con la llegada al trono de Felipe II, la política exterior mantuvo muchas de las líneas heredadas, aunque la idea de imperio cambió de orientación. Felipe II abandonó el ideal de una monarquía universal y apostó por un imperio territorial, centralizado y defensivo, centrado en la conservación de los territorios heredados y en la defensa del catolicismo frente a la expansión protestante. En un contexto europeo profundamente dividido por la Reforma, la religión se convirtió en el eje central de su política exterior.
Principales Frentes de Felipe II
Felipe II intervino en numerosos conflictos religiosos:
- Sublevación de los Países Bajos: Larga guerra motivada por la resistencia de las provincias del norte frente a las políticas centralizadoras y religiosas del monarca.
- Mediterráneo: Logró un importante triunfo en la batalla de Lepanto en 1571, donde la armada cristiana derrotó a los turcos otomanos, frenando temporalmente su expansión naval.
- Inglaterra: Las relaciones se deterioraron progresivamente hasta culminar con el envío de la Armada Invencible en 1588, una expedición fallida que evidenció las dificultades de la monarquía para mantener la hegemonía marítima frente a una potencia emergente.
Finalmente, la incorporación de Portugal en 1580 permitió a Felipe II gobernar el mayor imperio territorial de su tiempo, con dominios en Europa, América, África y Asia.
Las Reformas Borbónicas del Siglo XVIII
El Inicio: Felipe V y la Centralización Tras la Guerra de Sucesión
Las reformas borbónicas del siglo XVIII comenzaron con la llegada al trono de Felipe V, primer monarca de la dinastía Borbón, tras la Guerra de Sucesión Española (1701-1714). Este conflicto estalló a la muerte de Carlos II, último Austria, debido a la disputa internacional por la sucesión al trono español. La guerra tuvo un doble carácter:
- Un enfrentamiento europeo entre las grandes potencias.
- Una guerra civil en España, ya que la Corona de Aragón apoyó mayoritariamente al candidato austriaco, mientras que Castilla respaldó a Felipe V.
El conflicto concluyó con la victoria borbónica y la firma de los Tratados de Utrecht y Rastatt, que reconocieron a Felipe V como rey de España, aunque a costa de importantes pérdidas territoriales en Europa.
Modernización Administrativa y Territorial
Las reformas tuvieron como objetivo modernizar el Estado español siguiendo el modelo centralista y administrativo de Francia. Felipe V impulsó los cambios más profundos al instaurar un sistema político-administrativo completamente nuevo:
Cambios Institucionales
Con los Decretos de Nueva Planta, suprimió las instituciones propias de la Corona de Aragón e implantó un modelo uniformado para toda la monarquía. Sobre esa base, reemplazó el antiguo sistema de gobierno, basado en consejos, por un modelo ministerial organizado en Secretarías de Estado y de Despacho, antecedentes directos de los ministerios actuales.
Reorganización Territorial y Fiscal
La administración territorial fue reorganizada mediante la figura del capitán general, que sustituyó a los virreyes, y en 1711 creó la institución del intendente, un funcionario encargado de coordinar la gestión fiscal, militar y administrativa en nombre del rey. Además, reformó el sistema fiscal sustituyendo los antiguos impuestos aragoneses por un tributo único, lo que racionalizó enormemente la recaudación.
Innovaciones Militares
En el ámbito militar, Felipe V transformó profundamente el ejército y la armada. Los tercios fueron sustituidos por regimientos, la artillería se modernizó y se generalizó el uso del fusil con bayoneta. Paralelamente, impulsó un ambicioso programa de renovación naval dirigido por el marqués de la Ensenada, que culminó en la construcción de los grandes arsenales de Ferrol, Cádiz y Cartagena, centros clave para el resurgir de la Marina española.
El Proyecto Reformista de Fernando VI y Ensenada
Durante el reinado de Fernando VI, las reformas continuaron bajo la influencia decisiva del propio marqués de la Ensenada, que se convirtió en el principal artífice de la política del periodo. Su proyecto más ambicioso fue el Decreto de Única Contribución (1749), que pretendía sustituir todos los impuestos existentes por uno solo, proporcional a la renta y pagado también por los privilegiados.
El Catastro y la Resistencia
Para aplicar la Única Contribución se elaboró el Catastro de Ensenada, un censo exhaustivo de propiedades y rentas en casi toda España, aunque el impuesto nunca llegó a implantarse por la resistencia de la nobleza. Ensenada también impulsó la creación del Giro Real (1752), pensado para facilitar las operaciones bancarias y el comercio exterior, y del Departamento de Hacienda (1754), antecedente del Ministerio de Hacienda.
Episodio Represivo: La Gran Redada
Sin embargo, el reinado de Fernando VI también estuvo marcado por un episodio represivo muy grave: la Gran Redada de 1749, un intento de detención masiva y esclavización de la población gitana. El plan, diseñado por Ensenada, separó a miles de familias y las destinó a trabajos forzados hasta que Carlos III puso fin a la persecución en 1763.
